RED WINE + VHÄLDEMAR

Sala Azkena (Bilbo)

31/05/02

            Nos estaba costando pero parece que ya llega. El heavy metal nacional  avanza a pasos agigantados en un mercado tan competitivo como lo es el del heavy metal con muestras evidentes de un importante relevo generacional.  Representando a esas jóvenes bandas que arrasan en las tiendas de discos especializadas, Red Wine y Vhäldemar pasaron por el minúsculo escenario de la Sala Azkena de Bilbao. En la cual nos ofrecieron a los allí presentes un espectáculo grandioso.  

 

Presentando su primer disco "Figth to the end", los locales Vhäldemar fueron los primeros en saltar al escenario; a la vez que sonaba la intro que abre su flamante trabajo. El cuarteto de Barakaldo formado por Pedro J. Monge a la guitarra, Carlos Escudero a la voz y guitarra, Oscar Cuadrado al bajo y Edu Martínez a la batería, demostró toda su fuerza y ansias de triunfar en esto de la música desde la primera nota de "Lost World". El siguiente tema en sonar fue "Feelings" un tema rápido y contundente que puede hacernos recordar algunos clásicos de Manowar demostrando una gran calidad musical y una interpretación excelente. Los demoledores riffs de Carlos y los agresivos solos de Pedro dejaron con la boca abierta a una audiencia que aún no se creía lo que estaba viendo. 

Tras los temas "Old King´s Visions " y "7" le llego el turno a "Fight to the End" que es quien da título a su disco. Esta fue una de las canciones que más motivó al publico haciendo corear su pegadizo estribillo. Así fueron sucediéndose los temas con una innegable profesionalidad por parte de los chicos pero con un sonido inestable, que fue la tónica predominante de su actuación y la de los cabeza de cartel Red Wine. Cierto es que la banda sorprendió a propios y extraños con un show cargado de aspectos positivos, como lo son la calidad musical de cada uno de los componentes y la contundencia a la hora de ejecutar los temas. No en vano el cuarteto está curtido en mil batallas (todos han formado parte en otras bandas).  A pesar de las carencias que ofrece la sala en cuanto a sonido, pudimos disfrutar de un buen concierto.

Hacia las 23:15 de la noche llegó el momento más esperado. Red Wine regresaba a la capital del Botxo tras su buena acogida en el Villa de Bilbao el año anterior. La intro ambiental que abre su nuevo trabajo "El fin de los tiempos" dio paso al tema "Senderos de Gloria". Tema, en el que se pudo comprobar que continuaban problemas de sonido, tales como: El bajo volumen de la voz, el sobresonorizado bombo de la batería y las continuas subidas y bajadas de las guitarras. El técnico de sonido fue jugando con los controles y hubo varios momentos de caos al principio y al final del show. Aquellos primeros instantes fueron suficientes para percatarnos de que Red Wine es un grupo fresco con ideas, pero que se ha dejado influenciar en demasía por el power europeo, dejando atrás la personalidad que marcó en "Hijos del despertar".

"Vencer o Morir" fue la siguiente en caer al público, al que se le veía cada vez más animado y con ganas de disfrutar de un buen concierto. Los riojanos no escatimaron en demostrarnos su buena presencia en el escenario, complementando las virtudes musicales de un grupo en el que destaca sobremanera su vocalista Mario. Sus registros no estuvieron por debajo de la grabación en estudio y encandiló a todos con su voz adolescente, segura y elegante.

El concierto continuó con el tema "Hijos del Despertar" corte que da título a su anterior trabajo. Le sucedieron "El Rostro de Satán" y "Hay que Estar" una de las canciones favoritas del público. El concierto enfiló su recta final sin dejar de remarcar esos ritmos cañeros y esos toques progresivos tan característicos de Red Wine. Después de interpretar un par de temas más de su último trabajo, abandonaron el escenario. Pero el público aun quería más y todos juntos pidieron un bis que finalmente fue compuesto por "Soldados de Fe" y el mejor medio tiempo escrito en los últimos años: "Esperando".

           Al final ambos grupos se mezclaron entre sus fans para cambiar impresiones, firmar autógrafos y hacer alguna que otra foto. Todo un detalle muy habitual dentro de este ambiente que hace aún más grande a unos músicos que se deben al público que les aporta beneficios.

 
Texto: Igor Cruchaga
Fotos: Lorna Yañez

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