COMENTARIO A LA OBRA "SU SANTIDAD"

(Juan Pablo II y la Historia Oculta de Nuestro Tiempo)

de Carl Bernstein y Marco Politi - 07

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CAPÍTULO V

LA HEREJÍA FUNDAMENTAL DE JUAN PAULO II

   La herejía fundamental de Juan Paulo II supera a todas las conocidas y puede afirmarse que las envuelve todas. Mas hay que hacer la salvedad de que no se trata de un pensamiento original suyo, en cuanto tiene influencias origenistas, luteranas y maritainianas. La herejía insuperable de Wojtyla consiste en afirmar que:

   "TODOS LOS HOMBRES DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO Y HASTA SU FINAL, HAN SIDO REDIMIDOS Y JUSTIFICADOS POR CRISTO Y POR SU CRUZ". (CFN, nota Nº 4).

   Esta cita está tomada de la mencionada obra del cardenal Wojtyla, que contiene las "Meditaciones" que éste expuso durante los ejercicios espirituales que Paulo VI le invitó a darle a él y a la curia romana en la cuaresma de 1976.

   En la frase arriba citada está compendiada la teoría de Juan Paulo II de que todo el género humano, todos los hombres como él lo expresa, están justificados incondicionalmente desde el principio del mundo, lo que han denominado los teólogos católicos que estudian esta herejía: Tesis de la Redención Universal Incondicional. En torno a su tesis Juan Paulo II se adelanta y se desvía, ya que unas veces cuando trata de esto indica que la Redención universal es por la Cruz de Cristo, o sea, "Redención por la Cruz", y en otras llega a la teoría más avanzada, de la sola "Encarnación redentora". O sea que por la sola encarnación del Verbo se ha realizado la redención.

   Aquí sólo se trata en el espacio con que contamos y en el contexto de los comentarios a las obras que estamos haciendo, de culminar lo tratado sobre el pensamiento del seudo Papa Juan Paulo II haciendo conocer al lector -si es que lo desconoce- hasta qué extremos se ha llegado en la llamada Iglesia postconciliar que se pretende presentar como la Católica verdadera. Creemos que el sólo sentido de la Fe es suficiente para que los católicos disciernan por sí mismos entre la verdad suprema y el error opuesto también supremo. Mas expondremos lo más significativo de la teoría Wojtyliana.

EN SU PRIMERA ENCÍCLICA YA JUAN PAULO II

ENSEÑABA SU HEREJÍA SOBRE LA REDENCIÓN

   Habiéndosele pasado por alto siendo cardenal, las herejías predicadas al "papa" Paulo VI y a la curia romana, era de esperarse que la masa católica aceptase -con todo y su clero claudicante- el contenido de la primera -y siguientes- encíclicas de Juan Paulo II. En su primera carta expone el sedicente papa todo su pensamiento y programa de acción, incluyendo los planes para el año dos mil. Y es ahí de donde extractamos los siguientes para que el lector católico saque sus conclusiones, y hasta el no católico pueda por simple altura definir si el hombre que ha escrito esto ha escrito como un católico:

   "Se trata pues aquí del hombre en toda su verdad, en sus plenas dimensiones. No se trata del hombre "abstracto" sino real, del hombre "concreto", "histórico". Se trata de cada hombre, porque cada uno ha sido incluido en el misterio de la Redención y Jesucristo está unido a cada uno para siempre a través de ese misterio. Todo hombre viene al mundo siendo concebido en el seno materno y naciendo de su madre, y, -precisamente a causa del misterio de la Redención- él es confiado a la solicitud de la Iglesia. Esta solicitud se extiende al hombre completo y está centrada sobre él de manera singular. El objeto de esta singular atención es el hombre en su realidad humana única e imposible de repetir, en la cual viven intactas la imagen y semejanza de Dios mismo (Gen. 1, 27). Es esto lo que señala el concilio cuando, hablando de esta semejanza, recuerda que "el hombre es la única criatura sobre la tierra que Dios ha querido por si misma" (Gadium et Spes, núm. 24). El hombre, tal como "querido" por Dios, "elegido" por Él, llamado, destinado a la Gracia y a la salvación, es el hombre "concreto", el "hombre real"; ese es el hombre en toda la plenitud del misterio en el que llega a participar por Jesucristo y del cual llegan a participar cada uno de los cuatro mil millones de hombres que viven sobre nuestro planeta, desde el instante de su concepción cerca del corazón de su madre"[84].

   Repetimos que no se trata de hacer aquí una refutación punto por punto de las herejías evidentes, que por otra parte han sido y están siendo catalogadas y rechazadas en el ámbito católico. Sólo hacemos notar lo que constituyen afirmaciones inadmisibles; dice:

   "Cada hombre concreto, histórico, (o sea que está hablando de cada uno en particular) participa en toda la plenitud del misterio de la Redención, y en la realidad humana de cada hombre, única e imposible de repetir, viven intactas la imagen y la semejanza de Dios mismo".

   Wojtyla insiste en que cada hombre participa en la plenitud de la Redención, -o sea de la salvación- desde el seno materno, lo que parece afirmar que hay una "inmaculada concepción" de cada hombre. Aquí podemos comentar que acerca de lo que dice de que "cada hombre viene encomendado a la solicitud de la Iglesia", no puede entenderse sino en el sentido en que los postconciliares entienden la Iglesia, en lo más elevado de la cúspide herética, como enseña De Lubac a quien hizo cardenal Wojtyla, la Iglesia que es toda la humanidad, el pueblo de Dios, encargado de realizar la nueva fraternidad. Por otra parte, lo que es doctrina dogmática de la Iglesia, es que por el pecado original el hombre perdió la semejanza divina; Wojtyla afirma que "en cada hombre viven intactas la imagen y semejanza de Dios", según eso, incondicionalmente, hablando del "hombre" en sentido genérico, y empleando para esta afirmación el pasaje del Génesis que narra la creación del hombre, pasaje anterior al suceso del pecado de Adán.

   Esta tesis que Juan Paulo II repite una y otra vez en encíclicas, alocuciones y escritos varios, constituye la absoluta negación de la doctrina dogmática católica en cuestiones que fundamentan toda la fe. Si el hombre o género humano está ya salvado y justificado, o sea que está santificado, pues el ser "justo" es ser santo en la acepción católica de la palabra, la necesidad de la pertenencia a la Iglesia es obsoleta. La correspondencia y adhesión personal a Jesucristo son innecesarias. La responsabilidad humana no tiene importancia en cuanto a las acciones morales, pues de cualquier modo se está salvado y justificado. Dejan de existir el premio o castigo por la obras. Se destruye toda la economía de la Gracia, y es fácil entender que en este contexto, si todos los hombres son santos y destinados al cielo, la santidad de los santos que la Iglesia reconoce como tales se desvanece ante la "santidad" de todo el género humano. Pueden ser "canonizados" en este contexto todos aquéllos que hayan obedecido de manera especial a su "conciencia" aún errada, y la fidelidad a la propia conciencia constituye el toque de una mayor perfección únicamente; de ahí que se pueda "canonizar" a herejes y paganos. Inclusive los ateos quedan envueltos en la misteriosa red de esta "redención" universal e incondicional. Se atenta ante todo contra la Revelación, en especial contra el Evangelio, y todo el Magisterio de la Iglesia. Si esto creemos que es fácil de deducir, para cualquier lector ante los textos de Juan Paulo II, de cualquier manera lo hemos hecho notar, pues muchos no se quieren tomar el trabajo de pensar, y aceptan indistintamente todo lo que se les ofrece, aunque sea la más consumada forma de herejía.

OTRAS CITAS QUE EXPONEN LA TESIS DE WOJTYLA

   Conocedor de la influencia del libro popular en las masas, para sembrar entre el público lector sus ideas, Wojtyla ha empleado el sistema de las "entrevistas" cuya temática ha sido evidentemente elaborada por él mismo, y de la difusión de aquéllas Meditaciones que hemos mencionado, de "Signo de Contradicción", pero la última Encíclica Tertio Milennio Adveniente constituye el último exponente de la herejía de la Redención Universal, para que la preparación al jubileo del Año dos mil constituya la máxima lección popular de la nueva "teología".

   Exponemos únicamente algunos párrafos,  pero son suficientes.

DE "SIGNO DE CONTRADICCIÓN [85]

   "Jesús lo abrazó todo para restituirlo todo a su Padre. Y en el acto de esta restitución, en el acto de este sacrificio, El lo hizo "todo nuevo" (cf. Jeremías 31, 31; Éxodo 35, 36) (Comentario: continúa empleando textos del Antiguo Testamento) Ecce nova fado omnia... Este es un punto de la historia en el que todos los hombres son, por así decirlo, concebidos de nuevo y entran en la trayectoria nueva del designio de Dios, que el Padre preparó en la verdad de la Palabra y en el don del Amor. Punto en el que la historia del hombre comienza de nuevo, independientemente, si así podemos hablar, de los condicionamientos humanos. Este punto ¡pertenece al orden divino, al modo divino de ver al hombre y al mundo. Las categorías humanas del tiempo y del espacio son casi absolutamente secundarias. Todos los hombres, desde el principio del mundo hasta su final, han sido redimidos y justificados por Cristo y por su Cruz".

   En la frase que nosotros hemos puesto en negrillas está implícita la no obligatoriedad de la correspondencia humana. "Independientemente de los condicionamientos humanos". Afirma Wojtyla además que esto se realiza por "el modo que tiene Dios de ver los acontecimientos humanos". Esta "visión" nueva que Wojtyla ofrece no es la que ofrece el Hijo de Dios hecho Hombre, ciertamente. Prosigamos:

   En este párrafo afirma Juan Paulo II que Cristo, a quien la Iglesia llama el "Esposo", pero de la Iglesia y de los fieles de ella, es un Esposo que está incondicionalmente unido a todo hombre y a la humanidad entera, en consecuencia, y sin condición. Dice:

   "¡He aquí que el Esposo está con nosotros!.. Cristo está con nosotros, está con la Iglesia, está con cada hombre y con toda la familia humana".

   Recordemos que la Santa Iglesia se refiere a Cristo como Esposo, en particular de la almas que están en gracia. Pero he aquí que Wojtyla afirma que hay un vínculo indisoluble , o sea que ni por el pecado más grave se puede disolver, de Dios con cada hombre:

   "...Vínculo con el Dios vivo, vínculo indisoluble que se ha realizado con toda persona y con todo el género humano a través de su muerte liberadora y de su resurrección"[86].

   Así podemos afirmar, que si realmente existe dicho vinculo indisoluble de Dios con toda la humanidad, aunque ignore a Jesucristo, negándole, y aunque se agravie toda ley divina y humana, el resto de la predicación de Juan Paulo II es simplemente una farsa para pasar envuelta en "catolicismo" como un regalo diabólico la mayor de las herejías aparecidas en el mundo.

   En este párrafo afirma claramente Wojtyla que que todo hombre que muere, muere santificado. Para afirmar esto como otra de sus herejías, se vale de una libre y particular interpretación -que no es la católica- de las Epístolas de San Pablo. Así dice:

   "Todo hombre moribundo lleva en sí el misterio de una nueva vida que Cristo ha traído e injertado en la humanidad. Toda muerte humana, sin excepción, tiene esa dimensión, aunque el moribundo, o quienes lo rodean, puedan no ser concientes de tal realidad. Esto no se desprende de la conciencia del hombre, (Comentario: o sea, que todo el que muere incondicionalmente va al cielo; aunque haya faltado a toda ley divina, y humana, va directamente)... sino del designio y de la revelación de Dios. (Ciertamente, añadimos, Jesucristo vino a enseñarnos otros designios de Dios sobre el hombre y su muerte) Como todos los hombres han sido santificados" en Cristo Jesús" (cf. I Corintios 1,2,4) así también el significado de su muerte consiste en prolongar esta vida en Cristo[87].

   Creemos que no hay necesidad de comentar más sobre lo que afirma Wojtyla en sus "Meditaciones"; recordemos que todo esto fue pronunciado ante Paulo VI y su curia. Acerca de la salvación asegurada de todos los que mueren, es lo que encontramos afirmado en el hincapié que se hace en la Iglesia postconciliar "en el sentido pascual de la muerte cristiana"; ahora la muerte es motivo de alegría por el encuentro asegurado del alma con Dios. Esto lo enseñó el Vaticano II, y, ¿por casualidad? Maritain tiene esa misma tesis: nada de funerales fúnebres, pura pascua y alegría. Dice la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, del Vaticano II, (Inciso 81).

   "El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido Pascual de la muerte cristiana..." La Pascua, como sabemos, es el sentido de la resurrección gloriosa de Cristo, resurrección en la que participarán los justos para la gloria. El que participa de la resurrección gloriosa es sólo el salvado. Pero en la nueva Iglesia todo parece indicar -incluso las esquelas funerarias llenas de aleluyas- que todos los que mueren son canonizables, pues sólo de los santos se asegura que están en los cielos. Toda esta novedad obedece a las tesis heréticas que ya venían perfilándose. Por otra parte Maritain, maestro de Paulo VI, -¿y sólo de él?- tiene todo un capítulo en su obra titulada "Cuaderno de Notas" acerca de los Difuntos. Ahí expresa su aversión por el ritual litúrgico de las exequias funerales que en la Iglesia Católica pone la nota predominante en el sentido penitencial. Dice Maritain [88]  "Me escandaliza el aparato siniestro y lúgubre de que se rodean los funerales de los cristianos..." y todo el capítulo constituye una crítica a la liturgia funeraria católica. Cabe aquí mencionar a Maritain, porque desde 1919 estuvo influyendo con sus teorías en el mundo intelectual católico, hasta llegar a influenciar a los que fueron peritos del Vaticano II y al mismo Montini. Pudiera parecer este comentario una desviación del tema, pero más bien creemos que hacer notar estas cuestiones esclarece la herejía wojtyliana que comentamos.

TESTIMONIO DE LA HEREJÍA EN

"CRUZANDO EL UMBRAL DE LA ESPERANZA

   Aunque abundan los testimonios, como no es posible alargar el tema, sólo citaremos de esta obra la frase más significativa sobre la tesis de la Redención Universal, de Juan Paulo II. En esta obra se expresa de este modo:

   "Todo hombre que busque la salvación, aún el no cristiano, debe detenerse ante la Cruz de Cristo.

   ¿Aceptará la verdad del Misterio pascual o no? ¿Creerá? Esto es ya otra cuestión. Este Misterio de Salvación es un hecho ya consumado. (La frase aparece subrayada en la obra) Dios ha abrazado a todos con la Cruz y la Resurrección de su Hijo. Dios abraza a todos con la vida que ha revelado en la Cruz y en la Resurrección, y que se inicia siempre de nuevo por ella. El Misterio está ya injertado en la historia de la humanidad, en la historia de cada hombre, como queda significado en la alegoría de la "vid y los sarmientos" recogida por Juan (cfr. Juan 15, 1, 8)[89].

   Claramente expresa Juan Paulo II que es indiferente que el hombre acepte o no la verdad de Cristo. Está ya "decretada" la salvación de cada hombre. Aquí sólo una breve consideración. Cuando aprovechando la vía del vernaculismo en el nuevo ritual de la Misa se cambiaron en las palabras de la consagración, el "por muchos" canonizado por el Concilio de Trento, por el "por todos" tratándose de la Sangre de Cristo derramada en Su Sacrificio, muchísimos vimos en este cambio la amenaza de una herejía oculta. "Por muchos" significa por todos los que se adhieran al Sacrificio, como lo expresa el tridentino. "Por todos" significa seguramente para los postconciliares, la "salvación incondicional"; no en vano sospechamos; ¡para allá iban!.. Todos los cambios litúrgicos realizados por los postconciliares en desprecio de lo decretado a perpetuidad por los Concilios dogmáticos de la Iglesia han tenido por objeto realizar cambios en la doctrina. ¿Qué objeto, si no, tendría el contradecir los cánones dogmáticos de Trento sobre el Sacrificio de la Misa? Con toda razón los cardenales Ottavíani y Bacci en su estudio titulado "Breve Examen Crítico" sobre la nueva Misa, aseguraron, probando, que "la nueva Misa no es ya una Misa católica".

   Pero ya el Vaticano II sentó las bases para que la Iglesia de ahí surgida pudiera hacer sutiles cambios en el mismo Depósito de la Fe empleando una argumentación capciosa. La Santa Iglesia Católica enseña que lo que de una vez y para siempre ha sido decretado no puede ser cambiado, ni discutirse lo que ya ha sido resuelto con su autoridad. Que las cosas de la Fe han de mantenerse en un mismo sentido y una misma sentencia, precisamente porque la sentencia expresa y defiende el sentido. Pero para los herejes postconciliares el Depósito de la Fe ¡puede ser expresado mediante formas cambiantes! Así leemos lo que dice Juan XXIII en el Discurso Inaugural del Concilio:

   "Una cosa es la sustancia del Depositum Fidei es decir, de las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra la manera corno se expresa; y de ello ha de tenerse en cuenta, con paciencia, si fuese necesario, ateniéndose a las normas y exigencias de un magisterio de carácter prevalentemente pastoral"[90]. Sin comentarios.

   Tenemos que añadir algo más sobre el Vaticano II. En él se encuentran, en sus Constituciones, explícitas o implícitas ya las herejías que se profesaban desde hacía tiempo en los ámbitos sobre todo clericales. Los documentos están llenos de vaguedades, ambigüedades y artimañas, como fuente que son del Nuevo Catecismo, y de dichos documentos se pueden extraer también contradictoriamente doctrinas católicas y doctrinas opuestas. Sutil y hábilmente presentadas dan ocasión de apoyo, sus enseñanzas, a los modernistas y projudaizantes. Pero esto ha sido y está siendo ya estudiado. El tema es interminable. Basta con citar aquí una frase que parece propia de Juan Paulo II en su tesis de la Redención Universal. Veamos:

   "Y se cumple el designio del Creador sobre los hombres". Y así por fin se cumple verdaderamente el designio del Creador, al hacer al hombre a su imagen y semejanza, cuando todos los que participan de la naturaleza humana, regenerados en Cristo por el Espíritu Santo, contemplando unánimes la gloria de Dios, puedan decir: "Padre nuestro". Se habla de que todos los que participan de la naturaleza humana, o sea todos los hombres, -no se indica ninguna condición para ser regenerados-, contemplarán unánimes la gloria de Dios, porque habrán sido regenerados en Cristo por el Espíritu Santo[91].

DE LA ENCÍCLICA TERTIO MILLENNIO ADVENIENTE,

PREPARACIÓN PARA EL JUBILEO DEL AÑO DOS MIL

   No podían faltar en esta carta dedicada al Jubileo preparado por los postconciliares las afirmaciones y sugerencias de la tesis de la Redención Universal sustentada por Juan Paulo II como culminación de un proceso de pensamiento anticatólico. Recordemos una vez más que en dicha carta afirma Wojtyla que el Jubileo de la Encarnación de Cristo "será también fiesta para los judíos". Mas pasemos a citar algunos de los párrafos significativos en que se afirma o insinúa la Salvación Universal. Dice:

   "Jesucristo es el nuevo comienzo de todo; todo en Él converge, es acogido y restituido al Creador de quien procede... Si por una parte Dios en Cristo habla de Sí a la humanidad, por otra, en el mismo Cristo la humanidad entera y toda la creación hablan de sí a Dios. Es más, se donan a Dios. Todo retorna de este modo a su principio; Jesucristo es la recapitulación de todo" (cf. Efesios I, 10)[92].

   Breve observación: ¿es posible afirmar que toda la humanidad se dona, sin más, a Dios, a través de Cristo?.. El término "humanidad" es genérico; aquí se está dando a entender que todos los hombres, -que son la humanidad- se donan o entregan a Dios. Pero sucede que cada individuo humano tiene una voluntad propia y separada, capaz de rendirse ante Cristo y así donarse a través de El, o de rebelarse y rechazar la vía de Cristo para darse a Dios. Juan Paulo II habla de términos genéricos, envolviendo a todos los hombres, y en tiempo presente: se donan. No hay insinuación de que sea posible que alguno quede fuera de este círculo de convergencia y restitución.

   En el siguiente párrafo Wojtyla se refiere al Espíritu Santo mencionándole únicamente como "el Espíritu" como acostumbran los postconciliares. Convierte al Espíritu en agente de la propagación de la nueva Doctrina. Así dice:

   "El Espíritu es también para nuestra época el agente principal de la nueva evangelización. (Aparece subrayado en el texto). Será por lo tanto importante descubrir al Espíritu como Aquel que construye el reino de Dios en el curso de la historia, y prepara su plena manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón, y haciendo germinar dentro de la vivencia humana, las semillas de la salvación definitiva que se dará al final de los tiempos"[93].

   En el contexto de las teorías de Juan Paulo II puede entenderse que habla de esta misma Redención universal, cuando dice: Tras de citar a San Mateo, 13, 33:

   "Cristo, como levadura divina, penetra siempre más profundamente en el presente de la vida de la humanidad, difundiendo la obra de la salvación realizada en el Misterio pascual. Él envuelve además en su dominio salvífico todo el pasado del género humano, comenzando desde el primer Adán"[94].

   Por dominio salvífico hay que entender que nadie queda fuera de este mismo, y como lo expresa Wojtyla, incluye "todo el pasado del género humano". No se hace ninguna salvedad. Se trata de Cristo como de una "levadura" a la manera de las fantasías teilhardianas. Recordemos que Juan Paulo II también, en párrafo antes citado, se refiere a Cristo "la vida" afirmando que todos los hombres sin distinción son "sus sarmientos". Nos recuerda también a Teilhard y algunas teorías orientales, ruando tratando sobre el próximo Jubileo habla de ciertas "energías salvíficas"; veamos: Habla del júbilo por el jubileo y la actitud de la iglesia postconciliar ante él:

   "Esto indica que la Iglesia se alegra por la salvación, invita a todos a la alegría, y se esfuerza por crear las condiciones para que las energías salvíficas puedan ser comunicadas a cada uno"[95].

   Extraño lenguaje es éste, pero muy propio de Juan Paulo II, y los esoterismos que pululan en sus escritos merecerían trabajo aparte. Basta con haber presentado concretamente algunas pruebas de la tesis de la Redención Universal, incondicional.

GÉNESIS Y CONDENACIÓN DE ESTA HEREJÍA

   Juan Paulo II supera a Orígenes y aun al último y más destacado postulante de la salvación universal incondicional, Jaques Maritain.

   Wojtyla supera a Orígenes en cuanto que este notable escritor eclesiástico nacido en Tiro en 185, fue autor de la teoría llamada de la Apocatástasis, la cual postulaba que habría una renovación final del mundo con ocasión de la segunda venida de Cristo. Según él se daría una redención universal del mal para toda criatura, aun para los demonios y los condenados. Esta teoría que la Santa Iglesia siempre consideró errada, fue condenada en bloque, con otros errores también profesados por Orígenes, en el Segundo Concilio de Constantinopla en el pontificado de Vigilio (Año 553).

   Con esta teoría se enlazan las tendencias y opiniones según las cuales las penas del infierno no serán eternas o serán mitigadas algún día. Estas opiniones han sido siempre condenadas por la Iglesia Católica. Las han hecho suyas los cismáticos y los protestantes, y ahora, como vemos, también los postconciliares.

   Orígenes enseñaba la redención de los condenados. Juan Paulo II, le supera con su afirmación, como hemos visto, de que "todo hombre que viene a este mundo desde el vientre de su madre está salvado y justificado".

   Maritain retoma la tesis de Orígenes, y en su última obra titulada Approches sans Entraves explicita lo que no es más que el origenismo resucitado.

   Wojtyla supera también a Lutero, el hereje hoy reivindicado por la nueva Iglesia, ya que Lutero al menos pide "la fe, para salvarse", mas para el presente "jefe de la cristiandad", las "energías salvíficas" operan solas porque Cristo es como una teilhardiana levadura divina.

   Siguiendo al Vaticano II afirma también que "Cristo está en cada hombre", como erróneamente sostienen muchísimas de las teorías que, en este marco, no es posible tratar.

PAULO VI, COMO BUEN DISCÍPULO DE MARITAIN,

TAMBIÉN SOSTENÍA LA TESIS DE LA APOCATÁSTASIS

   Giovanni Battista Montini, Paulo VI, dijo, en la Catequesis de la audiencia general del miércoles 14 de mayo de 1975:

   "Ved, hermanos e hijos, inaugurado ya en esta vida terrena el misterio en que se consumará el supremo designio de Cristo, el de la palingenesia de la humanidad, reino de Cristo primero, y luego reino de Dios, designio de la unidad: "que todos sean una sola cosa" (Juan, 17, 21)... La Iglesia no es otra cosa que la construcción de esta unidad de la familia humana"[96].

LA HEREJÍA ENSEÑADA A TRAVÉS DE LA

PREPARACIÓN PARA EL JUBILEO DOS MIL

   Este es un documento titulado "Jesucristo, Salvador del Mundo", editado por el Comité Central del Gran Jubileo de la CELAM,[97] Conferencia del Episcopado Latinoamericano que se dice está destinado "a la formación integral permanente de sacerdotes, religiosos, y consagrados y laicos", y que fue distribuido como preparación para el primer año, de los tres previos al jubileo, dedicado a Jesucristo.

   Sus autores hablando de Cristo, escriben: "Él conoce la realidad de la creación, y sabe que no sólo el hombre, sino también la mujer, es imagen de Dios. Sabe también que la imagen de la persona humana, desfigurada por el pecado, ha sido restaurada por su misterio de encarnación"[98].

   He aquí el "misterio" de la "encarnación redentora" predicado por Juan Paulo II, que ha devuelto al hombre la imagen y semejanza divina.

   Tratando sobre el Sábado Santo, dicen: "El sábado santo llega a ser, por tanto, salvación, rescate y redención de todos los viernes de pasión y de muerte, de todos y cada uno de los hombres"[99].

   Así que también la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, como podría esperarse, plenamente se adhiere al postulado herético, conforme al cual todos y cada uno de los hombres, están salvados, rescatados y redimidos, y esto se manifiesta el sábado santo.

   La citada publicación contiene además numerosos testimonios de la nueva doctrina, que es imposible comentar en este espacio.

   Baste lo anterior para probar cómo está siendo llevada a cabo, con pretexto del Jubileo del Año Dos Mil, una catequesis herética para consolidar en las conciencias de los humildes fieles, que aun se creen católicos, estas doctrinas esencialmente anticatólicas.

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NOTAS
  • [84] Encíclica Redemptor Hommis. Juan Paulo II, Actas Apostolicae Sedis, 1979, págs. 283 y sig.

  • [85] Signo de Contradicción, págs. 112-113.

  • [86] Ibid. pág. 120.

  • [87] Ibid. pág. 206.

  • [88] Cuaderno de Notas. J. Maritain, pág. 307

  • [89] Cruzando el Umbral... Pág. 88

  • [90] Vaticano II. Primera sesión II, 62

  • [91] Ibid. Decreto Ad Gentes, 7,4

  • [92] Encíclica Tertio Milennio Adveniente, J. P. II, pág. 10

  • [93] Ibid., pág. 56

  • [94] Ibid., pág. 66

  • [95] Ibid., pág. 22

  • [96] L' Osservatore Romano. Del 18 de mayo de 1975, catequesis de Paulo VI en la audiencia general del 14 de mayo.

  • [97] Jesucristo Salvador del Mundo, colección documentos CELAM, ed. del comité Central de Gran Jubileo, pág. 142. Ibid. pág. 82

  • [98] Ibid., pág. 82.

  • [99] Ibid., pág. 72.

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