Aproximación Histórica a
la Dehesa de Santa Fe

 

EVOLUCIÓN Y USOS DESDE LA CESIÓN AL MUNICIPIO EN 1492, POR PARTE DE LOS REYES CATÓLICOS, HASTA EL CONSORCIO CON EL PATRIMONIO FORESTAL DEL ESTADO.

Una vez concluido el asedio y realizada la conquista y toma del reino de Granada, los Reyes Católicos se ven en la obligación de emprender la repoblación de una ciudad "antes vista que prevenida": Santa Fe. La empresa repobladora era una necesidad urgente, pues la experiencia demostraba que cualquier conquista carecía de valor si no se ocupaba el terreno. Las condiciones para la repoblación eran bastante propicias pues, por un lado, se disponía de una rica y fértil vega y, por otra parte, las condiciones de seguridad también garantizaban la colonización, "por el definitivo aniquilamiento del enemigo". Por lo que se refiere a los repobladores, éstos no iban a faltar, puesto que eran muchos los soldados venidos de todas las regiones españolas a participar en la reconquista. Sólo faltaba que se iniciara el reparto de tierras, que eran patrimonio real.

Santa Fe es el único lugar donde hay que hacer un repartimiento, pues se trataba de una ciudad militar construida sobre terreno enemigo y al no existir en ella moradores debía quedarse habitada, dotando a sus vecinos de los medios económicos necesarios para vivir.

Comienza así, en el año de 1492, el reparto de las casas, tierras y heredamientos y de los Bienes del Consejo y del Común. En éstos últimos centraremos nuestra atención, pues es en este lote de tierras, que se concede a la entonces villa de Santa Fe, donde se incluyen los terrenos de la Dehesa.

La idea de proveer a la ciudad de estos bienes surge del repartidor D. Diego de Yranzo, quien pensado en el futuro se dirige a los Reyes para que dicten las bases del mentado repartimiento de bienes del Concejo. A este requerimiento responden los Reyes ordenando la entrega de 30.000 maravedíes de propios y que para su pago se tomen tierras que los valgan. Dejaron completa libertad al repartidor para que señalara como ejido, prado y dehesa común de los ganados del Concejo "lo que ellos entendieren".

En el Libro del Repartimiento no figura nada de los 30.000 maravedíes para las tierras de propios, ni tampoco se dice nada de cuales fueron los terrenos designados como ejido, prado y dehesa común de los ganados del Concejo; sin embargo, los terrenos de la actual Dehesa de Santa Fe formaban parte, sin duda alguna, de las tierras que fueron concedidas por los Reyes Católicos al común de vecinos.

A continuación haremos mención a diferentes fuentes de las que extractaremos todo lo concerniente a la Dehesa en ésta época, superficie, usos del suelo, propiedad etc.

Comenzamos este recorrido documental en la página 93 del libro de Gómez Oliver y González de Molina, referido en la bibliografía. Aquí se dice que como tierras de propios "Santa Fe disponía de las tierras de la Dehesa, concedidas por los Reyes Católicos mediante la Real Cédula de 21 de Marzo de 1.499 para pasto y descanso del ganado lanar". Y continúa diciendo que "por compra, la Corporación amplió su extensión en 1.614 a 1.562 marjales y 20 fanegas. En 1761 fue dividida, en virtud de una orden de Intendencia, en 5 trances en un total de 47 suertes y arrendada en sorteo a otros tantos labradores pobres de la ciudad, por entonces ya tenía una extensión considerable, 650 fanegas y 3 celemines".

Todo lo anterior viene a confirmar este origen de la Dehesa como tierras de pasto, lo que no impide que parte de ellas, tal y como se dice aquí, evolucionaran y fueran arrendadas como tierras de labranza, uso que se ha mantenido, como ya veremos, hasta los años setenta de nuestro siglo. En cuanto a la concesión de la Dehesa para los propios de Santa Fe, por medio de la Real Cédula de 1.499, nosotros entendemos, y esto es una suposición personal, que esta fecha no se contradice con la de 1.492 que aparece en otros documentos como fecha desde la cual el Común de vecinos de Santa Fe vendría disfrutando de estas tierras, y ello debido al tiempo que, creemos, pudo transcurrir desde que el repartidor, que como ya hemos comentado anteriormente tenía libertad para elegir dichas tierras, fijara el lugar para los bienes del Común y de propios hasta que los Reyes dieran un documento en el que así constara.

Dirigimos ahora nuestra mirada a otro documento: el Catastro del Marqués de la Ensenada, que constituye una fuente inagotable para el conocimiento de la vida urbana de la mayor parte de España en la segunda mitad del S. XVIII. En el Archivo de la Real Chancillería de Granada se conservan 269 volúmenes, correspondientes a Granada y su provincia, entre ellos el documento con las Respuestas generales de Santa Fe. El método que se sigue en cada lugar, para conocer al detalle todo lo referente a la población y su riqueza, son los interrogatorios, éstos se hacían bajo juramento a las personas que los intendentes obligaban comparecer en cada pueblo. El libro de las respuestas consta de 40 preguntas, es en la número 23 donde se hace referencia a los bienes de propios:
23. Que propios tiene el común y a qué asciende su producto al año, de que se deberá pedir justificación.

El documento se conserva en buen estado, pero algunas partes están un poco deterioradas, es el caso del extremo superior izquierdo de la hoja donde se habla de las tierras de secano, aún así, hemos conseguido extraer la mayor parte de la información (hay partes en blanco debido a que no hemos podido transcribir lo que correspondía):

"A la vigésima tercera pregunta digeron que los propios desta ciudad hascienden __________ hasta doscientos ducados y veinte fanegas de trigo en cada un año".

Más adelante, en el Testimonio de propios y su distribución, se relacionan todos los bienes de propios y entre ellos, al final, la zona de la Dehesa, de la que dice lo siguiente:

"Y posee esta Ciudad zincuenta y nueve suertes de tierras de secano en término desta ciudad _____________. Lindando unas con otras ______ de contérmino de Belicena, con el de Gavia, con el de Purchil y tierras del __________________ que por un quinquenio darán de renta ______ veinte a veinteycuatro fanegas de trigo".

Las respuestas se recogen en el año de 1.752, pues es en el mes de abril de 1.752 cuando, según consta, se produce la comparecencia de las personas citadas:

"En la ciudad de Santa Fe en seis dias del mes de Abril de mil setecientos cincuenta y dos años antte su Ilustrísima el S. D. Leonardo López Ballesteros comparecieron los señores D. Pedro Acosta y D. Francisco López Trigueros..."

Por lo extractado en este documento podemos ver que parte de la Dehesa se da en arriendo para el cultivo de cereales, tal y como se observaba anteriormente, aunque parte de la misma continuaría siendo destinada a pastos, con monte bajo aprovechado, quizás, para obtención de leñas. Las lindes que menciona, y que siguen manteniéndose en la actualidad, son las de Belicena y Purchil (en la actualidad municipio de Vegas del Genil) y Gabia, del resto de linderos no menciona nada. También nos proporciona, este documento, información sobre la cabida de tierra "Zincuentay nueve suertes de tierras de secano," doce suertes más de las que figuran en 1.761 según Gómez Oliver y González de Molina, por lo que puede ser que con posterioridad a la fecha de 1.752 se redujeran las suertes, por una posible ampliación en la extensión de las mismas. Figura, así mismo, el tiempo de arrendamiento "por un quinquenio" y la renta producida, "de veinte a veintey quatro fanegas de trigo."

Poco más de un siglo después, se publica el Diccionario de Madoz, 1.845-1.850, pero en él las referencias a los terrenos que ocupa la Dehesa son escasas e imprecisas. Hace una mención general a las tierras meridionales de Santa Fe describiéndolas así:

"...al S.O. hay una considerable extensión de terreno, árido y desigual, denominado el secano, cuyas escasas producciones se reducen a cereales..."

Pensamos que la Dehesa estaría incluida en esas tierras que menciona y clasifica como áridas, desiguales, tal vez por el carácter alomado, destinadas, en parte, al cultivo del cereal pero con pocos rendimientos por la pobreza de los suelos y las escasas precipitaciones. La Dehesa, por lo tanto, sigue en condiciones similares a las de hace un siglo, quizás algo más empobrecida por el pastoreo y la extracción de leñas.

Avanzamos unos años, situándonos en el año 1.864, el 3 de mayo de este año aparece la primera inscripción de terrenos de la Dehesa en el Registro de la Propiedad (se adjunta copia completa). Hemos extractado lo más significativo que dice así:

"Finca rústica o trozo de tierra de secano llamada la Dehesa o prado, de cabida de ciento noventa y ocho fanegas y cinco celemines, está en este término, pago del mismo nombre, que linda por el Este con la jurisdicción de Purchil, por el Norte con tierras de la propiedad de Don Francisco Cardona... por el Sur con tierras del Cortijo de Santa Catalina y jurisdicción de Chimeneas y por el Oeste con tierras del Talegue, jurisdicción de Chauchina. Esta finca resulta del documento presentado, libre de toda responsabilidad así como de los libros de este Registro, en cuyo archivo no se encuentra relación alguna de ella. El común de vecinos de esta ciudad está en quieta y pacífica posesión de esta finca y de utilizar sus pastos y monte bajo desde el año de Mil cuatrocientos noventa y dos en que se practicó el repartimiento de casas y tierras de esta población, por un comisionado de los señores Reyes Católicos, y en la actualidad D. Juan de Dios González Blanca, Alcalde constitucional de ella... inscribe el dominio y posesión de esta finca a fabor del común de estos vecinos..."

A continuación figura la segunda inscripción, con fecha 22 de febrero de 1.926, de la que también extraemos lo más relevante:

"Rústica: Extensión de terreno situada en el secano de este término municipal y denominada Dehesa cuya medida superficial consta de cuatrocientas treinta y cinco fanegas, tres celemines y dos cuartillas, equivalente a doscientas siete hectáreas, dos áreas, ochenta y seis centiáreas y doce decímetros cuadrados, que toda ella linda por el Norte con doña Manola Pacheco Rosales... y con el Cortijo Nuevo, propiedad actualmente de D. José Carrillo de Albornoz y García; por el Este con D. Enrique González Carrillo, el Camino de la Costa, terrenos del término de Gavia Grande... ; por el sur el Cortijo de Santa Catalina, término de Chimeneas... y por el Oeste con D. Francisco Cerezo y Requena... y el Cortijo del Taleje sitio en término de Chauchina... De esta descrita finca aparecían inscritas en la anterior inscripción primera ciento noventa y ocho fanegas cinco celemines, o sea noventa y cuatro hectáreas treinta y seis áreas veinte y seis centiáreas y un decímetro cuadrado resultando inscribir la diferencia de doscientas treinta y seis fanegas diez celemines y dos cuartillas, equivalentes a ciento doce hectáreas sesenta y seis áreas veinte y siete centiáreas y veinte y cinco decímetros cuadrados y este exceso de cabida que va a ser objeto de la presente inscripción... debiendo hacerse constar que de las ciento noventa y ocho fanegas y cinco celemines... se segregaron y cedieron al Estado doce hectáreas setenta áreas... Admitida la información testifical... los propietarios y vecinos... manifestaron constarles de ciencia propia que el común de vecinos de este término municipal está en posesión de esta finca y como dueño de doscientas treinta y seis fanegas y diez celemines y dos cuartillas de tierra de secano correspondiente a la extensión de terreno de dicho Común denominada Dehesa y que también les consta, por haberlo oído a sus antepasados que... viene poseyéndolo dicho Común de vecinos desde que lo adquirió por donación de los Reyes Católicos en el año de Mil cuatrocientos noventa y dos... inscribo la posesión de dicho exceso de cabida...a favor del común de vecinos de esta Ciudad de Santa Fe."

Estos documentos son bastante claros en cuanto al origen de la propiedad de la Dehesa y la superficie de terreno que ocupa, por tanto no vamos a añadir nada más, excepto que la superficie de terreno asignada a la Dehesa en el Registro, 207 has, dos áreas, ochenta y seis centiáreas y doce decímetros cuadrados, difiere de las doscientas veinte y tres hectáreas y noventa y tres áreas que tiene según el Catastro, conforme al plano levantado de acuerdo con los límites.

Con todo esto, ya situados en nuestro siglo, nos iremos a la década de los años 50, durante la cual, según nos cuenta D. Antonio Vergara Contreras, (Técnico de la Oficina de Extensión Agraria de Santa Fe desde 1.958), y hasta la década de los 70, una buena parte de la Dehesa se daba en arriendo para el cultivo de cereales de secano, trigo y cebada, y el número de arrendatarios estaría en torno a diez. Tan sólo las zonas más inaccesibles o con suelos más pobres se mantenían al margen de la explotación agrícola, estas áreas incultas estaban colonizadas por monte bajo, predominando la retama, y con algún que otro pie de encina aislado.
Don Antonio no nos pudo decir más, ni sobre el tiempo de arriendo ni la superficie arrendada a cada labrador... pero, aún así, lo que nos contó nos ayuda a recrear el paisaje de la Dehesa 30 años atrás.

En 1.972 el Ayuntamiento de Santa Fe decide establecer un consorcio con el Patrimonio Forestal del Estado, el objetivo era emprender la repoblación forestal de la Dehesa. Así consta en la sesión ordinaria del 10 de febrero de 1.972:

"La Corporación representada por su mayoría absoluta legal y los 2/3 de los componentes de la misma acuerda por unanimidad prestar aprobación a las Bases de Consorcio entre el Patrimonio Forestal del Estado y este municipio para la repoblación forestal de la finca rústica denominada Dehesa o Prado".

El día 8 de junio de 1.972 cesan los contratos entre los arrendatarios de la Dehesa y el Ayuntamiento de Santa Fe. Con posterioridad se procede a la repoblación, que se hará mediante el aterrazamiento del terreno y la plantación, en su mayoría, de pino carrasco.
Como hemos podido ver, la Dehesa ha ido perdiendo con el transcurrir de los siglos ese primitivo uso como lugar de pasto y descanso del ganado, uso que se le otorgó al ser cedida por los Reyes Católicos para el Común de vecinos. A pesar de ello, en la actualidad hay algunas zonas que siguen estando frecuentadas por los pastores y sus rebaños, aunque recientemente se les ha restringido el acceso a los barrancos de la Dehesa. El cultivo del cereal fue desplazando al ganado, "se rompió la Dehesa y se metió en labor, dándose en sorteo a colonos pobres". Con la roturación se produciría, lo que podemos llamar, la primera gran transformación de la Dehesa, perdiéndose el posible encinar que hubiera, y que estaría ya bastante alterado por el pastoreo, junto con las zonas de monte bajo. La Dehesa sufrió una alteración en su conjunto. "La evolución de las tierras no estuvo exenta de cambios, especialmente en la orientación dada a su explotación. Se partió del método de arrendamiento en subasta como el más idóneo para aumentar las rentas. En 1760, con las primeras medidas ilustradas sobre el tema, se dio una nueva orientación a su funcionalidad estrictamente económica: se trataba de dar acceso al cultivo a labradores y braceros pobres".

Las motivaciones de esta creciente demanda de tierras para cultivar se enmarcan en una coyuntura alcista de los precios agrícolas, de expansión de cultivos y de fuertes incrementos en las rentas.

Podemos decir, porque así nos consta en todos los documentos consultados, que desde mediados del S.XVIII aproximadamente, puede incluso que antes, la Dehesa de Santa Fe se ve dividida en suertes que se conceden en arriendo a labradores para su aprovechamiento como tierra de cultivo de cereal. Este mismo uso se mantiene, con alzas y bajas, desde entonces hasta los años 70 de nuestro siglo. A partir de los 70 sufre la Dehesa una nueva transformación que acabará convirtiéndola en una extensión forestal. Ésta es la imagen actual de la Dehesa de Santa Fe, una superficie arbolada con Pinus halepensis en su práctica totalidad, moteada con diversas especies de cipreses y un ralo matorral mediterráneo; de la vegetación natural de la zona aún quedan pequeños rodales de encinas y coscojas en los bordes de algunos barrancos. Este es el paisaje que surge de repente ante nosotros, como una isla de vegetación verde que contrasta con el pardo - amarillento de los secanos cerealísticos y el verde oscuro del olivar.

 

Joaquina Soria Herrerías
Geógrafa
Miembro de Auca

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