Estrategias y
experiencias.
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Ayudar íntegramente al niño y la niña verdaderamente
desamparados es la columna vertebral de la ciudad de los
niños y niñas, se entiende la niñez sin casa, sin padres,
sin alimentos y de todos rechazada.
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La formación, educación e información de la niñez se
procura sea personal, de tu a tu, es decir siempre con ellos y
para ellos, siempre de una manera practica, vivenciar,
amigable, sin pretensiones de heroísmo, sobre todo con amor
divino-humano
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Crear la comunidad infantil, en donde estamos,
insertos los mayores (jóvenes, adultos ancianos) tratando
de vivenciar las palabras divinas: “ el que quiera ser el
primero, que sea el servidor de todos”.
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Los ingredientes de la comunidad infantil son: el
amor, el perdón, la amabilidad, el respeto, la mansedumbre y
la alegría, dones que tienen los niños en potencia
extraordinaria, solo resta, que los mayores asimilemos esa
sublime armonía humana, social e infantil: “lo que hagas a uno
de estos niños a mi me lo haces” “quien no se haga pequeño
como este niño no entrara en el reino de los cielos”.
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En la ciudad de los niños se han experimentado “ pequeños
hogares “
según sexo y edad están funcionando los siguientes: de 0 días
a 4 años (mixto), “colinas Belén”, de 5 a 6 años, “la Noria”,
niños de educación especial en “Bustamante”; niñas en edad
escolar primaria: “Hogar de la Niña”, niñas de 4 a 6 años
“Ciudad de las niñas” y niños en edad escolar primaria:
“Ciudad de los Niños”. Esta dinámica va dando una respuesta
alentadora a los grandes retos que representa la niñez
herida cruelmente por una sociedad que los ha llevado a el
abandono, atropellándolos en su dignidad fundamental de
personas humanas.
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Esta tarea delicada y difícil la hemos realizado con
sencillez, con reglas domesticas, acercándonos a el prodigio
de cristo que se encarno haciéndose semejante a nosotros. Es
una tarea familiar para suavizar a los pequeños en la
ausencia de sus progenitores. Estamos seguros que en grupos
pequeños hay mejor atención a la niñez desamparada.
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Cabe mencionar la experiencia de favorecer no solo a
niños y niñas, si no también a la mama y papa u otro
familiar, quienes integran el programa de la Ciudad de los
niños, creciendo como familia y aportando eficaz ayuda en los
quehaceres domésticos y sobretodo su ejemplo desinteresado
las 24 horas del día. Ya se cuenta con mas de una veintena de
familias que se han integrado solidariamente a nuestros
hogares y que actualmente cuentan con hijos profesionistas
o siendo todavía estudiantes protegidos dentro de nuestros
hogares.
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Es valioso el aporte de familias de toda clase social
que humanitariamente se responsabiliza de niños y niñas que
al terminar su educación primaria o secundaria, no tienen
familiares y si los tienen no se sienten capaces de darles
estudios, entonces estas familias “ extensión de la ciudad de
los niños” aceptan darles todo lo que necesitan (sin
adopción) para su vida y sus estudios. Dinámica que gracias a
dios ha dado frutos con jóvenes profesionistas, padres de
familia y ciudadanos honestos.
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La dinámica ocupacional ha sido la clave estratégica
para realizar eficazmente nuestro trabajo de beneficencia:
toda la población de pequeños y mayores, dedicados a
distintos y variados trabajos: cocina en toda su extensión,
lavado de ropa, trastes y muebles, pisos y baños; pintura de
las propias casas. Talleres de dibujo, música coral e
instrumental, floricultura con viveros y jardinería en sus
variadas áreas. La educación física en sus diferentes
ámbitos y constantes practicas, además de el deporte
comunitario, lo que interesa es la participación de los niños
en el desarrollo de sus cualidades.
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El contacto con la naturaleza: excursiones a nuestros
cerros, la costa, el mar y distintos sitios a los que se le
dedican varios días.
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La cultura propia de los niños se respeta, se cultiva
y se refuerza con talleres en los lugares de la prehistoria,
colonial y moderna, hasta donde nuestras posibilidades nos lo
permiten.
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Las convivencias sabatinas, de cada mes son
significativas y gozosas para los seis hogares y algunos
bienhechores y familiares con programas espirituales y
recreativos en donde tratamos de cultivar al máximo la
hermandad humana y cristiana de todos nuestros niños y
niñas, ¡algo inaudito!.
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Las tareas escolares, la asistencia a clases, el
cumplimiento con las exigencias diarias escolares, con
asistencia permanente a escuelas publicas de primaria y
educación media, valora y evalúa la realización de nuestro
objetivo.
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Es de suma importancia en la cuidad de los niños, saber
y tener conciencia que vivimos de la caridad, como verdaderos
limosneros, pero privilegiados por nuestro pueblo oaxaqueño,
esto nos ayuda a aproximarnos a la honestidad, a la
humildad, a la máxima lección de ayer hoy y siempre: “
aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y halléis
paz en vosotros: Jesús de Nazaret.
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Lo máximo, lo único y lo mas valioso es tener fe en
Jesucristo quien nos ha hecho experimentar su amor y su
misericordia, en nuestras casas, con prodigios que no se
pueden narrar “ yo he venido para que tengan vida y la tengan
en abundancia”. Y nosotros, durante varias décadas lo hemos
vivido, en medio de nuestras grandes y manifiestas
debilidades, hemos sentido, palpado y saboreado a ese Jesús,
amigo, hermano y defensor y hemos entendido que su padre de
los cielos, que es nuestro padre y nos da todo: Su
eucaristía, su vida, su presencia tutelar, su madre la
santísima virgen María, su iglesia, y también muchos amigos
bienhechores. Siempre hemos recibido orientación de los
señores arzobispos y obispos, quienes han sido verdaderos
padres y pastores para los niños y niñas que aquí se
protegen.
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La regla de oro es: estar convencidos de que todos los
niños son buenos, ¡no hay niño malo!. Toca a nosotros los
mayores ser capaces de descubrir, valorar, aceptar, cultivar y
acompañar las grandes cualidades, virtudes y enseñanzas que
la inocencia infantil aportan al común de todo hombre y de
toda sociedad.
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Descubrir, aprecia, cultivar y recibir con agrado
sincero el cariño inocente con que el niño corresponde a
nuestro cuidado. Tener la sensibilidad y el aprecio de los
“pininos” de amor, primicia de la niñez, es el legado de
hermandad y paz en bien de todos los hombres; no frustremos la
plantita que empieza a crecer, ni estropeemos la flor que
empieza a perfumar el ambiente humano, nunca menospreciemos
su cariño aunque nos parezca inoportuno, de poco gusto e
imprudente ¡cuidado! Aprendamos a cosechar el fruto de amor
puro y fragante de nuestra niñez,; aprendamos de el maestro
Jesús, cuando el joven apóstol reclinó su cabeza en su pecho.
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Pensemos en el futuro, caro la vida eterna, que la
esperanza no defrauda, pero imploremos con gran confianza a la
omnipotencia de el espíritu santo, alma y vida de la ciudad de
los niños y niñas haga proseguir sus corazones generosos
la protección de la niñez oaxaqueña desamparada, buscando que
se favorezca siempre a los mas pobres y desamparados.
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