El Futuro de la Selva Zoque: los Chimalapas y el proyecto neoliberal

Emanuel Gómez

Marzo del 2002

"Por un millón de pesos nos querían comprar la selva, pero no aceptamos", denuncian los comuneros de Benito Juárez-El Trébol, comunidad de San Miguel Chimalapa. En octubre de 1999 Carlos Solano y Salvador Anta, funcionarios de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (semarnat) para la región de los Chimalapas, trataron de dar un cañonazo de dinero a los zoques de Oaxaca a cambio de aceptar el decreto de reserva de la biosfera para los Chimalapas.

"Nuestras tierras y nuestra identidad chimalapa no está en venta", cortan el tema los chimas, en el informe sobre las violaciones al Convenio 169 presentado por el Congreso Nacional Indígena (cni) ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), como parte de la resistencia de los pueblos indígenas mexicanos ante el foxismo.

El año pasado fue intenso en los Chimalapas. Mientras en la zona oriente de San Miguel se detenía la maquinaria que cortaba clandestinamente los bosques en la frontera de Oaxaca con Chiapas, la Policía Federal Preventiva y el Ejército se decían listos para entrar a la cabecera de Santa María, detener a las autoridades y a los comuneros que habían participado en la liberación de los zoques presos en Matías Romero.

Amenazados, el pueblo y las autoridades de Santa María Chimalapa, bajaron de la montaña a la orilla de la carretera transístmica y la tomaron. En la cárcel municipal de Santa María seguían detenidos miembros de la colonia agrícola Cuauhtémoc, acusados de invadir tierras y destruir la selva, hasta que los gobiernos estatal y federal atendieron las denuncias de los chimas, quedando pendiente la solución de este conflicto.

Más de 150 000 hectáreas de un total de 594 000 están invadidas por ejidos, colonias, predios privados y ganaderos que declaran su tierra como "nacional". El descontrol agrario es tan grave, que 29 pueblos se reconocen como parte de Chiapas, aun estando en Oaxaca.

La Selva Zoque desaparece poco a poco. Su importancia para México representa el 40% del agua dulce del total nacional. El sistema de cuencas de los ríos que nacen en los Chimalapas incluye afluentes del Coatzacoalcos, Uxpanapa, Grijalva, Chicapa, Ostuta y muchos más. En 1998 ocurrió lo que nunca: se incendió, hasta en sus rincones más húmedos, afectando más de 200 000 hectáreas.

Miles de plantas, animales, árboles milenarios y selvas vírgenes fueron consumidas por las llamas hasta que cayó la primer lluvia, en junio, después de más de tres meses de incendios. El corazón de la Selva Zoque se humedeció y de inmediato se apagó el fuego. El agua llegó y no hubo forma de pararla, hasta que Juchitán se inundó, provocando otra desgracia para el istmo en 1998, el año que más se ha resentido el cambio climático en el mundo entero.

Desde entonces nada será igual en el istmo. Las tierras ya no producen como antes, las montañas se están secando, la migración aumenta. "Nos está castigando Dios. La tierra se enoja por que no la cuidamos", explica un campesino chima. Pero también señala que parte de los incendios empezaron en los ejidos chiapanecos que pelean la frontera con Oaxaca, como el mismo gobierno reconoció.

Los ecologistas formularon hipótesis, tan complejas que iban desde la roza tumba y quema, según la semarnat, hasta la hipótesis del complot, formulada por Maderas del Pueblo del Sureste ac, señalando que los incendios parecían provocados desde el aire. Y es que las áreas quemadas coinciden con el vaso de un sistema de presas que están planeadas para los Chimalapas desde 1977, proyecto detenido por su impacto socioambiental, denunciado a tiempo por las comunidades chimas a través del Comité Nacional en Defensa de los Chimalapas.

Globalizar los Chimalapas

Presas hidroeléctricas, autopistas y plantaciones forestales fueron megaproyectos para los Chimalapas en tiempos de José López Portillo, Miguel De La Madrid y Carlos Salinas, sin éxito. Durante el gobierno de Ernesto Zedillo, la propuesta fue más engañosa: declarar los Chimalapas como reserva de la biosfera, proyecto que tampoco concluyó por el rechazo de los propios comuneros chimas.

Muchas riquezas esconde la selva. Piedra y arena para las carreteras del sureste, minerales no metálicos para la industria microelectrónica, agua para las presas de Chiapas, mano de obra para las maquiladoras del sureste. Turismo quieren los dueños de los transportes y hoteles. Biodiversidad requiere la biotecnología y los Chimalapas es considerado un banco genético único en el mundo. El foxismo es claro: se pedirá la intervención del Ejército para facilitar el control de las reservas naturales y garantizar la inversión privada.

Los comuneros zoques asoman la cabeza desde las montañas más altas del Istmo de Tehuantepec y hablan: "Necesitamos organizarnos como pueblos, aplicar la ley agraria y declarar las zonas invadidas como reserva ecológica campesina, restaurar las montañas que se quemaron en 1998.

"Esta es nuestra montaña, nuestra casa. Imagínate que te dijeran cómo cuidar tu casa y que te la quitaran. Nomás que nos resuelvan los conflictos agrarios y ya, entonces sí podríamos mejorar el cuidado de la selva" .

Lejos de resolver los conflictos, el gobierno federal pretende controlar todas las actividades que ocurren en los Chimalapas. Una propuesta para hacerlo es la de reserva de la biosfera, separando los pueblos campesinos de la tierra ancestral. La nueva estrategia del gobierno para decretar la reserva es la de los Estatutos Comunales, pero tampoco es aceptada por los comuneros pues no se les incluyó plenamente en su elaboración.

Siendo los Chimalapas un lugar estratégico para los corredores industriales y biológicos del Plan Puebla Panamá (PPP), los megaproyectos, corredores industriales y biológicos y el crecimiento de las ciudades planeado para el Istmo amenaza directamente las reservas naturales de los Chimalapas. Un corredor industrial al poniente de la Selva Zoque, alrededor de la autopista transístmica; apertura del istmo a la circulación mundial de mercancías, maquiladoras, aumento de la explotación petrolera y petroquímica en Salina Cruz, Minatitlán y Coatzacoalcos. Crecimiento de las principales ciudades de los estados que comprenden el Istmo de Tehuantepec: Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Tabasco, junto con procesos paralelos en la Península de Yucatán y Centroamérica.

Para dar soporte a este plan de desarrollo urbano e industrial, en el PPP se propone industrializar el campo mediante plantaciones forestales, corredores ganaderos, plantaciones cafetaleras en extenso y aprovechamiento de los recursos biogenéticos de plantas medicinales y cultivos nativos como frijol, maíz y chile, creando semillas transgénicas.

Bajo el discurso de la sustentabilidad, una serie de corredores biológicos llegan desde Centroamérica a México, teniendo su máxima expansión en Chiapas, donde se cruzan con corredores turísticos de la Ruta Maya y se conectan con la Península de Yucatán y el Istmo de Tehuantepec, para de ahí seguir por Veracruz y Oaxaca hacia el norte, cruzando la Selva Zoque.

Con los corredores se pretende controlar el acceso a los recursos naturales y los territorios de los pueblos indígenas, instalar centros de bioprospección en zonas de muy alta biodiversidad y corredores turísticos. El Plan Puebla Panamá (PPP) arranca este año, 2002. Todos los megaproyectos del pasado están en la agenda y muchos más que aun no se han dado a conocer. La información oficial es más fría que el silencio.

Una pregunta está pendiente: ¿dónde está la agenda social del PPP? ¿Se contempla la resolución de los viejos conflictos agrarios? Tal parece que en realidad se provocarán más, expulsando pueblos por donde pasarán los corredores industriales, las supercarreteras y los corredores biológicos.

Los derechos territoriales de los pueblos indígenas, el control colectivo de los recursos naturales y la autogestión comunitaria siguen siendo alternativa que camina en los Chimalapas.

 

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