AL SOPLO DEL VIENTO

folletín electrónico de poesía

Año I, No. 8, Febrero 2001

Publicación mensual
Editor: César Guerrero

Registro en trámite


 

Índice:

 

Avoar-el-Monal (México, D.F.)

Presentamos una selección de 
su primer libro de poesía,

Carta Erográfico-barroca

además de dos poemas 
de reciente factura
Conciudadanía, Envidias cercanas.

 


Poemas de Avoar-El-Monal

CARTA EROGRÁFICO-BARROCA
(Selección de Cristián)

II

Mis huesos no saben por dónde y mi
musculatura tiembla a la velocidad concreta
de mis dudas estratégicas. Mis "pienso en ti
todo el tiempo" se asfixian en una gris salud
oxidada y cada vez se atreve menos porque
cada vez eleva más el altar que le dedica a
tu encarnable mármol. Mi exploración no es
óptima ni tu orografía tampoco; pero es ahí
donde la pureza no puede mentirle a
nuestras vestidas desnudeces bestiales.
Aquel día en la cocina, tú no preparabas los
sagrados alimentos mientras yo intentaba
poner flama a la estufa y tú conducías con
tu parpadeo el ir y venir de mi animal
concupiscente. El evento que nos compuso
hombro con hombro; no tiene madre ni
padre para reclamar o exigir la devolución
del tiempo o ejercer los complejos de Edipo
o Electra o desesperar enriquecedoramente
al pneumoterapeuta. Sospecho que raptarte
o violarte pudiese liberar las angustias de mi
represión educada, que a sangre entró y que
sangre demanda, mas algo en mi inocencia
salvaje la reprime aún mucho más
inexplicablemente. Brutal por su revés es la
ternura del terciopelo en que te traigo a mi
necesidad de tenerte aquí cuando te vas y
filosos son los bordes del supuesto telón en
que pinto la escenografía para seducirte con
un beso portentoso. Malos pensamientos
para un fin sublime y mal de altura me
invaden cuando mi nervio óptico explota las
pupilas en la búsqueda que enfoque exacta
tu figura ausente. Me asaltan las preguntas.
¿Me quiere o no me quieres? y no
encuentro el alba margarita para
autoengañarme inmolando su blancura entre
mis delirantes dedos. Mis respuestas sobre
ti, contestadas durante la vigilia, son
incertidumbre obscura al llegar la noche y
las flores negras a la luz de la luna nueva me
consuelan. Me golpea tu lenguaje corporal
cachondo mientras te acomodas el cabello,
como si fueran agudas notas sexys de un
saxo o graves eructos de contrabajo sensual
tarareando entre tus manos. Me enseñaron a
ser hombre y a no llorar, pero en ti pude
tener el pretexto para darle una lección
incruenta a los dogmas de mi genital
machismo genético.


XIV

Mis ojos son júbilo, alegría casi inocente,
torpeza que baila frente a ti, estés o no
presente. Es inevitable que ponga cara de
idiota, delatora, santa... e inútil como quien
dice: mi torpe asombro no te seduce e inútil
es mi sentimiento, y mi deseo de ser
virtuoso no sirve para ser tenido por ti...
aunque mi boca abierta y muda pudiera ser
levemente atractiva. Se dan en la calle:
acera, anafre y tú moviéndote como
alteración de paisaje, como exceso de
acento en el texto callejero; ni publicidad, ni
cabello despeinado, ni lápiz labial, ni
grafitti. Blanca con ojos negros; rasgos para
mi sensibilidad de animal analítico, cara
renacentista miguelangelical sin capilla,
pero sí religiosa; hoy que te he perdido, te
busco en el techo de la sixtina... y te rezo
aunque tengas dos ligerezas la comodinidad
y la etereidad, solamente mi alma para
notarlo a la baja; mis sentimientos no
pesaron frente a tus intereses; grave y cursi
mi adoración, pero aún está ahí el parque
del Chapulín: peces junto al lago, patos
voraces, tu hija como contraste de la
serenidad ambiental, la alegría nadaba a
nuestros pies perfecta; transparentes los
ánimos, si, sin tiempo, si, sin distancia, si,
renglón en blanco, blanco de nadie, ni
siquiera de los cromosomas con el destino a
la mano, sin saberlo y sin defecto. No es
cuestión de recuerdo ni de olvido,
simplemente fue... y es... y no... El corazón
con el metatarso y el páncreas con el
peroné, respirar y latir, levantar la pierna,
inclinar el cuerpo, transportar las vísceras
por todos lados, pensar sin saber cómo y a
veces pensar en lo que se piensa (las
neuronas se ven a sí mismas en el espejo);
más llega el día en que mis pestañas se
delatan frente a ti: el sudor es temor
líquido: el miedo de perderte se siente, hay
algo por ahí... que es más que cuerpo.


XXII

Te amo y necesito verte: son palabras
funestas, porque sé como única certeza, que
no me atreveré a acercarme a ti, aunque
esté junto a ti. Es suficiente ser tu planta
favorita. Mis flores son para ti; aunque no
sean para ti. Tengo siete cabezas pensando
en ti, para bien y para mal, pero con un solo
corazón incondicional te amo, o lo que eso
quiera decir, en el recomenzar infinito de mi
necesidad de ser tú, a pesar de lo que tú
pienses de ti. Vivía en la nada de mí mismo,
ahora vivo en la nada de saber que existes,
mas no para mí; duele, pero es bueno y no
sé por qué y también eso es mejor. Han
pasados los años. Todavía me tiembla la
memoria y la sangre, cuando te hago
presente en mi zona cordial, para consolar
mi día. No diré que tu cuerpo no me
importaba, me gustaba merodear por sus
alrededores, pero lo que me cautivó de ti,
fue aquella no sé cuánta ternura de tu
mirada inclonable.


XXXIX

El cirio ilumina alto y displiscente el
colmado tramo; su luz nos estruja los
músculos y la premura voluptuosa explota
en la potencia y evidencias de su huída y
vuelta. Es el calor frío de la piel que se quema
por ambos lados; y no detiene la santa
confusión que en la turbulencia arrastra al sol y
luna nunca eclipsados. Es sudor la piel que
a otro sudor con otra piel se aferra y que
desde salados sueños le da sabor a la vigilia.
La jauría de caricias devora carne y honra,
mano sobre beso y entrepiernas olvidan la
dignidad del tabú por un momento y los ojos
deseantes no se cansan. Una asfixia viaja
entre suspiros y jadeos y un útero de gozo
protege a los iguales: los roza, entibia y
enardece en los labios que son voracidad de
poder amarse desde el otro y desde el otro
saber como el otro se ama sin saber si se es
uno, si se es otro o ninguno. Siempre hay
un vacío suficiente para llenarlo de
temblores y también un grito victorioso que
en veces logran los amantes cuando en
buena lid se ofrecen para perder
mutuamente la batalla.


                                               
Conciudadanía

Pasas junto a mí que no te ve / llevo la cabeza
gacha para salvarme de encontrar tus ojos
conciudadanos / me asusta la asfixia en otra 
mirada y la tristeza que no depende de mis 
debilidades / la ciudad se enramó como pudo bajo
nuestros pies / no la podamos a tiempo / hoy no
está donde siempre la vuelta de la esquina / ni se
cruzan por la calle nuestros disparos de 
pupila / ni nos sabemos siquiera las máscaras
tiznadas / y hasta los pulmones industriales, 
practican la tos de fumador empedernido / no te
veo en ningun lado / el metro es el lugar favorito
de mi soledad para tomar distancias / los 
callejones sin salida nos sorprenden en todo 
lugar / aunque a veces se nos ofrecen plazas,
parques y jardines del edén / regalos para poder
mirarnos a nosotros mismos, a los otros, o a
ambos en ambos o entre ambos / posibilidad que
dejamos pasar de largo y de ancho por la
angostura y profundidad cadavérica de la fe / que
traigo envuelta en una tela de juicio para
hacerte un traje a la medida de nuestra
conciudadanía.


Envidias cercanas

¿Cuántas aceras nos separan?
¿O es la velocidad del parabrisas?
¿O mis miedos de tu projimidad?
Nos somos peligrosos / puedo morder las piernas
de tu clase social / puedes omitir mi animalidad
política / puedo lesionar el estrato de tus 
símbolos monetarios / puedes atropellarme con el
prestigio de tu automóvil / la distancia encuentra
texto por todos lados / los argumentos son
resistentes e inoxidables en mi propiedad 
privada / la distancia encuentra 
texto por todos lados / los argumentos son
resistentes e inoxidables en mi propiedad
privada / tienen rabia / duermo con un ojo abierto
y una pistola bajo la almohada / y sé que tú 
también padeces insomnio económico / dime qué
tan envidiable es tu imagen televisiva / y te diré
quién no eres / también podría despreciarte si
apareces en portada de revista / Cuando despierto, las
ambiciones secuestran mi tercer ojo / para que 
vigile mis garras puestas en algún deseo / el 
espíritu acude inútilmente a desmoralizados 
anónimos / ...así las cosas.

 

Poemas de Avoar-El-Monal


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