Textos del mes:


Los siguientes textos son pequeños fragmentos de obras que plantean el dilema de la conservación de la naturaleza frente al progreso, que nos invitan a reflexionar acerca de la importancia de lo natural. Esperamos que su lectura incite tanto a leer la obra en su conjunto, como a pensar acerca de nuestra relación con el medio ambiente.

FEBRERO 2003: El lobo estepario _________Hermann Hesse


Un par de veces he expresado la opinión de que todo pueblo y hasta todo hombre aislado, en vez de soñar con mentidas "responsabilidades" políticas, debía reflexionar dentro de sí, hasta qué punto él mismo, por errores, negligencias y malos hábitos, tiene parte también en la guerra y en todos los demás males del mundo; éste acaso sea el único camino de evitar la próxima guerra.

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Se diría que todo estaba magníficamente en el mundo..., sólo yacen dentro de la tierra una docena de millones de hombres asesinados.

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El objetivo y el fin de todo esto es la guerra otra vez, la guerra próxima que se acerca, que será aún más horrorosa que lo ha sido esta última. Todo esto es claro y sencillo; todo hombre podría comprenderlo, podría llegar a la misma conclusión con una sola hora de meditación. Pero ninguno quiere eso, ninguno quiere ahorrarse a sí mismo y a sus hijos la próxima matanza de millones de seres, si no puede tenerlo más barato. Meditar una hora, entrar un rato dentro de sí e inquirir hasta qué punto tiene uno parte y es responsable en el desorden y en la maldad del mundo; mira, eso no lo quiere nadie. Y así seguira todo, y la próxima guerra se prepara con ardor día tras día por muchos miles de hombres. Esto, desde que lo sé, me ha paralizado y me ha llevado a la desesperación, ya que no hay para mí "patria" ni ideales, todo esto no es más que escenario para los señores que preparan la próxima carnicería.

 


ENERO 2003: La Resistencia _________Ernesto Sábato


"Ya muy cansado, en esta noche de noviembre, la araucaria me trae a la memoria el amor que mi amigo Tortorelli tenía por sus árboles. Era conmovedor, llegaba hasta a abrazar alguno que le recordaba la época en que él mismo había sido guardabosques. Tuvimos la emoción de recorrer con él, por la Patagonia, lugares tan impresionantes como los bosques petrificados, los de arrayanes, y aquellos otros donde se yerguen árboles milenarios. Nos decía, acariciando el tronco de esas formidables araucarias y coihues todavía vivos: "Piensen por un momento que cuando surgió el Imperio romano y cuando se derrumbó, cuando los griegos y los troyanos combatían por Helena, este árbol ya estaba aquí, y siguió estando cuando Rómulo y Remo fundaron Roma, y cuando nació Cristo. Y mientras Roma llegaba a dominar el mundo, y cuando cayó. Y así pasaron imperios, guerras interminables, Cruzadas, el Renacimiento, y la historia entera de Occidente hasta hoy. Y ahí lo tienen todavía." También nos dijo que los vientos húmedos del Pacífico precipitan casi toda su agua del lado chileno, de modo que un incendio de este lado es fatal, porque los árboles mueren y el desierto avanza inexorablemente. Entonces, nos llevó hasta el límite de la estepa patagónica y nos mostró los cipreses, casi retorcidos por el sufrimiento que, como dijo, "cubrían la retaguardia". Duros y estoicos, como una legión suicida, daban el último combate contra la adversidad.


DICIEMBRE 2002: Este mundo de la injusticia globalizada _________José Saramago


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Estaban los habitantes en sus casas o trabajando los cultivos, entregado cada uno a sus quehaceres y cuidados, cuando de súbito se oyó sonar la campana de la iglesia. En aquellos píos tiempos (hablamos de algo sucedido en el siglo XVI), las campanas tocaban varias veces a lo largo del día, y por ese lado no debería haber motivo de extrañeza, pero aquella campana tocaba melancólicamente a muerto, y eso sí era sorprendente, puesto que no constaba que alguien de la aldea se encontrase a punto de fenecer. Salieron por lo tanto las mujeres a la calle, se juntaron los niños, dejaron los hombres sus trabajos y menesteres, y en poco tiempo estaban todos congregados en el atrio de la iglesia, a la espera de que les dijesen por quién deberían llorar. La campana siguió sonando unos minutos más, y finalmente calló. Instantes después se abría la puerta y un campesino aparecía en el umbral. Pero, no siendo éste el hombre encargado de tocar habitualmente la campana, se comprende que los vecinos le preguntasen dónde se encontraba el campanero y quién era el muerto. 'El campanero no está aquí, soy yo quien ha hecho sonar la campana', fue la respuesta del campesino. 'Pero, entonces, ¿no ha muerto nadie?', replicaron los vecinos, y el campesino respondió: 'Nadie que tuviese nombre y figura de persona; he tocado a muerto por la Justicia, porque la Justicia está muerta'.

¿Qué había sucedido? Sucedió que el rico señor del lugar (algún conde o marqués sin escrúpulos) andaba desde hacía tiempo cambiando de sitio los mojones de las lindes de sus tierras, metiéndolos en la pequeña parcela del campesino, que con cada avance se reducía más. El perjudicado empezó por protestar y reclamar, después imploró compasión, y finalmente resolvió quejarse a las autoridades y acogerse a la protección de la justicia. Todo sin resultado; la expoliación continuó. Entonces, desesperado, decidió anunciar urbi et orbi (una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella) la muerte de la Justicia. Tal vez pensase que su gesto de exaltada indignación lograría conmover y hacer sonar todas las campanas del universo, sin diferencia de razas, credos y costumbres, que todas ellas, sin excepción, lo acompañarían en el toque a difuntos por la muerte de la Justicia, y no callarían hasta que fuese resucitada. Un clamor tal que volara de casa en casa, de ciudad en ciudad, saltando por encima de las fronteras, lanzando puentes sonoros sobre ríos y mares, por fuerza tendría que despertar al mundo adormecido... No sé lo que sucedió después, no sé si el brazo popular acudió a ayudar al campesino a volver a poner los lindes en su sitio, o si los vecinos, una vez declarada difunta la Justicia, volvieron resignados, cabizbajos y con el alma rendida, a la triste vida de todos los días. Es bien cierto que la Historia nunca nos lo cuenta todo...

Supongo que ésta ha sido la única vez, en cualquier parte del mundo, en que una campana, una inerte campana de bronce, después de tanto tocar por la muerte de seres humanos, lloró la muerte de la Justicia. Nunca más ha vuelto a oírse aquel fúnebre sonido de la aldea de Florencia, mas la Justicia siguió y sigue muriendo todos los días. Ahora mismo, en este instante en que les hablo, lejos o aquí al lado, a la puerta de nuestra casa, alguien la está matando.

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NOVIEMBRE 2002:Luto por los árboles _________Antonio Muñoz Molina


Igual que la vida de un árbol es más larga, más lenta, más imponente que la vida de un hombre, también su muerte tiene una tonalidad más terrible, una solemnidad de réquiem y capitulación. Asistir a la tala y a la caída de un árbol es presenciar la demolición de una vida preservada con la lentitud de los ritmos vegetales durante mucho más tiempo que el de la vida de cualquiera de nosotros.

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Hay como una saña española y pueblerina contra el árbol, una vocación ciega por el hacha y por la sierra mecánica: en muchas calles de mi ciudad había antes grandes moreras a las que se subían los niños más ágiles y más audaces en busca del alimento sabroso de sus hojas para los gusanos de seda. No queda nada de aquellas moreras, ni de los álamos de las plazas ni de los paseos, ni de los plátanos magníficos que descendían en una doble hilera casi hasta el último terraplén de la ciudad, ya frente al valle azul del Guadalquivir.

Queman los árboles, los talan, los sacrifican por nada, para ensanchar una carretera, para dejar bien despejada la anchura de un aparcamiento. En un país arboricida, asolado por el instinto de desierto, por el alquitrán y la antipatía pedante de las plazas duras, el bosque de la Alhambra, como el Retiro o el Jardín Botánico, ofrecen una forma atenuada de asilo político, de refugio contra la solanera violenta del dogmatismo nacional. Uno quiere vivir a la sombra ancha y hospitalaria de los árboles igual que a la de las figuras humanas a las que más admira.

 

 

OCTUBRE 2002: El evangelio de un pesimista (Entrevista. fragmento) _________José Saramago


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"...Este mundo no sirve.

-¿Cómo serviría?

-Si fuéramos más solidarios. Si hubiera justicia real, auténtica. Si no hubiera esta especie de condena porque hayas nacido mal, en un sentido económico y de circunstancias de pobreza total. No tiene ningún sentido que envíes a Marte un aparatito para saber cómo son sus rocas mientras se mueren de hambre millones de personas en Africa. No lo tiene hacer una autopista entre dos ciudades para que llegues 15 minutos antes, cuando hay pueblos perdidos que no tienen nada. Hay riqueza en el mundo. ¿Cómo se distribuye eso? ¿Cómo es que unos pueden tenerlo todo y tan fácil y a otros no les llega nada o casi nada?

-¿Es que está en contra del desarrollo de las tecnologías?

-Nosotros, una minoría, hemos alcanzado desarrollo tecnológico, científico, todo, y hay una mayoría inmensa que se quedó atrás. Y yo a veces me digo: "Ya tenemos desarrollo suficiente. Vamos a interrumpirlo por 50 años y usemos nuestra capacidad de desarrollo para acercar a todo ese mundo que se quedó atrás, lo más que se pueda al punto donde estamos nosotros. Eso también sería desarrollar..."

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MAYO 2002: Ley de Vida (fragmento) _________Jack London



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Nació pegado a la tierra y pegado a ella había vidido, por lo que aquella ley no le resultaba una novedad. Era la ley de la carne. No se preocupaba de esa cosa concreta a la que llaman individuo. Su único interés lo constituían las especies, la raza.

Esa era la sola abstracción que cabía en la mente bárbara de Koskoosh, pero se aferraba a ella con firmeza. La veía destacarse en todos los detalles de su vida. El nacer de la savia, el florecer del brezo, la caída de la hoja, todo contaba la misma historia.

Sólo una tarea le encomendaba la naturaleza al individuo. De no cumplirla, moría. Si la cumplía, moría igualmente. A la naturaleza no le importaba. Había muchos que se mostraban obediente y era, tan sólo, la obediencia en esa materia, aunque no quienes la obedeciesen, lo que vivía para siempre. La tribu de Koskoosh era muy antigua. Los viejos, a quienes conoció de niño, habían conocido, a su vez, a otros ancianos. Por tanto, era cierto que la tribu vivía, que lograba mantenerse a través de la obediencia de todos sus miembros, desde un remoto pasado, cuyos lugares de origen nadie sabía.

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ABRIL 2002: La primera revolución global (fragmento) _________Alexander King/Bertrand Schneider


"En la búsqueda de un nuevo enemigo que nos una, encontramos la idea de que la contaminación, la amenaza del calentamiento de la Tierra, la escasez de agua, el hambre y otras cosas por el estilo cumplirían adecuadamente el papel. En su totalidad y en sus interacciones, estos fenómenos constituyen una amenaza común que exige la solidaridad de todos los pueblos. Pero, al designarlas como el enemigo, caemos en la trampa contra la que ya hemos advertido, es decir, tomar los síntomas como causas. Todos estos peligros vienen causados por la intervención humana, y sólo pueden ser vencidos mediante un cambio en las actitudes y en el comportamiento. El verdadero enemigo es, pues, la propia humanidad.

Fragmento del Informe del Consejo al Club de Roma: "La primera revolución Global".

 

 

MARZO 2002: Los ríos moribundos (fragmento) _________Miguel Delibes (España, 1920)


"El agravio constante a que sometemos a la naturaleza adopta una de sus expresiones más lamentables en las corrientes fluviales. Hay ríos muertos, como los de las zonas fuertemente indistrualizadas, ríos agonizantes, que son la mayor parte de los de nuestro país, y ríos simplemente enfermos, a los que si no se les presta remedio pasarán a engrosar las largas listas de los dos primeros. Lo que ya no quedan son ríos sanos y, teniendo en cuenta que los ríos ibéricos son poco caudalosos, la noticia de la defunción de nuestras aguas fluviales, de no arbitrarse medidas rápidas y eficaces, no tardará en producirse.
Sorprende, sin embargo, que la Europa comunitaria, atenta siempre a conservar en España la fauna que ellos destruyeron antes en sus países respectivos, se preocupe tan poco de nuestros ríos. La contradicción únicamente es aparente porque ellos disponen de mayores masas fluviales, llevan años velando por su depuración y, en consecuencia, no ven en tanto peligro los peces como el halcón peregrino, el lince o el buitre negro, por poner solamente tres ejemplos de especies en el límite de supervivencia.

(...)
¿Por qué no empezar el proceso de recuperación del medio ambiente saneando nuestros ríos, esos cementerios acuáticos donde apenas sobrevive la carpa cenagosa y escatófaga? Bien es verdad que podríamos empezar por cualquier otra parte: nuestros bosques, nuestra atmósfera, nuestro Mediterráneo, nuestras basuras... Lo que apunto es la urgencia, la necesidad de empezar pronto y por algún lado. Nuestra dejadez en este terreno no debe ir más lejos de donde ha ido; urge poner un límite.
(...)
No lo olvidemos y pongámonos sin dilación a la tarea
."

 

 

FEBRERO 2002: El bosque animado (fragmento) _________W. Fernández Flórez (España, 1885-1964)


" Los pareceres de aquel vecino tan raro y solemne influyeron profundamente en los árboles. Las mimbreras se jactaban de tener parentesco con él porque sus finas y rectas varillas semejábanse algo a los alambres; el castaño dejó secar sus hojas porque se avergonzaba de ser tan frondoso; distintos árboles consintieron en morir para comenzar a ser serios y útiles, y todo el bosque, grave y entristecido, parecía enfermo, hasta el punto de que los pájaros no lo preferían ya como morada. Pasado cierto tiempo, volvieron al lugar unos hombres muy semejantes a los que habían traído el poste; lo examinaron, lo golpearon con unas herramientas, comprobaron la fofez de la madera, carcomida por larvas de insectos, y lo derribaron. Tan minado estaba, que al caer se rompió. El bosque hallábase conmovido por aquel tremendo acontecimiento. La curiosidad era tan intensa que la savia corría con mayor prisa. Quizá ahora pudieran conocer por los dibujos del leño, la especie a que pertenecía aquel ser respetable, austero y caviloso.
(...)
Aquel día el bosque, decepcionado, calló. Al siguiente entonó la alegre canción en que imita a la presa del molino. Los pájaros volvieron. Ningún árbol tornó a pensar en convertirse en sillas y en trincheros. La fraga recuperó de golpe su alma ingenua, en la que toda la ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir. "

 

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