Salvador Allende: Obras escogidas


36. La huelga insurreccional de octubre de 1972. (Fragmentos) (*)

(...) Sostuvimos que la victoria de las urnas iba a sernos discutida, y se iban a utilizar todos los caminos para impedir que alcanzáramos el Gobierno. Y así sucedió (...).

Pero sólo hace algunos meses pudimos tener conciencia de que a los factores internos se había agregado, como lógicamente sabíamos aquellos que tenemos alguna experiencia de los procesos revolucionarios, la mano tenebrosa del imperialismo, los bastardos intereses de las empresas transnacionales.

Aquí en nuestra patria quedaron las huellas digitales de la ITT, que no trepidó en utilizar su influencia y su dinero hasta arriesgar la posibilidad de una guerra civil (...).

Cada medida provocaba una reacción en contra nuestra. De ahí entonces que la campaña interna se hacía más fuerte y la intención más clara de ir creando la atmósfera de que éste era un Gobierno que no podía continuar. Inclusive, caballerosos viajeros enviados por el Departamento de Estado a recorrer América Latina, y que no pasaron por Chile, con gentileza democrática dijeron que no habían venido a este país porque a este Gobierno le quedaban muy pocos días; pero los días se han prolongado algunos meses y yo pienso que los meses se prolongarán algunos años.

La verdad es que nunca antes se había visto una impudicia igual de parte de funcionarios de jerarquía que, aunque oficiosamente representaban al Presidente del más poderoso país del capitalismo industrial. A medida que avanzábamos, ellos Pretendían, después de haber aplicado, como en el caso del cobre, las disposiciones claras de la Constitución, ellos pretendían o soñaban que nosotros íbamos a dejar las cosas de tal manera que así pudieran obtener una indemnización, después de habernos estrujado como a un limón de Pica durante cincuenta años, se encontraron con que eso no ocurrió. De mala gana recurrieron al Tribunal nacional, y cuando el Tribunal nacional ha fallado en su contra, entonces, sin autoridad moral, han recurrido a la legislación de otros países para perjudicarnos extraordinariamente, y además en el campo internacional.

Hay que pensar que las dificultades se hicieron más palpables; llegaron, por ejemplo, hasta a cerrar para Chile los créditos con que siempre contó en la banca privada norteamericana, y de 270 millones al año hemos tenido 30 este año (...).

Cierta gente, en forma deliberada, ha ido caminando -algunos conscientemente, los menos; otros han sido arrastrados y otros no se dan cuenta- a un proceso político que termine en una crisis institucional.

En la primera etapa, pensaron que una oposición independiente, es decir, no vinculada la oposición en sí misma, sería un factor suficiente, pero no pudieron detener nuestro avance. Se produjo entonces la complementación, yo diría de la actitud opositora, hasta llegar al entendimiento del Partido Confederado para proyectar seguramente más allá de lo electoral, como lo hemos visto, en una actitud similar (...).

En ese instante ya alguien había hablado de la "resistencia". Alguien habló primero de la "desobediencia civil" y el Partido Nacional transformó y convirtió esa frase en un slogan, no de desobediencia, sino de "Resistencia Civil" (...).

Reclamaban insistentemente la utilización tradicional de las fuerzas institucionales del Estado, para que tuviera nuestra actitud un criterio represivo. No lo hicimos. Desataron una campaña inmisericorde para halagar a las Fuerzas Armadas y trazaron toda una política, especialmente de tipo femenino, para estar cerca de los familiares de las Fuerzas Armadas y presentar un panorama negro de los propósitos del Gobierno (...).

(...) cuando hemos ido democratizando y por lo tanto haciendo que participe más gente; cuando en Chile hay más democracia; cuando en Chile hay, a pesar de todo, más desarrollo económico; cuando en Chile hay más libertad -porque nunca la hubo tanta-, aparece, clara y nítidamente, la táctica fascista, que se expresa en la gente de Patria y Libertad, en su lenguaje y en la actitud de muchos hombres que intervienen en la vida política chilena (...).

Pues bien, aparece el fascismo, la resistencia civil se predica y se practica (...).

Hubo aquí un plan, en marzo del año pasado, que denunciamos (...). Pero cuando quisimos tomar preso al segundo o tercer cabecilla, que era un señor Marshall, éste se escapó a Bolivia.

Sin que nadie se lo pidiera y se lo pagara, el señor Marshall dijo que él había sido el empresario del complot, que se habían eliminado dos oficiales del Ejército y que, efectivamente, el plan había fracasado por la precipitación de un oficial (...).

Entonces, decepcionados un tanto de la expectativa ya abandonada del plebiscito, y no creyendo que las elecciones iban a dar un tercio -que no lo podrían obtener jamás- (creían que ellos iban a obtener los dos tercios y nosotros no íbamos a obtener el tercio restante), cuando se dieron cuenta de que esto era imposible (...) trazaron -no digo toda la oposición, yo lo sé muy claro- lo que llamamos el "Plan Setiembre" (...).

El "Plan Setiembre" iba a desarrollarse entre el 8 y el 18 de setiembre e iba destinado a una crisis institucional (...).

Se han tomado el nombre de la Federación de Profesionales que preside Yaco, a quien ayer le han provocado un traumatismo cráneo-cerebral. Estuve antes de ayer con Yaco; fui con el doctor Velasco -a quien conozco desde hace muchos años-y la secretaria técnica -que es una abogado-. Yaco, hablando conmigo, me dijo las presiones que había recibido, y aun las amenazas porque no se tomaba una declaración en contra del Gobierno y a favor de la resistencia (...).

Cuando ha venido esta paralización que no tiene base -y lo voy a explicar muy brevemente-, me he empeñado en decirle al Pueblo que los trabajadores deben estar en sus sitios de trabajo, en sus fábricas, en sus industrias. Fábrica que no trabaje o que no abra, porque su patrón la cerró, ábranla ustedes, Porque ustedes ahí se ganan su pan. Ellos quieren parar el País, nosotros queremos hacer que camine.

�Qué han parado? No han parado nada (...).

(...) y no podrán parar nada. Por ejemplo, en el Ministerio de Obras Públicas, 107 ingenieros dijeron: "Vamos al paro"; 96 dijeron:"No vamos al paro". Trabajan los 96. El Ministerio camina (...).

Uno lee, verdaderamente atónito, que por ahí el señor presidente de la SOFOFA -uno que hace seis meses, en un discurso, habló de un caudillo enigmático que podría salvar a Chile; no sé si estaba escribiendo frente a un espejo, el hecho es que hablaba de un caudillo enigmático, imagínense... dice: "Se paran todas las industrias y las empresas de Chile, y no volverán a trabajar, hasta que el Presidente de la SOFOFA no dé la orden...". No hay ninguna industria parada.

El cobre, el hierro, el carbón, el salitre, están funcionando. El petróleo, todas las industrias estatizadas, el 98 por ciento de las empresas privadas. Con el consejo que les di a los trabajadores, que ocuparan las empresas que paren los patrones, les ha entrado cierta precaución, y no las quieren parar. �Y en buena hora! (...).

Resulta que, en el "Plan de Setiembre" estaba cortar a Chile, por los transportistas, en ocho partes. Pero nosotros arreglamos el conflicto de los transportistas, de los autobuseros, taxibuseros y taxistas. Porque en el gremio de los transportistas también hay gente, seguramente, que nada tiene que ver, y otros que pueden estar engañados. Pero existía este plan (...).

No queremos el enfrentamiento entre ingenieros que puedan tener la responsabilidad de la misma faena.

No queremos que haya el choque entre técnicos y profesionales junto con los trabajadores (...).

�Cómo no darse cuenta que el ingeniero de minas, en un país minero, con una riqueza fundamental como el cobre -hasta que llegáramos nosotros-, era un segundón frente a la insolencia del traído desde la metrópoli financiera, que no sabía más que el nuestro, pero que representaba al patrón que se adueñó de nuestras riquezas!

�Cómo no entender que el profesional en un mundo concebido de manera distinta tiene las posibilidades amplias de satisfacer sus anhelos y, sobre todo, de lograr que la vida de otra gente cambie!

Esta es la hora de Chile y es la hora de ustedes (...).

�Tengamos conciencia de nuestra responsabilidad! �Unámonos por sobre distancias transitorias! �Borremos el sectarismo! �Llamemos a estar junto a nosotros a miles de profesionales y técnicos que deben venir al lado nuestro!

Compañeros: ésta es una hora dura y una hora turbia. Tengo la esperanza de que no haya la osadía irresponsable para provocar en Chile un enfrentamiento. Pero, si lo hubiera, cada cual sabrá cumplir con su deber. Prefiero con mucho, y a ello me entrego, a que por los cauces tradicionales de nuestra historia sigamos avanzando. Somos los más. Tenemos la razón y el derecho. �Venceremos! De nuestra unidad depende, camaradas.


Notas:

Discurso ante la asamblea de técnicos y profesionales del Frente patriótico. Santiago, 18 de octubre de 1972.


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