ARTÍCULO
DEL MES:
CALOR
Y ARMAS, MALOS COMPAÑEROS
Cualquier
cazador es consciente, en mayor o menor medida, de lo malo que
el calor puede resultar para obtener
buenos resultados en una jornada
cinegética, pero ¿cómo afectan las
altas temperaturas?, ¿qué precauciones hay
que tener en cuenta?... son cuestiones
que no todos tenemos claras.
Por eso hemos querido dedicar el artículo
de este mes de agosto al efecto del
calor en el rendimiento balístico de
nuestras armas, siendo conscientes de que
las altas temperaturas pueden llevarnos a
situaciones realmente peligrosas.
LOS EFECTOS DEL SOL
Pensar
que el sol puede resultar beneficioso para la balística de las armas es un
error que viene heredado
de antaño.
Efectivamente,
en la época de la avancarga, cuando se utilizaba la pólvora negra, los
expertos
recomendaban colocarla sobre un papel y
ponerla al sol y, efectivamente tras hacer esto se podía notar un
mejor encendido de la misma. El motivo es
claro, la pólvora negra es un compuesto de azufre, salitre y
carbón vegetal que atrae enormemente la
humedad, con lo que al conseguir que quedara seca gracias al
efecto del sol, su funcionamiento
mejoraba enormemente.
Pero
en nuestros días no es así; la pólvora moderna, conocida como “pólvora sin
humo”, no atrae en ese
grado la humedad, puesto que está
preparada con otros ingredientes como la nitrocelulosa o
nitroglicerina, mezcladas con aditivos químicos.
Los fabricantes actuales se preocupan por controlar la
velocidad de combustión a través de la
forma y tamaño de los granos.
Así la pólvora que utilizamos hoy en día
no es un
explosivo (como sí lo era la pólvora
negra). Se quema
cuando es inflamada por el pistón y
genera poco a
poco gases de combustión que hacen que
la presión
suba gradualmente para acelerar el
proyectil o
proyectiles hacia la boca de fuego.
En función de las características del
pistón, el calibre,
la carga de perdigones y de la capacidad
de la vaina, el
fabricante se encarga de elegir un
determinado tipo de
pólvora con una velocidad de quemado
concreta para
que el desarrollo de presiones que se
genera durante la
combustión se mantenga por debajo de la
presión
admisible para el calibre.
Entendemos por presión admisible del
calibre aquella
por encima de la cual se resiente el
plomeo o la
precisión en el caso del tiro con bala;
en casos
extremos, cuando supera la resistencia de
arma, puede
llegar a producir un accidente.
El
fabricante deberá combinar pólvoras con diferentes velocidades de quemado para
controlar la
generación de gases y evitar que se
supere la presión admisible.
En esta presión influyen también
factores externos, entre los que hay que destacar la humedad y la
temperatura, que modifican el tipo de
combustión de la pólvora, es decir, varían su índice de vivacidad.
Así la pólvora normalmente arde de
forma correcta a 21 grados centígrados, con un 60% de humedad,
pero si el cartucho se encuentra expuesto
a una elevada temperatura o a un ambiente demasiado seco,
aumentará la presión y con ella la
velocidad.
LOS
PELIGROS DE LA SOBREPRESIÓN
Pongamos
un ejemplo gráfico: un aumento de 10 grados centígrados de temperatura en la pólvora
(si bien
esto variará en función del tipo de pólvora
del que se trate), puede suponer un incremento de la velocidad
en un 0,5-2 por ciento, al tiempo que un
aumento de la presión en aproximadamente un 4%.
Esto llevado a un caso extremo, con
temperaturas mayores, y si se suman otros factores como la vaina o
la recámara sucias, podemos vernos
envueltos en un grave accidente por reventón del arma.
El reventón podría ser la peor de las
consecuencias y, aunque éste no debe ocurrir normalmente, debemos
tener presente que cualquier sobrepresión
resulta nefasta para conseguir tiros acertados. La razón es clara:
un aumento de la presión incrementa
ligeramente la velocidad del proyectil y esto tiene la clara
consecuencia de una variación en el
punto de impacto.
DISTINTAS
INFLUENCIAS
Ni
que decir tiene que las altas temperaturas no afectan de igual manera a todos
los cartuchos; así lo que
en condiciones normales de calor generen
bajas presiones en la recámara o tengan tacos de calidad que
amortigüen mejor el golpe de presión y
la aceleración de la carga, se verán menos afectados.
En el caso de la cartuchería que está
cargada con perdigones, el aumento de presión producido por las
altas temperaturas siempre influye en el
plomeo, puesto que afecta tanto a la velocidad como a la
deformación de los proyectiles. Resulta
por tanto sumamente peligroso y nada recomendable realizar
pruebas de plomeo cuando la temperatura
ambiental es superior a 40ºC.
QUÉ
HACER CONTRA EL CALOR
Por
supuesto, lo más importante será que intentemos por todos los medios evitar el
aumento de
temperatura de nuestros cartuchos. La
primera medida afecta al almacenamiento de los cartuchos, que
deberá ser siempre en un lugar fresco y
seco.
Además y en cuanto a su transporte,
muchos cazadores y tiradores de competición utilizan durante los
meses de verano una de esas pequeñas
neveras portátiles en las que guardan estos cartuchos.
Estas neveras deberán mantener una
temperatura aproximada de entre 20-25 grados.
Por supuesto, en las jornadas de caza en
verano deberemos poner especial atención en no dejar los
cartuchos expuestos al sol, ya sea
directa o indirectamente. Muchos no se dan cuenta de esto y los dejan
dentro del coche que con facilidad quedará
aparcado al sol, sin darse cuenta de que allí la temperatura
podrá alcanzar cotas muy altas, que sin
duda afectarán al material.
También hay que tener precaución
durante el trayecto, no cayendo en el error de dejar los cartuchos en el
maletero, puesto que resulta mucho más
adecuado guardarlos con nosotros y enchufar el aire
acondicionado.
Tomando estas sencillas medidas
preventivas, no debería ocurrir nada puesto que las temperaturas que
alcanzamos en nuestro país no son tan
excesivas como para correr riesgo de sobrepresión durante el
ejercicio de la caza.
Más cuidado deberán tener los tiradores
de competición, para
quienes un plomeo algo más abierto puede
suponer plato
fallado, lo que sin duda p uede llevar al
traste una prueba. El
uso de una buena nevera que garantice al
100% la
temperatura antes indicada es, por tanto,
imprescindible.
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