Premio Nacional de Derechos Humanos 2005

Pbro. José Miguel Pérez García

        

 

                          Un sacerdote recibe el Premio Nacional de Derechos Humanos
                             Reconocimiento a su labor por los niños pobres de Oaxaca.

Diario de Yucatán.
NACIONAL - Gobierno. 10/10/2005
El presidente Vicente Fox entregó ayer 9 de Diciembre, en ceremonia que se efectuó en Palacio Nacional, el Premio Nacional de Derechos Humanos al sacerdote José Miguel Pérez García, en reconocimiento a su trabajo a favor de los derechos humanos de los niños.
El presbítero Pérez García fundó en 1958 la Ciudad de los Niños y las Niñas de Oaxaca.
Durante 47 años ha proporcionado alimentación, casa, vestido, servicio médico y educación a menores desamparados.
En la actualidad atiende cinco casas hogar llamadas “Nuestro pequeño hogar” en las que están distribuidos 150 huéspedes.
En los 47 años de trabajo, el sacerdote ha brindado apoyo a más de 2,000 niños.
En entrevista con “La Jornada”, el religioso manifiesta que los niños indígenas son invisibles para la sociedad oaxaqueña.
Sus madres han ido de oficina en oficina de aquí para allá pidiendo auxilio y las traen vuelta y vuelta. Son los niños rechazados que no tienen oportunidades, indica el padre Pérez.
Los indígenas no buscan el lujo para comer, agrega. Por eso las oficinas lujosas no van a resolver el problema de miseria, nosotros no vamos atrás del dinero o de los subsidios, pedimos que los quieran y que los amen.
En su discurso, el presidente Fox dijo que el premio otorgado al religioso es un acto de justicia y una forma de agradecer la labor de quienes participan en la construcción de un México más justo.

 

                                                                                                                                           EL DON DE LA VIDA

                            Palabras pronunciadas por el Pbro. José M. Pérez García en la ceremonia de entrega del Premio Nacional

                                                                                de Derechos Humanos, en Palacio Nacional.

El anuncio de la vida es particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa.
A las tradicionales y dolorosas plagas del hambre, las enfermedades endémicas, la violencia y las guerras, se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes.
Todo lo que se opone a la vida: homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario y todo lo que viole la integridad de la persona humana; como las mutilaciones, secuestros, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de la acción psicológica.
Todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes.
Todas estas cosas y otras más, semejantes, son ciertamente oprobios que al corromper la civilización humana deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen las injusticias y son contrarios a la finalidad de la creación.
Todas estas acciones y más, están entretejidas en la comunidad humana y van formando una red que se hace el verdugo hiriente y sacrificante para muchos mexicanos y se recrudece en los oaxaqueños.
De aquí nace la Ciudad de los Niños y Niñas y sus hogares. El asunto de orfanatos hoy y siempre no son casos esporádicos o desconectados de la sociedad, son efecto de una sistematización de pobreza y de marginación íntimamante engarzado a la sociedad humana con los vínculos más estrechos y profundos, como la causa y el efecto, las acciones comunitarias y sus nefastas consecuencias, especialmente en el origen de cada ser humano.
Aquí cabe el interrogante ¿Qué tanta responsabilidad tengo yo y mi familia, mi grupo y mi trabajo en esta infernal producción de extrema pobreza y marginación vergonzosa que vivimos en este mundo de modernidad?
¿Está contemplada esta realidad e integrada a mi programa de vida personal y comunitaria?
Esto forma la estrategia de la Ciudad de los niños y niñas y sus Hogares: hacer conciencia profundamente comunitaria y llegar a las entrañas de nuestro pueblo, donde con frecuencia callamos y empolvamos realidades tan lacerantes y escandalosas mundialmente. La vida infrahumana que enfrenta y vive nuestro pueblo en el silencio de la astucia de quienes hablamos y queremos enfrentar la problemática social y urgente.
La protección de la niñez que estamos realizando en nuestra Institución oaxaqueña está llegando a las entrañas de nuestro engranaje social para llegar a realizar la protección y superación de la niñez, especialmente desamparada.
Nadie espera frutos de un árbol que esté dañado en la raíz. Nadie podrá esperar buenos patriotas si descuida la génesis que desde su concepción y gestación está siendo dañada en nuestra sociedad humana y desde luego oaxaqueña.
Es necesario edificar sobre piso firme, mientras construyamos sobre arena, nuestros resultados seràn penosos y de poca eficacia.
Es la vida por donde hay que comenzar. Esta es la intención de nuestra obra infantil: recrear la vida, defender la vida, cultivar la vida, luchar por mejorar el nacimiento de la vida. Dar vida y darla toda, sin cortapisas ni regateos.
- Nadie da lo que no tiene.
- Ni puede enseñar lo que no sabe.
- Ni puede hacer lo que no entiende.
- No es lo mismo verlo o comentarlo, que vivirlo y sufrirlo en carne propia.
- El que no se haga como Niño, pues mejor que no se haga para atrás.
- Quien no sabe dar, nunca sabrá ni entenderá qué es entregarse a una causa humana. Nadie ama más a los niños, que el que vá dándole de su propia vida.
- Aprendamos a amar la vida, quererla, gozarla, saborearla, para que cuando generemos vida, seamos conscientes y responsables en la felicidad de cocreadores y sublimemente educadores de quienes son fruto del supremo amor.
Lleguemos a educar, conduciendo a la niñéz y a la adolescencia con el testimonio de vida y seremos artífices de una nueva vida y de un nuevo pueblo nacional y estatal, en donde no seamos ni hagamos lo que nos dictan las edeologías sino tengamos una educación social, que aglutine todas las fuerzas de la persona y de la comunidad, con unos frutos que resuenen de uno a otro confín de la tierra y lo oiga a satisfacción el Autor de todo lo Creado.
Llegar al convencimiento social en nuestro Oaxaca: lograr una sensibilidad social. Demostrar con nuestros hechos que somos corresponsables. De tal manera que pueblo y Ciudad de los Niños, en una sola causa: sanear los cimientos de nuestra sociedad Oaxaqueña, en sus pequeños y pequeñas, especialmente los desprotegidos y marginados.
El pensamiento que ha sostenido a nuestra obra es : “Salvar a la niñéz es salvar a México” “Los niños dan màs de lo que reciben”
Termino con una reflexión personal sobre una noticia nacional de hace unos días: Un hombre de 70 años, amenazaba suicidarse con arma en mano, el hombre desesperado a gritos pedía justicia social, faltaban 60 minutos para cumplir su amenaza.
Su servidor, que agradece su presencia, vuestra solidaridad, manifestaciones de estima y apoyo para nuestro trabajo concreto, de sus casi medio siglo, les comunico mi gran deseo: “Tengo 76 años, si es posible, anhelo más vida, para seguir disfrutando la amistad de los niños y niñas de nuestros hogares infantiles”
Una amistad infantil, una sonrisa inocente, me hacen vibrar las humanas y celestiales palabras: “Lo que le hagas a estos niños y niñas, a Mí me lo haces”
Deseo más vida por México, mi Patria querida. ¡Gracias!

 

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