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El insurreccionalismo

Aunque como sola posibilidad, el proceso revolucionario tiene que catalizarse en una ruptura con el existente.

Tal ruptura es la insurrección generalizada que destruye al poder constituido en sus elementos sustanciales: instituciones varias, socialización de los grandes medios de producción, etc.

En nuestra perspectiva, el momento insurreccional llega a ser central, y eso debido a diversos motivos:

- por su esencia destructora, y no también constructora;
- por la ausencia total, en su ápice, de motivos mediadores o de tendencias moderadoras;
- por el desencadenamiento de los individuos de las ataduras materiales, morales, psicológicas impuestas por el sistema de servidumbre;
- por la ausencia total, en su ápice, de motivos mediadores o de tendencias moderadoras;
- por el desencadenamiento de los individuos de las ataduras materiales, morales, psicológicas impuestas por el sistema de servidumbre;
- por la imposibilidad de su instrumentalización, en lo inmediato, por parte de las fuerzas de poder.

Por lo tanto es en la inmediatez del evento insurreccional que es posible, para los anarquistas, destruir y estimular a destruir todos los ámbitos del poder centralizado.

Cualquier evaluación acerca de la continuidad, entre lo social viejo y aquello por construir se ha demostrado catastrófica por la revolución social misma.
Pero, el momento regocijado de la destrucción, es muy breve y en tal espacio de tiempo es indispensable golpear.

Una vez acabado el momento, las fuerzas de poder que han escapado de la destrucción, tendrán miles de ocasiones y motivos para proponerse de nuevo como indispensables en la construcción de lo nuevo, haciendo hincapié en el cansancio y en las necesidades materiales de los insurgentes.

No será, todavía, en la competencia directa con tales fuerzas que el anarquismo tendrá posibilidad de radicarse en los individuos, sino en el hecho de haber conseguido destruir a las condiciones materiales, institucionalzadas y formalizadas del poder antecedente –ejército, tribunales, ayuntamientos, parlamentos, archivos, armamentos y hombres- y en el proseguimiento a ultranza de la lucha radical contra todo lo que en cuanto viejo o nuevo quiere sobredeterminar a los individuos.

Según el recto razonamiento, el anarquismo en cuanto negación del poder centralizado, es momento esencialmente destructivo, no también constructivo.
En el evento insurreccional generalizado se concreta a grande escala el anarquismo en su indivisibilidad de ética y doctrina.

Es tal evento que acaba por ser señalado respecto a los otros.

Ahora, la insurrección generalizada es posibilidad no directamente conexa a la pura actividad propagandística, aunque no hay que excluir un eventual beneficio que aporta la propaganda anárquica en el social subalternizado.

La posibilidad más concreta reside en las exigencias de los explotados, en las necesidades que el sistema de explotación y de opresión deja insatisfechas en amplias masas de proletarios.

Hay siempre la posibilidad que de una protesta surgida aun por motivos aparentemente fútiles, o de orden reformista, explosione el momento insurreccional, aún más si se pone en marcha una metodología de lucha que sea preludio de la autodeterminación: autogestión de la lucha misma, ataque sin exclusión de golpes a la parte contraria, rechazo de mediaciones y de mediadores, determinación en el logro del intento.

El insurreccionalismo anárquico es, más precisamente, la intervención en las luchas emergentes del social, según la metodología que defiende a la insurrección generalizada y que se materializa en el inmediato como praxis de la acción directa, de la conflictividad permanente, de la autogestión de las luchas mismas, sin poner vínculos a las específicas tensiones y sensibilidades de los individuos y grupos, estimulando así la multiplicidad de formas de la intervención.

Lo que caracteriza al insurreccionalismo anárquico es el método puesto en marcha, no el contenido de cada lucha.

El método se justifica por sí, por lo cual excluye cada valoración de tipo cuantitativo: no se actúa en función del aumento del número de los anarquistas, sino de los estímulos que el método llega a difundir en lo social o en las luchas específicas. ¿Qué importancia puede tener definirse anarquistas o no en el momento en que la práctica de la acción directa, del enfrentamiento con el poder constituido, de la negación de la sobredeterminación avanza?

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Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

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