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MONSEÑOR MIRAS, PRESIDENTE DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA
EN LA MEZQUITA DE ROSARIO
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   Buenos Aires, Noviembre de 2004 - En un acto entre musulmanes y católicos en la  Asociación Unión Islámica local, el arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás visitó la mezquita de Mendoza al 1700 de esa ciudad. En ella realizó, al menos materialiter, actos de idolatría y communicatio in sacris con infieles.

   Las comunidades católica y musulmana de Rosario ratificaron ayer su disposición a avanzar en una convivencia en paz después de que la Asociación Unión Islámica de Rosario recibiera ayer al arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Eduardo Mirás, en su sede de Mendoza al 1700. Las autoridades religiosas y políticas de la comunidad musulmana aprovecharon la ocasión para pedir que en Rosario se cree un cementerio "para el descanso en paz de aquellos fieles del Islam que son llamados por el señor".

   "El encuentro se inició con un acto en la planta baja donde había un centenar de personas. Antes de sentarse en la mesa principal, Mirás se interiorizó del mensaje impreso en dos banderas mitad verde y mitad blanca que estaban separadas por una de Argentina: "Monseñor, se lee de derecha a izquierda; la primera dice: No hay otro Dios más que Dios, y la segunda Mahoma es el mensajero de Dios, explicó el secretario de la entidad local, Gustavo Ponce Asahad".

Mons. Mirás tuvo su introducción al árabe con un texto idolátrico. En fin, no es el mejor modo de empezar.

   Todos los discursos de los dirigentes musulmanes se iniciaron como manda el Corán: "En el nombre de Dios, clemente y misericordioso". Cuando llegó el turno de Mirás, arrancó con un "En el nombre de Allah (o Alá), el misericordioso y compasivo". Fue una forma de reconocer que cristianos y musulmanes tienen allí un punto en común: sus religiones son monoteístas y reconocen al mismo Dios, el único.

   La actitud de Mirás es un acto incomprensible de renuncia al Magisterio episcopal. Callando ante manifiestos errores e idolatrías, invocando, él mismo, a Allah (¿es Allah la Santísima Trinidad?) y rezando con islámicos, Mirás realizó -al menos materialiter- un acto de apostasía y de communicatio in sacris con infieles, que ni siquiera creen en Jesucristo. 
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   Después de disculparse por no continuar con el recargado protocolo del acto ya que no recordaba el nombre de todas las autoridades presentes, Mirás recordó que los creyentes tienen "el deber de recuperar las virtudes sociales y mostrar al mundo la misericordia y la providencia de Dios".

   Luego del intercambio de regalos –Mirás recibió una edición envidiable del Corán y entregó una efigie de la Virgen María– practicaron una oración interreligiosa en la mezquita. Por tratarse de un lugar sagrado, todos se quitaron los zapatos y las mujeres se cubrieron la cabeza como signo de dignidad. Luego elevaron sus oraciones mirando hacia La Meca, arrodillados sobre la alfombra de ese ambiente minimalista en el que sólo resalta una araña que cuelga del techo, como "signo de dignidad". Al menos en las capillas minimalistas.

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