Castellar
de Santiago
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La aceituna
Camino del Pozo Esteban, Tirando de los mantones,
una mañana invernal, dale que dale a la vara,
mares de olivas olean así va pasando el día
en tierras de Castellar. hasta acabar la jornada.
Aisladas entre olivares, Y cuando la tarde cae
islas de viñas y siembras, en la cima de los cerros
pronto el día llegará una copla campesina
de la vendimia y la siega. se esparce a los cuatro vientos:
Y en lo alto de la Lóbrega “Ya se está ocultando el sol,
refulgen al sol naciente ya hacen sombra los cerrillos,
peñascales de cuarcitas, ya va llegando la hora
escondrijos de serpientes. de guardar los esportillos”.
Las nevaíllas aguardan La aceituna en los remolques
al llegar al olivar de los tractores, orugas,
y también la cornezuela, es transportada al molino
amiga de la gordal. que la limpia y la tritura.
Rompe el silencio del campo Las dos fábricas de aceite
la voz de un aceitunero: que hoy ostenta Castellar
-¡Estira bien los mantones -fábrica de “San José”
y no cogeremos suelos! y fábrica de “El Pilar”-
molturan las aceitunas
Es hora de varear que excelente aceite dan.
y las sufridas olivas
sueltan el fruto oleoso Dicen que por sus pucheros
ante la brutal paliza. tuvo fama Castellar:
hoy la tiene por su aceite,
Agarrados férreamente de suprema calidad.
a los ramos más rollizos
los vibradores despojan
de aceitunas al olivo.
Ya no se recoge a ordeño,
ni se emplea la zaranda,
ni se emplea el caballete,
ni se acarrea en capachas.
Agustín Clemente Pliego