El Rito de Consagración Episcopal de 1968:

SIEMPRE NULO y SIEMPRE VANO

Respuesta a las objeciones del P. Ansgar Santogrossi O.S.B.,

del P. Pierre-Marie de Kergorlay O.P. y del P. Álvaro Calderón

(Publicado en Sodalitium nº 57 (ed. fr., págs. 45-46), gentileza de "Revista Integrismo") - 03

 

B. La Consagración del Patriarca Maronita

El P. Pierre-Marie se esfuerza por refutar solo un punto esencial de mi argumentación. En su artículo original, había presentado la oración de Consagración del Patriarca Maronita como prueba de la validez del nuevo rito. Hice notar que no se trataba aquí sino de una pura oración de investidura, y no de una oración sacramental para consagrar un obispo.

En réplica, el P. Pierre-Marie remite a los lectores a una “Nota” más antigua con el siguiente comentario: “El Padre Cekada afirma sin pruebas la no-sacramentalidad de la Oración de Ordenación del Patriarca Maronita. En nuestra precedente ‘Nota’ hemos explicado nuestra po-sición sobre el punto”44.

El lector atento se detendrá para notar la hipótesis aquí oculta: Aunque el P. Pierre-Marie haya puesto delante la oración de Consagración del Patriarca Maronita como cuerpo del delito A por la validez del nuevo rito, él mismo no estaría obligado de ninguna manera a probar que se trate aquí de una oración sacramental para conferir la consagración episcopal. Por el contrario, sería en el Padre Cekada y en los otros que vendría la obligación de probar que no se trata de una oración sacramental.

Con fines útiles, recordamos aquí esta Nota precedente, en la que el P. Pierre-Marie argumenta como sigue su posición45:

• La elección del Patriarca entre clérigos que ya son obispos sería “relativamente reciente”, puesto que “se admitía que había que evitar hacer desplazar a un obispo de su sede episcopal, aún para crear un patriarca”. Antes se elegía un clérigo de la ciudad patriarcal que no era obispo.

• Se habría creado una ceremonia especial “para consagrar al Patriarca… como obispo de su cuidad patriarcal y para investirlo de su oficio”. Más tarde, cuando se eligieron solo clérigos que ya eran obispos para convertirse en patriarcas, “esta ceremonia se habría perdido, o por lo menos habría perdido su poder consecratorio”.

• La oración para la Consagración del Patriarca Maronita es “prácticamente la misma” que aquella para consagrar un obispo. La di-ferencia principal reside en la oración consecratoria. En el caso del Patriarca, la oración habitual de la consagración episcopal es reemplazada por “la oración de Clemente”.

• Esta oración “no tiene más hoy poder consecratorio cuando se recita por un candidato que ya es obispo”. Pero esta oración “antiguamente poseía [este poder], cuando se recitaba por un candidato que no era obispo”.

A primera vista, este argumento podría parecer plausible. Pero se derrumba instantáneamente desde que se examina en detalle.  

   1. Vagas Especulaciones: Cada articulación factual en la argumentación de arriba no es nada más que una generalización global. El P. Pierre-Marie no ofrece en modo alguno (y de hecho, no lo podría probablemente) informaciones específicas respecto de sus afirmaciones factuales - la cronología, la identidad de los clérigos implicados, cuales son los textos que han “perdido su poder consecratorio”, qué determinó que eso se produjera, dónde se hallan las pruebas de que una “ceremonia se ha perdido”, etc.  

   2. Ninguna Cita: El P. Pierre-Marie no cita fuente alguna de ninguna clase -teólogos, historiadores, liturgistas, etcc.- en apoyo de sus afirmaciones amplias e indeterminadas. Nosotros podemos desde ese momento presumir que las presenta sin otra autoridad que la suya propia, para luego rechazarlas como gratuitas.

   3. Problemas con los Manuscritos: Permanece en todo caso altamente improbable que el P. Pierre-Marie esté nunca en capacidad de identificar con certeza el texto exacto que sostiene haber “perdido su poder consecratorio”. Un experto de la historia del Pontifical Maronita afirma:

“Desgraciadamente, nos faltan documentos que pudieran proporcionar informaciones sobre el Pontifical Maronita durante épocas más antiguas. No es sino a partir del siglo XIII que comenzamos a hallar informaciones que sean fiables y auténticas”46.

Las fuentes subsiguientes datan de 1296, 1311, 1495 y 1683 (una reconstitución), y su historia e interrelaciones son extremadamente complejas.  

   4. Testimonio en sentido contrario: El testimonio de Irmia Al-Amchiti, Patriarca Maronita del siglo XIII que está asociado a la primer edición del Pontifical Maronita (1215), además, parece demoler la pretensión del P. Pierre-Marie, según la cual la práctica de la elección del Patriarca entre clérigos que ya eran obispos sería “relativamente reciente”.

Este Patriarca escribió de propia mano que él había sido consagrado obispo, y que había servido como metropolita durante cuatro años, antes de convertirse en Patriarca en 120947. A menos que debamos entender que 1209 fuera “relativamente reciente”?  

   5. Rito Sirio: El Rito Sirio, que está ligado al Rito Maronita y viene de la misma fuente, emplea igualmente la Oración de Clemente que el P. Pierre-Marie menciona. Pero también esta vez, la oración no es utilizada para consagrar un obispo, sino exclusivamente para la entronización del Patriarca.

La lengua original (Siríaco) emplea incluso dos términos separados para distinguir el rito sacramental destinado a la consagración de un obispo, del rito no sacramental destinado a la con-sagración de un patriarca. El primer rito es llamado una “imposición de manos”, mientras que el segundo es designado con un término que significa “confiar un cargo o investir a alguien de un cargo”48.

Un liturgista Sirio explica: “En el primer caso [consagración episcopal], el ordenando recibe un carisma distinto del que ya posee… En el se-gundo, el Patriarca no recibe un carisma distinto del que ha recibido en el momento de ser creado obispo”49. 

6. Un Argumento que se autodestruye: En el último punto de su argumentación, el P. Pierre-Marie deja entender que el mismo texto Maro-nita podría servir hoy a dos fines - sea como oración no sacramental en el Rito Maronita para entronizar Patriarca a un obispo, sea como oración sacramental en el Rito Latino para consagrar obispo a un sacerdote.

Quizás no le ha venido a la mente al P. Pierre-Marie que, en el momento, una tal oración no podría ser considerada como unívoca (no ambigua), en cuanto que forma sacramental destinada a conferir las Sagradas Órdenes, esta debe por consiguiente ser tenida por inválida (ver más arriba: I.A.3, 4).

En suma, el P. Pierre-Marie no ha presentado ninguna prueba para demostrar que la oración Maronita para la consagración de un patriarca fuera sacramental. No podría entonces invocar esta como prueba de la validez del nuevo rito de consagración episcopal.

IV. P. Álvaro Calderón FSSPX

3. Problemas con los Manuscritos: Permanece en todo caso altamente improbable que el P. Pierre-Marie esté nunca en capacidad de iden-tificar con certeza el texto exacto que sostiene haber “perdido su poder consecratorio”. Un experto de la historia del Pontifical Maronita afirma:

“Desgraciadamente, nos faltan documentos que pudieran proporcionar informaciones sobre el Pontifical Maronita durante épocas más antiguas. No es sino a partir del siglo XIII que comenzamos a hallar informaciones que sean fiables y auténticas”46.

Las fuentes subsiguientes datan de 1296, 1311, 1495 y 1683 (una reconstitución), y su historia e interrelaciones son extremadamente complejas.  

   4. Testimonio en sentido contrario: El testimonio de Irmia Al-Amchiti, Patriarca Maronita del siglo XIII que está asociado a la primer edición del Pontifical Maronita (1215), además, parece demoler la pretensión del P. Pierre-Marie, según la cual la práctica de la elección del Patriarca entre clérigos que ya eran obispos sería “relativamente reciente”.

Este Patriarca escribió de propia mano que él había sido consagrado obispo, y que había servido como metropolita durante cuatro años, antes de convertirse en Patriarca en 120947. A menos que debamos entender que 1209 fuera “relativamente reciente”?  

   5. Rito Sirio: El Rito Sirio, que está ligado al Rito Maronita y viene de la misma fuente, emplea igualmente la Oración de Clemente que el P. Pierre-Marie menciona. Pero también esta vez, la oración no es utilizada para consagrar un obispo, sino exclusivamente para la entronización del Patriarca.

La lengua original (Siríaco) emplea incluso dos términos separados para distinguir el rito sacramental destinado a la consagración de un obispo, del rito no sacramental destinado a la con-sagración de un patriarca. El primer rito es llamado una “imposición de manos”, mientras que el segundo es designado con un término que significa “confiar un cargo o investir a alguien de un cargo”48.

Un liturgista Sirio explica: “En el primer caso [consagración episcopal], el ordenando recibe un carisma distinto del que ya posee… En el se-gundo, el Patriarca no recibe un carisma distinto del que ha recibido en el momento de ser creado obispo”49. 

6. Un Argumento que se autodestruye: En el último punto de su argumentación, el P. Pierre-Marie deja entender que el mismo texto Maro-nita podría servir hoy a dos fines - sea como oración no sacramental en el Rito Maronita para entronizar Patriarca a un obispo, sea como oración sacramental en el Rito Latino para consagrar obispo a un sacerdote.

Quizás no le ha venido a la mente al P. Pierre-Marie que, en el momento, una tal oración no podría ser considerada como unívoca (no ambigua), en cuanto que forma sacramental destinada a conferir las Sagradas Órdenes, esta debe por consiguiente ser tenida por inválida (ver más arriba: I.A.3, 4).

En suma, el P. Pierre-Marie no ha presentado ninguna prueba para demostrar que la oración Maronita para la consagración de un patriarca fuera sacramental. No podría entonces invocar esta como prueba de la validez del nuevo rito de consagración episcopal.

IV. P. Álvaro Calderón FSSPX  

   En su artículo original, el P. Pierre-Marie había presentado otro texto de Rito Oriental, el Rito Copto de la Consagración Episcopal, como prueba de la validez del rito post-Vaticano II. En “Absolutamente Nulo” señalé que la frase que Pa-blo VI designó como forma sacramental esencial no era idéntica a la forma real Copta. Las ob-jeciones del Padre Calderón a mi artículo apun-tan a esta cuestión en particular.  

A. Forma Copta vs. Forma de Pablo VI

1. ¿Una Comparación Falaz? El Padre Calderón sostiene que mi comparación entre el Prefacio Copto completo y lo que él llama la frase “formal-efectiva” del rito de Pablo VI, sería falaz e incorrecta.

Para que la comparación sea correcta, dice, sería necesario, sea (a) identificar la frase “formal-efectiva” del Prefacio Copto y compararla con la frase “formal-efectiva” designada por Pablo VI, sea (b) comparar el conjunto del Prefacio Copto con el conjunto de la Oración Consecratoria de Pablo VI que contiene su frase “formal-efectiva”50.

En respuesta:

• En cuanto al Rito Copto: El Sínodo Copto de 1898 identificó la forma de la consagración episcopal: “La forma es la oración misma que el obispo consagrante recita al imponer las manos sobre el ordenando”51, y el Papa León XIII apro-bó las actas de este Sínodo52.

Se habría esforzado en mirar más allá de lo que el mismo Papa León XIII aprobó como frase “formal-efectiva”.

• En cuanto al nuevo rito: Fue el mismo Pablo VI quien identificó las palabras “formales-efectivas” que “pertenecen a la esencia del rito”53.

Como estas palabras deben contener necesariamente todo lo que se requiere -por definición son a la vez necesarias y suficientes- aquí tampoco hay ninguna necesidad de consultar el conjunto de la Oración Consecratoria de Pablo VI antes de establecer una comparación54.  

2. ¿Una Estadística Omitida? El Padre Calderón afirma que yo no habría señalado que la mayoría de las 340 palabras del prefacio Copto aparecen en el resto de la nueva Oración Con-secratoria55.

El Padre Calderón está simplemente equi-vocado. He afirmado explícitamente que “en el Prefacio de Pablo VI que contiene la nueva for-ma, hay varias frases que se encuentran en la forma Copta”56. 

3. Una Concesión y un Error: El Padre Calderón enuncia la siguiente sentencia: “La frase probablemente ‘formal-efectiva’ del rito Copto (la cual corresponde a la frase tenida por tal en el nuevo rito) es más corta que la del nuevo rito; y por consiguiente, esta es igualmente, sino más, ambigua”57.

Más adelante en el artículo, el Padre Calderón afirma que las “palabras formales del prefacio son, en general, más bien ambiguas y generales, incluso en el rito Romano tradicional”, y que los “Romanos” habrían sido “concientes de la ambigüedad de las fór-mulas”58.

Dos cosas son sorprendentes en estas declaraciones:

• El Padre Calderón declara explícitamente que la nueva forma sacramental esencial es “ambigua”. Concede entonces que esta nueva forma no es de ninguna manera unívoca -no ambigua- tal como requiere Pío XII.

• Pero al hacerlo, el Padre Calderón postula así el equivalente teológico de un círculo cuadrado. Ninguna forma sacramental, por definición, podría ser “ambigua”, ya que desde ese momento no significaría.  

B. Contexto de la Nueva Forma

El Padre Calderón querría llevarnos a buscar en el contexto de la nueva forma la certeza de su validez. Él afirma:

“Este contexto es muy amplio, ya que no podría ser reducido al solo Prefacio; es el rito completo que debe tomarse en consideración”.

Partiendo de una cita de León XIII que denuncia el retiro de los ritos de ordenaciones Anglicanas de toda idea de consagración y sacrificio, el Padre Calderón extrapola el principio siguiente: si en el resto del rito “consagración y sacrificio hubieran sido implicados”, el rito habría tenido “coherencia”59.

En respuesta:

• El Padre Calderón no cita ninguna autoridad en apoyo de su principio respecto de una “implicación” que produciría “coherencia” -cualquiera sea el sentido de estos términnos confusos.

• Pero El Padre Calderón no ha llegado tampoco al punto de poder extraer del contexto un argumento. No ha demostrado en modo alguno que la nueva forma -aún de manera equívoca- contuviera los dos elementos que Pío XII requiere en las formas sacramentales de las Sagradas Órdenes: el poder de Orden y la gracia del Espíritu Santo.  

La incapacidad que el P. Pierre-Marie y el Padre Calderón han mostrado para establecer que la nueva forma “está en uso en dos ritos Orientales ciertamente válidos”, nos hace volver directamente a la expresión Espíritu que hace los jefes (Spiritus principalis). ¿Qué significa esta realmente?

El P. Ansgar fue incapaz de construir una respuesta basada en algún principio reconocible que pertenezca a la teología católica tradicional. El P. Pierre-Marie y el Padre Calderón no han ni siquiera buscado hacerlo.

Pero la respuesta a esta cuestión, tal como demostré en “Absolutamente Nulo”, es que Spiritus principalis no tiene, de hecho, significación precisa. Esta expresión puede significar una al menos entre una docena de cosas diferentes.

Entre estas se halla el Espíritu Santo, y es probablemente lo que significa en el contexto de la nueva forma. Y, de hecho, antes de que la controversia sobre el tema se iniciara, el autor principal del nuevo rito, Dom Botte, hacía referencia simplemente al pasaje que contiene Spiritus principalis con la expresión “la invo-cación al Espíritu Santo”60.

Pero entre los muchos sentidos de la expresión, no se halla el poder de orden (potestas Ordinis). Spiritus principalis no connota ni si-quiera de manera ambigua el Sacramento de las Sagradas Órdenes en ningún sentido, todavía menos en el sentido de la plenitud del sacer-docio que constituye al Orden episcopal.

Privado de este sentido, la forma sacramental esencial del Rito Pablo VI es inválida por el hecho mismo, ya que falta uno de los dos elementos necesarios prescriptos por Pío XII. Un “Contexto”, cualquiera sea su “amplitud”, no podría “especificar” un término que está totalmente ausente.

Para resumir una vez más el problema: El debate sobre la validez del nuevo rito de consagración episcopal está centrado en su forma sacramental esencial - las palabras necesarias y suficientes en un rito sacramental para producir los efectos del sacramento.

En el nuevo rito de consagración episcopal la forma no expresa de manera unívoca el poder de orden. Según los principios generales de la teología moral sacramental, faltan entonces los elementos esenciales requeridos por una forma de las Sagradas Órdenes, y por consiguiente es-te rito es inválido - no puede conferir el episcopado.

Por lo tanto, los obispos consagrados con el nuevo rito están desprovistos de los poderes sacramentales de verdaderos obispos, los sacerdotes ordenados por tales obispos están también ellos desprovistos de los poderes sacramentales de verdaderos sacerdotes, los sacramentos que ellos administran, y que dependen de su carácter sacerdotal, son inválidos, y los fieles que asisten a sus misas no adoran ni reciben más que pan.

Pan… solamente…

9 de enero de 2007

 

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