Al principio del aire

página literaria


ENSAYO


                                                              entre líneas 

HYPERIÓN: 

CARTA PARA DIÓTIMA, SU AMADA. 

Pequeño manual introductorio a la lectura de poemas.  

Por Luis Mireles Flores

... la poesía es una especulación, un juego de espejos, en el que las palabras, puestas unas frente a otras, se reflejan unas en otras hasta lo infinito y se recomponen en un mundo de puras imágenes donde el poeta se adueña de los poderes escondidos del hombre y establece contacto con aquel o aquello que está más allá.
JOSÉ GOROSTIZA.

Canto porque la savia arraigó en mi lengua 
y mis palabras inflaman de color el horizonte.

ÓSCAR WONG.

 

Existen diversas formas de leer un poema; diversos caminos para conocerlo y asimilarlo; pero ¿para qué se lee un poema? ¿Qué es exactamente lo que se busca con la lectura de un poema? Y ¿para qué o por qué fue escrito? Antes de esbozar algún tipo de respuesta a estas preguntas prefiero brindar un ligero paseo introductorio por los linderos del universo mitológico primordial como fundamento de la Poesía.

Según Octavio Paz, la Poesía "es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza, ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. [...] Plegaría al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan." Paz resalta la diferencia del poema con respecto a la Poesía: "el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal." Precisamente esta armonía universal que se yergue altiva y seductora ante la criatura (el ser humano) es la Poesía. El poema es simplemente un intento por plasmar la Poesía del mundo en una obra humana, un intento por adorarla y expresar la maravilla que provoca en el alma su sola contemplación, junto con la participación que nos es permitida dentro de su armonía.

Entendida de esta forma, la Poesía se encuentra inmersa en cualquier obra de arte, ya sea elaborada por el hombre: pinturas, sinfonías, danzas, esculturas, poemas; o creada por la divinidad: la coloridad en una alborada, el mar, la vegetación, la vida, el idilio, incluso las noches tormentosas, las gotas de lluvia, las lágrimas o la tristeza. En todas estas obras se encuentra representada la majestuosa armonía de la cual habla Paz. El Ser poético se revela al hombre mediante la Creación y éste a su vez le rinde culto tratando de plasmar su esencia en una obra. Según Shelling, lo Absoluto se rinde culto a sí mismo mediante las obras artísticas y artesanales del hombre; la conciencia del hombre muestra su respeto y asombro ante la Creación mediante su propia obra material e intelectual; pero la conciencia humana es sólo una pequeña parte de la conciencia absoluta que es a su vez la causa primera de toda la Creación; Dios ha creado todo lo que existe para auto-contemplarse, es decir, para ser sujeto contemplante y objeto contemplado utilizando como medio la conciencia del hombre; lo Absoluto se revela en el hombre por medio de un saber que vuelve sobre sí mismo, Shelling llama a este proceso intuición intelectual. Para Hegel, la historia es precisamente el cúmulo de obras que han sido producidas gracias a la Razón absoluta en su proceso de auto contemplación a través del hombre. Ambos idealistas intentan establecer una nueva ontología y tal vez sin proponérselo le otorgan algún fundamento al cantar de los humanos durante su paso por el mundo. Así el hombre conscientemente le canta, mediante su obra, a la naturaleza, a la maravilla de la vida, a la divinidad.

Octavio Paz se refiere a la poesía como "Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia". José Gorostiza afirma que el poeta "es uno de los pocos elegidos a quien se puede llamar con justicia un hombre de Dios." En el libro del Génesis se narra en el Segundo relato de la Creación (el cual yo pienso que se trata de una continuación del Primer relato, más que de una segunda versión) cómo después de que Yahvé "formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo" encomendó al hombre su tarea primigenia -y lo remarco: La Primera de todas las tareas- Yahvé llevó ante el hombre a todos estos seres que había creado "para que les pusiera nombre. Y cada ser viviente había de llamarse como el hombre lo había llamado." Tal vez con el siguiente fragmento de Música lunar, del poeta Efraín Bartolomé, quede un poco más claro esto del poeta como sacerdote cantor y redentor de los sueños del hombre, así como el alcance de los poderes divinos que enarbola, al tratarse de un ente favorecido por los dioses:

Y el poeta quiso sombra y su palabra ennegreció
Y quiso luz y se encendió el poema
Quiso agua y los perros ladraron ríos interminables
Quiso un sombrero y retoñó la palma
Quiso piedras y la Tierra escupió su corazón caliente
Quiso carne y una mujer bajó de su propio Monte de Venus
Y quiso azúcar y el mar se avergonzó
Quiso una manzana y floreció una mesa
Y quiso labios frescos y floreció una niña
Después quiso la muerte
y Dios aún aplaude. 


Por otro lado, Óscar Wong -siguiendo la brecha ya antes trazada por Robert Graves- argumenta que la Poesía es un canto a la Divinidad Primera creadora del mundo haciendo referencia a la historiografía de la adoración divina, esto es: El hombre desde que empezó a existir sobre la faz de la tierra se maravilló ante los fenómenos naturales de los que fue testigo y de los demás seres producto de la Creación. No es una casualidad que el vestigio más antiguo que se conoce de la obra artística del hombre (y de la obra del hombre en general) sea el de las pinturas rupestres de Altamira. La primera y más esencial necesidad humana lo impulsó a rendir culto a algo que si bien no comprendía, sí sabía (o sentía) más poderoso que él mismo y digno de alabanza; la obra de arte que ha sido producida en honor a este poder supremo permanece como un ferviente homenaje eterno, mientras el humano que la realizó es tan sólo un súbdito de los altos designios, un ente perecedero, un elegido como instrumento para la revelación; su única posibilidad de permanencia es precisamente la obra de arte, aun a costa de la fama personal; es decir, al verdadero artista no le importa la trascendencia de su nombre, lo único que realmente le interesa -su misión última- es la inmortalidad de su obra. El artista permanece con su obra de forma tácita, pero anónima; por eso Paz dice que en el seno de la Poesía "se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que transito." Los poetas son privilegiados entre los demás humanos para continuar con esta tarea milenaria, tan antigua como el hombre mismo; ellos son los encargados de cantar la maravilla de la existencia y así recrear las huellas de toda la humanidad con su trino; su misión es escribir la historia de los hombres en su andar errante por un mundo que no comprenden por completo y en su interminable vagar por una realidad que les queda demasiado grande.


LA TRASCENDENCIA DEL ESCRIBA.

No se conoce el nombre del pintor o los pintores de las cuevas de Altamira, pero su obra está aún hoy cumpliendo su misión: cantar a la vida y a la Creación que los fascinó; además de representar el vestigio más antiguo de lo que es el ser humano: el primer trazo producto de la conciencia de la humanidad. De Homero lo único que queda es su obra, no se conoce nada sobre su persona, de hecho, algunos argumentan que se trataba sólo del seudónimo de otra persona, o tal vez de varias personas que escribieron una obra conjunta: Una versión histórica de la civilización antigua; una parte de la historia de las civilizaciones. Pienso que así es como se ha escrito toda la historia de la humanidad. "El poema de la Creación" de la Mesopotamia antigua, "el Poema de Isthar", "el Poema de Gilgamesh", "el Libro de los Muertos" y los libros del Viejo Testamento... ¿Quién los escribió? ¿Acaso importa? ¿Acaso a sus autores les preocupaba el hecho de no ser reconocidos y venerados en el futuro? ¿Qué no estaban cumpliendo humildemente su misión como poetas o como cantores de la historia de la humanidad y sus civilizaciones o como instrumentos de la divinidad para narrar la historia?

Al parecer se sabían elegidos para cantar a la divinidad y al mismo tiempo comprendían que ese era el máximo de los premios, el más sacro y puro de los reconocimientos que se podían esperar. Los derechos de autor son obra de las sociedades modernas: tal vez producto de la desviación de los preceptos primordiales de la obra de arte; tal vez producto de la ola mercantil-materialista que arrasa al mundo en la actualidad; o tal vez represente el éxito evolutivo del desarrollo de las relaciones humanas -léase derechos de propiedad-; lo cierto es que antaño, la necesidad era el ejercicio espiritual para lograr enarbolar un alma digna en la vida que nos fue otorgada y el logro de algo tan sublime era incomparablemente más valioso que cualquier bien material, incluso que los bienes esenciales de subsistencia; ahora, los individuos se matan por un pedazo de papel cuyo valor de cambio "permite" pertenecer y sentirse vivo; posibilita satisfacción de las "necesidades" que la humanidad proclama -estúpidamente orgullosa- como primordiales: "¡Uy! ese no trae zapatos, pobre ser incompleto y sucio, pobre ser inferior..." Así se otorga sentido a una vida impunemente sumergida en el vacío: "Yo gano dinero por lo que hago y por eso hago lo que hago, si no ¿qué chiste? ¿Qué otra finalidad puede tener la vida, que no sea comer, vestir, dormir, reproducirse y trabajar enajenado de sí? Lo que más se necesita es el Dinero... ¿Sensibilidad? ¿Ejercicio espiritual? (sic) Para eso están la Disco y el Gym ¿No?..." El sentido ya no lo da el canto o la obra de arte anónima; el sentido ahora se consigue exactamente mediante lo opuesto: la búsqueda de reconocimiento, aceptación, beneficios monetarios; inmortalidad del puro nombre, sin importar que no haya obra; y en su afanosa búsqueda por tenerlo todo -como ya lo vislumbraban Heidegger y Nietzsche- al hombre se le escapa la esencia. Pobre hombre que ya no se pregunta para qué vive y permite que se le escape lo primordial: la Poesía que lleva dentro, la música órfica que a la más salvaje de las Furias provoca llanto. Pobre hombre que pelea por una patria con límites temporales, una patria de lodo insensible; y se olvida de la verdadera patria; la del alma con "plectro sonoro" que canta por las penas y bondades de la vida; pobre hombre que se olvida de su humanidad.

Pero ya basta de lamentos inoportunos. Hasta aquí se entiende el poema como una manifestación de la Poesía en forma de obra de arte. Una obra de teatro puede ser un gran poema, o una pintura puede llegar a ser percibida como un poema de figuras y colores; en adelante sólo me referiré al poema como expresión escrita de los sentimientos del poeta utilizando ciertas formas especiales del lenguaje y respetando una estructura básica en el momento de escribir; dicha estructura la abordaré después de una muy breve consideración sobre la lectura poética. Por ahora sólo diré que la estructura técnica es uno de los elementos que se deben tener en cuenta cuando se escribe o se lee un poema. 


CÓMO SE LEE UN POEMA.

En cuanto a la lectura de poemas no es necesario extenderme en una larga exposición. Para comenzar, la Poesía se lee por gusto, jamás por obligación; sin presión, sin desesperación; se lee cuando realmente existe un sentimiento interno que lo desea con vehemencia o cuando al menos se experimenta una curiosidad sincera por saber qué se siente ser partícipe de un buen poema; de hecho es una cura para cualquiera de los males que en ciertos momentos aquejan al espíritu. Una forma bastante efectiva de enfrentar un poema consiste en leerlo al menos tres veces seguidas; cada lectura en busca de un elemento distinto: La primera lectura debe ser total y sin pausas, sólo se quiere comprender y asimilar la idea general del poema y la forma en que los versos se relacionan entre sí. La segunda lectura, más lenta que la primera, debe concentrarse en los temas claves del poema; aquí es donde se aprecia el estilo, las imágenes y las figuras poéticas logradas por el autor; en esta lectura se termina de comprender el mensaje del poema, si éste lo permite; y se analiza la técnica empleada por el poeta en su elaboración. Dependiendo del poema, los elementos técnicos que se buscan en esta lectura -los cuales abordaré a partir del siguiente párrafo- pueden requerir de más lecturas del texto. La última lectura debe realizarse en voz alta; con ésta se asimila el ritmo, y no sólo se asimila, sino que se aprecia y se goza cuando se trata de una obra muy bien elaborada, pues la musicalidad es un factor de vital importancia en un poema. No debe olvidarse que el poema es canto; puede ser un canto estrepitoso o un lamento, pero al final es siempre voz.

No todo lo es la inspiración. Para escribir un poema se requieren ciertas herramientas intelectuales y conocimiento técnico de las figuras básicas del lenguaje que funcionan como ordenadoras durante el desgarre del alma. Un individuo que escribe algún texto jactándose de no haber utilizado el más mínimo requerimiento técnico y que atribuye su obra a un total arrojo inconsciente y mágico o a una inspiración celestial, sólo puede tratarse de un poeta que en realidad sí utiliza la técnica pero no se da cuenta o de un falso poeta: un impostor. 

Como Graves lo aduce: En la antigua Irlanda el ollave o maestro en poesía pasaba doce años de su vida bajo una estricta preparación que en general consistía en aprender de memoria todos los cuentos y poemas escritos previamente; estudiaba todas las formas posibles de composición métrica y la prosodia avanzada; su interés principal "consistía en depurar la compleja verdad poética para poder exponerla con exactitud. Conocía la historia y el valor mítico de cada palabra y tal vez no le preocupaba en absoluto la opinión que tenía de su obra el hombre ordinario; sólo valoraba el juicio de sus colegas... [...] Su educación, que era muy general, incluía la historia, la música, el derecho, la ciencia y la adivinación, lo que le estimulaba a versificar en todas esas ramas del conocimiento..." Sólo al término de su larga preparación y después de demostrar el dominio del gran acervo de conocimiento, el ollave era digno de escribir su propia obra. El entrenamiento técnico de los antiguos poetas griegos y latinos también consistía en lograr un control notable de las técnicas de versificación y acentuación en sus respectivas lenguas, incluso era importante para la composición poética el conocimiento de las matemáticas. 


ACENTUACIÓN Y MELODÍA: EL ORDEN DE LOS SILENCIOS HACE LA MÚSICA.

Si bien, en la actualidad, la composición poética a dejado de lado algunos elementos de sus formas básicas, como en lo que se conoce como verso libre: en el cual se eliminan la métrica y la rima, y sólo se conserva el ritmo; pareciera así que no existen reglas concretas para la creación poética y que cualquier cosa escrita de esta forma puede considerarse un poema. Ezra Pound señala los elementos básicos del poema: La melopea, que se refiere al ritmo o musicalidad poética; la fanopea, que se refiere a la capacidad de crear imágenes y de captarlas; y la logopea, que se refiere a la capacidad estética del lenguaje en el poema. El análisis técnico de un poema puede llevarse a cabo por cualquier persona que logre apreciar y asimilar correctamente estos tres elementos; el mejor método para clarificar la percepción de estos elementos, dice Pound, es la práctica, y propone ciertas lecturas que él considera como esenciales para poder ser un crítico de poesía o un poeta; recordando un poco el elitismo de los antiguos ollaves, con su característico toque de elegancia arrogante llega a afirmar: "No hagas caso de la crítica de quienes nunca hayan escrito una obra notable." Sin embargo, preocupado por ser mal entendido en cuanto a su señalamiento sobre la importancia de la técnica en la poética, hace hincapié en que la función del poeta no es la de ser teórico ni científico, sino la de presentar los fenómenos espirituales valiéndose de algunas herramientas lingüísticas bien delimitadas: "No teorices -deja eso para los escritores de ensayitos filosóficos. No describas... [...] Cuando Shakespeare habla de la "Aurora vestida con su manto rosáceo", está presentando algo que el pintor no presenta. Nada hay en esta línea suya que se pueda llamar descripción; simplemente presenta." 

El ritmo del poema es independiente de si está escrito en forma de prosa o en forma versificada; se trata de la propiedad musical del poema; sin ella el canto es imposible. Se pueden escribir poemas sin rima ni métrica, pero jamás se podrá prescindir de la musicalidad del poema. Esta musicalidad se logra por medio de la acentuación: la ordenación de los acentos en un enunciado define en gran medida su calidad poética. Los antiguos tenían reglas específicas para la acentuación del verso, distintas fórmulas y modos preestablecidos que debían estudiarse y dominarse para poder versificar. Por todo esto, Óscar Wong prefiere llamar, de forma más correcta, al verso libre: verso acentual; ya que, aunque no se rige por metro ni rima, en realidad no goza de una completa libertad: aún queda supeditado a la obtención de cierta música por medio de sus acentos. El juego rítmico de los acentos en un poema, es muy similar al juego entre los distintos tonos y silencios descritos en la partitura de una obra musical. El ritmo puede ser apreciado aunque se desconozca la lengua en que el poema fue escrito y es, de hecho, prácticamente intraducible o in-transportable de una lengua a otra.


EL ARTE DE HACER METÁFORAS.

La imagen, por el contrario, con esmero, sí puede ser traducida; se trata de formas que se proyectan en la imaginación; son las imágenes que se dibujan en nuestra mente producto de las palabras al momento de entrar en contacto con un poema. Es como dibujar con vocablos. Esta imagen tal vez no se ve, pero se siente y aunque no siempre coincide con la imagen visualizada por el poeta, cuando es realizada con maestría, generalmente es clara y reveladora. Las formas en que son creadas las imágenes en los poemas son numerosas y en el plano técnico son conocidas como tropos. La palabra tropo implica mutación, cambio, giro; y es esto precisamente lo que se hace con las palabras, darles un giro, un cambio sutil o radical, para convertirlas en imagen reveladora. Tal vez el tropo más utilizado sea la comparación y su derivado directo: la metáfora.

Es conveniente dejar lo más claro posible la implicación del término revelador al referirse a una imagen o a un verso en especial. Los buenos poetas normalmente no dejan escapar una sola imagen que no sea reveladora dentro del poema, pero ¿Qué hace reveladora una imagen? Se puede decir que un posible equivalente de revelador en este caso sería mágico o causante de excitación del alma. Lo explicaré con un ejemplo que ya ha sido ampliamente estudiado:

Si el poeta se para frente a una fuente en un parque y se pregunta: "¿Cómo es la fuente?" Una posible respuesta es: "La fuente es como un chorro de agua que surge hacia arriba y luego deja caer sus gotas hacia todos lados." Este enunciado es una comparación malograda, la cual no revela nada del objeto que se compara, pues lo que se dice de él -en este caso la fuente- está ya comprendido en su concepto; pero si el "poeta" dijera: "es que no estoy comparando, sino describiendo cómo es la fuente"; entonces no podríamos hacer más que aplaudir su descripción tan certera y adularle diciendo: "Tú no eres poeta, pues no hay revelación alguna que te haya sido encomendada cantar... tú sólo puedes ver las cosas tal y como son; a ti te toca repetir y describir, pero no cantar."

La comparación se vuelve reveladora en la medida que expulsa las palabras y sus significados del contexto cotidiano, provocando en el lector un sentimiento de extrañeza ante la nueva significación. Las palabras se combinan de tal forma que terminan diciendo algo que racional o lógicamente -o mejor: convencionalmente- no deberían decir; sin embargo, dentro de la aparente irreverencia se puede sentir una intención, una voluntad que está presente y trata de expresar algo en una especie de metalenguaje. Algo nuevo se dibuja con las palabras que anteriormente eran utilizadas sólo para significar conceptos y juicios precisos. 

En el ejemplo de la fuente se busca una comparación reveladora, y otro individuo más que llega al parque -éste sí poeta- contempla la fuente y pregunta con mayor fascinación que el anterior: "Pero ¿cómo es la fuente?" Y se admira con la revelación que recibe: "La fuente es como un sauce de cristal, la fuente es como un árbol de agua, un chopo, un chopo de agua, como un chopo bien plantado pero danzante, la fuente es como un andar de río que se curva..."

El poeta compara de manera reveladora una fuente con un árbol hecho de agua; un árbol de agua es una imagen irreal, sin embargo, lo que el poeta dice no es del todo irreverente, más bien revela una faceta de la fuente que no todos pueden ver y el poeta sí, una faceta que explica el mundo con magia; y aquí es donde surge el pleito con los cientificistas: la imagen racional de un árbol se funde con otra imagen también racional, la del agua, pero el sorprendente resultado de esta unión es un ente mágico, irracional, hecho de éter y no de materia como sus padres: un árbol de agua. Esta imagen, la imagen compleja y discordante, la tercera imagen, la forma fantástica y bizarra, es también la única poética y reveladora.

Pero el poeta decide que no quiere presentar la revelación en forma comparativa, sino en forma de metáfora; y lo consigue simplemente eliminando de su comparación el objeto, junto con el verbo "ser" y el adverbio relativo "como"; y así obtiene los siguientes versos: 

Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,

A estos cuatro endecasílabos sin rima les añade otros tres que también se refieren a la fuente:

avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,


Cada imagen por separado es una metáfora de la fuente; de hecho, son varias imágenes reveladoras de la fuente, pero parece que la verdadera revelación del poeta es mucho más profunda y poderosa: La pregunta que originó la revelación ante el poeta pudo haber sido: "¿Cómo es la vida?" Y la respuesta que se le reveló: "La vida es como una fuente que a su vez es como un árbol de agua y como un río que se curva, avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre..." 

Paz nos presenta una imagen reveladora de la vida en estos endecasílabos y de hecho en todos los que componen su canto a la vida y al amor Piedra de Sol: un círculo, un rodeo, un ciclo como el del agua de una fuente; posiblemente una espiral. Esta figura utilizada en los primeros versos del poema: La de expresar una idea más amplia y abstracta (la vida) con varias metáforas sobre el mismo objeto concreto (la fuente), se conoce como alegoría. 

La alegoría, la sinécdoque y sus especies, la metonimia... son otros tropos comunes utilizados en la creación o evocación de imágenes reveladoras. No me detengo en definirlos, pues la mejor forma de comprenderlos y participar de ellos es enfrentándolos directamente en un poema.

La importancia de la técnica en la creación poética no implica que se deban aprender todas sus formas de memoria, como los antiguos creían. Su práctica es importante, pero no debe olvidarse que se trata de expresar el enfoque divino a través del poema; la razón se nubla un poco al momento de recibir una revelación, es el alma lo que se aviva. Analíticamente, se puede disponer del poema de Paz para ejemplificar la comparación y la metáfora; pero esto no significa que se deba concebir una metáfora, una sinécdoque o cualquier tropo como fines en sí mismos antes de la creación del poema, es decir, el poeta que domina su arte no toma papel y pluma y dice: "Ahora, voy a escribir una metonimia y unas cuantas sinécdoques." No piensa en la técnica al momento de plasmar su revelación, simplemente la conserva en su conciencia y la utiliza cuando la requiere, aun sin premeditarlo. 

El poeta plasma su sentimiento de una forma mágica, pero educada; la magia va tomando forma en el papel y entonces la revelación, de por sí bella, al provenir de la divinidad o del mar o de las hadas, se transcribe en lenguaje humano gracias al conocimiento técnico de las distintas formas de dibujar la magia con palabras y a la práctica lograda presentando imágenes dignas de lo revelado. Sólo para ejercitarse, el poeta puede plantearse tareas como: "Voy a escribir diez metáforas." Pero un poeta puede no saber definir el término metáfora y aún así presentar imágenes por medio de metáforas.


LA MAESTRÍA, LA ASTUCIA Y LOS ARTIFICIOS DEL POETA.

La logopea es tal vez la parte más difícil de definir o delimitar de los tres elementos poéticos; la capacidad estética del lenguaje es a mi juicio ilimitada y esto es lo que permite que también la creación poética presente posibilidades infinitas. Aparte de la imagen poética existe otra forma de dibujar con palabras, o mejor dicho de embellecer el poema con algunas pinceladas que la lengua permite al poeta; esto es, ya teniendo el poema formado por metáforas, comparaciones y demás imágenes poéticas, y habiéndole otorgado un ritmo acorde con dichas imágenes y con la intención particular del poeta, se procede con el estilamiento o manoseo lingüístico; las últimas pinceladas a la obra, que definen el estilo del autor, su temple, sus trucos y sus mañas. Francisco Montes de Oca llama a estas pinceladas figuras de dicción y define, con todo y ejemplos, veintiocho de ellas. No conozco todos los efectos lingüísticos embellecedores del poema de memoria, ni creo que sea muy conveniente memorizarlos; pero sí puedo comentar -no sin regodearme de placer- algunos de ellos.

En los cuatro versos iniciales de Piedra de sol -ya citados en este ensayo- se produce cierto efecto de belleza al repetirse en el inicio de los cuatro la palabra "un"; esta figura es conocida como anáfora: es la repetición de una o varias palabras al inicio de algunos versos. He aquí tres ejemplos más:

¿Quién asciende hasta el último suspiro?
¿Quién bebe la cicuta del agua entre la muerte?
¿Quién destroza el silencio?
¿Quién en silencio vive?
ALÍ CHUMACERO. 

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente, 
es un soñado bien, un mal presente, 
es un breve descanso muy cansado;
FRANCISCO DE QUEVEDO.

Estoy cribando mis cariños más puros.
Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda?
¿no oyes tascar dianas?
estoy plasmando tu fórmula de amor
para todos los huecos de este suelo.
Oh si se dispusieran los tácitos volantes
para todas las cintas más distantes,
para todas las cintas más distintas.
CÉSAR VALLEJO.

En los últimos dos versos de la estrofa de Vallejo hay un juego de palabras logrado colocando al final de cada uno "distantes" y "distintas" respectivamente; ésta es otra figura muy usada por los poetas, aunque en verdad se debe tener muy buen "colmillo" para conseguir un juego que sea efectivo y revelador. Aquí están unos cuantos ejemplos (me atrevo a citar dos estrofas del maestro Villaurrutia por tratarse de un experto en esta figura):

Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa 
se destroce.
EDUARDO LIZALDE.

Sino el misterio mismo con su propia presencia, 
sus invisibles alas, sus invencibles olas
ALÍ CHUMACERO

Cuando los hombres alzan los hombros y pasan 
o cuando dejan caer sus nombres 
hasta que la sombra se asombra
XAVIER VILLAURRUTIA.

Cuando la ví cuando la vid cuando la vida 
quiere entregarse cobardemente y a oscuras 
sin decirnos siquiera el precio de su nombre
XAVIER VILLAURRUTIA.

La aliteración es una figura que suele ser muchas veces confundida por los "críticos" (o por los "intelecuáles" como diría el maestro Wong) con la cacofonía; esta última es una repetición de sonidos ásperos que chocan y molestan al ser leídos en voz alta: como cuando en un enunciado se repite indistintamente la palabra "que" muchas veces; o cuando se juntan palabras que terminan y empiezan con los fonemas "ca", "co" o "cu". La distinción gramatical o digamos "científica" entre la aliteración y la cacofonía es prácticamente inapreciable; la mejor forma de distinguirlos es, a mi parecer, poniendo suficiente atención en el logro de su objetivo embellecedor junto con la intencionalidad del poeta en el caso de la aliteración, en contraposición con la cacofonía, la cual normalmente aparece por descuido y sólo para arruinar el ritmo del verso. Aquí cito algunas aliteraciones que un incauto editor podría confundir infelizmente con cacofonías:

Y déjame muriendo 
un no sé qué que quedan balbuciendo. 
SAN JUAN DE LA CRUZ. 


No ser ya más. O ser
sumisa, un instrumento.
ROSARIO CASTELLANOS.

son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
OCTAVIO PAZ.

Las enumeraciones ya sean de sustantivos, verbos o adjetivos, también son muchas veces utilizadas por el poeta para embellecer; sin embargo, es muy diferente la enumeración que se utiliza en la prosa de la que se utiliza en un poema; en el poema se enumeran imágenes, no conceptos. Una buena enumeración poética -como dice Pound- no describe, sólo presenta:

También la pobre puta sueña.
La más infame y sucia 
y rota y necia y torpe, 
hinchada, renga y sorda puta, 
sueña.
EDUARDO LIZALDE.

Osar, temer, amar y aborrecerse, 
alegre con la gloria atormentarse;
FRANCISCO DE QUEVEDO.

Del mar
Del ciego mar
Del multiforme y áspero y terrible 
y verde y negro y espumoso y tormentoso mar 
señores
vengo
EFRAÍN BARTOLOMÉ

Además de las figuras embellecedoras, se pueden lograr ciertos efectos un poco más complejos combinando las imágenes directamente con el poder estético de la lengua. Esto va más allá de la semántica o de la lingüística o de cualquier otra explicación racional que se quiera dar a dichos efectos; considero que es a lo más puro y divino que se puede aspirar en la creación poética. 

Adviértase en esta estrofa cómo Amado Nervo reproduce el galope de cuatro corceles mediante el ritmo de cuatro dodecasílabos:

El metro de doce son cuatro donceles,
donceles latinos de rítmica tropa,
son cuatro hijosdalgo con cuatro corceles;
el metro de doce galopa, galopa...

Y en esta otra, Carlos Pellicer dibuja con palabras el grandioso rugido del mar, al tiempo que se adentra por la costa arrasando con ella, para luego salir con la misma violencia:

El mar en los cantiles de rincones 
entra a buscar sus muebles
y derrumba los pianos apilados
y los sofás enormes y las pailas
y se va como entro gritando en grande:
¡al-carajo-al-carajo!


O el famosísimo calambur de Villaurrutia, en donde se representa de manera sublime el efecto de reflejo entre dos espejos, por el cual se escabulle la voz ardiente del poeta provocando un incendio (nótese también el uso de la anáfora):

y en el juego angustioso de un espejo frente a otro 
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura


Es posible descubrir el poder o el ahínco sentimental del poeta desde la primera línea del poema. Algunos autores explican que en el primer verso se debe dar el golpe de sentimiento que dejará al lector con la piel de gallina y lo mantendrá así por el resto del poema, aunque el ritmo baje. Si bien no todos los poemas empiezan con un verso poderoso o electrizante, es importante producir una especie de expectación o curiosidad, y en algunos casos necesidad por continuar leyendo el resto del poema. El estilo de cada autor define la forma de aplicar poder a la primera línea (en estos ejemplos transcribo también algunas líneas que siguen al verso de apertura, tan sólo para su mejor entendimiento):

Yo soy aquel que ayer no más decía 
el verso azul y la canción profana, 
en cuya noche un ruiseñor había 
que era alondra de luz por la mañana.
RUBÉN DARÍO.

Un cuerpo, un cuerpo solo, sólo un cuerpo,
un cuerpo como día derramado 
y noche devorada;
OCTAVIO PAZ.

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda 
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
EDUARDO LIZALDE.

Quiero aclarar mi voz y encabronarme
Después de tanta furia y tanta pena.
Quiero decir la humanidad 
doliéndole el planeta.
JUAN BAÑUELOS.


CONCLUSIÓN QUE NO QUIERE PEDIR PERDÓN, AUNQUE NI PIDIÓ PERMISO.

Termino este texto con algo de perturbación al darme cuenta de que efectivamente no hice más que un somero y pequeño esbozo sobre la apreciación de la Poesía: Basado en el modo particular que yo utilizo para leer poemas. Debo aclarar nuevamente que este escrito no es un intento de tratado sobre poética en el cual se quiera dilucidar acerca de su cabal definición, de hecho, lo último que busco es definir la Poesía; mejor, debería considerársele como lo que en su origen trató de ser: una carta, cuyo único objetivo era el de compartir -ahora también con el lector que ha seguido el texto hasta sus últimas líneas- el sentimiento vivificador que produce la Poesía en un servidor -la carta en su primera versión era para una Nereida de la cual estoy enamorado y que carcome mis huesos por dentro con ardor, puesto que su crítica literaria cada vez que le muestro un poema se limita a: ¡Qué hermoso!- También aclaro, al estilo de Descartes, que el procedimiento aquí esbozado para la lectura y valoración de poemas, no es El Método Universal, sino la forma peculiar y llana que a mi persona le ha funcionado. A últimas que cada cual disfrute la poesía como mejor le acomode... Por esto mismo, no necesito pedir disculpas a quienes sintieron que no cité una cantidad suficiente de ensayos sobre poética o de versos de grandes poetas; en realidad confieso que no he leído a muchos autores, y hasta podría decir que el número de poetas cuyas obras conozco es bastante reducido. Al menos puedo afirmar que recurro continuamente a las pocas obras que he leído y, en la búsqueda interminable por la riqueza íntima que el poema es capaz de aportar al alma, pienso que hay algunos poemas a los que regresaré por el resto de mi vida. No creo en la poética como ciencia; lo que sí creo con firmeza es que la Poesía, el canto, la creación poética, el rugido de la lira, es el alimento primordial y fundamental del espíritu humano; creo que es la mayor de las virtudes y el máximo premio en la vida, y por supuesto, creo que de alguna forma en la Poesía se encuentra la llave, cura, salvación o lo que sea que implique o signifique una contraposición a cualquier tipo de decadencia del género humano.

® Luis Mireles Flores


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