Preparate!!! Cristo Pronto Volverá!!!

 

Billy Sunday

 

Guillermo Ashley Sunday nació el 19 de noviembre de 1862. Sus padres fueron colonos, cuyo hogar era una rústica cabaña de troncos, de dos piezas, en el estado de Iowa. "Billy", lo que equivale a "Guillermito", nació cuatro meses después de que su padre había salido para el servicio militar. La Sra. de Sunday le puso a su tercer hijo el mismo nombre que su esposo recluta, con la esperanza de que éste volviera pronto para ver a su pequeño hijo. Sin embargo, cuatro meses después, recibió la noticia de que Guillermo Sunday, soldado raso, había contraído una enfermedad, y que como resultado de ella había fallecido en la ciudad de Patterson, estado de Missouri.

Billy pasó gran parte de su niñez en la finca de su abuelo, el hacendado Martín Corey. No le gustaba la vida en la granja, y desde muy temprana edad decidió buscar la manera de ganarse la vida de otro modo. En cierta ocasión le dijo a su abuelo: "Voy a buscar por todos lados, hasta hallar un buen empleo en donde pueda trabajar con el cerebro".

Durante algunos años su madre luchó por mantener unida a la familia, pero por fin, tuvo que acceder a enviar a dos de los muchachos a un orfanato. Eduardo y Billy fueron enviados al Hogar para Huérfanos de Soldados, en la ciudad de Glenwood, en el estado de Iowa. No tenían dinero para el pasaje en el tren, así que se metieron a escondidas en un vagón de carga. Cuando fueron descubiertos, el cobrador les pidió los boletos. "No tenemos boletos" respondieron los muchachos. El cobrador les explicó que tendría que bajarlos en la próxima estación, pero cuando los chicos le explicaron que estaban en camino hacia el orfanato, les permitió viajar gratis.

Al año y medio, aquel hogar fue cerrado, y los niños fueron enviados al Hogar para Huérfanos en la ciudad de Davenport, en el mismo estado. En este nuevo hogar, había una fuerte influencia religiosa, y allí Billy aprendió a creer en la autoridad divina de la Biblia. Aunque no aceptó a Cristo sino hasta mucho después, sin embargo, obtuvo buen conocimiento de la Biblia, y creía en ella, por lo menos mentalmente, como resultado de los años que pasó en aquel hogar.

Billy Sunday no recibió mucha educación formal, aun cuando sí asistía a la escuela de cuando en cuando. A los catorce años, empezó a trabajar para ganarse la vida. Servía de portero en una escuela. Entre otras tareas, tenía que acarrear carbón, y le tocaba llenar catorce diferentes estufas cada día. Su sueldo era veinticinco dólares al mes.

Cuando tenía quince años, Billy y Eduardo dejaron el orfanato y se fueron a vivir con el abuelo Corey. Este llegó a ser prácticamente un padre para los muchachos. Una vez, cuando Billy deseaba comprar un cuello blanco, que había visto en una tienda, para llevarlo puesto al concurrir a un concurso de ortografía, su abuelo le dijo que si era honesto y trabajaba duro, tendría necesidad de llevar un cuello blanco para que la gente lo respetara. Al recordar aquel consejo, muchos años después, Billy dijo en una reunión de jóvenes: "No es lo que llevas puesto, si no lo que llevas por dentro, lo que te hace hombre".

Pronto se aburrió de la vida de la finca, así que alquiló un caballo, y se fue a un pueblo cercano. Pasó ocho meses trabajando como mozo y conserje en un hotel barato. Dormía detrás del mostrador. Lo único que ganaba era la cama y la comida.

Después llegó a ser mensajero del Coronel Scott. Su esmero y cuidado al desempeñar las tareas pequeñas, le ganaron este empleo. En aquel tiempo, también alcanzó renombre como corredor. Fue uno de los primeros norteamericanos que logró correr cien yardas en diez segundos.

Después de graduarse de la secundaria, Billy obtuvo empleo en Marshalltown, Iowa, con el fin de unirse al cuerpo de bomberos voluntarios de aquel lugar. Su agilidad al correr le ganó fama en aquel puesto. Fue durante ese tiempo que empezó a jugar con el equipo de béisbol de dicho pueblo.

Un día, cuando Billy tenía veinte años, estaba jugando béisbol en un lote vació de la población. Estaba allí uno de los más famosos dirigentes del equipo "Medias Blancas", de Chicago. Viendo jugar a Billy, lo contrató para jugar en su equipo. Así Sunday inició su carrera profesional en 1833. llegó a ser uno de los corredores de bases más veloces, y uno de los más atrevidos para "robarse" las bases. Su nombre llegó a ser bien conocido entre los aficionados al béisbol. Por cinco años jugo con el equipo de Chicago; generalmente en una posición a la derecha a al medio del campo de juego. Más tarde jugó para los equipos de Pittsburg y de Filadelfia; después de ocho años como beisbolista profesional, rehusó renovar su contrato, aun cuando se le había ofrecido un salario de quinientos dólares mensuales. Rehusó con el fin de entrar en la obra cristiana.

Billy Sunday había aceptado a Cristo como su Salvador personal en 1887, cuatro años después de iniciar su carrera en el béisbol. Los otros jugadores lo conocían como cristiano, y no solo eso, sino como un cristiano consagrado del todo al Señor. Debido a sus convicciones religiosas, Billy rehusaba jugar béisbol los domingos.

Un día, mientras Billy Sunday predicaba, un representante del equipo de Cincinnati subió a la plataforma, sacó un contrato, y le pidió al evangelista que lo firmara. Le ofreció tres mil quinientos dólares por los sietes meses del año en que se jugaba béisbol, más quinientos dólares por adelantado. Pero Billy respondió que no, explicándole cómo Dios lo había llamado a predicar.

¿Cómo fue convertido Billy Sunday?. Fue por intermedio del ministerio de la Misión Jardín Pacífico, en Chicago, y mediante el ministerio directo de una señora de Clark. Billy y cinco de sus compañeros andaban paseando por una de las calles de Chicago y, según las palabras del mismo Sunday, después de haber bebido bastante. Finalmente se sentaron en una esquina. Era un domingo por la tarde, y al otro lado de la calle estaba un grupo de hombres y mujeres que tocaban instrumentos musicales, y cantaban himnos evangélicos. Billy se acordó de los cantos que su madre acostumbraba cantar allá en Iowa. Un joven de la misión se llegó a donde estaban sentados los jugadores. "Vamos a ir a la Misión Jardín Pacífico" les dijo. "¿No quisieran acompañarnos al servicio?.

Billy se había sentido profundamente impresionado por los himnos que se habían cantado. Se volvió a sus compañeros de equipo y les dijo. "Ya estuvo. Me voy a Cristo Jesús". Algunos se echaron a reír; otros le animaron. Fue en aquella noche que Billy Sunday se arrodilló y aceptó a Jesucristo como su Salvador personal. Se dio cuenta de que los otros jugadores, en lugar de burlarse de él, lo miraban con respeto. Miguel Kelly, uno de los compañeros, le dijo: "Billy, me siento orgulloso de ti. A mí no me interesa la religión; pero te ayudaré en todo lo que pueda".

Inmediatamente después de haberse convertido, Billy Sunday se asoció con la Iglesia Presbiteriana de Jefferson Park, en Chicago. Asistía a la Sociedad de Esfuerzo Cristiano, a las reuniones de oración y a los servicios de entre la semana. Fue en esa iglesia donde conoció a Elena Thomson, la cual más tarde llegaría ser su esposa. Aun cuando los padres de la Srta. Thomson pensaban que ella no debía casarse con un beisbolista profesional, la joven pareja se casó en septiembre de 1888, e hicieron su viaje de bodas simultáneamente con los viajes del equipo de una ciudad a otra.

Después de dejar a un lado el juego de béisbol, Billy Sunday se hizo miembro de la Asociación Cristiana de Jóvenes, no como dirigente de actividades físicas, sino para ayudar en el aspecto espiritual. Uno de sus deberes era buscar un orador para las reuniones de oración del mediodía. Otras de sus tareas eran conseguir fondos, distribuir literaturas, y también estaba encargado del trabajo de oficina.

El ministerio de Billy en la Asociación Cristiana de Jóvenes también incluía el alcanzar a muchos hombres que se quedaban sin un centavo como consecuencia del vicio del licor. Ayudó a muchos de ellos a encontrar comida y posada. Sin embargo, siempre se abstuvo de darles dinero, sabiendo, por medio de la experiencia, que lo usarían únicamente para comprar más bebida. Tuvo el privilegio de conducir a muchos de ellos al Señor Jesucristo, antes de que dejaran el local de la Asociación. Como resultado, muchos hombres retornaron a su esposa y a su hogar y familia; muchos volvían al hogar paterno.

De tiempo en tiempo Billy recibía ofertas de jugosos salarios. Cada vez él analizaba de nuevo su empleo de ochenta y tres dólares mensuales en la asociación Cristiana de Jóvenes, y se preguntaba si no era justo, tanto para sí mismo como para su familia, considerar, o bien un nuevo contrato de béisbol, o bien algún otro empleo. Pero en cada ocasión, su decisión era que Dios lo había guiado allí, y allí se quedaba. Sin embargo, después de tres años en dicho lugar, Billy Sunday se unió al conjunto del bien conocido evangelista J. Wilbur Chapman, para arreglar las reuniones, organizar los coros, y levantar las carpas. A veces, hasta vender himnarios, ayudar a recoger las ofrendas o en otros menesteres variados.

En diciembre de 1895 Chapman decidió dejar su obra de evangelista, y retornar al pastorado. Así Billy Sunday se quedó sin trabajo, y sin saber qué hacer. Para ese entonces ya tenía dos hijos (más tarde habría cuatro: Elena Jorge, Guillermo y Pablo). No podía regresar al béisbol, ni podía regresar a su empleo con la Asociación Cristiana de Jóvenes. ¿Qué hacer?. Pidió la dirección del Señor, y al poco tiempo le llegó un telegrama de un pequeño pueblo del estado de Iowa, que le pedía que fuera para dirigir algunas reuniones. Esto pareció ser el principio de su obra de evangelista.

Aunque Billy Sunday no tenía, entre los miembros de su conjunto, una persona encargada de la publicidad, los periódicos en todas partes del mundo publicaban artículos acerca de sus reuniones. Después de fijar la fecha para llevar a cabo los servicios evangelizadores en alguna ciudad, Sunday instaba a los miembros de la iglesia local a organizarse. Por lo general, esto comenzaba con servicios de oración en los hogares. Esto se hacía de una manera tan organizada, que había reuniones de oración en todo barrio de la ciudad. En cierta población, se realizaron más de ochenta y cuatro reuniones de oración antes de iniciarse los servicios de evangelización.

En las mayorías de las campañas de evangelización, Sunday organizaba un comité de ujieres, uno de mujeres de negocios, uno de edificio, uno de cuidado de niños, uno de obra personal, uno de adorno y uno de culto de oración. En algunos casos hasta construía un tabernáculo especial para los servicios. Este tenía el techo abierto y el piso de aserrín; esto hizo que se dijera de aquellos que pasaban al frente indicando que aceptaban a Cristo, que "pisaban el sendero de aserrín". Ninguna tabla era asegurada con más de dos clavos, y había una puerta abierta cerca de cada pasillo, de modo que la gente pudiera salir rápidamente en caso de estallar un incendio. Billy Sunday no creía apropiado tener una galería o balcón en los templos, pues creía que eso haría demasiado difícil a los convertidos el pasar adelante cuando se extendía la invitación.

Los tres grupos más importantes en la organización de Billy Sunday eran el coro, los hujieres y los que hacían la obra personal. A los ujieres se les entrenaba rigurosamente, para que estuvieran preparados para cualquier emergencia. Además de levantar la ofrenda y acomodar a la gente, también ayudaban a la policía a controlar a la muchedumbre que ya no cabía en el local. Muchas personas trataban de que ya no cabían en el local. Muchas personas trataban de colocarse en el tabernáculo cuando ya no había lugar disponible, excediendo el número de asistentes permitido por la ley. Los que hacían la obra personal se ocupaban, al final del servicio, de atender a las personas que venían para aceptar a Cristo como su Salvador personal.

Además de celebrar servicios nocturnos, el grupo de Billy Sunday llevaba a cabo reuniones al mediodía en algunas fábricas, reuniones para mujeres de negocios, y otras reuniones a la hora del almuerzo, también acudía a las escuelas, las cárceles y los hospitales, juntamente con los músicos y los que hacían la obra personal. Algunos de los que colaboraron en su obra, y cuyos nombres son hoy bien conocidos, fueron Homero A. Rodeheaver, B. D. Ackley y Gracia Saxe.

Billy Sunday era tenido por "Individualista, informal y sensacionalista," en su predicación; y sin embargo, fue muy efectivo. Más de 300.000 personas fueron convertidas por medio de su ministerio. Nunca se pensó de él como un pastor, sino más bien como un soldado. No era uno que consolaba, sino uno que exclamaba: "¡Levántate! ¡Arrepiéntete!" hablaba a la gente en los tabernáculos de la manera en que les hubiera hablado en el campo de béisbol. Su vocabulario era el que se oía en las calles, en las tiendas, en los campos deportivos; y por eso mucha gente creía que le faltaba dignidad.

Muchos criticaban a Sunday y por sus tácticas y sus métodos. Algunos pensaban que era demasiado franco. Llamaba "adulterio" al adulterio y "pecado" al pecado, lo aplicaba así: "Quiero que la gente comprenda lo que quiero decir". Sin embargo, inclusive los que criticaban sus métodos, tuvieron que admitir que Billy Sunday tuvo buen éxito en su ministerio, y que ayudó a mucha gente a reconciliarse con Dios.

Billy se las tomaba más en serio con el vendedor de licor y el cantinero. Muchas veces se le oía decir: "Si hay algo que me da asco, es un cantinero de nariz colorada, ojos de suero, frente cejuda, sesos de maní y cebada en un establo, que me diga que no estaría en tal negocio si no fuera por los miembros de la iglesia que votan por él". Los fabricantes de cerveza de aquellos días gastaban grandes cantidades de dinero atacándolo, y en la propaganda calumniosa que distribuían. En el estado de Illinois se cerraron definitivamente mil quinientas cantinas, en un solo día, como resultado de sus sermones. En once de las quince ciudades de aquel mismo estado, en las que había tenido campañas de evangelización, la victoria en las siguientes elecciones fue para los candidatos que se oponían al uso del licor. Pero la misión de Billy Sunday no era predicar en contra del cantinero, sino para ganar a los hombres y a las mujeres par el Señor Jesucristo. No obstante, muchos de los que se convirtieron trabajaron en pro de la temperancia.

Billy Sunday era conocido como el predicador atlético. Era dramático, inteligente y ocurrente; y al predicar se paseaba rápidamente de un lado de la plataforma al otro. Alguien dijo que viajaba más de un kilómetro y medio, sobre la plataforma, cada vez que predicaba un sermón, y más de cincuenta kilómetros sobre la plataforma en cada campaña. Durante el sermón golpeaba el púlpito con la mano, golpeaba el piso con los pies, y usaba todo ademán gimnástico que le fuera posible, con el fin de hacer énfasis en lo que decía. No solamente usaba la voz, sino también todos los músculos del cuerpo. Dramatizaba cada una de las ideas que presentaba. Si hablaba de algún cuadrúpedo, gateaba sobre la plataforma; si hablaba de una persona que oraba, caía de rodillas. Los periodistas y publicistas del día, dibujaban caricaturas de lo que Sunday hacía sobre la plataforma.

En cada ocasión predicaba como si estuviera presente, en el auditorio, una persona que nunca jamás iba a tener otra oportunidad; y precisamente eso era lo que Billy Sunday creía. Si por casualidad había algún hombre o mujer que tal vez ya no estaría con vida para el próximo sermón, Sunday quería estar seguro de explicarles el camino de salvación tan claramente, de modo que comprendieran el plan de Dios y no tuviera excusa en el día del juicio. Era sabido que Sunday había dicho: "Si alguien va al infierno, debe ser porque debe estar allí; de otra manera, no estaría allí".

Aunque algunos evangelistas usaban la táctica de hacer llorar a sus oyentes, Billy Sunday no creía en tal método. A menudo hacía reír, pero rara vez los hacía llorar. Le mostraba al pecador lo que era; y le hacía sentirse realmente absurdo, tonto, vil y totalmente avergonzado de sí mismo. A pesar de que Billy Sunday tenía la voz ronca, y de ninguna manera hermosa, más de veinticinco mil personas llegaban cada vez par escucharle.

Algunas personas pensaban que Billy amaba el aplauso; sin embargo, aquellos que lo conocían bien sabían que eso no era así. Hasta se abstenía de alojarse en un hotel, por temor que la gente fijara la vista en él. Más bien, alquilaba una casa amueblada, en donde él y sus ayudantes pudieran vivir durante todos los días de su campaña. Vivían como en familia, llevando consigo una cocinera, la cual se encargaba de la comida. La Sra. de Sunday era conocida como "Mamá", y cuidaba la casa y era responsable de muchos de los detalles relacionados con las reuniones.

Los reporteros y los agentes de policía que eran enviados a realizar su tarea en las reuniones, a menudo se sentían tocados por el mensajes de salvación que predicaba Sunday. Cuando se daba la invitación, no era raro ver a los periodistas y a los policías pasar adelante por el "sendero de aserrín".

A pesar de que Billy Sunday usaba todo método moderno que le venía a la mente, tenía mucho cuidado de no apartarse de las antiguas verdades bíblicas. Ponía en claro que la palabra de Dios dice que toda persona está perdida sin Cristo, y que sólo al aceptar a Cristo como Salvador puede uno tener la seguridad de entrar en el hogar celestial. Más bien, a menudo, decía de sí mismo: "Lo que yo sé sobre teología. Más bien, a menudo, más de lo que sabe un conejo acerca del ping-pong; pero voy en camino a la gloria". Insistía en que no es la teología lo que salva, sino sólo Jesucristo. Hacía énfasis en el hecho de que nadie quedó excluido del cielo porque no entendió la teología.

Billy Sunday tenía la fuerte convicción de que los que realmente han sido convertidos, lo demostraría por el hecho de llevar una vida transformada; como por ejemplo, apartándose del chisme, amando el prójimo, pagando las deudas y celebrando el culto familiar. Estas acciones eran, para él, prueba de la transformación que sólo Cristo puede efectuar. Insistía en que una reforma no era suficiente, sino que era necesaria la conversión.

Cuando alguna persona le decía a Billy Sunday que la gente no podía ser convertida en una de aquellas reuniones, él insistía en que la gente se convierte de diversas maneras. Moody aceptó a Cristo en una zapatería, Chapman fue salvo en una escuela dominical; Carlos Finney estaba orando en un bosque cuando fue convertido; Samuel Jones aceptó a Cristo al lado de su padre moribundo; Smith, "el gitano", hizo su profesión de fe en la carpa de su padre; y Martín Lutero mientras ascendía una escalera en Roma.

"Se juzga al árbol por su fruto," decía Sunday.

Cuando la gente pasaba al frente buscando el camino de la salvación que ofrece Dios, Sunday procuraba darle la mano a cada persona. A veces esto significaba que tenía que escuchar la mano de 500 ó 600 personas; sin embargo, eso no parecía molestarle. Cierto periodista observó a Billy Sunday, una noche, cuando quinientas personas llegaron ala altar, y comentaban luego que Sunday le dio la mano a cincuenta y siete personas por minuto. No demostraba parcialidad o prejuicio. Bien podía ser un niñito negro, o una señora bien vestida de la alta sociedad. Podía ser un jugador de béisbol o una persona común. Fuera joven o anciano, enfermo o sano, famoso o desconocido, Billy sunday procuraba darle la mano. Durante la invitación, el solista del conjunto, Homero Rodeheaver, iba al piano y tocaba y cantaba uno de los himnos de invitación que luego se convirtieron en favoritos.

A pesar de que Billy Sunday tenía mucho éxito en sus reuniones, muchas veces eran criticado por otros ministros y obreros cristianos. No les gustaba la manera en que predicaba, ni los métodos que usaba, ni el vocabulario que escogía. Les desagradaba que hablara tanto del evangelismo. Sin embargo, nadie parecía criticar los resultados. Tenían que reconocer que Dios lo estaba usando, y que la gente estaba llegando a conocer al Salvador por medio de sus esfuerzos.

Después de que Billy Sunday dejaba alguna ciudad, al concluir sus reuniones, se organizaban clases para el estudio de la Biblia; y los nuevos convertidos asistían a la iglesia con el fin de crecer en el Señor. También, como resultado de las reuniones, mucha gente compraba Biblias. De hecho, cierto impresor se quejó de que las campañas de Billy Sunday no resultaran en más pedidos de libros religiosos; aunque, de mala gana, tuvo que admitir: "A esa gente que sigue a Billy Sunday no era posible venderles nada sino solamente Biblias". Sunday animaba a sus oyentes a leer la Biblia, y a profundizarse en ella, para aprender las verdades espirituales. A menudo empleaba, como ilustración, el caso de las minas de diamantes del África del Sur. Les decía que en todas partes del mundo había personas que sabían de aquellas minas, pero que únicamente lo que iban allí, y cavaban en ellas, eran los que obtenían los diamantes.

En toda campaña de Billy Sunday había música. Se organizaba un gran coro, al que se preparaba para que se presentara en un mensaje musical en cada servicio. La congregación tenía también la oportunidad de unir sus voces, al cantar algunos de los himnos favoritos.

Aun cuando algunos teólogos y ministros, en algunas ciudades, criticaban las oraciones de Billy Sunday, a la mayoría de la gente le gustaba oírle orar. Algunos decían: "Sunday habla con Jesús como si estuviera hablando con un compañero de trabajo". Muchas veces, mientras oraba, se le olvidaba el nombre de la persona por quien quería interceder. Se detenía, y dirigiéndose al director del coro, le preguntaba: "Rodi, ¿cómo es que se llama esa persona?", y luego seguía orando, mencionando por nombre a la persona en quien estaba pensando. La oración no era para él ni un formularismo ni un rito; era más bien un asunto de hablar con el Señor.

Billy Sunday se tomaba de un mes a seis semanas, cada año, para descansar y reposar. Pero el resto del tiempo hablaba y trabajaba como si estuviera a punto de sufrir un colapso completo de su salud. Muchas veces se dijo de él que hablaba "como un moribundo hablaba a moribundos." Viajaba de un extremo de los Estados Unidos a otro, y daba todo de sí para proclamar el evangelio de Cristo.

Billy Sunday pasó sus últimos días en Winona Lake, en el estado de Indiana, y el 6 de noviembre de 1935 se fue para estar con el Salvador. Durante su carrera como predicador dirigió más de trescientas campañas de evangelización, y se calcula que hubieron más de un millón de personas que "pisaron el sendero de aserrín," para profesar su conversión.

Dios usó a este beisbolista de grandes ligas, el cual estuvo dispuesto a dejar a un lado el dinero y la fama, con el fin de llevar el mensaje de salvación a la gente de toda clase y condición social.

 

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