Cecilia Scaffo en el Paseo de la Matriz.
Así como Napoleón recomendaba "buscar a la mujer"
cuando se trataba del reconocimiento de las acciones de los hombres, suele
suceder que cuando se sorprende una nueva firma porque su pintura impacta,
el observador se remite al maestro que formó al nuevo artista que se
destaca. Es el caso de
Cecilia Scaffo, alumna de José Arditti y de Juan Storm de 1987 a 1990. Sus
obras atraen a quien pasa por la vidrieras e invitan a entrar por
etapas y progresivamente, hacia el interior del Paseo. Llamando
la atención por su colorido alto y entonado, vibrante y bien valorado, de
flores y naturalezas muertas. Compone y estructura solidamente como no podía
ser de otra manera de una buena alumna de Storm. Sobre esta base corre
con sus colores para crear un mundo que es interior a la manera de los nabis,
con audacia de color que remite a los pintores fauve, características que
configuran una fuerte influencia de la pintura francesa y unos toques
vangoghianos en los ritmos circulares de sus pinceladas.
La pintura de Scaffo es decorativa y gestual; es
plana, rítmica, vegetal, orgánica, plástica, está bien concebida. La pintora
se perfila con buenas armas para continuar su búsqueda personal, la de un
mundo que la identifique. Si bien nadie está libre de influencias, todo
artista se construye sobre la base de los maestros que ha admirado,
estudiado; hay una cualidad que define las diferencias y que es la que se
siente tan clara como una firma, porque distingue, porque muestra el alma
del artista. Pero esta búsqueda es larga y Cecilia Scaffo está bien
preparada para continuarla, con las herramientas recibidas de los maestros y
con el aliento y la sensibilidad propios.
Comentario que se realizara el 26 de diciembre
en diario "EL PAÍS", por Elisa Roubaud, tras la exposición individual que
realizada en el Paseo de la Matriz en diciembre de 1995
|
