Al principio del aire

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ENSAYO



Dos comentarios sobre Bergson*

Por Pierre Clavilier

 

I. La risa, a cien años de distancia

Publicada en 1900, la obra de Bergson sobre la risa (La Risa. Ensayos sobre el significado de lo cómico) contaba con poco menos de veinticinco ediciones en 1924 para alcanzar más tarde la impresionante cifra de 129 en 1959. La explicación de este éxito se encuentra en tres razones principales que ocultan sin embargo su nexo la filosofía de Bergson.

La Risa intenta explicar lo cómico mediante un modelo elemental: "de lo mecánico chapado sobre lo viviente", he aquí lo que provocaría nuestra hilaridad; el filósofo lo aplica a una gran variedad de ejemplos, siguiendo tanto las variaciones clásicas del recurso cómico (palabras, carácter o situación) como las que utilizaban los humoristas y los autores de su época, de los cuales Labiche y Courteline eran dos de los más célebres; ejemplos todos en los que reímos.

Pero el vínculo con la duración no aparece. La razón probable de esta unidad y de esta variedad es que la explicación posible de lo cómico reúne las preguntas más importantes y más serias de todo orden. El personaje cómico es lo contrario del sujeto ordinario "normal", de quien el pensamiento pero igualmente la memoria se insertan en perfecta correspondencia con el cuerpo y la existencia descrita en Materia y Memoria; la fórmula simple tiene así una base para sostener toda una filosofía sociológica.

Según Bergson, la risa posee una función social y es el castigo de aquéllos que se alejan de una existencia útil. El filósofo piensa en consecuencia que la risa excluye y que está lejos de ser divertida. Moral o artística, la comedia finalmente, más allá de su función social, devela la naturaleza de un arte, de un lenguaje que no sería nunca caricatura o mecanismo simples del mismo modo que los personajes cómicos revelan, por oposición, la seriedad de la existencia y de los héroes trágicos y del individuo en su propia duración.

 

II. Proust y Bergson

Tratar de establecer las relaciones que Marcel Proust sostuvo con Bergson --tanto respecto a la persona como al conjunto de su obra filosófica-- es una tentativa interminable de hacer desaparecer un continua historia de desencuentros.

Debido a su matrimonio, Henri Bergson se convierte en pariente del ilustre novelista en 1892, pero éste no realizará jamás sus estudios de filosofía bajo la tutela de su brillante pariente quien, por demás, nunca impartió cátedra en la Sorbona.

No obstante, Marcel Proust estaba presente en la lección inaugural de Bergson en el Colegio de Francia en 1900. Marcel Proust fue un lector atento de su primo y leyó una parte de sus obras; el novelista incluso anotó Materia y memoria, pero ello no permite afirmar que fuera un discípulo de su pariente, ni tampoco que En busca del Tiempo Perdido sea una obra bergsoniana, pues las diferencias son importantes.

Durante las bodas de Louise Neuberger y de Henri Bergson, Marcel Proust, con veintiún años de edad, es caballero de honor. Sin embargo, a partir de esta fecha, los encuentros familiares se espacian considerablemente: una cena ese mismo año y los funerales de Jeanne Proust en 1905. Intercambiarán algunas cartas que se remiten a la traducción de la Biblia de Amiens de Ruskin, realizada por Marcel Proust, quien escribirá en 1919 a su condiscípulo, Louis de Robert, que no veía más a su renombrado primo y sólo le recuerda a propósito de un remedio contra el insomnio al que ambos recurrieron.

Bergson no aparece más que en un solo pasaje de En Busca del Tiempo Perdido, en Sodoma y Gomorra, mencionado a propósito de la influencia de las drogas hipnóticas sobre la memoria. Las observaciones que hace el narrador comentan las afirmaciones de un filósofo noruego al parecer inspirado por el traductor sueco de Bergson: Ruhe.

En febrero de 1921, Bergson escribió a Proust para informarle que su traductor había editado un ensayo sobre Por el Camino de Swann. Poco tiempo antes, Proust se había encontrado con Bergson (debió ser en septiembre) durante la entrega del Premio Blumenthal, en el cual ambos fueron miembros del jurado, resultando laureado ese año Jacques Rivière.

Un mensaje de Bergson felicitando a Proust por su Legión de Honor y el envío de Proust a Bergson de su obra Sodoma y Gomorra parece poner fin a una relación extrañamente distante.

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® Pierre Clavilier

* Traducción: César Guerrero / Revisión: Raúl Siena


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