Castellar de Santiago
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LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL Y CASTELLAR DE SANTIAGO
Por Restituto Núñez Cobos


1.- INTRODUCCIÓN.

La desamortización es un proceso por el cual los bienes de manos muertas, vinculados o amortizados, quedaron liberados, es decir, pierden los derechos de perpetuidad o propiedad, se los incauta el Estado—bajo cuyo dominio pasan a ser bienes nacionales—y son vendidos en pública subasta a particulares. Son bienes de manos muertas los que se originan cuando una persona al morir—“mano muerta”—deja a la iglesia a perpetuidad bienes “por su alma”, que ya no podían venderse ni enajenarse. Son bienes vinculados los asignados a perpetuidad, desde la Edad Media, a una determinada entidad jurídica: a un concejo, a un mayorazgo, a una entidad religiosa..., y son amortizados los adquiridos en propiedad al extinguir el capital de una deuda con pagos aplazados que cubren el interés y una parte del capital adeudado. Por tanto, la desamortización afectó a los bienes eclesiásticos, tanto del clero regular como secular, y a bienes propios de comunidades y municipios. Estos bienes, en general, estaban exentos del pago de tributos, alcabalas, diezmos... Como a finales del siglo XVIII el 80 % de los  bienes pertenecían, como herencia feudal, a la nobleza (señoríos, solariegos, jurisdiccionales...), a la iglesia (abadengos, fundaciones, obras pías...) y a la Corona (realengos), se pensó en frenar esos procesos que conllevaban el endeudamiento del Estado que, por ello, y para hacer frente a sus gastos, tenía que gravar siempre a los más desfavorecidos.

2.- ANTECEDENTES.

Hubo diversas medidas desde 1737 (el concordato de ese año estableció que los eclesiásticos tributasen por los bienes que adquiriesen), pasando después por Olavide y Jovellanos (Reforma sobre la Ley Agraria), Godoy, José Bonaparte, Cortes de Cádiz de 1812, Trienio Liberal de 1820-23 (que incorporó al Estado bienes de monasterios y en propiedad particular los baldíos y realengos). Pero resultaron insuficientes porque no se llevaron a cabo de una manera sistemática, puesto que hubo numerosas paralizaciones y suspensiones según los regímenes absolutistas o liberales por los que pasó España desde la Ilustración borbónica.

En este trabajo trataremos de ver la influencia que tuvo la desamortización en nuestra provincia (en términos globales), pero especialmente en Castellar de Santiago.

3.- INTENCIONALIDAD DE LA DESAMORTIZACIÓN.

La desamortización que llevó a cabo Juan Álvarez Mendizábal, ministro de Hacienda en varias ocasiones entre 1836 y 1853, no se limitó a bienes eclesiásticos, sino que afectó a fincas—urbanas y rústicas—procedentes de otras instituciones y de particulares. El artículo 1º del decreto de 19 de febrero de 1836 –-inicio del proceso—decía:

“Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier clase, que hubieran pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas y los demás (el subrayado es nuestro) que hayan sido adjudicados a la nación por cualquiera título o motivo”.

La intencionalidad de la desamortización  era:

“...recomendar la división de las grandes propiedades, para reducirlas a suertes que estén al alcance de los ciudadanos honrados y laboriosos”.

Esta división de grandes propiedades, a menudo abandonadas o infraexplotadas, para pasar a manos “laboriosas”, no se llevó a cabo con pureza y, en buena parte de los casos, produjo el efecto contrario. Así, entre 1836 y 1854 se pusieron a la venta en nuestra provincia un total  de 5.107 fincas, pero en 4.718 subastas, lo que significa que la propiedad no sólo no se fragmentó, sino que algunas de ellas se agruparon en otras mayores.

El 84 % de las fincas se subastaron tal cual estaban, y del resto unas pocas se dividieron en varios lotes, pero un número más elevado fueron agrupadas. Por ello, la intención de Mendizábal de “...crear una copiosa familia de propietarios” fracasó.

4.- PERIODOS.

Los investigadores y estudiosos de la desamortización distinguen cuatro periodos: 1º, desde febrero de 1836 a agosto de 1841, en el que se subastaron bienes del clero regular (órdenes militares y mendicantes) y otros bienes nacionales; 2º, desde septiembre de 1841 a agosto de 1844, en el que se vendieron fincas del clero secular (es el más importante); 3º, entre agosto de 1844 y 1851, en el que se ralentiza el proceso y se venden propiedades de órdenes religiosas “sólo” masculinas y de propietarios no eclesiásticos; 4º, desde esa fecha hasta febrero de 1855, en el que se podían vender de nuevo bienes eclesiásticos, pero bajo control eclesial.

El proceso, que duró 19 años, se paró porque había muerto Mendizábal y se anunciaba un nuevo proyecto desamortizador, que llevaría a cabo Pascual Madoz en años posteriores.

5.- LA DESAMORTIZACIÓN PROVINCIAL.

En el nº 20 del Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, de fecha 3 de marzo de 1836, se enviaba a la reina Isabel II –-a la sazón una niña de tres años-- una felicitación por el primer decreto desamortizador, aunque sentían que las medidas no afectasen a bienes pertenecientes a propios o comunales, con lo que, de manera subliminal, exponían sus deseos de desamortizar también bienes concejiles. Muy pronto, el día 6 de marzo de 1836, se forma una comisión provincial para hacer un inventario de fincas, derechos y acciones, y el 20 del mismo mes se publica la instrucción para realizar la venta de bienes nacionales. Pero hasta el 30 de junio de 1836 no sale a la calle el nº 1 del Boletín Oficial de Ventas de Bienes Nacionales de la provincia de La Mancha, con la primera subasta. Es el principio de la desamortización en la provincia de Ciudad Real.

 

Los terrenos vendidos en Castellar de Santiago alcanzaron el 6 % de su término municipal. Este porcentaje suponía una extensión de 577 ha., 45 a. y 25 ca. Comparándolo con otras poblaciones tenemos:

*En 26 municipios la extensión vendida no supera el 1 %; cercano a nosotros se encuentra entre éstos Villamanrique.

*En otros 33 municipios se vende del 1 al 5 % de su término: Alcubillas, Cózar, Santa Cruz de Múdela, Torre de Juan Abad, Torrenueva Valdepeñas, Vva. de los Infantes y Viso del Marqués están en este grupo.

*Entre el 5 y el 9’9 % vendido sólo hay 10 municipios, con Castellar entre ellos.

*Entre el 10 y el 14’9 % figura Almuradiel, con tres municipios más.

*Y en otros tres municipios de la provincia los porcentajes son sensiblemente mayores.

6.- LOS COMPRADORES LOCALES.

      Para la compra de las fincas puestas a subasta era necesario tener un capital suficiente en metálico o en títulos de deuda pública, capital que proviene de la agricultura fundamentalmente o por la burguesía local (comerciantes,industriales, profesiones liberales...). Estos últimos son los que nos interesan para nuestro trabajo, pues el comprador más activo a lo largo de esos años era el secretario del Ayuntamiento. Estos secretarios (en la provincia, 24 lo eran de ayuntamiento y 5 de la Diputación) conocían a la perfección los entresijos de las subastas. En Castellar de Santiago, Juan de Dios del Río Abarca, secretario del ayuntamiento, adquirió 60 fincas, con un total de 143 ha., 45 a. y 7 ca. y una inversión de 24.611’11 reales. Ángel Tomás de San Juan de Dios del Río y Abarca había nacido en nuestro pueblo el día 7 de marzo de 1807, hijo de Juan Manuel del Río y de Micaela Abarca, y nieto de Blas del Río y Nicolasa López Mena y de Francisco Abarca y Anastasia Inés Novillo. Fue el iniciador de una importante familia política provincial.

      Estos compradores provinciales aparecen frecuentemente en la vida política local y provincial en todo lo relacionado con procesos electorales: alcaldes, concejales y diputados a cortes (electores, comisionados, candidatos y diputados/senadores). Los municipios estaban controlados a menudo por individuos que, al mismo tiempo, fueron compradores de bienes nacionales. Hubo hasta 102 compradores provinciales que se presentaron a diputados/senadores en esos diecinueve años; entre ellos está Juan de Dios del Río en varias ocasiones, si bien no consiguió acta; pero eso demuestra su alto nivel económico y posición e influencia política.

      ¿Quiénes son otros compradores locales de los que hay constancia documental? Veámoslos:

      *En la desamortización fueron numerosos los eclesiásticos que intervinieron como intermediarios; sin embargo, algunos, aunque resulte paradójico, participaron como compradores. Es el caso del párroco de Castellar, don Eulogio Fernández y Ramírez de Arellano, que adquirió 18 fincas, con un total de 16 ha., 79 a. y 74 ca. por un valor de 6.043’09 reales. Este sacerdote fue párroco de Castellar durante 43 años, desde 1814 a 1857, el segundo que más tiempo ha permanecido al frente de nuestra parroquia.

      *El tercer comprador en orden decreciente de número de fincas, aunque segundo en inversión, fue Claudio Sainz de Medina Abarca, que adquirió tres fincas con una extensión de 8 ha., 64 a. y 3 ca., que le costaron 13.950 reales. Claudio Sainz de Medina era hijo de José Sainz de Medina, de Viso del Marqués, y de María Abarca, de Castellar; su abuelo paterno era de Villarrobledo. Claudio nació en esta villa el día 30 de octubre de 1821.

      *Por último, Ramón Rubio compró una sola finca por 80 reales de la que no consta su extensión.

7.- CONCLUSIÓN.

      Con la desamortización de Mendizábal se produjo un cambio social en todos los ámbitos. Había dos razones fundamentales para dedicarse al “negocio” desamortizador (como también al comercio, a la banca y a la bolsa, que había sido creada en 1831): la obtención de beneficios y la búsqueda de prestigio social. Algunos historiadores de aquellos tiempos ya ponían de manifiesto que la venta de bienes nacionales ayudó a conformar una nueva clase burguesa. En uno de los Episodios Nacionales de la tercera serie, el número 28, titulado Montes de Oca, escribe Pérez Galdós:

“Ahora va a salir una grandeza nueva, la de los que vendieron paja y después vendieron dehesas de frailes; la de los que daban de comer a las tropas, y luego establecerán los adelantos, haciendo caminos nuevos y poniendo máquinas para todo... Qué sé yo, cosas muy buenas. El cuento es que haya dinero y que corra”.

Los bienes desamortizados  fueron una ocasión inmejorable, pues la tierra, preciado objeto en aquella época, proporcionaba además relumbre político e influencia social que repercutía en nuevas ganancias.

BIBLIOGRAFÍA:

-A. R. del Valle.- Desamortización y cambio social en La Mancha. 1836-1854. BAM, Ciudad Real, 1996.

-J. Moya Ulldemolins.- Diccionario terminológico de Historia de España. Ed. Dector. Barcelona, 1993.

-A. Feijoo Gómez.- La desamortización del siglo XIX en Castilla La Mancha. Toledo, Junta de Comunidades, 1990.

-G. Rueda.- La desamortización de Mendizábal y Espartero en España. Madrid. Cátedra, 1986.

            (Publicado en La Espadaña, nº 45, septiembre-octubre de 2000.)

 

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