COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Cuarta Parte
LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO

Capítulo Trigésimo Segundo

QUINTA COLUMNA JUDÍA EN LA IGLESIA ORTODOXA RUSA

   Antes de entrar en Rusia, el judaísmo penetró en Ucrania, donde adquirió gran fuerza. Las represiones realizadas contra la acción subversiva de los hebreos trajeron por consecuencia que éstos se convirtieran fingidamente al cristianismo en grandes cantidades, primero de la Iglesia Ortodoxa griega y después de la rusa; siendo, como en la catolicidad, los principales propagadores de los movimientos herético revolucionarios en tales Iglesias.

   Sobre uno de los movimientos subversivos que estremeció a la Iglesia y a la cristiandad rusa, la citada obra oficial del judaísmo venimos estudiando, la Enciclopedia Judaica castellana nos informa que la secta fue una propagación de los passagii. Dicha enciclopedia dice textualmente lo siguiente:

   "La esencia judía, latente en los `passaggi´, quedó de manifiesto en el desarrollo que su doctrina había de alcanzar entre los `shidovstvuyushtchiye´ (judaizantes) de Rusia en el s. XV. Esa secta, que tuvo su primer apóstol en el judío Shkariya de Kiev y que conquistó incluso a los príncipes y al alto clero moscovitas, creía que Cristo aún no había aparecido y que si apareciera, no lo haría como Hijo de Dios, en sustancia, sino a través de sus actos benéficos, `como Moisés y los Profetas´" (295).

   Como podrá verse, esta secta se propagó por el mundo católico y después fue introducida por un judío dentro de la Iglesia Ortodoxa rusa; otras, en cambio, como los cátaros, nacieron al parecer en tierras del Imperio Bizantino y se propagaron a la catolicidad. La gravedad de la crisis puede apreciarse con la confirmación hecha por el judaísmo a través de su enciclopedia citada, de que la herejía judaizante fundada por un hebreo, conquistó en gran parte el alto clero moscovita en pleno siglo XV, es decir, hace más o menos quinientos años.

   También en el vocablo Rusia del tomo IX de la "Enciclopedia Judaica Castellana", se hace mención de este poderoso movimiento herético, diciendo que la versión eclesiástica: "...lo atribuye a influjo directo de predicadores judíos..." y que otras fuentes "...tienden a relacionarlo con las sectas `sabatarias´, muy esparcidas en el sur y el este de Europa en la era de la reforma..." de las cuales afirma dicha enciclopedia judaica, que tenían "...nexos indiscutibles con el judaísmo". Cita luego esta obra fundamental de la sinagoga lo que dice Simón Dubnow al respecto:

   "Durante el mismo período surgió en Moscú, como resultado de una propaganda secreta del judaísmo, un movimiento religioso, conocido con el nombre de `herejía judaizante´. De acuerdo con los cronistas rusos, el iniciador de esa herejía fue el docto judío Sjaria (Zejarya), que junto con algunos correligionarios, había emigrado de Kiev a la vieja ciudad rusa de Novgorod. Aprovechando la inquietud religiosa que por entonces imperaba en Novgorod, una nueva secta, la de los `strigolniki´ (llamada así por su fundador, Carp Strigolnik) había hecho aparición en la ciudad, donde proclamó la derogación de los ritos cristianos y aún negó la divinidad de Cristo. Zejarya se acercó a varios representantes del clero ortodoxo, y logró convertirlos al judaísmo. Los adalides de la apostasía de Novgorod, los sacerdotes Denis y Aleksei, se trasladaron en 1490 a Moscú y convirtieron allí a gran número de greco-ortodoxos, algunos de los que se sometieron incluso al rito de la circuncisión. Pronto, la `herejía judaizante´ se atrincheró entre la nobleza de Moscú y en los círculos cortesanos. Entre sus adictos figuró Helena, nuera del gran duque. 

   Henadio, arzobispo de Novgorod, denunció la peligrosa propagación de la `herejía judaizante´ hizo valientes esfuerzos por extirparla en su diócesis. En Moscú, la lucha contra la nueva doctrina resultó en extremo difícil. Mas también allí se logró, finalmente, contenerla merced a la vigorosa acción de Henadio y de otros fanáticos de la ortodoxia. Por decisión del concilio eclesiástico de 1504, respaldada por las órdenes de Iván II, los principales apóstatas fueron quemados vivos y sus partidarios encarcelados o recluidos en conventos. Como resultado de esas medidas, la `herejía judaizante´ dejó de existir...". La enciclopedia judía referida termina con este muy interesante comentario:

   "Las tendencias judaizantes, sin embargo, no desaparecieron nunca entre el pueblo ruso y ocasionalmente se manifestaron, siglos más tarde, en forma que alarmaría al gobierno imperial" (296).

   La quinta columna judía en la Iglesia Ortodoxa rusa se fue fortaleciendo después con las sucesivas conversiones simuladas de los hebreos al cristianismo ruso. En el siglo XVII hubo grandes conversiones aparentes de hebreos, que fingiendo ser buenos cristianos, en el fondo de su corazón y en secreto seguían siendo hebreos y odiaban a la Rusia tradicional.

   A estos judíos subterráneos se les conoció con el nombre de los "shobatnik". Se han hecho varios estudios sobre ellos, entre los que se puede citar el del destacado dirigente del judaísmo, distinguido Chacham Joseph Israel Benjamín, que hizo una compilación de hechos históricos con relación a los shobatnik y la publicó en Tlemcen, Argelia, bajo el título de "Four Years War of the Poles against the Russians and Tartars 1648-1652".

   El Zar Nicolás I quiso solucionar el problema judío recurriendo al trágico error de presionar a los hebreos para que se convirtieran al cristianismo, con el desastroso resultado de que las conversiones en su inmensa mayoría fueron fingidas, siguiendo los israelitas la práctica pública de un cristianismo insincero, mientras que en secreto seguían siendo tan judíos como antes y hacían ordenar de popes a sus hijos, infiltrándolos en las jerarquías del clero ortodoxo, al igual que lo hacían sus hermanos criptojudíos en los cleros católico y protestante.

   Es justo reconocer, sin embargo, que tanto los zares como la Iglesia Ortodoxa y el pueblo ruso se resistieron todo lo que pudieron a la entrada de los hebreos en Rusia, los cuales inicialmente se introdujeron en forma clandestina desde Ucrania, cubiertos con la máscara del cristianismo. Y aunque después lo hicieron en grandes masas, sobre todo a partir del momento en que Rusia conquistó gran parte de Polonia, la Iglesia Ortodoxa, el Estado y el pueblo siguieron luchando heroicamente contra las comunidades hebreas que llegaron a ser las más numerosas del mundo, hasta que con la ayuda del judaísmo internacional lograron los israelitas triunfar, primero en la revolución de marzo de 1917 y después en la revolución bolchevique de octubre, cuyo triunfo se debió también en forma decisiva al apoyo de la quinta columna judía introducida en la Iglesia Ortodoxa rusa. De otra manera habría sido imposible que un partido comunista tan raquítico, que tenía en un país de más de cien millones de habitantes sólo unos cuantos miles de socios, hubiera podido triunfar tan rápida y fácilmente. Venció porque los quintacolumnistas criptojudíos, adueñados de posiciones clave en el clero ortodoxo y en los partidos y organizaciones derechistas, centristas y de izquierda moderada, sabotearon las defensas de la Rusia tradicional y con malévolas intrigas desprestigiaron y anularon a quienes hubieran podido salvarla. En el momento decisivo, el judío Kerensky y sus cómplices entregaron el poder en manos de la pandilla de criminales hebreos que tiranizan al pueblo ruso, desde entonces hasta ahora.

   En cuanto la pandilla israelita de Lenin impuso en Rusia su dictadura sangrienta, mandó asesinar a arzobispos, obispos, popes y clérigos de toda jerarquía, sinceros en su fe; y los fueron sustituyendo por judíos vestidos de sotana, como lo han denunciado al mundo libre intelectuales salidos de los países dominados por la bestia. Estos judíos comunistas con hábito sacerdotal, acaparan el patriarcado y los obispados de la antigua y heroica Iglesia Ortodoxa rusa, que aunque por desgracia para nosotros los católicos haya secundado el lamentable cisma de Constantinopla, luchó encarnizadamente por salvar a esa nación de caer bajo las garras de la Sinagoga de Satanás.

   En la actualidad, como lo han denunciado a la humanidad libre los obispos exiliados de la auténtica Iglesia Ortodoxa, tanto el Patriarca de Moscú como los demás clérigos, son simplemente agentes comunistas vestidos con ropaje clerical que utilizan la sagrada investidura para hacer propaganda bolchevique con el fin de facilitar en diversas formas el triunfo del comunismo, debilitando las defensas del mundo libre y queriendo engañar a éste con el mito de que el comunismo no persigue a la Iglesia y de que se puede llegar a una convivencia pacífica con el marxismo ateo. Convivencia que como ya sabemos, no tiene más objeto que empujar a la Santa Iglesia Católica a concretar pactos con el Anticristo para desmoralizar y anular la acción de los rusos exiliados y de los patriotas de Polonia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia y demás países tiranizados, empeñados en luchar sorda pero tenazmente por liberar a sus naciones del yugo criminal y sangriento de los judíos marxistas. Estos pactos con el demonio acabarían por desmoralizar también a los cristianos de los Estados Unidos, que están haciendo tantos sacrificios, agobiados por los impuestos, para financiar la defensa del mundo libre.

   El pueblo norteamericano, ya muy quebrantado por las traiciones de muchos de sus gobernantes, se acabaría de descorazonar si se da cuenta de que la Santa Iglesia lanza a sus ovejas a las fauces del lobo y pacta con el Diablo.

Esto es lo que están planeando los judíos y comunistas para el actual Concilio Ecuménico Vaticano II; y según hemos sabido van a emplear con tal fin a los comunistas vestidos de sotana que usurpan las jerarquías de la Iglesia Ortodoxa rusa, así como a ese Consejo Mundial de Iglesias que controla gran parte de los protestantes y que ha sido repetidamente acusado en la prensa de los Estados Unidos, por patriotas también protestantes de ese país, achacándoles traición al protestantismo, a los Estados Unidos y al mundo libre, ya que la política de ese Consejo Mundial de Iglesias ha sido de notoria complicidad con el Kremlin y de traición al mundo libre. 

   Con la asistencia de Dios Nuestro Señor a su Santa Iglesia, estamos seguros, hará fracasar una vez más las asechanzas del dragón infernal y de su sinagoga, haciendo que surjan en el santo Concilio nuevos santos como San Atanasio, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo o San Bernardo, que en este momento de crisis hagan fracasar los planes siniestros del comunismo judaico y de su quinta columna en el clero, aunque ellos ya canten victoria creyendo asegurado en control del Concilio, en el que afirman que harían aprobar reformas para arruinar definitivamente a la Iglesia y hacer triunfar al comunismo internacional.

   Entre las maniobras que tienen urdidas para preparar la derogación de la bula de excomunión del comunismo y el establecimiento de la convivencia pacífica con el Anticristo, la judería del Kremlin, en combinación con los clérigos quintacolumnistas, tienen planeado que en forma súbita las autoridades soviéticas dejen en libertad a obispos y clérigos que tenían encarcelados durante muchos años, los que serán paseados en triunfo por las calles de Roma; asimismo, piensan enviar felicitaciones a S.S. el Papa y al santo Concilio, por parte de las autoridades comunistas, y otros gestos de amistad que, por lo aparatoso quebrantes la voluntad de los padres del concilio de seguir luchando contra el comunismo, para que den su aprobación a la política de convivencia pacífica que quieren imponer a la Iglesia el judaísmo y sus satélites en el alto clero. Los comunistas son muy buenos comerciantes; desean a cambio de unos cuantos gestos de buena voluntad, que se destruyan las defensas de la Iglesia contra el marxismo y se establezca una convivencia pacífica que no tiene más objeto que retirar a la Santa Iglesia de la lucha contra el comunismo ateo, para que éste pueda dominar más fácilmente al mundo. A cambio de concesiones relativamente de poca monta, quieren obtener ventajas sustanciales que les permitan asegurar para sí la victoria sobre el mundo libre. Si de veras tienen voluntad de hacer las paces con la Santa Iglesia, ¿por qué no suprimen del comunismo su materialismo ateo? ¿Por qué no quitan a las católicas Polonia y Checoslovaquia el yugo de esclavitud que les impusieron, retirando de sus territorios las tropas soviéticas y permitiendo la celebración de elecciones libres? ¿Por qué no suprimen la difusión de propaganda anticristiana y antirreligiosa, destinada a despojar de sus creencias a los fieles cristianos? Lo que quieren es que la Iglesia quede atada prácticamente de pies y manos, dejando que la bestia roja se vaya tragando al mundo entero a cambio de unos cuantos gestos de buena voluntad, que no guardan en lo absoluto proporción con las concesiones que a cambio de ellos se quieren obtener.

   Un culto universitario rumano que huyó de la tiranía comunista para refugiarse en Occidente, nos da un valioso informe sobre la situación actual de la Iglesia Ortodoxa rusa, informe que transcribimos a continuación: "Entre los miles de prelados asesinados por los judíos en Rusia, se encuentran:

  • 1.- El Metropolita Veniamin, de Petrogrado.  

  • 2.- El Obispo Pantelimon, de Polosky.   

  • 3.- El Obispo Nokodim, de Bielgorodsky.   

  • 4.- El Arzobispo Grigory, de Ecaterinenburg.   

  • 5.- El Arzobispo Leontie, de Arkanghelsk.  

  • 6.- El Arzobispo Tihon, de Voronej.   

  • 7.- El Metropolita Wladimir, de Kiew.   

  • 8.- Ek Obispo Mitrofanis, de la provincia de Arkanghelsk.   

  • 9.- El Arzobispo Vasily, de Chernikovsky.   

  • 10. El Obispo Makarie Orlovsky, del Obispado ruso del Norte.   

  • 11.- El Arzobispo Andronik, de Perm.  

  • 12.- El Obispo Ambrozie, de Wiatka.  

  • 13.- El Obispo Ermoghene, de Tobolsk.   

  • 14. El Obispo Grigorie, de Novgorod.   

  • 15.- El Vicario Isidor, de Novgorod.   

  • 16.- El Obispo Pimin, de Turkestán.   

  • 17.- El Obispo Efrem, de Wladivostok.  

  • 18.- El Obispo Laurentius, de Nijinovgorod.

   Al igual que las iglesias, han sido cerrados todos los conventos, los seminarios y las imprentas de la Iglesia. Toda la organización eclesiástica ha sido destrozada y prohibido cualquier culto cristiano. La religión (no judía, naturalmente) estaba considerada por los judíos, como había dicho Lenin, como el `opio del pueblo´.

   Después que habían destrozado y asesinado millones y millones de cristianos, los sátrapas judíos de Rusia comunista se encontraron con la necesidad política de reivindicación aparente de la libertad religiosa, capaz de engañar a los pueblo cristianos todavía libres, para aminorar la hostilidad de los cristianos hacia el régimen comunista.

   Los asesinos del Kremlin encontraron al efecto uno de los suyos capaz de interpretar el papel de `Patriarca de Moscú´ y dar la impresión de que la Iglesia ortodoxa rusa había renacido. Este comunista, al cual se le ha puesto barba y sotana, transformándole en `Patriarca´ , NO ES CRISTIANO. El `Patriarca´ Alexei de Moscú se llama en realidad Rubin. ES UN JUDÍO DE ODESSA (Ucrania) y su familia era (antes de la revolución) propietaria de una casa de tolerancia en el puerto de Odessa. La actual Iglesia ortodoxa rusa no es otra cosa que un instrumento disfrazado del régimen comunista, y sus representantes en el extranjero, como los obispos rusos ortodoxos de Norteamérica, París y Jerusalén, son miembros del servicio secreto soviético, igual de peligrosos que los espías soviéticos que vienen a Occidente como diplomáticos" (297).

   La exposición de hechos que hemos transcrito de la obra "La Gran Conspiración Judía", escrita por el universitario rumano Traian Romanescu, nos hace ver claramente cómo los judíos asesinaron primero, en masa, a los obispos verdaderamente cristianos, para luego entregar manu-militari la dirección de la Iglesia Ortodoxa rusa a la quinta columna judía introducida en ella. No es pues extraño que los quintacolumnistas infiltrados en el clero católico puedan entenderse fácilmente con sus hermanos criptojudíos del clero ortodoxo. Los hechos escandalosos que vamos a presenciar en los meses venideros "sólo podrán sorprender a quienes ignoran lo que ocurre tras de bastidores", usando las felices palabras de Benjamín Disreli.

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NOTAS  

  • [295] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo III, vocablo Cristianismo, p. 255, col. I 

  • [296] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo IX, vocablo Rusia, pp. 250, 251. 

  • [297] Traian Romanescu, La gran conspiración judía. México, D.F.: Editorial Jus, 1961. pp. 222, 223.

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