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La calle Leonarda
Un
pueblo es una suma de deseos, de intereses, de pasiones y de
inteligencia.
José Ortega y Gasset. Castilla y sus castillos
(1942).
Comenzamos
con este reportaje que edita -fiel testigo-- La
Espadaña, la descripción de calles de este pueblo (ya dos
siglos y medio han transcurrido). Hay que recuperar desde el
pasado sus casas, habitantes, entresijos..., que fueron al olvido
y no al recuerdo. Leves silbos de historias y nostalgias irán
apareciendo en la revista, plenos de referencias y tipismo, para
formar con nítidos perfiles un plano imaginario, pero cierto, de
la localidad que nos acoge. La calle de Leonarda rompe el fuego:
es eje vertebral, y es el emblema de ayer, de hoy, de siempre;
del destino que fluye, río o brisa,
sin descanso, por las venas del tiempo y de sus gentes.
¿Cómo
era la calle Leonarda en aquella fecha? ¿Quiénes, si es extremo
que puede averiguarse, fueron sus descendientes? Veamos:
En
primer lugar, hay que decir que todas las casas están descritas
casi calcadas unas de otras: una casa en la poblazn
de la Villa y calle Leonarda con quarto vajo a suelo quadrado y
sola teja, tiene de frente x varas y de fondo x...;
indican en cuánto (ducados o reales) estaba regulado su
alquiler, aunque la habitara su dueño -para establecer un
gravamen sobre ella--, añade si tiene patio y corral, a quién
pertenece y quién, en su caso, la habita, sus linderos y en qué
punto cardinal confronta con la calle.
Siguiendo
los datos del Archivo Provincial, desde la acera de la calle de
San Roque (hoy del Santo), hasta la del Molino (hoy de Ramón y
Cajal), había:
Una
casa,
24 varas de frente, 6 de fondo con patio y corral, pertenece por
mitad a Dionisia Sagrameñas y a Diego Balvina que la habita;
linda con casa de Andrés Vicente Martín (la puerta de ésta
daba a la calle de San Roque y tenía 36 varas de fondo) y con la que sigue a
continuación. Otra casa... (ésta la
transcribimos literalmente, como ejemplo de lo an-tes dicho)
...en
la población de la Villa, y calle de Leonarda con cuarto vajo a
suelo quadrado y sola teja, tiene de frente veinte y quatro varas, de fondo veinte y dos
con patio y corral perteneze a Dn Germo
Abarca la havita Eugenio Ximénez alquilada en tres ducados,
linda casas de Diego Balvina y Dn Ferdo
Malo, confronta al sur con la calle.
Otra
casa,
10 varas por 22, patio y corral, de Dn Ferdo
Malo, alqui-lada en cinco ducados a Diego Balvina. Otra casa,
20 varas por 22, patio y corral, por mitad de Franco
Rojo y Juan Franco Tórtola que la habita; esta casa
linda a poniente con otra de la calle del Molino, de Juana
Martínez, de 22 varas de fondo.
Resumen
de la acera: cuatro casas que suman 78 varas, más 36 de An-drés
Vicente y 22 de Juana Martínez, hacen un total de 136 varas.
La
acera de enfrente, desde la calle del Molino a la de San Roque,
era así:
Una
casa,
de 12 varas por 20, patio y corral, de Diego López Araque que la
habita; el lindero hacia la calle del Molino donde está la
puerta es Juan Andrés Novillo y tiene de fondo 16 varas. Otra
casa, de 8 varas por 4, patio y corral, de Martín López
Tardío que la habita. Otra casa, de 12 varas por 22,
patio y corral, de Alfonso Rubio García que la habita. Otra
casa, de 25 varas por 25, patio y corral, de la obra pía que
fundó Ana López Palomares y la habita don Jaime Llázer, médico, alquilada
en cuatro ducados. Otra casa, de 20 varas por 50, patio y
corral, de Juan Eugenio Abarca que la habita, y linda a poniente
con la calle de San Roque.
Resumen
de esta acera: cinco casas y otra con puerta a la calle del
Molino, en total 97 varas.
¿Por
qué ese desajuste en la longitud de las dos aceras? Sin duda,
porque en la que confronta al sur se contaban las varas que
medía el callejón que todos conocemos.
¿Quién
era aquella Leonarda que dio nombre a la calle? ¿Y sus
habitantes, descendientes, ocupaciones, datos curiosos...? Lo
veremos en el próximo número de La Espadaña.
2.-
La calle Leonarda, o del Quadrejón (continuación).
Casi
todos los Maestros passaron por las nobles classes de aprendiz y
mesero.
Chistóbal Suárez de Figueroa.- Plaza universal de todas las ciencias y artes (1615), discurso 54.
¿Por
qué se llama calle de Leonarda y por quién? ¿Y desde cuándo?
Por
parte de sus abuelos paternos, Jusepe Zabala (o Zauala o Çavala)
y Ana Palencia, pertenecía a una de las familias más antiguas e
influyentes del pueblo; su abuela era hija de Juan de Palencia y
Catalina Manzorra (de Pablo Martínez Manzorro), que arribaron a
Castellar cuando aún era aldea de la Torre. En cuanto a Ana de
Lillo, su madre -los datos no están tan claros--,
procedía de María de Quevedo y Lillo, sobrina de Pedro de Lillo
y nieta de Francisco de Quevedo (nada que ver, creemos, con el
poeta, oriundo de Santander por línea paterna), todos ellos
relacionados con los primeros justicias del pueblo, pues en los
documentos consultados están citados como alcaides, oidores,
alféreces y familiares del Santo Oficio. Ana de Lillo era viuda
de Sebastián Abarca cuando casó en 1641 con don Francisco
Zabala.
(Todas las familias que vamos nombrando, y algunas otras relacionadas por parentesco y lazos matrimoniales entre sí, como las Bordallo, Ervias, Salazar, Pérez Castellano, Romero, Cano, López de Parada, Pérez Cervantes, Mexía..., eran los hidalgos o hijodalgos del pueblo a fines del siglo XVI, de los que se contabilizan hasta treinta ramas; unos se dedicaban a admi-nistrar la hacienda propia, otros al Estado, y en cada una de esas familias alguno se daba a la Iglesia, muy poderosa en aquellos tiempos).
No consta cuándo nació doña
Leonarda Zabala (hay una laguna de unos cincuenta años en los
archivos parroquiales de partidas de bautismo); pero en 1665
contrajeron matrimonio don Juan Andrés Abarca y Zabala y doña
Leonarda Zabala y Lillo (que así se dixeron
llamar, dice la partida); eran primos, y fue uno de los
testigos el licenciado (cura) don Juan Abarca Briçuela, tío del
novio. Después contrajo doña Leonarda en la Torre segundas nupcias
con don Fernando (González) de Montoya, natural de
Villamanrique, si bien aparece en nuestra villa la partida de
velación en 1671, cuando ella contaba 26 años. Tuvo doña
Leonarda una hija de su primer matrimonio, llamada doña Catalina Abarca Zabala
y Zabala Lillo, que casó en 1685 con don Pedro de Castro
Antolínez y Abarca, natural de Valdepeñas, médico en
Castellar, y cuya madre, doña Theresa Abarca, era hermana del
licenciado don Juan Abarca y Brizuela. De su segundo matrimonio
con don Fernando Montoya tuvo doña Leonarda cinco hijos
bautizados en este pueblo, entre 1671 y 1684. A veces eran
compadres (padrinos) el
licenciado don Pedro de Lillo, presbítero de la Torre, y su
hermana doña María de Lillo y López Parada, tíos maternos de
doña Leonarda; los padres figuran como Montoya González o
González Montoya y Zabala Lillo o Lillo Zabala, indistintamente,
incluso en el mismo documento. Por los años finales del siglo XVII o primeros del
XVIII, el matrimonio cambió su residencia, proba-blemente a la
Torre, pues en la partida de velación hay una nota marginal con
letra distinta que así lo indica, y añade: ...el mote
de los desposados revierte a la dicha villa de la Torre.
Deducimos de este dato que debían tener emblema o escudo con un
mote (sentencia o frase escrita al pie, propia de antiguos
caballeros), y que se llevaron con ellos. Algunos de sus
descendientes casaron en otros pueblos de Albacete o Jaén, y
consta en los memoriales de grandes terratenientes de esta
localidad en 1752 un
Fernando Montoya como residente en Baeza. Otra hija, doña Ana de
Montoya y Zabala Lillo, nacida en 1676, casó en 1703 en nuestra
villa con don Alfonso Patiño Castellanos y Abarca Salazar,
natural de Infantes, y ya viuda, contrajo nuevo matrimonio
también en nuestra parroquia con don Joseph Sureda y Sonsureda y
Bausa, natural de Manacor, Mallorca; no se especifica en los
documentos la profesión de sus maridos, ni tales apellidos
están en los años que siguen en nuestros archivos.
La
casa propiedad de doña Leonarda, que debía ocupar parte de la
acera norte de la calle, era en 1752 de los Abarca Tórtola y
Fernández del Amo, entre ellos Juan Eugenio, que residía en el
edificio de esta calle esquina con la de San Roque; casado desde
1749 con Josefa Escamilla Gon-zález, era alcalde ese año, y
convivían con él sus hermanos Francisco, Fernando y Matheo.
Francisco y Matheo casaron en los años inmediatos posteriores
con las hermanas Inés y Agustina Novillo e Ibáñez Castaño.
Todos descendían de don Juan Abarca Brizuela y Tórtola e Isabel
Fernández del Amo; don Juan, de don Fernando Abarca Brizuela y
Pérez Cervantes y Juana de Tórtola, tíos del primer marido de
doña Leonarda. Hermana de todos aquellos era doña Ana Abarca
Tórtola y Fernández del Amo, que vivía en la casa contigua
anterior, pues había casado en 1746 con don Jaime Llácer
Colomer, natural de Alcoy y médico del pueblo.
(La
palabra quadrejón o cuadrejón carecía y carece
de significado: es aventurar mucho (¿o tal vez no?) que tenga
relación con quadra, habitación en cuadro o manzana de
casas de forma cuadrada, y su derivado quadreja, y de ahí
quadrejón.
Lo
de unas casas
en lugar de una casa, se refiere a que en las
viviendas grandes de aquel entonces había estancias que daban a
los patios y que habitaba el personal de servicio, por lo que
varias familias tenían allí su morada).
Siguiendo
el orden del número anterior de La Espadaña, veamos
ahora una breve reseña de los habitantes de esta calle.
*En
la primera casa vivían los hermanos Dionisia y Juan (Sánchez)
Sagrameñas y Rodríguez; Ana Dionisia, de 23 años, contrajo
matrimonio en 1750 con Joseph Villegas y Sánchez Escamilla, que
se ausentó del pueblo por servicio al Rey en dicho
año; Juan, de 21 años y jornalero, casó tres veces,
en 1753, 1772 y 1779, con Isabel Gómez de Torres, Cathalina
Cavadas y María García Lozano y Moreno, respectivamente; sus
descendientes son una de las varias ramas Sánchez de este pueblo, conocidos
por Sagrameñas (se
tomó como apodo); Sagrameñas terminó por perderse.
*El
cuñado de ambos, Diego Balvina (o Barvina) y Mendoza, natural de
Úbeda, de 23 años, maestro de obra prima, casó en 1748
con Juana Sánchez Sagrameñas y Rodríguez; tenía dos hijos, a
su cargo estaba su tío Juan de Mendoza, de 63 años (que
le sirve en dicho oficio), y una sobrina de siete años
llamada Francisca Sagrameñas. La casa le servía de taller y él
vivía de alquiler en la don Fernando Malo (de quien no hemos
encontrado documentos todavía) en la misma calle.
(¿Qué
era maestro de obra prima? Maestro: el que está
examinado y aprobado en algún oficio mechánico: como Maestro
Sastre, &c. Obra prima: el Arte de Zapatería de
nuevo: y assí se dice Maestro de Obra Prima al que hace zapatos
nuevos; el simplemente zapatero (había algunos en el
pueblo de quienes se hablará oportunamente) sólo los remendaba;
de ahí el dicho despectivo de zapatero remendón).
Este maestro contrajo segundas
nupcias, inscrito en la partida ahora como Diego Aragón Balvina
y Mendoza, en 1770 con Gerónima Espinosa y Albarez, y un hijo
suyo, Gabriel Joseph Aragón Balvina y Sánchez, casado en 1774
con Isabel Nieto Galán y Molina, tuvo descendientes conocidos
como los Aragones, y tal apellido, mutado a Aragonés, ha llegado
hasta nuestros días.
*Don
Gerónimo Abarca Brizuela y Vélez, terrateniente de este pueblo
pero avecindado en Lezúzar (hoy Lezuza, Albacete), era cuñado
de Eugenio Ximénez y Díaz Pardo, natural de La Solana, que
residía en la casa de aquél en esta calle; Eugenio y María
Abarca Brizuela y Vélez, casados en 1729, tenían en nuestra
localidad varios hijos solteros y casados, todos labradores
terratenientes; en La Solana vivía también otro Abarca Brizuela
y Vélez, llamado Gabriel, con muchas fincas en Castellar.
*Francisco
Rojo y Vico era un labrador de 69 años, viudo dos veces (su
segunda esposa fue María Gª Bermejo y Tórtola).
*Juan
Francisco Tórtola y Cano, soltero, de 52 años, labrador, vivía
con una sobrina a su cargo, Tiburcia Gª Bermejo, de 22 años.
*Diego
López Tardío y Araque, de 30 años, estaba casado desde 1745
con Bárbara García Navarro y
tenía tres hijas.
*Martín
López Tardío y Abarca, labrador, de 60 años, permanecía
soltero.
*Y
Alfonso Rubio García, jornalero, de 50 años, casado en 1721 con
Inés Rubio García, tenía un hijo de 31 años, Juan Rubio (el
mediano de este nombre),
casado en 1743 y con dos hijos.
Por todo lo expuesto, se deduce que pertenecía a gran parte de la familia Abarca la calle del Quadrejón, conocida después como calle de Leonarda, por haber casado esta señora con uno de ellos y residir allí durante muchos años.
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