Al principio del aire

página literaria


ENSAYO


                                                       entre líneas 

  REDESCUBRIENDO EL              MODERNISMO CON JOSÉ        ASUNCIÓN SILVA (1865-1896) 

Por Leticia de Salazar Díaz

 

La "naciente" América del siglo XIX. 
El punto de partida

El siglo XIX no dejó prósperas e inmaculadas a las jóvenes naciones latinoamericanas que recién se habían liberado del yugo español.

 Por el contrario, éstas vieron correr constantemente sangre extranjera y hermana por su tierra. En ningún momento cesaron las amenazas de intervención externa por parte de las resentidas metrópolis que no perdían la ilusión de recuperar "sus" territorios. Asimismo, las guerras internas ocasionadas por división de clases o por pugnas entre partidos políticos se prolongaron por décadas y mermaron el desarrollo de los nacientes países.

A medida que los pueblos latinoamericanos se emancipaban del dominio español crecía en ellos no sólo la necesidad de ser políticamente independientes, sino abarcar una identidad socio – cultural propia. El ser una nación implica tener el derecho de autogobierno, dictar sus propias leyes, en fin, de conducirse por el mejor rumbo. Paralelamente, una nación tiene elementos propios que lo identifican de otros, que le da un lugar particular frente a los demás. En el caso de las ex-colonias sucede lo mismo, porque aunque la antes madre patria les heredó la lengua y ciertos patrones de conducta, estéticos y artísticos, al independizarse buscan fusionar ese legado con la nueva realidad.

El caso de Latinoamérica no fue la excepción. En ese contexto de búsqueda por ser "otro del que fuimos" surgió a finales de siglo XIX y extendiéndose a los primeros años del XX la corriente literaria conocida como modernismo. El término no pudo ser mejor porque modernizarse era la actitud en boga en aquellos años. Todos tenían necesidad de transformarse:

Ser moderno, nuevo, diferente, no tradicional, es decir, renovador. El hombre de los nuevos países de América necesitaba ser distinto. El ser "modernista" le ayudaría a encontrar su camino como entidad cultural independiente. La independencia política se traduce estéticamente en la necesidad de una independencia artística y cultural. El Modernismo significa, entonces, el primer grito de nuestra independencia cultural. Por primera vez una corriente literaria de la América hispana tiene su propio nombre y sus características particulares.

Es comprensible que anteriormente no tuvieran rasgos literarios y artísticos propios por su calidad de colonia, y peor porque, a juicio del escritor mexicano Antonio Alatorre, España tuvo menor actividad literaria que Italia, Inglaterra, Rusia y Alemania y eso lo transmitieron a sus colonias. Por eso tiene mayor mérito que junto con su independencia lograran una riqueza cultural propia con el modernismo.

No ha faltado quien diga que el modernismo no puede considerarse original porque tiene influencia europea, pero no podía surgir de la nada ni ser una isla cultural después de siglos de sumisión. Su mayor rasgo de originalidad radica en el nacer de América como ente cultural "personal" que se nutría de lo ya escrito y daba al mundo novedosas formas literarias.

El modernismo y sus características

El modernismo fue un movimiento fundamentalmente poético. Su inicio formal lo marcó la publicación en 1888 del libro de poemas titulado Azul, cuyo autor, Rubén Darío, es llamado padre del modernismo. Eso no es del todo cierto.

Los primeros escritores que innovaron en las formas poéticas fueron José Martí, Julián del Casal, el destacadísimo mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva y hasta el mismo Darío. Pero todos murieron prematuramente, muchos de ellos sin haber publicado obra alguna y los libros que circularon en aquellos años fueron los del autor de Azul. Eso le valió al nicaragüense para quedar como padre y líder de la revolución modernista y a los demás como pre-modernistas.

El mal llamado pre–modernismo ha quedado atrás. Actualmente quienes estudian los fenómenos literarios coinciden en que la diferencia está en la forma al escribir. Los primeros modernistas tenían todavía una fuerte influencia del romanticismo, y los de la segunda etapa fueron más arriesgados y eso aumentó su originalidad. Darío se ubica entre los primeros modernistas, pero fue él quien dio a conocer lo que era el movimiento. Rubén Darío es el puente entre ambas etapas.

En la segunda etapa están autores de todas las latitudes del continente americano, como Leoppoldo Lugones (Argentina), José Santos Chocano (Perú), Gabriela Mistral (Chile), Julio Herrera Reissig (Uruguay) y José Asunción Silva (Colombia).

El modernismo se enriqueció con dos corrientes europeas: el parnasianismo y el simbolismo. El parnasianismo se inspiró en la obra de Leconte de Liele y la filosofía de Thèofile Gauthier. Su centro era el mundo grecolatino. Emulaban su perfección y nitidez, pulcritud y belleza. El simbolismo, como su nombre lo indica, se basa en las sugerencias y musicalidades que transmiten los símbolos y el colorido de la palabra. Verlaine encabezó esa tendencia artística.

Además, los poetas de la primera generación escribían en sus inicios con una fuerte carga del romanticismo del siglo XVIII – Bécquer, Heine, etc… - hasta que adaptaron temas románticos como la muerte y la infancia a ideales de todos los tiempos. Una clara señal del deceso del romanticismo fue el poema Sinfonía color de fresa con leche, con dedicatoria A los colibríes decadentes que sarcásticamente escribió José Asunción Silva como despedida al anterior movimiento literario.

El modernismo estaba iluminado por la musicalidad y el refinamiento. La mayoría de los autores habían sido enviados a estudiar en alguna etapa de su vida a Europa y eso les daba mayor mundo. En ningún momento quisieron olvidar la miseria y las contradicciones de su patria, sino que los viajes ampliaban su cultura y un carácter cosmopolita era reflejado en su obra. Los paisajes iban desde el lejano oriente y su exotismo hasta la melancolía de las batallas del medioevo, siempre llevando una brillantez sonora y visual inusitada.

La diferencia con otros movimientos es que rompieron con la métrica tradicional y revolucionaron la escritura con el verso libre o blanco acompañado de numerosas rimas y epítetos*. De la misma manera, las abundantes descripciones hicieron de la lectura de textos modernistas una delicia a la imaginación.

Los símbolos utilizados como bandera del modernismo fueron el cisne, el marfil y la flor de liz. (Recordemos en la decadencia del modernismo – todos los movimientos terminan por caer en excesos y necesitan renovarse – el famoso Tuércele el cuello al cisne de González Martínez en señal de un sano final de lo que habían creado. Lo mismo en el mencionado poema de Silva que da por terminado el romanticismo utilizando el color rosa como un elemento de aquélla tendencia literaria).

A diferencia de otras formas, el modernismo se ocupó de crear el arte por el arte, la estética per se, buscar los ideales sin cristalizarlos en figuras concretas. Toma la lengua como materia prima de los sueños de perfección, de un todo en el que la humanidad está inmersa. Como apuntó alguna vez Juan Ramón Jiménez, "lo moderno no es escuela ni forma, sino actitud". Sí, una actitud que nos invita entrelíneas a conocer más de lo que esos grandes hombres aportaron a las letras hispánicas.

 

José Asunción Silva, un hombre ignorado por el reconocimiento

La fama que adquirió con el tiempo Rubén Darío provocó que sus contemporáneos fueran olvidados porque su obra es poco conocida; por lo general, sus libros comenzaron a publicarse a partir de la década de 1970. En consecuencia, el modernismo lo han reducido a Darío y Azul, siendo que la obra de los modernistas es rica en individualidades, en estilos y modos de concebir la realidad.

A continuación, se profundizará en la vida de uno de ellos, quizá de los menos conocidos en México, pero que en su patria, Colombia, es considerado el mejor poeta que han dado a la literatura universal. Tan es así, que María Mercedes Carranza, escritora de aquél país, afirma que la poesía colombiana tiene dos fases: la anterior y la posterior a José Asunción Silva.

El matrimonio Silva Gómez, pequeño burgueses que vivían en la ciudad de Bogotá, tuvieron a su primogénito el 27 de noviembre de 1865. Aquél niño fue bautizado con el nombre de José Asunción Salustiano Facundo Silva Gómez. Muchos años después tuvieron otras dos hijas, Julia y Elvira, siendo esta última el gran amor de Silva.

El padre de familia, Don Ricardo Silva, de origen español y que se dedicaba al comercio de artículos de lujo importados de Europa (telas, zapatos, relojes, etc…) era un hombre culto que gustaba de acudir a las tertulias llamadas del Mosaico. Por ello, desde muy pequeño, Silva se familiarizó con la cultura y las letras en medio de un ambiente europeo. Junto con su padre disfrutaba de las veladas acompasadas por versos y música. El vivir en un medio acomodado y al mismo tiempo caminar por la estela de miseria que había dejado la guerra civil colombiana creaba confusión en la mente del poeta.

Cuando cumplió 20 años, en 1885, tuvo la oportunidad de viajar a Europa y allá permaneció por un año. Conoció Francia, Suiza e Inglaterra. Donde más tiempo pasó fue en París, el París de Mallarmé (a quien conoció personalmente), Verlaine, Baudelaire, Rimbaud, Huysmans y Barrés. De regreso a Colombia hizo escala en Nueva York y ahí se entrevistó con José Martí que era para Silva un hombre excepcional. También se cree que en Inglaterra trató a Oscar Wilde.

Ese viaje pareció ser toda una vida. Silva aprendió todo lo que pudo, conoció todo en cuanto a costumbres, lugares, lenguaje y formas de vivir. Su refinamiento se exacerbó y sus ganas de escribir eran inmensas.

Todo parece perfecto hasta ese momento de su vida. Pero parece que Silva nunca pudo ser un hombre pleno a partir de tres hechos funestos que marcaron el resto de sus días – que no fueron muchos - : la quiebra del negocio familiar, la muerte de su hermana Elvira el 6 de enero de 1892 y la pérdida de todos sus documentos.

Por la guerra, la familia Silva Gómez se fue a la ruina, el padre de José murió y él se tuvo que encargar del pago de deudas y de sacar adelante a sus hermanas y a su madre, Doña Vicenta Gómez, con el dinero que recibía de los artículos que le publicaban en los diarios.

Estando de viaje por las cercanías de Bogotá para ganar el sustento de la familia, recibió la noticia de la muerte de su hermana Elvira, a quien amó hasta el final de su vida. Sobre ese aspecto de su vida no se sabe mucho porque es prácticamente inconfesable profesar amor por un hermano. La deducción se hace a partir de sus poemas amorosos. Asimismo, después de la muerte de Elvira, Silva nunca conoció amor alguno, y en venenosos bituperios fue apodado "el casto José".

A ese amor imposible, Elvira, va dirigido el más bello y conocido de sus poemas, Nocturno:

NOCTURNO

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas (sic)
Una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lánguida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una
y eran una
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias (sic) sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
era el frío de la nada…
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella…¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!

 

El tercer trágico episodio de su vida ocurrió cuando viajaba en el Amérique de Venezuela a Colombia. Casi llegando a Barranquilla el barco naufragó y Silva perdió 2 colecciones de poemas, Las almas muertas y Poemas de la carne; en prosa Cuentos negros y Cuentos de razas; y su novela corta Un ensayo de perfumería (que más tarde reescribió bajo el título De sobremesa, la única novela que ahora se tiene de él).

Aunado a todo lo anterior, su poesía no fue comprendida por los pobladores de Bogotá, en su mayoría personas incultas que se dedicaban al chisme y a la difamación de la gente conocida. Muchos le tenían envidia porque tuvo acceso a otro medio, el de la cultura, el de la educación. Por eso, otro sobrenombre mal intencionado que le pusieron fue José Presunción Silva, porque decían que creía ser superior;

A esta ola de adversidades se sumaron, en contra de Silva, el asfixiante ambiente de agriada parroquia y de envidiosa inquina en el que con esmero realmente diabólico, se dedicaron los conciudadanos y contemporáneos del poeta a deformar y escarnecer a quien les resultaba un incómodo ejemplo de lo que ellos nunca quisieron ni supieron ser.

La tragedia llegó al punto más dramático cuando el 24 de mayo de 1896, luego de despedir en el portón de su casa de La Candelaria a unos amigos, entró y se pegó un tiro en el pecho sin alcanzar todavía los 31 años. La causa exacta no se conoce, pero se sabe que su vida lo ahogaba, lo deshacía a diario. Hubo cosas que no pudo superar.

Las envidias y los sentimientos eran tan contrarios hacia José Asunción Silva que se le sepultó en un lugar apartado donde iba a parar la gente indeseable, no con su familia. En lugar de flores lo que recibió al cerrarse su tumba fue un puñado de cal.

Décadas después de su muerte y del modernismo, la obra de Silva fue recopilada poco a poco y ahora es una gran figura de la poesía en español:

Uno de los aportes notables de Silva a la poesía lo constituye la experimentación la readaptación de metros tradicionales, varían ritmo y acento y jugando con estrofas y medidas, con el propósito de desencorsetar la rigidez del verso, poniéndolo al servicio de las modulaciones, músicas, y sensaciones y emociones que quería expresar. Entre sus grandes aciertos está el haber revivido y remozado el uso del eneasílabo, acierto que se suele adjudicar injustamente a Rubén Darío.

Su obra la conforman alrededor de 150 poemas, una novela y una breve serie de prosas y notas críticas.

Su creación poética se divide en 4 partes: la primera contiene El libro de versos, único que dejó listo para publicar. Después viene Intimidades, que fueron los poemas que escribió entre sus 14 y 18 años de edad. La tercera etapa la forman algunos poemas sueltos o Poesía varia, y por último están las Gotas amargas, una serie de versos satíricos, atrevidos, que él no quería publicar pero sus amigos se dedicaron a reconstruir. Estos aportan elementos innovadores que sirvieron a otros como Miguel de Unamuno que en el prólogo de su libro Poesías agradece a Silva la contribución que hizo a la poesía hispanoamericana "con ciertos tonos y ciertos aires".

El caso de su novela es muy interesante pues en distintas épocas ha sido analizada, en palabras de García Márquez, "con desarmador" y muchos coinciden que el personaje principal, José Fernández, es el mismo Silva:

Es una novela en tiempo paralelo. Un tiempo que tal vez no se prolongue más allá de esa noche en que el protagonista principal lee los originales de su diario inédito […] Y otro tiempo – el tiempo invisible del manuscrito leído que es el relato de la vida del mismo que lo ha escrito y lo está leyendo. Éste es el protagonista principal de la novela y de su propio diario.

En la novela hace gala de su erudición en cuanto a conocimientos de otras disciplinas como la biología, medicina y pintura. Es como la compilación de distintos géneros: es una obra que mezcla el ensayo, el testimonio, el diario, el diálogo…

Aunque en momentos es una "prosa suntuosa y abigarrada", sobreadjetivada y excesivamente descriptiva, hay páginas enteras que nos hablan de un hombre incomprendido y muestran el idealismo que persigue el modernismo: al ir en busca de Helena de Schilly Dancourt , una niña a la que apenas miró unos segundos, está al borde de la locura por no encontrarla. Su médico psicoanalista le pregunta si estaría dispuesto a formar una familia con ella si un día la encuentra y su silencio señala hacia un amor "conscientemente" imposible, sólo un ideal al que probablemente nunca quiere acceder sino sólo contemplar.

Silva – en la novela – quiso ocultar su nombre y su identidad […] pero a la larga ninguno conseguiría ocultar lo que tienen en común […] son hombres desgarrados.

En fin, De sobremesa es una novela de desahogo que más que para experimentar ese género nos sirve para conocer de cerca la atormentada vida del poeta.

¿Y ahora?…

Lo que queda por hacer es darle crédito a los poetas latinoamericanos que casi no conocemos y que han contribuido, junto con la Generación del ’98, al reconocimiento de la lengua y literatura en español. Gracias al impulso dado por los modernistas, la literatura hispanoamericana ha obtenido múltiples satisfacciones. Tal es el caso de los Nóbel: Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Vicente Alexaindre y Pablo Neruda – son ellos quienes se vieron directamente involucrados en la herencia modernista -. Fueron los modernistas quienes marcaron las letras hispanas del siglo XX y que inspiraron en parte a la genial Generación del ’27.

Cabe señalar que la corriente modernista, en sí misma, nos hace una invitación a la universalidad, a leer a todos los poetas por igual, sin referencias geográficas, sin prejuicios, sin tapujos, porque es así como conoceremos el arte por el arte, donde las fronteras caen ante la luz de la poesía. Tendremos una literatura, nuestra literatura: la de la humanidad.

El poeta español León Felipe hablaba de un largo y único poema que todos los poetas se encargaban de completar, palabra por palabra, sin importar otra cosa más que el gozo por la escritura.

Nunca dejemos de lado a un poeta como se ha dejado a José Asunción Silva, porque lo que hacemos con ello es ignorar lo que nos dice un alma

 

Bibliografía

  • ALATORRE, Antonio. Los 1001 años de la lengua española. México, Litógrafos Unidos, 1979.
  • FERREIRO, Cristina. Claves para la lectura de la obra poética de Rubén Darío. México, Daimón, 1986
  • MAQUEO, Ana María; CORONADO, Juan. Lengua y literatura. México, Grupo Noriega Editores, 1990
  • SILVA, José Asunción. Poesía completa. De sobremesa. Santafé de Bogotá, Casa de Poesía Silva, 1996
  • VÉLEZ, Nicanor. "José Asunción Silva (1865-1896): Entre el modernismo y la modernidad" en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, No 314, Febrero 1997.

 

® Leticia de Salazar Díaz

 

POEMAS DE JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

Selección de Leticia de Salazar


MARIPOSAS

En tu aposento tienes,
en urna frágil,
clavadas mariposas
que si brillante,
rayo de sol las toca
parecen nácares
o pedazos de cielo,
cielos de tarde,
o brillos opalinos
de alas süaves (sic);
Y allí están las azules
hijas del aire
fijas ya para siempre,
las alas ágiles,
las alas, peregrinas
de ignotos valles
que como los deseos
de tu alma amante
a la aurora aparecen
resucitarse,
cuando de tus ventanas
las hojas abres
y da el sol en tus ojos
y en los cristales!


?…

Estrellas que entre lo sombrío,
de lo ignorado y de lo inmenso,
asemejáis en el vacío,
jirones pálidos de incienso,

Nebulosas que ardéis tan lejos
en el infinito que aterra
que sólo alcanza los reflejos de vuestra luz hasta la tierra,

Astros que en abismos ignotos
derramáis resplandores vagos,
constelaciones que en remotos
tiempos adoraron los Magos,

Millones de mundos lejanos,
flores de fantástico broche,
islas claras en los océanos,
sin fin, ni fondo de la noche,

Estrellas, luces pensativas!
Estrellas, pupilas inciertas!
¿Por qué os calláis si estáis vivas
y por qué alumbráis si estáis muertas?…

 


MIDNIGHT DREAMS

 

Anoche, estando solo y ya medio dormido,
mis sueños de otras épocas se me han aparecido.

Los sueños de esperanzas, de glorias, de alegrías
y de felicidades que nunca han sido mías

Se fueron acercando en lentas procesiones
y de la alcoba oscura poblaron los rincones

Hubo un silencio grave en todo el aposento
y en el reloj la péndola detúvose al momento.

La fragancia indecisa de un olor olvidado,
llegó como un fantasma y me habló del pasado.

Vi caras que la tumba desde hace tiempo esconde.
Y oí voces oídas ya no recuerdo dónde.

… … … … … … … … … … … … … … … … … …

Los sueños se acercaron y me vieron dormido,
se fueron alejando, sin hacerme ruido

Y sin pisar los hilos sedosos de la alfombra
y fueron deshaciéndose y hundiéndose en la sombra.

 


LA CALAVERA

 

En el derruído muro
de la huerta del convento,
en un agujero oscuro
donde, al pasar, silba el viento,

Y, como una dolorida
queja a las piedras arranca,
hay, en el fondo, escondida
una calavera blanca.

De algún fraile soñador
de vida ejemplar y bella
y dedicada al Señor,
en el mundo única huella.

Abre los ojos, sin fondo,
como a visiones extrañas,
y del vacío en lo hondo
forjan telas las arañas.

Húmedo musgo grisoso
recubre la antigua grieta,
donde, en supremo reposo,
descansa ignorada y quieta.

Pero hasta aquella escondida
mansión la brisa ligera
lleva murmullos de vida
y olores de primavera

Golondrinas que en sus marchas
dejaron el patrio río,
huyendo de las escarchas,
de las brumas y del frío,

Cuando la luz del Poniente
filtra por el hondo hueco
y hace parecer viviente
el cráneo rígido y seco,

Desde las negras ruinas,
alzan sosegado vuelo,
y en sus vueltas peregrinas
tocan las ramas y el suelo,

Como buscando en el prado,
ya por la tarde, sombrío,
el espíritu elevado
que habitó el cráneo vacío.


CONVENIO

 

¿Vas a cantar tristezas? dijo la Musa,
entonces yo me vuelvo para allá arriba,
descansar quiero ahora de tantas lágrimas;
hoy he llorado tanto que estoy rendida.
Iré contigo un rato, pero si quieres
que no vayamos solos a la campiña
a mirar los espacios por entre las ramas
y a oír qué cosas nuevas cantan las brisas.
Me hablan tanto de penas y de cipreses
que se han ido muy lejos mis alegrías,
quiero coger miosotys en las riberas:
si me das mariposas te daré rimas.
Forjaremos estrofas cuando la tarde
llene el valle de vagas melancolías;
yo sé de varios sitios llenos de helechos
y de musgos verdosos donde hay poesía;
pero tú me prometes no conversarme
de horrores y de dudas, de rotas liras,
de tristezas sin causa y de cansancios
y de odio a la existencia y hojas marchitas…
Sí, vámonos al campo, donde la savia,
como el poder de un beso, bulle y palpita;
a buscar nidos llenos en los zarzales:
¡si me das mariposas te daré rimas!

______________

¡Señor! ¡Mirad las almas que en busca de lo eterno,
en el amor humano se detuvieron las locas,
cruzar, como las sombras del Dante en el infierno,
unidas de los brazos y unidas de las bocas!

¡Oh Padre! Perdonadlos por el martirio santo
del Salvador Divino, del Gólgota en la cumbre.
Haced que se conviertan los gritos en un canto
y que una luz remota su largo viaje alumbre.

Y dadnos fuerza ¡oh Padre! para cruzar la vida,
para luchar de lleno por la contraria suerte,
para domar, severos, la carne corrompida,
¡para esperar, tranquilos, las sombras de la muerte!


AURORA

 

Cuando en las noches pálidas de la luna
cerca de tu ventana - una por una -
me cuentas tus hermosas ilusiones,
cuando de tu mirada soñadora
el rayo como lumbre de una aurora
ahuyenta mis enjambres de visiones;

Cuando reclinas blanda la cabeza
en mi hombro y disipas mi tristeza
y me acompañas en mis locos sueños,
cuando de la ventura en el exceso
sellas mi dicha con ardiente beso
de tus labios rosados y risueños -

Entonces como el náufrago - que asido
de una frágil tablilla - va perdiendo
y recuerda la plácida ribera
mientras la oscura noche negra y fría
y la inmensa extensión muda y sombría
y el tempestuoso mar halla doquiera

Y que ve serenarse el horizonte
y destacarse el azulado monte
sobre la claridad de áureo celaje
y aparecer - en vaga lontananza
lleno de luz de vida y de bonanza -
primaveral, bellísimo paisaje,

Entre las sombras de la vida mía
se levanta la luz de un nuevo día
sin albor ni crepúsculo indeciso…
¿En la mirada de tus negros ojos,
en el aliento de tus labios rojos,
quién no sabrá forjarse un paraíso?

Julio 26 de 1882


LA ROCA

De Maurice de Guérin

Pequeñas cavidades
hay en la cumbre de la inmensa roca
a cuyos pies acompasadas brotan
sobre la playa las movibles olas.
Guardan allí las grietas estancadas
de la lluvia las gotas
y a veces a beberlas se detienen
las errantes bandadas de palomas.
Yo suelo por las tardes
ir a la cima a sollozar a solas;
mis lágrimas se mezclaron con las aguas
entre las piedras toscas.

¡Sueltas bandadas que al caer el día
tendéis el ala entre las tintas roseas
con que el sol al ponerse en occidente
ilumina la atmósfera,
jamás bebáis las aguas escondidas
en la gigante roca
que mis lágrimas tienen la amargura
de las marinas ondas!

Julio 8 [de] 1883


LA ÚLTIMA DESPEDIDA

 

LA MUERTE:

Yo soy la luz y sin embargo temen
los hombres al encontrarme,
yo soy la misteriosa soñadora
que los espacios abre.
¡Dudáis!…oíd las voces
que del sepulcro salen!

LOS CUERPOS:

Nosotros vamos de la madre tierra
a la región oscura,
nosotros vamos a perdernos ora
en la vida fecunda
que en los profundos senos
de la muerte murmura.

LOS RECUERDOS:

Nosotros viviremos en las almas,
de aquellos que os sintieron
a su lado pasar en vuestra vida.
¡Aquí sobre la tierra
nosotros mantendremos
vuestra memoria fresca!

LAS ALMAS:

Nosotras vamos de la vida eterna
a proseguir la ruta,
nosotras vamos a tender el vuelo
a regiones más puras,
¡Cómo es la luz de bella,
tras de las vagas brumas!

Agosto 5 [de] 1883

 


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