Salvador Allende: Obras escogidas


29. Despedida al Presidente de Cuba, Fidel Castro (Fragmentos) (*)

El pueblo de Chile nunca quiso el camino de la violencia el pueblo de Chile sabe por experiencia sufrida quiénes la ejercieron a lo largo de nuestra historia, y cómo tuvimos que aprenderlo en los días que fueron desde el 4 de septiembre de 1970 hasta el 3 de noviembre de ese mismo año; allí vimos la lección de una oligarquía soberbia e insolente, aliada al imperialismo que buscó todos los caminos para impedir el acceso de] pueblo al Gobierno; ahí aprendimos lo implacable de sus decisiones, que llegaron hasta el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército para atacar a la mayoría de Chile, que quería darse un Gobierno Popular nacional y revolucionario.

Siempre respondimos con la superior tranquilidad de los que tienen conciencia de sus fuerzas; siempre repetimos: el pueblo no quiere la violencia y que otros la desatan encubierta o descaradamente. Siempre advertimos que sólo responderíamos a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria. Llegamos al Gobierno y aquí hemos utilizado los caminos que nos dan propia realidad y nuestra propia existencia; la revolución en el sentimiento del Programa Popular ha ido avanzando, por eso recuperamos nuestras riquezas básicas en manos del capital foráneo, y por eso, dentro de los cauces legales y de la propia Constitución, podemos decir al mundo y con orgullo de chilenos: el carbón es nuestro, el salitre es nuestro, el hierro es nuestro, el acero es nuestro, el cobre es nuestro.

Hemos intensificado la reforma agraria y herido profundamente al latifundio, hemos estatizado la banca y hemos estatizado también diversos monopolios para fortalecer el área de la economía social, y al cumplir los aspectos fundamentales del Programa de la Unidad Popular nos hemos preocupado fundamentalmente del hombre y de la mujer de Chile, del niño v del anciano, y de ahí la política de redistribución del ingreso para impedir que siguieran consagrándose en nuestra patria las diferencias brutales que marca el régimen capitalista, en donde la explotación del hombre por el hombre es lo esencial. por eso, en el caminar de nuestra revolución hemos herido los intereses de las minorías privilegiadas y hemos respetado los derechos que el pueblo conquistara, hemos avanzado y hemos señalado al pueblo que la revolución se ha hecho y se hará en beneficio de las mayorías, y por eso es que Chile presencia en este instante el ataque que viene implacablemente organizado desde afuera y que encuentra eco adentro, en sectores que añoran el poder y que quisieran impedir el camino del Gobierno de ustedes, del pueblo hecho Gobierno.

En lo interno hemos presenciado una actitud torva, sediciosa, que se acentúa a medida que nosotros avanzamos en la conquista del poder económico para las mayorías nacionales.

Cuando volví de haber hecho el viaje por los países signatarios del Pacto Andino, pronuncié un discurso que a muchos extrañó porque venía de haber recibido la actitud deferente y hospitalaria de los Gobiernos de Ecuador, Colombia y Perú, como antes lo había recibido de Argentina, y pronuncié un discurso manifestando que, a pesar de que la gira había significado la presencia de Chile y el reconocimiento del pueblo en los otros países, a pesar -puedo decirlo con satisfacción- de cómo se estimó y se apreció lo que representaba nuestra revolución y cómo se respetaba la actitud nuestra afianzada en los principios fundamentales en el campo internacional del respeto a la autodeterminación de los pueblos; digo a pesar de que era un éxito, porque había sido definitivamente el aplastar las fronteras ideológicas, le hablé al pueblo señalando que desde la distancia yo veía cómo firme y fuertemente se agrupaban los sectores dispuestos a atacar el paso apresurado de la revolución chilena.

Y por eso, no es de extrañarse de que ayer, hayamos visto en Santiago una demostración de mujeres que, venidas desde si barrio alto, llegaron al centro de Santiago; es conveniente que el pueblo sepa que ese grupo numeroso, y lo era, de mujeres, iba presidido, o precedido mejor dicho, por un grupo de 70 u 80 muchachos con máscaras, con bastones con incrustaciones metálicas y seguramente armados; flanqueaban las columnas femeninas grupos organizados de hombres con iguales características y cerraba la marcha otro grupo similar.

Autorizado por el Gobierno, porque no negaremos jamás el derecho que consagran nuestras leyes a que los opositores pasen por las calles de Chile, también en resguardo absoluto del orden, pusimos meta y término a esa demostración. Demostración que tenía como expresión de protesta las ollas vacías de los más rancios sectores de la burguesía, de aquellos que nunca supieron de la carencia de alimentos vitales y aquellos que llegaron y se retiraron en poderosos vehículos, y aquellos que estuvieron en Providencia arriba hasta las 3 ó 4 de la mañana, interrumpiendo el tráfico, quemando neumáticos, pudiendo incendiar casas y habitaciones; por lo tanto, esa demostración tenía un contenido político y una decisión, y eso el pueblo debe aprenderlo.

Hubo un instante en que los hombres que flanqueaban esa columna, frente a la actitud de protesta de los trabajadores que con sacrificio ejemplar levantan los edificios que deberá ocupar en abril próximo una reunión internacional de extraordinaria importancia, se vieron próximos a que las puertas que cierran la entrada a esos edificios en construcción fueran echadas abajo para lanzarse dentro de ellos y materializar el intento que tuvieron de quemarlos. Pero si los trabajadores están con su esfuerzo levantando sus edificios, con su actitud, con su decisión, impidieron a los fascistas de ayer que quemaran el edificio de la UNCTAD, levantado por el pueblo.

Y hay que pensar, entonces, que Chile está presenciando un hecho que no es extraño a los procesos que han vivido los pueblos que han buscado el camino de su emancipación. Los latifundistas utilizan a los pequeños y medianos agricultores, haciéndoles creer que la revolución los perjudica a ellos. Los monopolistas a los pequeños productores, los grandes distribuidores a los comerciantes. Y en este mismo instante en el Teatro Caupolicán están reunidos, viendo, seguramente, que productores pequeños, medianos y de comerciantes que nada tienen que temer del Gobierno Popular, que han recibido ya ostensibles beneficios, pero que no alcanzan a comprender lo que representa el que estén pidiendo los sectores de aquellos que ayer mismo ponían la soga al cuello a sus posibilidades de desarrollo. Por eso, no hay que desconocer que un germen fascista moviliza a determinados sectores de nuestra juventud, sobre todo en el campo universitario, y, como lo dijera, que usa a la mujer en manifestaciones de protestas, como la que he comentado, que se realizara ayer en la capital de la República.

Son hechos similares a los que viviera Brasil, en el Gobierno de Goulart; sólo ha faltado explotar -para crear un clima emocional más profundo- el sentimiento religioso; no han podido hacerlo porque es evidente el respeto del pueblo y de su Gobierno por el derecho de cada hombre y de cada mujer de Chile a tener la creencia, y ejercerla, que más le avenga con su convicción, y como no han podido utilizar este recurso, como han visto la actitud de prescindencia y de imparcialidad de la Iglesia chilena, aquellos que se dicen católicos y cristianos no han trepidado en lanzar los denuestos y las injurias contra el propio Cardenal de la Iglesia chilena.Y esto ocurre en el mismo instante en que la Izquierda Cristiana viene a vitalizar la Unidad Popular. Por eso he señalado la importancia que tiene el que Chile sea el primer país en donde laicos, marxistas y cristianos forman la base granítica de las fuerzas populares expresadas en los partidos y movimientos del pueblo y fundamentalmente en la conciencia organizada de los trabajadores, en la Central Única.

Esas cosas que señalo y que el pueblo no debe olvidar acontecen dentro de nuestras fronteras, cuando más allá de ellas se levanta la actitud de aquellos que creen que estos pueblos revolucionarios no tienen la fuerza moral y la decisión revolucionaria de defender su revolución y el perfil de su propia personalidad.

Ayer, las agencias informativas han señalado que los integrantes de una misión que enviara el Presidente de los Estados Unidos a recorrer algunos países de América Latina han dicho, han dicho que de Chile poco pueden decir, porque de los antecedentes y opiniones recogidas, en los pueblos que visita-ron, en las conversaciones que han tenido con sus dirigentes, se Puede deducir que el Gobierno Popular tiene sus horas Untadas. Esto ha sido comentado y publicado en los diarios o en el diario de mayor circulación de Estados Unidos, y frente a la protesta de nuestro Embajador ha habido un desmentido o esclarecimiento, pero queda en pie el hecho que señala, por lo demás, lo que es tradicional, y desde aquí yo les digo a aquellos que intervienen en la política de Chile, aquellos que pretenden hacerlo o aquellos que pretendieron hacerlo: Chile no es tierra de nadie, Chile es tierra de chilenos, el pueblo a lo largo de años y años de sufrimiento, de deber y esperanza, ha llegado al Gobierno y tiene como Presidente al compañero de ustedes que les habla.

Estamos en el Gobierno para hacer posible el desarrollo de Chile y darle contenido más profundo a la palabra patria, ésa que pronuncian tanto los sectores reaccionarios y que tantas veces la mancillaron cuando se sometieron a la presión extranjera o cuando entregaron nuestras riquezas fundamentales; pero el chileno auténtico, el patriota que siente el afecto y el cariño por la tierra en que nació y que anhela la patria grande y generosa para todos los chilenos, estará junto al Gobierno del pueblo para defender a Chile, la dignidad de Chile, y rechazar la amenaza, la insolencia o la presión extranjera.

Se engañan profundamente los que creen que con amenazas, con presiones, con restringimos los créditos, o con cerrarnos las posibilidades de renegociar la deuda externa van a impedir nuestro camino. Aquellos que han resuelto defender todavía en el dominio que tuvieran sobre las riquezas fundamentales de Chile deben entender que hay hechos que son irreversibles, y es irreversible la voluntad de los chilenos, de ser dueños de su tierra, de la riqueza de su patria. Se equivocan si acaso pretenden impedir nuestro derecho a crear con nuestro esfuerzo y sacrificio el destino que le damos para la patria grande que queremos.

Por eso, por eso es sospechosa esa coincidencia, por eso el pueblo debe entender cómo se producen los procesos internos y los hechos que hemos observado con la actitud coincidente de palabras irresponsables o indiscretas, pero que no pueden ser dichas sin una intención por la jerarquía de los que las pronuncian. Por eso el pueblo debe darse cuenta, debe medir la magnitud de lo que ha estado ocurriendo y de ver lo que ha habido del atentado de que fuera víctima el compañero ministro del Interior. Allá en Valparaíso también se lanzaron piedras en contra del coche en que yo estaba; sabiendo que era una actitud artera y cobarde de los que lo hacen desde la sombra, me bajé del auto y caminé por las calles de Valparaíso sin más protección que el cariño popular y el respeto del pueblo.

Anoche se intentó quemar el departamento de nuestro compañero ministro de Salubridad, el doctor Concha; ayer se trató de asaltar la sede de la Juventud Comunista y el local del partido Radical; el Cuerpo de Carabineros recibió ayer el embate de los que querían llegar hasta el centro a provocar todavía mayores dificultades e intentar entrar al Teatro Municipal, donde estábamos reunidos con el Cuerpo Diplomático para hacer presente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestra patria ayer cumplía 100 años de existencia. Por eso es útil no olvidar esas cosas, por eso es conveniente tenerlas presentes, por eso el pueblo debe entender que a medida que avanzamos en la realización del Programa que el pueblo se diera, se endurece más y más la oposición. Como Presidente de Chile, yo digo frente al pueblo que respeto y respetaré la oposición que se ejercite dentro de los cauces legales de Chile. Pero que sé muy bien distinguir entre la oposición y la sedición, y que los partidos políticos deben fijar su propia responsabilidad.

Quienes pretenden sacamos del camino que nos hemos trazado, quienes mintiendo y calumniando hablan de que en Chile no hay libertad, se ha suprimido el derecho de información, está en peligro la prensa, son los que mistifican para poder, engañando, encontrar apoyo en determinados sectores, y que son los conjurados en el ansia turbia de oponerse a la voluntad popular, y yo les digo a ustedes, compañeros, compañeros de tantos años, se lo digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado; pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la Historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda Guando cumpla el mandato que el pueblo me diera.

Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente, defenderé esta revolución chilena, y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado, no tengo otra alternativa, sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo.

Pero que lo piensen y que lo mediten, que hay algo que yo he contribuido a formar: es una conciencia política de las masas populares chilenas. Esta no es -como lo dijera tantas veces- la tarea de un hombre; es el pueblo organizado en sus partidos, en sus sindicatos, en sus poblaciones, en su Central Única, el que está en el Gobierno; yo podré ser el intérprete de la voluntad de ustedes, pero mañana estarán junto a ustedes otros compañeros, y si cae uno de ellos, vendrá otro y otro y otro, y el pueblo seguirá en la revolución chilena.


Notas:

1. Discurso en el Estadio Nacional, Santiago, 4 de diciembre de 1971.


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