EU y Europa en la posguerra fría

                                                                        { página de César Guerrero }

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Publicado en Opción. Revista del Alumnado del ITAM,  México, No. 119, abril 2003, pp. 58-67.


ensayo

This isn't about Irak anymore.

Fareed Zakaria, Newsweek[1]

La actual crisis trasatlántica entre los países de Europa occidental que son miembros de la OTAN y Estados Unidos, cada vez tiene menos que ver con Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva, que con el equilibrio de poder en la posguerra fría. Nos encontramos en uno de esos momentos en los cuales está por definirse el futuro del sistema internacional en las décadas por venir, al final de una etapa de transición hacia algo que no sabemos cómo será, y que será definido por el curso de los acontecimientos durante las próximas semanas.

            ¿Qué es lo que hace a este momento tan especial y definitivo? Es necesaria la perspectiva histórica para poder comprenderlo. También se requiere conocer en qué consistió la alianza trasatlántica que estamos viendo transformarse ante nuestros ojos.

 

Legitimidad y hegemonía

I’m afraid of Americans
I’m afraid of the world[2]

David Bowie

Cuando el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del imperio austro-húngaro, fue asesinado en Sarajevo por el nacionalista serbio Gavrilo Princip,[3] los serbios eran protegidos de la Rusia imperial. Dos bandos estaban claramente definidos al momento del asesinato: la Triple Alianza, integrada por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y la Triple Entente, conformada por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Así, cuando fracasaron los esfuerzos diplomáticos por evitar una represión austro-húngara de los serbios, recién anexados al Imperio, Rusia estaba dispuesta a defenderlos, y con ella, dos grandes potencias rivales de Alemania, aliada de los austro-húngaros: Francia y Gran Bretaña.

            ¿Quién defenderá a Irak cuando sea atacado por Estados Unidos? Nadie. Las dos potencias nucleares no occidentales de nuestros días, Rusia y China no lo harán. A diferencia del sistema internacional europeo de principios del siglo XX, no hay rival alguno para Estados Unidos en el panorama actual. Éste es el verdadero dilema entre Europa y Estados Unidos. La absoluta hegemonía de este último.[4] 

 

El poder unipolar

Se comenzó a hablar de mundo unipolar con el colapso de la URSS y de los regímenes comunistas de Europa del Este al inicio de los años noventa. En la etapa de transición que ha seguido, nadie ha podido disputar a Estados Unidos su enorme poderío económico, político y militar. Durante la década pasada, Rusia dejó de ser una superpotencia y se convirtió en un vacío político y económico. China e India no dejan de ser países en desarrollo y la economía japonesa lleva más diez años estancada.

La Unión Europea es un enano político a pesar de constituir un gigante económico por el tamaño de su PIB y de su población (que son similares a los de Estados Unidos), y a pesar del éxito del euro y del mercado interior. Sus esfuerzos por dotarse de una Política Exterior y de Seguridad Común han atravesado diversas crisis (Yugoslavia, Kosovo y ahora Irak) que ponen en evidencia que aún hay mucho camino por andar.

            Si Europa es un enano político es, peor aún, un gusano militar. Esto se puede medir según dos variables. Una, el presupuesto destinado a los ejércitos. Otra, la capacidad tecnológica de los mismos. Pero en el caso de Europa, hay que añadir dos más: la coordinación de mandos y la integración de la industria militar. En todos estos ámbitos, Europa sale perdiendo.

            En 2001 el presupuesto militar de los 15 países de la UE ascendió a 144 mil millones de dólares, mientras que el de Estados Unidos fue de 310 mil,[5] esto es 2.15 veces inferior. El presupuesto militar asciende al 1.4% del PIB en Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España, mientras que en Estados Unidos representa el 2.8%;[6] de nuevo, EU supera por el doble a los europeos. A la par que el gasto militar estadounidense crece, el europeo disminuye. El gasto militar de la UE se redujo un 15% entre 1991 y 2000,[7] mientras que el Congreso[8] de Estados Unidos autorizó a W. Bush en sólo un año un incremento al presupuesto militar de más del 12%, a raíz del 11 de septiembre, alcanzando un monto de 355 mil millones de dólares.[9]

            Así como la UE gasta mucho menos que su aliado estadounidense, la eficiencia de sus ejércitos es mucho menor. En Europa no existe una industria militar integrada capaz de crear armamento con el grado tecnológico que Estados Unidos produce. Tampoco existe aún una política europea de defensa que coordine a los ejércitos de Europa en una acción armada en el exterior. En esta materia, el viejo continente está condenado a la inacción.

No obstante lo anterior, hay que analizar un ámbito en el que los grandes países de Europa son decisivos: la legitimidad del hegemón.

  

La legitimidad: entre Hobbes y Kant

En el caso de Irak, como en algunos otros, Europa y Estados Unidos coinciden en objetivos, pero no en métodos. A Europa le encantaría que Hussein no gobernase Irak, pero cuando George W. Bush declaraba que desarmaría a Hussein con o sin la aprobación del Consejo de Seguridad, Europa tembló. Si bien Europa reconoce sus limitaciones y el poder extraordinario de Estados Unidos, eso no quiere decir que esté dispuesta a tolerar que actúe fuera de los marcos institucionales y sin contar con su apoyo; dicha actitud digna de Billy the Kid no les ha gustado nada. Tampoco pareció sensato a círculos académicos e intelectuales estadounidenses. Ningún imperio dura sin legitimidad, y los asesores del “presidente”, Colin Powell y Condoleezza Rice, lograron convencerlo de la necesidad de una ofensiva diplomática previa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para desarmar a Irak.

La administración Bush llegó determinada a demostrar que no estaba comprometida por tratados e instituciones internacionales. Incluso ha hablado groseramente de viejos aliados, ansiosa por probar que Washington tiene libertad total. Por eso sería más sabio no mencionarlo cada tercer día. Cuando tu poder es tan obvio y arrollador, necesitas demostrar, no que puedes actuar solo sino que quieres actuar acompañado.[10]

Desde el comienzo de la administración W. Bush los europeos están incómodos con el rechazo de Estados Unidos a la Corte Penal Internacional, su retiro del Tratado de Kyoto, la existencia de la pena de muerte en estados de la Unión Americana, la producción de alimentos transgénicos, los grandes subsidios agrícolas y, desde 2002, el apoyo a Israel contra los palestinos y la política hacia Irak.[11] Estas desavenencias se deben a que, tras su experiencia de la posguerra y luego de 50 años de integración, los ciudadanos europeos están convencidos de las bondades de habitar un mundo de leyes e instituciones.[12] Para Europa, la hegemonía estadounidense en el nuevo orden mundial existe y es incontestable, pero ésta debe conducirse por medio de los canales institucionales existentes y otros nuevos. Estados Unidos, con su inmenso poder, no debe ser incontrolable, debe consultar primero a sus aliados.

 

El viejo y el nuevo oeste

En una entrevista realizada en Praga el 24 de febrero, Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa de Estados Unidos, calificó a Alemania y Francia como la “vieja Europa” en sentido despectivo, en la interpretación de los ofendidos, o para señalar que Europa es mucho más que esos dos países, en la interpretación mediadora. “Ustedes piensan que Europa es Alemania y Francia. Yo no. Yo pienso que ésa es la ‘vieja Europa’. Si miramos a la OTAN europea hoy, el centro de gravedad se desplaza al Este. Y hay muchos nuevos miembros. (...) Es verdad, Alemania ha sido un problema y Francia ha sido un problema.[13]

Aunque Rumsfeld acusa de “vieja” a Europa, hay evidencia de que más bien ocurre lo contrario. Rumsfeld se comporta como un héroe mítico del viejo oeste, cuya misión es someter a los indios –en este caso Hussein, Bin Laden y los rogue states o “estados canallas”. En aquel mundo, imperaba la ley del más fuerte porque no había ley. Y en efecto, para la administración estadounidense actual, la tentación de actuar sin orden de aprensión para desarmar a Irak en el sistema internacional, este mundo anárquico y sin ley como lo fuera el viejo Oeste, es muy grande. 

            No obstante, como ocurre en muchos westerns, el dilema del héroe bronco es que es una especie en extinción. A pesar de toda su habilidad, su comportamiento es cada vez más inaceptable. El nuevo mundo exige instituciones, sistema judicial, sheriffs en lugar de aguerridos cowboys sin autorización legal. Y ese nuevo mundo es encarnado por los europeos.

            Hay pues una brecha de valores. A pesar de tener una historia más larga que Estados Unidos, los valores en Europa han evolucionado hacia una nueva etapa. ¿En qué sentido es nueva Europa y en qué sentido son viejos los Estados Unidos? Respecto a la vejez de Estados Unidos, la revista inglesa The Economist nos ha recordado[14] que los primeros pioneros llegaron a Virginia y Massachussets cuando la Reina Elizabeth estaba en el trono e Inglaterra no era Gran Bretaña. La Universidad de Harvard fue fundada en 1636 (s. XVII). La declaración de Independencia fue firmada un siglo antes de las unificaciones de Alemania (1864-1871) e Italia (1848-1870). 

               Estados Unidos tiene la constitución escrita más antigua (1787) y dos de los partidos políticos más viejos del mundo (1828 y 1854). Mientras que la constitución estadounidense ha sufrido apenas una veintena de enmiendas, Francia ha tenido cinco repúblicas desde 1789, incluyendo varias monarquías, un directorio, un consulado, un par de imperios y una dictadura colaboracionista-fascista. Estados Unidos es la democracia más longeva del planeta, mientras que para los españoles, la democracia actual nació en 1975, y para Europa del Este, la historia comenzó en 1989.

               Si Estados Unidos ya no es un muchacho, ¿en qué sentido es nueva Europa? La Unión Europea nació con el Tratado de Maastricht en 1989 sobre la base de la Comunidad Europea (1957). La Europa de los 15 está por convertirse en una Europa de 25 durante los próximos diez años. El euro es apenas un bebé de un año y tres meses, la Convención redactora de la Constitución Europea se encuentra en debate y aún se discute cómo hacerse de una Política Exterior y de Seguridad Común coherente y efectiva. Todo esto se realiza sumando soberanías en distintos niveles: supranacional, nacional y regional. Los Estados europeos son cada vez más Estados post-modernos, mientras que Estados Unidos está firmemente plantado en la concepción anterior de Estado nación. 

               En su libro "Of Paradise and Power: America versus Europe in the New World Order" (Knopf), Robert Kagan argumenta que Europa intenta encontrar un paraíso post-histórico, un mundo autolimitado sobre los cimientos de reglamentos transnacionales  y negociaciones. Estados Unidos, en cambio, está atrapado en una política mundial hobbesiana, en el mundo anárquico donde la supervivencia depende sólo del propio poder. EU se enfrenta a un dilema de hegemonía, esto es, la necesidad de afirmar su poderío para disuadir futuras agresiones como las del 11 de septiembre.

               Lo anterior quedó muy claro durante la conferencia de prensa del 6 de marzo. En ella, George W. Bush afirmó que “tras ver lo que unos cuantos enemigos de Estados Unidos hicieron con cuatro aviones secuestrados no esperaremos a ver lo que los terroristas o Estados terroristas podrían hacer con armas de destrucción masiva (...) Mi trabajo es proteger a Estados Unidos y eso es lo que voy a hacer”.[15]

En la nueva Europa, que sigue en construcción, los gobiernos de Francia, Reino Unido y Alemania reaccionan de acuerdo a la misma lógica de Washington. No pueden oponerse porque son mucho menos poderosos. En función de eso es que se forjan las alianzas. Por ejemplo, Gran Bretaña mantiene el vínculo trasatlántico que construyó en 1945, al finalizar la segunda Guerra Mundial. Gobiernos como el de Aznar pertenecen al grupo de gobiernos que temen la furia del futuro ganador y lo apoyan desde ahora, dada la división de los grandes países de Europa.

Por su parte, no es que Chirac sea muy pacifista (¿no realizó tres ensayos nucleares en el Atolón de Muroroa, en el Océano Pacífico, sin consultar a sus socios europeos?). Lo que Francia intenta es contener el tremendo poder de Estados Unidos aprovechando al máximo su herencia del 45: el poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Para que no parezca mera arrogancia francesa, Jacques Chirac ha buscado el apoyo de Alemania y de Rusia. Alemania es importante por la mancuerna con Francia en la construcción europea y sus carácter de ex potencia agresora redimida. Rusia, porque es una potencia nuclear y geoestratégica que, sobre todo, tiene un veto más en el Consejo de Seguridad. Desde el 6 de marzo, también China ha sumado su veto.

Es claro que todas las ex potencias o potencias en ciernes que hoy están en desventaja se alían por el mismo motivo y haciendo uso del mismo instrumento: el permiso. Dada la rígida postura de ambos no me extrañaría que hoy, 7 de marzo, estemos enterrando al Consejo de Seguridad de la ONU por el mismo motivo que fracasó la Sociedad de Naciones. Sin el apoyo de las potencias, cualquier institución internacional se viene abajo. La ONU ya no se corresponde con la actual distribución de poder. EU irá solo. “Estamos en las últimas etapas de la diplomacia (...) Esta votación indicará (...) la utilidad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.[16] Bush ya no puede dar marcha atrás si desea reelegirse y terminar de una vez con la incertidumbre que aqueja la economía del mundo.

            La ciudadanía europea está más cercana a la tesis de Kagan que sus gobiernos. Los ciudadanos europeos se oponen tajantemente a la guerra por sus horrores, y su mayor deseo es que de ahora en adelante los conflictos mundiales se resuelvan por medio de los instrumentos institucionales, tales como los inspectores de la ONU que encabeza el sueco Hans Blix. Hoy en día, la moral estadounidense es mucho más victoriana que la europea. El fervor religioso sigue siendo más sólido en Estados Unidos que en Europa, donde hay iglesias que han sido transformadas en cafés.[17]  

 

La alianza trasatlántica sin el enemigo común

In Washington Lord Halifax
Once whispered to Lord Keynes
“It’s true they have the money bags
but we have all the brains” [18]

Un funcionario británico, 1945

¿Por qué se formó la alianza trasatlántica entre Estados Unidos y Europa occidental? Por razones ideológicas y geoestratégicas. La razón ideológica es muy simple: Europa es la madre de Occidente. La geoestratégica consiste en que Europa, destruida por la guerra, no debía caer en manos de la URSS. Había que reconstruir la economía y dar empleo y prosperidad a la población, con el fin de que ésta no se radicalizara hacia el comunismo (Francia e Italia preocupaban por sus tradicionales partidos comunistas). Ese fue el origen del Plan Marshall. Igualmente, había que garantizar la defensa de Europa, formar un paraguas de seguridad para disuadir cualquier posibilidad de ataque soviético a Occidente, cuyo campo de batalla sería, naturalmente, Europa. Era imperiosa la necesidad de contar con bases militares estadounidenses en territorio europeo, fuese o no democrático (la España de Franco). Así, por medio de la OTAN, EU financió la seguridad europea evitando rearmar a Alemania.

            Vivir bajo la protección estadounidense fue un desincentivo importante para que la Comunidad Europea asumiera sus responsabilidades militares. Hay que recordar que la OTAN se realizó mediante gestiones británicas precisamente para evitar tener que asumir por sí sola y en momentos tan difíciles la responsabilidad de la defensa europea. La Asamblea Nacional francesa, por su parte, rechazó el Tratado de París que creaba en 1952 la Comunidad Europea de la Defensa.

            Ahora bien, los problemas de seguridad en Europa luego de la Guerra Fría no pueden ser manejados adecuadamente por EU. Las amenazas a la seguridad de Europa son más internas que externas: guerras étnicas vecinas, drogas, crimen organizado y terrorismo. EU no tiene un interés vital en ocuparse de estos problemas europeos. Para Europa, los “estados canallas” como Irak, Irán, Libia, son vecinos de importancia y prometedores socios comerciales. Europa prefiere una política de “compromiso constructivo” con esos países que una de permanente hostilidad.

            La divergencia de intereses existe desde mucho antes del término de la Guerra Fría. Como primer ministro de Valery Giscard d’Estaing,[19] fue Jacques Chirac quien en 1975 firmó con Saddam Hussein el contrato para la construcción de una central atómica en Irak por 1,500 millones de francos, que en 1981 destruyó un misil israelí.  Pero es muy diferente tener discusiones entre aliados cuando ambos comparten el mismo enemigo (URSS) que cuando éste ha desaparecido y las nuevas amenazas (terrorismo vs. guerras étnicas e integrismo islámico) no son los mismas para estos viejos aliados. El académico David Calleo, con la visión que brinda el análisis riguroso e informado, pronosticó en un libro publicado en 2001 que “la tendencia europea a jugar el papel de un ‘buen policía’ frente al ‘policía malo’ estadounidense será cada vez más pronunciada. Dados los enormes intereses comerciales y rivalidades involucrados, es de esperar la irritación mutua”.[20]

            Como vimos al inicio, Europa está muy lejos de contar con las capacidades militares y políticas para defender su visión del mundo. Occidente verá transformada su faz durante los próximos veinte años, concretamente, a raíz del nacimiento de una nueva Europa. La actual crisis de la UE consigo misma (GB contra Francia y Alemania, países grandes contra países chicos, miembros actuales y futuros) y con Estados Unidos debido a la guerra en Irak, será la piedra angular de la Unión en el futuro. La integración europea ha sido y seguirá siendo, hija de las grandes crisis.®

 


NOTAS:

[1] Fareed Zakaria. “This isn’t about Iraq anymore”, en Newsweek, Nueva York, Febrero 24, 2003, p. 9.

[2] Earthling, Virgin Records, 1997.

[3] Esta anécdota histórica desencadenó la Primera Guerra Mundial, la primera gran guerra del siglo XX, ese siglo que pronto quedará definitivamente en el pasado. Las potencias de Europa rivalizaban entonces por el dominio de colonias geográficamente estratégicas y por el dominio de su mercado donde colocarían la enorme oferta de productos manufacturados producidos en las recién nacidas industrias nacionales. El nacionalismo era una influencia ideológica perniciosa que recorría toda Europa. Los imperios plurinacionales, multi-étnicos, pluri-religiosos y lingüísticos, como el Austro-húngaro y el Otomano, estaban condenados al fracaso.

[4] Esta comparación ha sido hecha por Paul Kennedy, destacado historiador estadounidense, autor del influyente libro Ascenso y Caída de las Grandes Potencias, en una entrevista exclusiva con Global Viewpoint, y reproducida en fragmentos en El Universal, (México, D.F.), 28 de febrero de 2003, p. A4.

[5] “La UE condena la política de Bush como agresiva y unilateral”, El País, (Madrid), 9 de febrero de 2002, www.elpais.es

[6] Ibid.

[7] David Martín Heredero. “El gasto militar en Europa” en Revista Fuentes Estadísticas, No. 61, enero de 2002. www.fuentesestadisticas.com

[8] En la Cámara de Representantes, 409 votos a favor y 9 en contra; en el Senado, 93 a favor y uno en contra. Agencia EFE, 16 de octubre de 2002.

[9] Reforma, (México, D.F.), 16 octubre de 2002. www.reforma.com

[10] Fareed Zakaria. “This isn’t about Iraq anymore”, en Newsweek, Nueva York, Febrero 24, 2003, p. 9.

[11] “Germany’s Foreign Policy. Why Gerhard Schröder has gone out on a limb” en The Economist, Londres, Septiembre 14, 2002, p. 51.

[12] Chrystopher Dickey, “The Great Divide” en Newsweek, Nueva York, Febrero 24, 2003, p. 13.

[13] “U.S.: Rumsfeld's 'Old' And 'New' Europe Touches On Uneasy Divide” en http://www.rferl.org/nca/features/2003/01/24012003172118.asp

[15] “Falló la diplomacia: Bush” en El Universal (México, D.F.), 7 de marzo de 2003, p. A2.                    

[16] “Falló la diplomacia: Bush” en El Universal (México, D.F.), 7 de marzo de 2003, p. A2.                    

[17] Cf. Chrystopher Dickey, “The Great Divide” en Newsweek, Nueva York, Febrero 24, 2003, pp. 10 – 15 y Dirk Johnson. “A Nation bound by Faith”, en Newseweek, Nueva York, Febrero 24, 2003, pp. 16 – 19.

[18] David Gowland y Arthur Turner. Reluctant Europeans. Britain and European Integration 1945-1998, Pearson, RU, 2000, p. 73.

[19] El ex presidente francés preside actualmente la Convención para la redacción de un Tratado Constitucional para la Unión Europea.

[20] David Calleo. “Old Bones for New Bodies: The Geopolitics of Franco-German Europe” en Patrick McCarthy (Ed.), France-Germany in the Twenty First Century, Palgrave, NY, 2001, p. 170.

 


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