CÓDIGO ECOLÓGICO DE LA CAZA (Eduardo Coca Vita)

1

Ceñir la práctica de esta afición (o ejercicio. deporte, actividad, pasión...) a los

métodos y artes permitidos en cualquier modalidad, tiempo y lugar. Y jamás bajo ningún

concepto usar veneno. Al contrario. anotar bien el teléfono gratuito 900 713 182 para llamar

al Programa Antídoto S.O.S. VENENO si se encuentran animales o cebos envenenados.

colaborando así en la lucha de todos por un campo español sin estricnina. ponzoña ni zarazas.

2

Respetar las vedas especiales (edad, sexo, número de ejemplares) y los animales

protegidos, incluidos las depredadores y rapaces de especies venatorias, así como sus nidos.

huevos y crías (ni la noble cetrería es suficiente razón en contra); sus alimentos. comederos y

aguaderos; sus sesteaderos y dormideros; sus invernaderos, contaderos y refugios, incluidos

los de parada migratoria y los de descanso en tránsito.

3

Cordialidad con los especímenes de fauna no cinegética no ya con los apodados

“dañinos” para las piezas de caza sino con otros muchos; pajaritos, lagartijas, ranas, sapos.

salamandras. erizos, topos, galápagos. mariposas. lirones, ratoncillos...

Comunicar las amenazas, daños y lesiones en animales silvestres al Grupo para la

Recuperación de la Fauna Autóctona y su Hábitat. GREFA; Teléfonos 91 638 75 50 y

62746 1457 ó 59.

4

No tirar al suelo las cajas de cartuchos vacías ni simplemente dejarlas abandonadas

o escondidas en la maleza, debajo de las piedras o colgadas de los árboles. ni quemarlos al

aire libre o arrojarlas al agua cuando estemos cazando en ese medio (pantanos. lagunares.

marjales, marismas. trampales y tremedales). ¿Cómo hay alguien que promueva esas

soluciones alternativas?

El incumplimiento de esta recomendación no tiene disculpa si se dispara desde

emplazamiento fijo y se concentra y amontona la suciedad en un rodal bien definido y fácil

de limpiar.

117

5

No dejar sobre el suelo ni echar o lagunas y charcos las vainas de la munición

gastada, tanto de rifle como de escopeta. Pocos demuestran un espíritu cívico más

desarrollada que los cazadores que recogen los cartuchos vacíos (metálicos. de plástico o de

cartón), los meten en el morral y se los llevan a casa. Aparte de que hay leyes de caza

autonómicas que lo imponen. y hasta la consideran falta y lo sancionan.

Igual que se dijo en el punto anterior. las disparos a pie firme en aguardos. reclamos.

tiradas de acuáticas. paranzas de montería. posturas de ojeo y puestos de paso a esperas y

aguardos obligan con más exigencia a la observancia de esta recomendación.

por lo fácil de su cumplimiento.

Y por descontado. que esos cerros de cartuchos recogidos irán al contenedor más indicado y

no quedarán a cubierto del primer marañal o cascajera que nos venga a mano para allí

echarlos a hurtadillas.

(Sería lamentable que sólo moviera a esta limpieza el afán de disimular tiradas

repetidas y abusivas sobre la caza artificialmente repoblada. dando apariencia de estreno a la

jornada de cada tirador de turno que compra puestos de ojeo en los cotos comerciales de

explotación intensiva o forzado).

6

No introducir en el cazadero músicas ni ruidos impropios (¿hay mayor ridículo y

esperpento que un cazador con transistor y auriculares?). y menos poner altavoces,

amplificadores o aparatos extraños a la paz campesina o serrana. Ni utilizar gratuita e

innecesariamente el teléfono importunando a los animales con la grotesca colonización

tecnológico de su territorio y otras invasiones horteras sin casticismo alguno, privadas

de cualquier gracia campera.

Huelga advertir que ni pilas ni recambios de ningún instrumento pueden abandonarse

por cualquier parte.

7

Reducir el transporte en vehículos mecánicos por fuera de las carreteras y las pistas

a lo estrictamente indispensable. si no ya evitarlo por completo. Es también una benéfica

recomendación higiénica y de salud para el cazador que aspire a estar en forma física, por lo

que cumplirla supone una buena carambola (o, como sería más propio aquí. un oportuno

"doblete").

8

Después de limitado el empleo de coches a los caminos (especialmente en primavera.

para molestar lo menos posible a la flora emergente y a la fauna reproductora). circular

siempre “ecológicamente". siguiendo los recomendaciones del "Manual ecológico del

conductor de caminos" editado por el Ministerio de Medio Ambiente ya por tres veces (3ª

edición. actualizada y ampliada, en julio de 2000). con solo añadir que deben evitarse las

carriladas verticales descendentes en cortafuegos y labradíos. por su efecto erosivo en

torrentera. cuando llueve. y la posibilidad de canalizar piñas u otros elementos rodantes

incandescentes. si hay fuego; y porque los neumáticos hacen de sembradora de simientes

locas y malignas transportadas en sus estrías y ranuras, o cumplen -inconvenientemente para

esos lugares-la función de prensar aquellas que. a flor de tierra y sueltas, iban destinadas a

cebo de la microfauna y la avifauna. o estaban condenadas a la esterilidad.

9

Poner suma cautela al echar lumbre y prender candelas con ocasión de las

comidas y en días de frío. La prudencia siempre debe parecernos poca a este propósito,

porque no hay arreglo después de provocar el incendio con una foguera. Y el fuego es el peor

azote para un terreno cinegético. Por simple egoísmo, nunca debería un cazador descuidar

esta precaución. particularmente durante el verano y en circunstancias propicias (sequía,

calima, canícula, calorina, vendavales). Ocioso parece insistir en dejar completamente

apagados los rescoldos y carbonillas.

10

Cortar el monte para los puestos. puertas. posturas y pantallas, o chozos,

candelechos y tollos. haciendo de cada corta una poda, una guía y una limpieza del árbol o

arbusto escogidos. que serán los que por su conformación. edad o vigor necesiten más de

estos cuidos.

11

Cortar el monte con esos mismos criterios citados para fogatas y candeladas en

fechas invernales y para hogueras de cocinar. Más aún: preferir antes que la corta. la

recogida del ramaje caído por causa natural (chasca y támaras) o tirado tras podas. limpias

o desmoches lo que tanto afea el suelo; el arranque de los cándalos secos y de las partes

podridas; y la retirada de las ramas desgajadas o desprendidas. Se matan tres pájaros de

un tiro: calentarse, aviar la comida y de paso. hacer limpieza.

12

Conservar la pastura y el herbaje de prados. dehesas. paúles y atochales,

salvaguardar los mantos de barrujo y las capas de humus. y respetar la vegetación y la

flora (arbórea, arbustiva, de matorral y herbácea) especialmente la más valiosa por su edad,

singularidad o porte (y por descontado. la protegida). sin cortar las flores. que deben

permanecer y multiplicarse en el campo para el gozo de muchos. en vez de limitarse a

decorar. pasajeramente y en ramas mustias, un hogar aislado

.

13

R espetar el agua y sus nacederos, sin variar el curso ni el discurrir de las corrientes

naturales con caces, paulares o azudes. sin alterar los regatos y regajos de vallejos, arroyos y

ramblas. y sin usar de lavadero las fuentes, manantiales, canalejas y chortales. ni convertir en

cloacas las tablas, lavajos, cilancos, charcones y lagaretas.

No contaminar los aguaderos y abrevaderos ni permitir que los embarren o enturbien

los perros o cabalgaduras. No arrojar nunca a ellos (y menos a las norias ni a los pozos subterráneos)

los órganos y vísceras de las piezas cobradas o animales muertos o enfermos. ni

sus huesos, pellicas, pieles o plumas. Poner sus restos, entrañas, bandullos, corambres y despojos

en el sitio más conveniente para que los aprovechen rapaces, depredadores y

carroñeros.

A falta de recogida municipal. enterrar a nuestros perros en una higiénica huesa

cavada dignamente en lugar adecuado.

14

Una vez resuelto el problema de las armas para dispararlos. y garantizada la

seguridad, no usar perdigones de plomo como munición donde ello sea posible; al menos

donde causen más daño; y. en todo caso. en las zonas o áreas en que esté legalmente

prohibido.

15

Respeto de la gea: no alterar ni afectar a la morfología geológica de canchos,

peñedos, berruecos, tolmos, hitos, farallones o galayos; ni a crestones, roquetas, roquedos,

canteras o pedrizas. No sujetar vallas o alambrados en las árboles. Y nunca escribir; pintar;

pegar o clavar sobre elementos naturales -del reino mineral o vegetal- señalizaciones del

terreno, indicadores de dirección o nombres de fincas, numeraciones de posición, apelativos

de cuarteles y demarcaciones de manchas.

16

No alterar ni romper majanos, hormazos, ribazos ni lindes o confines; trochas,

veredas, atajos y sendas; cercas, bardas, corralones, toriles, palanqueras u otros elementos

naturalmente asentados o culturalmente integrados en el paisaje o en el ambiente

representativos del contorno. Más bien recomponerlos y restaurarlos cuando causas naturales,

el simple paso del tiempo o cualquier tropelía humana amenacen su continuidad o afecten a

su integridad.

Especial amparo reclaman las loberas, callejos o chorcos de los lobos como

construcciones significativas a rescatar del olvido y librar de su ruina. Y no menor debe ser la

batalla por mantener en pie los palomares, que. en su elemental arquitectura sin arquitecto,

encierran el espíritu campesino de Castilla y lo castellano de España.

17

G uiarse por criterios conservacionistas en la apertura, siempre legalizada, de

caminos, cortaderos y mondas para acceso, tiradero o contra incendios, así como en los

posteriores repasos y periódicas labores de limpieza y mantenimiento.

Ejecutar sin efectos contrarios al medio ni impactos negativos en el ambiente los

trabajos de laboreo y cultivo (abonado, siembra, irrigación, escarda, fumigación y recolección)

necesarios para la alimentación, conservación y fomento de las colonias cinegéticas y

sus diferentes especies.

18 .

No poner carteles, rótulos, publicidad o avisos, propios ni ajenos, gratuitos o

pagados. que no se amolden a la situación y ubicación adecuadas para salvar vistas.

lontananzas, panoramas y paisajes.

Retirar -y guardar para otra vez- los plásticos,, paneles, chapas o cartones que hayan

servido para la orientación en las encrucijadas, la rotulación de puestos, el desarrollo de la

cacería, montería o tirada, y la localización de piezas abatidas.

19

Reducir a lo indispensable, las obras, construcciones y edificaciones en haciendas.

fincas y cotos, haciéndolas discretas, armónicas, acompasadas e integradas en el entorno, y

con las administrativas licencias urbanísticas e informes de impacto ambiental que garanticen

su armoniosa conjunción con la naturaleza y la preservación de los espacios, sobre todo en

parajes y territorios con valores protegidos. Preferir siempre la restauración y

rehabilitación a la obra nueva.

Especial atención se prestará a esta recomendación en diques, albercas, pilones, azarbes

y azarbetas de riego, alcubillas, depósitos, estanques, bardos, mallas, estacas y postes. Y por

descontado, en casetas, chamizos, naves, cachimanes, vargas, cobertizos, tinglados,

barracones o similares habitáculos provisionales y livianos para refugio ocasional, cocinilla,

almacén, cuadra, perrera, desolladero, establo..., que tanto se prodigan y desmerecen en

campiñas y serranías.

20

Nunca arrojar por cualquier parte los recipientes y envoltorios de los alimentos y

conservas (cajas, latas, bolsas, sobres). ni enterrarlos, meterlos entre las piedras, echarlos al

agua, esconderlos en el matorral, suspenderlos de los árboles o incinerarlos. Su único destino

es la mochila para ser transportados hasta el cubo de la basura doméstico (y, mejor aún, a los

contenedores de reciclado). Aplicar la misma regla a los platos y cubiertos de plástico y

servilletas de papel. Y por supuesto. a los cartones y cajetines de carretes, películas y cintas

de video, usadas ya en la caza tanto o más que las armas (y lo único que emplean los

asépticas y ecológicos "cazadores” fotográficos).

21

Cuando se es cazador fumador (y a salvo el mejor consejo de abandonar el tabaco).

no sembrar la tierra ni salpicar el agua de puntas de cigarros y cigarrillos, ni de los

continentes o accesorios de los mismos (cajetillas. cartones, cajas y platillas; celofanes,

vitolas o fundas de puros). Ni sembrar el campo de estos desechos ni despreciar el peligro de

las colillas y de los fósforos como origen de incendios en el monte y de fuego en el pasto y la

maleza. Y por supuesto, no tirar las cajas de cerillas vacías ni los mecheros agotados, que irán

al vertedero más indicado, y nunca a la vegetación del secarral o a la broza del humedal, por

más que se ofrezcan como lugarejos poco a la vista o escondrijos que no dejen ver las

pequeñas inmundicias.

22

No abandonar en el cazadero, ni en sus aledaños o riberas, ni a la vera del camino o

en sus cunetas y arcenes, los cascos o envases de agua y demás bebidas: botes, botellas,

bombonas, botijos, tetrabrick. Ni sus corchos y tapones, por pequeños que sean. Reutilizar

los vasos de plástico y nunca perderlos en la naturaleza, estén nuevos, viejos o rotos.

23

Aspirar o dejar cualquier lugar o terreno destinado a excursiones de caza como si

nadie hubiera pasado por él, sin echar basura alguna y recogiendo la que se descubra,

para que cada cazador, cuando vuelva allí, o vaya a otro lugar; lo encuentre todo impoluto y

despejado, cual si fuera el primero en hollarlo recién salido de las manos de Dios.

El cazador debe llevarse de su postura todo el residuo generado por su actividad en ella

y eliminar cualquier resto de lo que utilizó allí, sin olvidar nada. Y también retirar lo que

otros incívicos o desaprensivos puedan haber dejado en ocasiones anteriores. Cuesta poco y

luce mucho. Además, para ejemplo de todos, se debe de alardear de ser así en la recogida,

ágape o encuentro de colegas que ponga fin a la jornada de caza.

24

Asear y restituir lo más posible a su estado previo, con retirada de desperdicios y

sobras, el lugar donde se hayan celebrado juntas y sorteos, migas y tacos, desayunos y

comidas, así como los espacios de concentración de coches y las zonas de aparcamiento de

vehículos, y los puntos de recogida de reses y embarque de la carne.

El recordatorio de esta recomendación –que extiendo a reposteros, cocineros, camareros,

recoveros y carniceros- viene impuesto con especial apremio por el normal hecho de que las

actividades enumeradas se desarrollan en zonas calmas o abiertas, navas y calveras entre la

espesura de mohedas, sardonales y arcabucos, todos ellos enclaves despejados que delatan

bien la indolencia y la incuria, y donde permanece muy visible el daño al paisaje por acciones

descuidadas y poco cívicas. Y ello aunque el recurso al anonimato entre la masa nos tiente a

camuflar la culpa y a diluir cómodamente la responsabilidad entre la multitud impersonal y

el grupo amorfo.

25

No utilizar el campo para tiro al blanco o prueba de armas contra peñascos y

árboles, y menos sobre objetos de cristal, que quedan hechos añicos de por vida, con riesgo

de herir a personas y animales o de iniciar un incendio en el lugar. Tampoco ametrallar los

mojones y las tablillas del coto; ni el aparellaje del ferrocarril (aun en vías muertas o

levantadas) o las señales de circulación y postes de tráfico o de otros servicios públicos; ni

los indicadores de cualquier finalidad o naturaleza, pública o privada: ni emprenderla con

aisladores y palomillas de la luz o del teléfono, por abandonados que se encuentren o en

desuso que estén. Todo eso no es otra cosa que vandalismo: destrozos, basura y peligro.

26

No llevar al terreno de caza máquinas de lanzar platos o hélices, y menos cerbatanas

impulsoras de palomas o proyectoras de codornices.

Esas tiradas y lanzamientos tienen otro escenario y sus propios recintos. Y fuera de ellos, en

plena naturaleza, repugnan a la pureza de la afición, turban el silencio del paraje, ensucian los

suelos, contaminan la genética y comprometen la salud de la fauna indígena del lugar. Son,

además, actos ilegales sancionables por sus reglamentaciones específicas.

27

Cuando no haya caza o estemos fuera de época, o si el tiempo y las condiciones

atmosféricas impiden cazar; dedicarse a descubrir los gozos que el campo puede dar al

cazador como complemento y por añadidura: desde recoger ortodoxamente hongos, espá-

rragos y otros comestibles silvestres que la ley permita (collejas, puerros, verdolagas,

alcaparrones, cidra, hinojo, manzanilla, orégano, poleo y demás hierbas aromáticas,

medicinales o de infusión no vedadas a su búsqueda) hasta limpiar desagües y corrientes,

apartar piedras de los carriles, observar la minifauna, buscar legalmente fósiles, catalogar

plantas y aprender sus nombres, etc. Entremedias todo lo que la imaginación sugiera y las

aficiones de cada uno reclamen.

28

Alimentar a los perros con ripios y recortes orgánicos aprovechando lo sobrante

de nuestras mesas y cocinas -especialmente si apañamos las piezas cazadas para comérnoslas,

como debe hacerse- en vez de generar y amontonar desperdicios y pedirle al suelo fértil más

esfuerzo reproductor. No claudicar a la publicidad capciosa ('propaganda') que nos quiere

hacer creer que sólo los cánidos nutridos con los piensos artificiales compuestos del mercado

de hoy están sanos y son útiles: la caza con perros viene de la noche de los tiempos y la

comida industrial o enlatada es como quien dice de ayer mismo.

29

Portar lo merienda en fiambreras y no en recipientes efímeros de plástico o papel.

Retornar a las talegas de tela de antaño y a los cestos o bolsos de uso indefinido para el

acarreo de vituallas, viandas y víveres, rescatando del olvido a cenachos y capachos.

Anteponer los cestos de mimbre a las cajas de cartón. Y preferir en el transporte del hato los

discretos sacos de cáñamo y costales de tela al plástico agresivo y chillón. Y paro el agua, el

aceite y el vino, sin ninguna duda, la cantimplora, la alcuza y la bota perdurables (o la

damajuana, la cántara y el garrafón, si la cuadrilla a proveer fuera grande), frente a tentadoras

modas de otros continentes menos duraderas y envases de "usar y tirar".

30

Demorar voluntariamente el principio de la temporada legal y adelantar su final.

En el primer caso, para facilitar el fortalecimiento y mayor desarrollo de los ejemplares de

cada especie, dándoles la oportunidad de aumentar sus defensas. Y, en el segundo, para

beneficio de los apareamientos y la reproducción. Aunque no hacerlo fuera reglamentario,

resultaría poco ecológico (y poco ético).

31

No disparar a palomas, tórtolas y otras aves tardías que, por anidación retrasada o

segundas puestas, y aun dentro de temporada hábil para su captura, saltan del nido o a él

vuelven. Tampoco a los pelones de última saca y crías inmaduras de cualquier especie,

aunque esté tolerado por la normativa. Ni a ejemplares poco hechos, con defensas

amortiguadas o escaso desarrollo, por su ciclo de reproducción o por cualquier otra causa

coyuntural o accidental del signo que sea. Pese a que nadie pudiera denunciar oficialmente el

hecho por motivo de tiempo y lugar no sería ecológico (ni ético).

32

Llevar siempre las perros atados y dominados hasta el cazadero y una vez en él o

concluida la estancia allí, llevarlos del mismo modo hasta el lugar de los encuentros

intermedios o el punto de la reunión final, manteniéndolos atraillados mientras se emplean en

la nueva tarea.

En primavera y otras épocas especiales (estro de los mamíferos. celo de todos los

animales, anidamiento, puesta y empolladura de aves, paridera y eclosión, crianza de todo

tipo de fauna...) no tenerlos sueltos y libres, sacándolos de sus perreros con zálamo y

tarangallo (bozal y tanganillo en mi tierra manchega), bajo vigilancia y control de

movimientos.

Y nunca abandonarlos en el campo, si no ya como gratitud y por humanidad, al

menos para evitar daño a la fauna.

33

Camuflar bebederos y comederos, así como cebaderos y capturaderos, heniles y

pajares, haciéndolos con materiales discretos Y de tamaño y forma no agresivos ni

llamativos. Y disimularlos en el emplazamiento y localización más adecuados. Retirar a su

tiempo los contenedores y envases del pienso y del agua, sin decorar el campo con sacos de

jerga o plástico, banastas, bidones, barreños, cubos, garrafas, bombonas y otros útiles,

artefactos y cacharros de uso frecuente en el envasado, almacenamiento y transporte de

comida y bebida para animales. Sin olvidar tapas, ataderos, cintas, cuerdas, cordelillas o

precintas, que también afean lo suyo.

(¡Esas latas de gasoil y los aceites usados que circundan las bañas, cebos y querenciosos

hozaderos de los jabalíes! ¡Y esos bártulos y pertrechos que rodean y parapetan las chozas de

rondadores y los pétreos asientos de esperistas y sus acompañantes!)

34

Defender la pureza racial huyendo de la mezcla de genes, de la introducción de

especies espurias o razas foráneas, de las hibridaciones y mixturas. No hay medalla de ningún

cazador; ni vanidad de propietario o beneficio económico de organizador alguno que

justifique el falseamiento de los trofeos o la impurificación de nuestra caza propia, ni que

compense la distorsión de sus castas atávicas o redima la pérdida de limpieza en la sangre

ibérica. Amén de que será siempre una ilegalidad, incluso delito a veces. Guerra sin cuartel

par tanto, a lo forastero y extraño, a lo exógeno y alóctono.

35

Renegar de ir, ni de invitado, a vallados minifundistas, cercados de seguridad,

granjas extensivas, sueltas infames o lanzamientos alevosos de fauna cinegética. No

descansar en la lucha y el empeño por la libertad de las especies venatorias y de las acciones

venadoras: mantener una serena crítica y una oposición tenaz a lo que en el campo, el monte

y la montaña no esté suelto o no sea abierto y diáfano. Preferir la mano galana al ojeo; y el

salto al gancho encontrado.

Sin el permiso reglamentario, no tener ejemplares de fauna cinegética como mascotas de

compañía o en cautividad.

36

No disparar contra ningún animal desde caballerías edificios, embarcaciones,

vehículos (menos aún aerotransportados) o al amparo de cualesquiera otros parapetos y

camuflajes ventajistas.

Abstenerse de usar el coche como medio de caza (y menos de caza ilegal), por su

condición de instrumento aventajado que lo hace ilícito, prohibido doblemente bajo sanción

doble: de las leyes de caza y de las leyes de trafico

37

Desterrar de los hábitos de otros tiempos superados por las exigencias

conservacionistas y las corrientes naturalistas, el muérdago, la liga y la liria; el visco y la

barraca; los lazos, perchas, orzuelos Y alares; los cepos, costillas y ballestas; las losillas,

calderuelas y espejuelos; los alzapiés y zalagardas. Y no usar capillos, albanegas, buitrones,

trasmallos ni otras redes, artificios o artimañas que no sean para acciones excepcionalmente

permitidas en dándose las circunstancias legales de tiempo y lugar que amparen su

autorización por leyes especiales o regionales que salven tradiciones o protejan

manifestaciones de valor cultural o alcance social.

38

Administrar con generosidad y largueza los cupos legales con que se cazan algunas

piezas, inclinándose siempre por menores capturas que las autorizadas, y dejando para

renuevo la mayor reserva y mejor madre, a cubierto de adversidades de cualquier orden y

en previsión de que las condiciones meteorológicas impidan la normal reposición natural de

especies en la siguiente temporada.

Llevar a cabo la entresaca y la caza selectiva o el descaste con el riguroso objetivo de la

mejora biológica y bajo estrictos criterios ecológicos.

39

Dar cuenta a las autoridades sanitarias y organismos más relacionados con el sector

(colegios veterinarios, universidades. institutos de investigación, etc.) de las enfermedades

epizoóticas o los problemas de salud zoológica y zoonosis descubiertos en las poblaciones

que conozcamos o en los ejemplares por nosotros abatidos y resto de animales observados o

avistados.

40

Predicar la mesura y la sobriedad “cinegéticas”. y a tal efecto:

a) Autolimitar el empleo de avances técnicos, sofisticados descubrimientos y tecnología

de vanguardia, despreciando lo que desequilibra la comparación entre intelecto e instinto,

rompe la horizontalidad entre ingenio y musculatura, quiebra la escala de resultados debidos

al cerebro y a los bofes.

b) Renunciar a las conquistas ya incorporadas en los medios y armas habituales de caza,

haciendo dejación de lo alcanzado, retrocediendo a los orígenes, negándose a uno mismo y

volviendo a calibres más pequeños, cargas más reducidas, recámaras más cortas, auxilios

ópticos menos polivalentes y modos de transporte menos confortables, menos rápidos y

menos capaces.

c) Aligerar voluntariamente las cananas para, al espaciar los disparos, disfrutar entre

tiro y tiro con otras tantas cosas ('sensaciones') que ofrece la vida salvaje y nuestra estancia al

aire libre.

d) Bajar el número de presas en favor de la observación del entorno y del ir y venir de

las aves por el cielo, reemplazando el tiroteo sin ton ni son por el tiro pausado y selectivo que

permita recrear los lances y gozar con la belleza del escenario y sus decorados naturales.

e) No saturarse de pólvora para poder captar la esencia del lugar y ser luego capaces de

recordarla y reviviría contándolo o escribiéndolo.

41

Denunciar cualquier infracción ecológica (caza furtiva, envenenamiento de

animales, vertidos, carboneo, quemas, rachas, talas, canteras. calicatas, perforaciones.

desmontes) y avisar de los accidentes y desastres (incendios, inundaciones,

desbordamientos, derrumbes, hundimientos, roturas de infraestructuras públicas).

La privilegiada atalaya de observación de los cazadores deportivos, en lugares solitarios o

alejados, y la independencia de su criterio, con ausencia de intereses y condicionantes, los

hacen idealmente libres para descubrir y denunciar las conductas desaprensivas y evitar o

aminorar los efectos de catástrofes y sucesos imprevistos.

Avisos al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, SEPRONA:

Teléfono 062 (ó 112, salvo en Ceuta).

Avisos al Programa Antídoto, 5. O. 5. VENENO: Teléfono grafuíto 900 713 182.

42

Dentro de la legalidad, y sin infringir las prohibiciones y limitaciones que por razón

del tiempo atmosférico y los meteoros rijan en cada caso, acomodar la táctica y las técnicas

de caza a las condiciones climáticas del lugar y a las meteorológicas del momento, de las

que siempre podrá obtenerse información anticipada a través del Instituto Nacional de

Meteorología, a cualquier hora y para cualquier zona de la geografía española, por los

variados medios y procedimientos de divulgación con que cuenta el citado organismo (que es

el Servicio Nacional Meteorológico Español integrado en la OMM). Su teléfono cabecera de

información se retiene bien: 906 365 365 (TELETIEMPO).

43

Enviar; en la forma legalmente dispuesta y al destino que corresponda, las anillas,

pendientes, chapas, collares, etc. de aves u otros animales de cualquier forma marcados

con fines científicos, de estudio, didácticos o de otro tipo. Se acompañará la información que

se conozca y resulte útil al fin investigador perseguido (fecha y modo de captura, lugar y

municipio. especie y detalles del ejemplar), así como dirección del remitente si quiere saber

antecedentes y curiosidades de su hallazgo.

Los envíos se harán a:

Dirección General de Conservación de la Naturaleza

OFICINA DE ANILIAMIENTO

Gran Vía de San Francisco. 4. 28005 Madrid

Teléfono: 91 596 49 83/4.

Correo electrónico: [email protected]

(Pueden pedirse a la Oficina los modelos de impreso donde remitirle los datos de que se

disponga).

44

No defender posiciones radicales frente a los naturalistas proteccionistas, ni

mantener discusiones o polémicas intransigentes con conservacionistas o ecologistas. Dar

testimonio de coherencia y ejemplo, siguiendo la conducta recomendada en lo hasta aquí

dicho. Y puesto que el tiempo lo pone todo en su lugar, confiar a largo plazo en la fuerza de

los hechos más que en la retórica de las palabras, en la mímica de las gesticulaciones,

en las amenazas personales o en las descalificaciones por cualquier medio audiovisual o

escrito que, usados de cañas, se puedan volver lanzas en poder de los no convencidos pero sí

irritados.

45

Procurar extender lo más posible el conocimiento de este Manual, y en

consecuencia:

a) Divulgar las pautas de comportamiento de sus cánones entre familiares, colegas,

vecinos, amigos y conocidos, haciéndolo parte de la documentación de caza, y llevándolo en

el morral y en el coche para consultarlo y releerlo de vez en cuando.

b) Hacer proselitismo de su observancia en las sociedades, peñas y cuadrillas de los

cazadores en cuyas manos caiga, así como en ferias, muestras, jornadas, cursos, convenciones

y congresos de temas cercanos a nuestro particular mundo.

c) Repartirlo sin falta entre los alumnos de las escuelas de caza (exigiéndoles un estudio

crítico constructivo) y de las academias preparatorias de los exámenes del cazador;

d) Obsequiar con él a los presentes en tiradas, juntas de montería y ojeos; a los asistentes

a tertulias y reuniones; a los nuevos socios de un acotado o club de cazadores y monteros; y a

los integrantes de asociaciones de productores, de cotos, de guardas y de rehalas.

e) Incorporarlo a las carpetas de documentación de los miembros de consejos y

órganos de gobierno de federaciones, organizaciones públicas y entidades privadas relacionadas

con la regulación, enseñanza y práctica de la caza o a ella próximas.

f) Convertirlo en un regalo para comensales en almuerzos y cenas con motivo o por

razón de la caza. Y hacerlo un buen detalle del anfitrión en los cócteles, guateques, saraos y

otros festejos propiciados por la misma caza o sus múltiples manifestaciones contiguas.

g) Tenerlo a la vista del público, y a mano de visitantes y clientes, en armerías, tiendas

de caza, taxidermias, hoteles y restaurantes de cazadores, campos de tiro, empresas de vigilancia

de terrenos, aseguradoras, agencias de viaje y gestorías del ramo u otros

establecimientos parecidos.

h) Unirlo como anexo a los planes técnicos de caza que entreguen los titulados del ramo a

los titulares de cotos.

i) Darlo a cada cazador junto a su nueva licencia.

j) Disponer del mismo en librerías y editoriales del sector, y hacer de él comentarios,

recensiones y reproducciones en los medios escritos, orales, audiovisuales y telemáticos,

sobre todo en programas y revistas de caza y afines (especialmente de pesca. pero también

de coches todoterreno, armas, tiro, perros, ganadería, agricultura, forestales, turismo rural,

etc.). sin olvidar las publicaciones ecológicas o de pura naturaleza, a cuyos editores,

redactores y lectores les tendemos también con este manual una mano amiga para dialogar

con ella estrechada en un apretado ejercicio de entendimiento y comprensión.

 

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