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¿Qué son los porros? ¿Cómo funcionan? ¿A quién benefician?

Los porros comenzaron a aparecer en México en la década de los 50’s, y ya para 1966 se trataba de grupos consolidados, que fueron golpeados con el movimiento de 1968. Después de ese movimiento tomaron fuerza importante tanto en el Poli como en la UNAM y establecieron lazos con grupos de poder institucional. La lección fue aprendida por el gobierno de Díaz Ordaz, que decidió impedir a toda costa un nuevo brote de movilización popular en las instituciones educativas. Así han permanecido durante 30 años, infundiendo terror entre los estudiantes, tratando de inhibir su organización.

Se trata de grupos de choque y represión organizados por el gobierno y las autoridades universitarias para controlar o extinguir brotes de lucha estudiantil. Son una especie de organizaciones paramilitares destinadas a mantener en el huacal a los alumnos. Los porros son, en muchas ocasiones, reclutados entre los jóvenes de escasos recursos, que a falta de educación, de dinero o simplemente muy afectados por la violencia y los males sociales en los que se desarrollan, resultan fácilmente comprables, cooptados con ofertas que van desde calificaciones, seguridad e impunidad, hasta sueldos.

Sus acciones son de sobra conocidas: secuestran camiones y micros, asaltan pasajeros, comercios y transeúntes, realizan destrozos, etc; en las escuelas se dedican a la extorsión, la agresión, al tráfico de drogas, robo de vehículos y autopartes; utilizan frecuentemente petardos e incluso armas de fuego. Además de generar ambientes de terror en las escuelas, realizan tareas más especializadas de provocación (en marchas estudiantiles, por ejemplo), intimidación o espionaje, actividades que van dirigidas específicamente a vencer y desprestigiar al movimiento estudiantil.

Se les ha vinculado con dependencias gubernamentales, como la Secretaría de Gobernación, la Comisión Nacional del Deporte, el Departamento del Distrito Federal (hoy Gobierno del Distrito Federal), el PRI, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República, e incluso la Secretaría de la Defensa Nacional, donde, después de algunos años de agresiones en alguna escuela, llegan a trabajar, ocupando puestos claves con jugosas ganancias. Un caso ejemplar es el de Reyes Tamez, actual Secretario de Educación foxista que fue toda su vida reconocido porro de la Universidad de Nuevo León.

A partir de que el PRI perdió la presidencia, algunos grupos porriles se han acercado tanto a Fox, como a las autoridades capitalinas.

Las denuncias que ponen en evidencia la protección de la que gozan los porros y su vinculación con autoridades y partidos políticos abundan. Sólo por mencionar algunos ejemplos, podemos citar a Fidel Pérez Hernández “el Black”, jefe de la Organización Democrática de Estudiantes Técnicos (ODET), cruento grupo porril del IPN, que ha ocupado el cargo de Jefe del Departamento de Conservación de la Comisión Nacional del Deporte.

La ODET y el grupo “Tres de Marzo” aparecieron en actos proselitistas del candidato priísta Labastida Ochoa en la campaña presidencial del 2000, además de alquilarse como golpeadores de “La Güera” Rodríguez Alcaine, el matón que hasta hace poco estaba al frente de la CTM. En octubre 2001, el periódico La Jornada, con acceso a documentos de seguridad nacional, señaló al PRI-DF como principal fuente de financiamiento de los porros a través del Frente Juvenil Revolucionario (organización priísta) y el Instituto Nacional de la Juventud.

Muchos porros del IPN han sido premiados por su perversa labor, el ejemplo más claro es el de Alfonso Torres “el Johnny”, ubicado como porro desde el 68, que ha sido director de la Secundaria Técnica No. 100, cobra en la nómina del Cecyt 13 y ahora ocupa importantes cargos de dirección en el IPN. Su compinche Isaac Ochoa, es hoy secretario general del PRI-DF.

Un caso más contemporáneo es el de Alfredo Benítez González “el He-Man”, porro del grupo “Tres de Marzo” que fue expulsado definitivamente del CCH Vallejo en noviembre de 1999, y que fue nuevamente matriculado en la UNAM, para ser expulsado por segunda ocasión en enero del 2000; hoy, de alguna forma misteriosa, este porro se encuentra formalmente inscrito en la Facultad de Derecho.

Impunidad y despotismo: las denuncias penales en contra de los porros pocas veces proceden. En los Ministerios Públicos, los expedientes de estos golpeadores se pierden, las investigaciones se archivan, si ya están en proceso son absueltos o salen libres con fianzas ridículas. Un ejemplo claro de la protección brindada a estas agrupaciones, es lo ocurrido el 16 de febrero de este año en el CCH Sur: el Grupo Estudiantil del Sur (GES, porros del mismo CCH), amenazó a un estudiante con un picahielo, ante esto los alumnos se organizaron y detuvieron al agresor con cinco porros más, los llevaron al Jurídico del plantel y ahí les encontraron varios petardos, una navaja y el picahielo. Bajo la presión estudiantil los porros fueron llevados al Ministerio Público (MP), donde sus abogados, con Joaquín Dávalos (conocido porro de la Facultad de Derecho) a la cabeza, tergiversaron los hechos, haciendo ver a los alumnos agredidos como los agresores. Con el apoyo de funcionarios del MP y de las autoridades de la UNAM, los porros quedaron libres, y 4 estudiantes inocentes fueron encerrados.

Además de los grupos porriles, se debe tener en cuenta otra estructura a la que las autoridades de la UNAM han recurrido tradicionalmente para combatir la resistencia de los estudiantes. Se trata de todo el aparato de represión y espionaje montado desde la gangsteril policía universitaria conocida como “Auxilio UNAM”, manejada por el hampón Brígido Navarrete que antes ocupaba el cargo de la Dirección General de Protección a la Comunidad (hoy Dirección General de Servicios Generales). Según reiteradas denuncias de la comunidad universitaria y de periodistas, Navarrete controla algunas organizaciones de porros, y a algunos de los grupos que distribuyen droga en la Universidad y se dedican al robo de autos, acto que además es utilizado como una amenaza contra el que sufre el robo. La huelga del CGH forzó a las autoridades a que sacaran de la vista pública a Navarrete, pero entre los trabajadores universitarios se sabe que sigue siendo el encargado de organizar los cuerpos de “seguridad” (represión) en la UNAM.

La mafia de Brígido y los porros se dedican al trabajo sucio en favor del régimen y las autoridades, brindado a éstos la posibilidad de lavarse las manos de las acciones represivas al presentar a los grupos porriles como independientes del Estado o la Rectoría. No se trata únicamente de grupitos de vándalos que asaltan afuera de las escuelas, sino que nos enfrentamos a mafias perfectamente organizadas y cobijadas por las autoridades universitarias que promueven la violencia contra las comunidades.

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