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ENSAYO


                                                     ensayos 

  EL AMOR Y EL MITO            

Por Leticia de Salazar Díaz

A Pi Mu
Por cristalizar un ideal mítico: el amor.

El sexo es la raíz, el erotismo es el tallo 
y el amor es la flor.
Octavio Paz

El amor en la mitología

Desde que el hombre es hombre sobre la faz de la Tierra, su entorno y los fenómenos naturales le han maravillado. Ya sean el sol, la luna, el mar o el firmamento han sido parte de la vida de la humanidad. A su lado, además de la admiración por la naturaleza, los sentimientos constituyen la esencia del ser humano.

Amor y desamor, ilusión y desencanto, complicidad y traición, vida y muerte, todos ellos se entrelazan inexplicablemente. 

Pero, ¿porqué hablar de naturaleza y amor, existe alguna relación entre ellos? Además, el título de este trabajo nos habla de "amor y mito", ¿de verdad tienen algo que ver? Claro que sí. El mito es una muestra de lo que ha ocurrido en la vida del mundo al pasar de los siglos. Tal vez no como la historia universal que registran los libros, pero sí como testimonio que se contó de voz en voz y que descubre lo más íntimo del hombre.

Etimológicamente, mitología es un tratado de palabras, cuentos, historias o relatos. Lewis Spence señala que la función de la mitología es la investigación y explicación de los mitos o relatos referentes a las experiencias religiosas y científicas de la humanidad en épocas primitivas. Ángel María Garibay define a la mitología como la relación de historias referentes a muchos hechos y personas que salen de los ámbitos de la historia. La mitología nos permite conocer la evolución mental, las ideas, las cuestiones que preocupan al hombre como su destino y la explicación del mundo en el que vive, en un tiempo y espacio determinados. Son relatos que entran en la esfera de la creación poética:

[Los mitos] Son indicio de cómo ideaban y creaban los poetas de antaño. La sustitución del poema en la antigüedad, o lo que es mejor, la incorporación del poema a la historia, es una de las mejores aportaciones. No sabemos quién crea el mito, pero sí sabemos de qué pueblo procede. Y en esto vemos los juegos de las fantasías individuales y colectivas, que dan fruto a la creación. Individuales, porque cada mito es creación de un hombre, colectivas, porque cuando el hombre ha forjado su poema, lo da a los demás y ellos lo rehacen, lo modifican y al correr por bocas y memorias, son como los ríos: al correr crecen.(1)

¡Poesía!, esa es la relación que existe entre amor-naturaleza-mito. Las leyendas cuentan historias de amor y desamor, reflejan el erotismo más profundo de cada cultura, y el final del relato generalmente culmina con la imagen amorosa plasmada en un fenómeno natural. 

Lo mágico del mito es que probablemente ocurrió o probablemente no. Tras ser relatado, las leyendas se embellecen y enriquecen. Más de uno se siente identificado con los mitos y probablemente en ellos encuentre similitudes y hasta una respuesta de la naturaleza del sentimiento que tiene.

A continuación se presentan algunos mitos que nos hablan del amor en la vida de la humanidad, relatos que han pasado de generación en generación. Tal vez no todos tengan un final feliz. Sin embargo, presentan una variedad de sentimientos relacionados con el amor.

Narciso y Eco

Autores como Octavio Paz afirman que la filosofía del amor se generó en la Grecia clásica. Para los antiguos griegos, las ninfas eran mujeres jóvenes que rondaban los campos, bosques, ríos y manantiales. Eco era una ninfa que contaba relatos a Hera, esposa de Zeus, padre de los dioses del Olimpo, mientras éste conquistaba a otras mujeres. Cuando Hera se enteró de la situación, condenó a Eco a no hablar a menos que fuera para contestar una pregunta que le fuera formulada. Eco quedó prácticamente muda.

Narciso, hijo del río Cefiso y la ninfa Ciriopea, era un joven a quien no le gustaban las mujeres, no les encontraba atractivo. Un día se toparon Eco y Narciso en el bosque y ella quedó prendada del joven. A diario aparecía al paso de Narciso, por todos lados le lanzaba ardientes miradas. Narciso, cansado del acoso, preguntó a Eco el porqué de su actitud. Ella pudo hablar al ser interrogada y le confesó que estaba enamorada de él. Narciso la apartó bruscamente de su lado y ella, al ser lastimada, acudió a Zeus para que castigara la arrogancia de Narciso. Zeus se pronunció: Narciso se enamoraría inevitablemente de la primera imagen en quien posara su mirada.

Un día después de cazar en el bosque, Narciso fue al lago a calmar su sed. El agua cristalina hizo las veces de espejo y Narciso descubrió su propia imagen. Quedó prendado de su belleza. Al borde de la locura se quedó horas contemplándose en el agua. Tendió sus brazos al lago para abrazar a quien su pasión despertaba, cayó y murió ahogado por adorarse a sí mismo. 

Cuando las náyades o ninfas de las aguas acudieron al lago encontraron una delicada flor blanca y amarilla. Era Narciso en la forma que Zeus le dio para que su belleza no se extinguiera del todo. 

El mito de Narciso y Eco tiene una segunda versión. Eco cantaba un día en los alrededores cuando apareció Pan, el monstruoso sátiro,
(2) que la descubrió tras unos arbustos y le pidió matrimonio. Ella, aterrada al ver la deformidad de Pan, corrió apresuradamente hasta perderse de su vista. Se refugió en una caverna y a gritos invocó a Narciso para que fuera en su ayuda. Le llamó día y noche por tanto tiempo que se consumió de dolor y tristeza al encontrarse sola. En la cueva sólo quedó la voz de la ninfa. Desde aquel día, Eco responde a los caminantes que pasan cerca de la cueva y repite la última sílaba de sus palabras pues ya no tiene fuerzas para completar frases ni para llamar nuevamente a Narciso.

Ambas historias pertenecen a los mitos populares griegos. Lo curioso es que ambas parecen tener un final, aunque en la segunda se rompe la maldición de Hera ya que Eco habla. No se sabe con exactitud qué mito apareció primero.

Píramo y Tisbe

Hay mitos en que el amor es mutuo, aunque no siempre se consolida. En la antigua ciudad de Babilonia vivían dos jóvenes que se amaban y vivían en casas contiguas. Eran Píramo y Tisbe. Su amor era correspondido, pero sus padres se oponían a la relación. Desesperados, un día se vieron a través de una grieta que comunicaba sus viviendas y decidieron fugarse esa misma noche. Para ello se dieron cita al pie del mausoleo principal de la ciudad.

Tisbe llegó primero y se sentó cerca de la fuente y el moral que acompañaban la escena. Cubierta por un velo, Tisbe esperaba ansiosa la llegada de Píramo. De pronto llegó a la fuente una leona con las fauces ensangrentadas por comer un buey. Deseaba beber agua fresca de la fuente. Tisbe corrió a refugiarse pero en la huida se le cayó el velo. La leona lo tomó con los dientes para jugar con él. Píramo llegó. La leona había partido. Sin embargo, encontró tirado el velo desgarrado y la desgracia cruzó su mente. Adolorido, sacó su espada y atravesó su pecho. Tisbe regresó al mausoleo y vio que Píramo yacía muerto. Ella lloró amargamente y quiso acompañarlo a otro mundo. Juró que de ahí en adelante ni sus padres ni nadie podría separarlos.(
3) Arrancó la espada y también se la clavó. Sus cuerpos reposaron bajo el moral. 

Los frutos blancos de ese árbol se tornaron morados por la unión de la sangre de los amantes. Desde ese instante sería inseparable.

Flor y Agil

Las tragedias amorosas se presentan constantemente en la mitología. Ya sea porque los padres de los amantes se interponen en la relación o por enemistades entre pueblos. Tal es el caso de Flor y Agil. 

En la zona de América del Norte, cuando las tribus indias habitaban esas tierras, Flor era una joven que amaba a Agil, miembro de un clan enemigo. Se veían a escondidas en un bosque junto al arroyo al caer la tarde. Una joven de la tribu de Flor los sorprendió y fue a comunicarle la noticia al jefe de la comunidad. No se pudieron ver más. 

Una noche, la luna habló con Agil. Le dijo que Flor lloraba desconsolada porque la casarían con un indio de su tribu. Flor pedía al dios Tupá que le quitara la vida si no podía estar con Agil. Tupá la escuchó pero no puso fin a su vida, sino que la transformó en flor. Agil preguntó a la luna qué flor era su amada, pero ni la luna ni el viento lo supieron. 

Agil sabía que en los pétalos de Flor conocería el sabor de sus besos y pidió ayuda a Tupá. El cuerpo de Agil se redujo hasta convertirse en un pájaro delicado y multicolor. Un colibrí. Desde entonces, Agil-colibrí va buscando en cada pétalo a su Flor-flor, pero aún no la encuentra.

Cupido y Psique

No todo es trágico en las leyendas míticas. Como el tema de este número es el amor lo importante es cerrar con la historia de un personaje por demás renombrado aunque ciertamente desconocido como es Cupido. La leyenda nos muestra que el amor no tiene que ser trágico sino que puede consolidarse y durar por siempre.

En Grecia vivía Psique, hija de un antiguo rey de la Hélade. Psique era tan hermosa que la gente iba a admirarla y adorarla. Afrodita, diosa de la belleza, celosa de Psique, ordenó a su hijo Cupido que la hiciera enamorarse del hombre más horrendo. Al verla hasta Cupido quedó perdidamente enamorado de ella. La llevó a un palacio alejado de la ciudad donde vivía y cada noche la visitaba sin ser visto, desapareciendo al llegar el alba. Ella no debía verlo a petición del mismo Cupido. 

El oráculo de Helios dictaba que Psique se casaría con un monstruo. Ese argumento utilizaron las envidiosas hermanas de Psique para hacerle creer que su amante nocturno era un ser espantoso y por eso le decía que no debía verlo. Psique se llenó de valor y una noche, cuando dormían en el mismo lecho, ella se le acercó con una lámpara de aceite para verle el rostro. Su sorpresa fue encontrar a su lado al más hermoso de los dioses. Desgraciadamente una gota de aceite cayó sobre la espalda de Cupido quien despertó y enojado porque había prohibido a su amada que lo viera, amenazó con marcharse para siempre por haberlo visto. 

Psique, desesperada por encontrarlo, fue de templo en templo sin éxito, incluso intentó suicidarse varias veces. A quien encontró en la búsqueda fue a Afrodita que la tomó por esclava. Cupido no dejó de proteger a Psique ante las labores tan peligrosas que la diosa, su madre, imponía a la pobre joven. 

Cupido acudió a Zeus en busca de ayuda. Pidió a todos los dioses que juzgaran a Psique. El fallo fue favorable y Psique se convirtió en otra diosa del Olimpo. Psique y Cupido se casaron en medio de un gran festejo, tal vez uno de los más recordados entre las deidades griegas. La pareja se amó eternamente y Afrodita tomó afecto por Psique.

El amor como mito universal

Para Octavio Paz, amor es una pasión que todos o casi todos veneran pero que pocos, muy pocos, viven realmente. Los mitos coinciden con dicha afirmación. ¿Cómo saber si es amor? Para José Ortega y Gasset, el síntoma supremo del verdadero amor es estar al lado de lo amado, en un contacto y proximidad más profundos que los espaciales. Es un estar vitalmente con el otro, un estar ontológicamente con el amado, fiel al destino de éste, sea el que sea. O tal vez cuando uno, al leer una leyenda mitológica, pueda decir "Algún día relatarán nuestra historia como un ideal a seguir". Los mitos son sueños de amor.

Historias como la de Píramo y Tisbe muestran el deseo que tienen los hombres de inmortalizar el amor. Las moras se vuelven violáceas porque en ella va la sangre de los amantes, símbolo del amor que se profesarán para la eternidad. Así es como el mito se materializa en las cosas de la naturaleza y el amor se vuelve inmortal en aliento del poema mítico. 

Es natural que los poetas místicos y los eróticos usen un lenguaje parecido: no hay muchas maneras de decir lo indecible.(4)

¿Y qué es lo indecible? Lo que se plasma en el mito al llevar el amor a las estrellas.


Bibliografía

 GARIBAY, Ángel María. Mitología griega. Dioses y Héroes. México, Porrúa, 1989.
 ORTEGA Y GASSET, José. Escritos sobre el amor. Madrid, Óptima, 1997.
PAZ, Octavio. La llama doble. Amor y erotismo. México, Seix Barral, 1993.
REPOLLÉS, José. Las mejores leyendas mitológicas. Barcelona, Óptima, 1999. SPENCE, Lewis. Introducción a la mitología. Madrid, Edimat Libros, 2000.


1  Ángel María Garibay, Mitología griega. Dioses y Héroes, p. X.
2   Sátiro: genio lascivo de los bosques y montañas. Demonios de la naturaleza.
3   Nótese que la tragedia de la pareja que muere por amor e incomprensión de sus familias no surge con Romeo y Julieta de Shakespeare, sino que ha sido una constante en la historia de la humanidad.
4   Octavio Paz, La llama doble, p. 110.

® Leticia de Salazar Díaz


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