Castellar
de Santiago
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3.-
La calle del Sol (I).
Suelta mi manso,
mayoral extraño, / pues otro tienes de tu igual decoro; / deja
la prenda que en el alma adoro, / perdida por tu bien y por mi
daño.
Lope de Vega.- Rimas (1602), Primera parte: Sonetos
(primer cuarteto del soneto 188).
Iremos
viendo, número a número de La Espadaña, la composición
de casas con sus moradores de la calle del Sol en aquel lejano
1752. Con los datos y medidas que aportamos se puede hacer una
comparación con la estructura actual. Todas las casas eran (no
sólo en esta calle, sino también en el resto del pueblo) con
quarto vajo a suelo cuadrado y sola teja, y con patio y
corral (si no fuera así, o hubiera algún detalle curioso, se
indicará oprtunamente). Empezamos desde la plaza por la acera de
la izquierda (confronta al sur con la calle:
así finalizan con cada edificio).
El
propietario, don Gabriel de Abarca (Brizuela) y Vélez, de quien
dimos algún dato en el número anterior, vivía en La Solana y
había contraído matrimonio en nuestro pueblo con Juana Mª
Terzero y de Salas, natural de Valdepeñas (Bal de
Peñas, dice la partida). Don Fernando de Abarca
Tórtola y Fernández del Amo, que habitaba la casa en alquiler,
hijodalgo de 31 años y labrador, estaba casado desde 1741 con
Juana Ximénez y de Pliego y tenía un hijo de dos años y tres
hijas de nueve, siete y cuatro años.
Don
Fernando de Abarca (Brizuela) y Vélez vivía en Lezúçar
(Lezuza, Albacete). Alfonso Castaño y de Arjona, el inquilino,
de 52 años, era hijo de Francisco Martez Castaño,
natural de Santa Cruz de Mudela, y de Juana de Arjona; esposo de
Juliana Gregoria López Gómez y Sánchez, de 40 años, tenía
tres hijos y tres hijas entre veintiún y cinco años. Servía de
mayoral en el ganado Bacuno de D n
Torivio fernández, vecino de la ciu d
de Jaén. Alfonso y otros hermanos son los primeros
Casta-ño (en este caso, se perdió el primer componente del
apellido compuesto) que vivieron en el pueblo.
Francisco
Andrés Escamilla y González Cejudo, regidor anual en 1752 y
labrador, contaba 40 años; casado en 1733 con Ana López
Castillexo y de Vico, tenía un hijo de 15 años; en 1745 contrajo nuevo
matrimonio con María López Castillexo y Rubio, de 44 años y
viuda de Juan de Lebrancón y Fernández Callexa, con la que
también tenía otro hijo de 4 años. Tiene a su cargo a
Cathalina Rubio su suegra vecina del pueblo su edad ochenta
años.
Juana
Mª (Sánchez) Vélez y de la Torre, de 58 años, esposa en 1721
de Sebastián Gª Bermejo y Tórtola (un hijo de ambos de 26
años servía de zagal en la labor de mulas de don Pascual de
Ortega, vecino de Infantes), casó nuevamente --y nuevamente
enviudó-- en 1730 con Luis Romero Vélez y Sánchez Malagón, de
quien tenía otro vástago de 18 años, gañán en la labor de
bueyes de Juan Ximénez Núñez.
(Mayoral:
En un principio se llamaba así al jefe principal de los
pastores, que cuidaba del gobierno de una cabaña de ganado;
luego ha pasado a ser el capataz en las labranzas de mulas. Zagal:
Era en su origen el pastor joven subordinado al rabadán en el
hato; más adelante, el que ayudaba al mayoral, sin importar la
edad -de cuarenta o cincuenta años seguían siendo zagal
en la labor de...--; pero siempre ha sido el muchacho
que ha llegado a la adolescencia.)
3.- La calle
del Sol (II).
No vayas
Gil al sotillo, / que yo sé / quien novio al sotillo fue / que
volvió hecho novillo.
Luis de Góngora: Letrillas
burlescas (1581).
Continuamos
nuestro itinerario por esta calle (nos quedamos en el número
anterior de La Espadaña en la casa de Juana Sánchez
Vélez) en la acera izquierda subiendo desde la plaza. Las casas
confrontan al sur con la calle, excepción de
la que se indicará.
El propietario de la
vivienda, hijo de Pedro del Zerro López Tardío y de Isabel
Gallego Vico y Prior, era conocido como Francisco del Zerro
Tardío, aunque él firmaba Francisco del Zerro Gallego y
Tardío. En la época que nos ocupa, tenía 52 años, era
labrador y regidor perpetuo de la villa y estaba casado desde
1734 con Anna Manuela Gª
Rayado y de la Torre, de 44 años; luego, en 1763 contrajo nuevo
matrimonio con Feliciana Ferrón y Gª Portillo. Francisco del
Zerro no tuvo hijos.
Contaba
con una de las mayores fortunas del pueblo, sólo superado por el
cura don Pedro Morales Crespo y por don Pedro Abarca Tórtola.
Para darnos una idea aproximada de sus posesiones, valgan estos
datos: dos casas (la otra en la acera derecha de la calle de las
Heras --hoy Zacatín--, entre las calles del Molino y San Roque), más
de doscientas cuerdas de tierra de sembradura,
ochocientas veinticinco olivas (en total, recordemos, tenía el
pueblo dieciocho mil), una era para emparvar empedrada
con canto guigeño en
el sitio de la Vercruz, inmediata a la calle de las Heras y al
camino del Toledillo, de casi cuatro mil varas cuadradas (¡más
de media fanega actual!); en cuanto a animales, cuatro pares de
mulas para la labor, veintidós yeguas de vientre,
trescientas obejas de parir, seis carneros
padres, cien borregas y quince borregos, cincuenta y
dos colmenas y enjambres, etc. Disfrutaba de
ocho cargas (es decir, préstamos de dinero recibido), de
capellanías, hospitales, curatos..., de pueblos vecinos que
sumaban más de cuatro mil reales, cantidad ingente en aquella
época, por los que pagaba el 3 % anual, y 42 reales
limosna y cera de quinze missas rezadas que anualmente...
. En cuanto a personal a su servicio, tenía dos criadas y un
criado para la casa, tres criados para la labor de mulas, cuatro
para el ganado lanar (el más pequeño, de doze años...
que sirve de sobrado), y otros tres para el ganado de
yeguas (el último, también de doze años, sirve de
sobrado). La escala era mayoral, ayudador y zagal.
(Borrego, -ga:
El cordero, ù cordera de un año. Viene del nombre
Borra, por tener la lana entonces tan corta, que no se puede
esquilar ni sacarla en vellón. Ayudador:
Entre los ganaderos y pastores se llama así al que
cuida de las ovejas..., y tiene el primer lugar después del
mayoral. Sobrado: No registran los
diccionarios de aquella época esta palabra referida a personas,
pero sí sobrancero: Adjetivo que se aplica al
que está sin trabajar, y sin oficio determinado ...
vale mozo de labor, que está para suplir.)
El propietario de esta casa vivía en la calle de la Hermita
(con H en aquel tiempo) y se hablará de él en la descripción
de esta calle. Del inquilino, que pagaba tres ducados anuales de
alquiler, hemos encontrado estos pocos datos: Pedro López
Chumillas, de 50 años, casado y sin hijos, sirve de
Maioral en la Lavor de Mulas de Dn
Manuel Rosales, vecino de Torrenueva.
Juan Alberto de Liétor, de 34 años, hijo de Fernando de
Liétor y Torres y de Isabel de Fuentes y (Pérez) Ontani-lla,
había casado en 1742 con Ana Sobrino Pobeda y Peinado (Ana
Pobeda), y en 1746 con Águeda Belázquez, viuda; tenía cuatro
hijos y una hija entre ocho años y ocho meses, tres de los
cuales, al menos, Valentín Alberto de Liétor Pobeda y Manuel y
Pablo de Liétor Belázquez, continuaron la descendencia hasta
nuestros días.
Juan
Albertos (así aparece, sin apellidos, en muchos documentos) era
labrador bastante acomodado, pues contaba con unas 70 cuerdas de tierra
de sembradura de las que 55 estaban plantadas de
olivas; disponía de tres Bacas para labor y un buey
domado, una novilla cerril y un novillo cerril, una
becerra y un becerro y un pollino domado. Estas dos cargas de su
memorial de bienes encierran alguna curiosidad: Por una
memoria perpettua de una missa rezada en cada un año impuesta
sobre diferentes vienes de que paga por su limosna dos
reales. Por otra memoria vitalicia de veinteycinco missas rezadas
por la vida de cada posehedor y por su limosna: Cinq ta
Reales.
(Becerro,
-rra: El buey o vaca que apenas tiene una año,
que por otros nombres se llaman Añojo y Ternera.
Díxose Becerro, como si dixéssemos Buey cerril. Novillo:
El toro o buey nuevo que aún no está domado ù sujeto al
yugo. La diferencia entre becerro y novillo estriba en
que éste tiene dos o tres años.)
Esta
casa confronta a Levante con la calle, y la
siguiente de Juan Franco (se verá en el próximo número) a
Poniente; es decir, formaban el calle-jón, al que
abrían las puertas de ambas viviendas, y que conocemos hoy
popu-larmente como de las dos calles, Ermita y Sol; pero entonces
era efectivamente callejón, sin salida a la calle
Hermita, puesto que las dos casas lindaban y cerraban
el espacio.
Pedro
de Fuentes Pérez, de 45 años, era viudo de Ana Mª Ximénez
Blanco y Fez del Amo (Ana la Blanca) con quien tenía
un hijo de 19 años, Juan (que contrajo dos años después
matrimonio con Ana Trinidad
Sacristán Manzebo), y tres hijas entre 23 y 5 años. En 1756,
casó en segundas nupcias con María Peinado y López Lucas,
viuda de Martín Escamilla y López Lucas; pues bien, un hijo de
este matrimonio, Diego Joseph Escamilla y Peinado, casó con su
hermanastra, Josepha Mª de Fuentes y Blanco, en 1767. Pedro de
la Fuente o de Fuentes (hijo de Phelipe de la Fuente Sánchez y
de Cristina Pérez Ontanilla) era un labrador mediano con cerca
de 34 cuerdas de tierra y unas 220 olivas, con una yunta de
bueyes y una novilla cerril, una pollina domada, un pollino y una
cerda de un año. Una carga y pensión al hospital de la villa de
20 reales y una missa rezada y otra cantada que todo
compone veinte y ocho relaes. Pedro de Fuentes era tío
de Felipe de Fuentes Liétor, soltero y labra-dor de veintidós
años, propietario de la mitad de la casa anterior.
2.- La calle del Sol (III).
Sucedía
a estos dos lechos el del harriero, fabricado como se ha dicho, de las enjalmas y todo el
adorno de los dos mejores mulos que traía, que eran doce,
lucios, gordos y famosos, porque era uno de los ricos harrieros
de Arévalo.
Miguel de
Carvantes: Don Quijote de la Mancha, parte I (1605), cap. 16.
Siguiendo la calle del Sol hacia el saliente, vemos la primera
casa que hacía esquina con el callejón, hoy calle Francisco
Pizarro. Esta vivienda alcanzaba al fondo la calle de la Ermita,
tenía la puerta principal abierta al callejón, confronta
a poniente con la calle, y lo cerraba con el lindero
Pedro de Fuentes (ver número anterior de La Espadaña).
De quién era la parte del fondo del callejón, si del precedente
o de Juan Franco, no se especifica en el Archivo Provincial.
Juan
Franco, su propietario e inquilino, figura con 52 años de edad,
pero había nacido en 1697, hijo de Juan Franco Pérez y López y
de Antonia Mexía Bravo y Ximénez, Antonia Ximénez.
Su abuelo paterno se llamaba Marcos Pérez, y lo de Franco de su
padre debía ser apelativo convertido en apellido, práctica
corriente en aquella época. Desde luego, de este Franco arrancan
todos los del pueblo hasta nuestros días. Viudo en Santa Cruz de
Mudela de Isabel Ramírez,
contrajo nuevas nupcias diez meses depués, en 1728, con
Magdalena (Martínez) del Pozo y Fernández, natural de
Villacarrillo.
Juan Franco figura como labrador y arriero y es curioso que sea el
único arriero de Castellar ese año, siendo así que en los
siglos XIX y XX se contaban más de treinta; a principios del
siglo XVII figuraba con ese oficio Juan (a veces llamado Amador,
y es el mismo) Nieto. Como labrador, bastante acomodado, contaba
con 36 cuerdas de tierra de senvradura (20 juntas en el
Almagrero), 111 cuerdas de olivos, una era y un censo de
1.118 reales por el que pagaba una carga (3 %) de 33 reales y 18
maravedís. Para su arriería tenía dos machos
zerrados que le
servían en la labor y tráfico de caminos y cinco
pollinos para dicho tráfico. Tenía dos hijas (la
mayor del primer matrimonio) y dos hijos; el pequeño, de 15
años, era Estudiante Filósofo y Gramático en la
Unibersidad de Baeza, y no aparece posteriormente en
los archivos locales. Al servicio de Juan Franco había un
criado, familiar suyo, Juan de la Cruz Franco, de 21 años, que
posteriormente contrajo matrimonio dos veces en nuestra
localidad.
(Macho
cerrado: Se llama cerrado a la bestia mular o
caballar que ha cumplido siete años y ha mudado todos los
dientes; ya le faltan las señales que antes tenía en
ellos, para venir en conocimiento cierto de su edad. (H)arriero:
Había que distinguir en aquella época entre arriero, que
llevaba y traía, en pollinos o mulas, mercancías por encargo, y
trajinero o trajinante, que compraba por cuenta propia
para revender. Pero casi todos los arrieros trajinaban a veces y
los trajineros aceptaban encargos, por lo que terminaron
llamándose unos y otros con el primer nombre. La comarca
española donde más abundaban era la Maragatería, capital
Astorga, en León; de modo que cuando un arriero con acento
forastero llegaba a un
pueblo con sus géneros, se le llamaba maragato --ha venido
un maragato--, sin averiguar su procedencia, y la gente
salía a ver qué le interesaba).
(Fco.)
Manuel del Río Montero era el octavo y último hijo de Juan
Manuel del Río López Cámara, escribano del Ayuntamiento, y de
Isabel Montero Delgado; su abuelo, Miguel del Río, primero de
este apellido en nuestro pueblo, vino de Montiel como escribano
público y de ayuntamiento y notario apostólico, y fue
sucesi-vamente, además, algunos años, alcalde y regidor de la
villa. (Alguna vez sacaremos en la revista una breve reseña de
esta familia, tan pródiga en anécdotas e influencias a lo largo
del tiempo). Manuel de Río Montero, nacido en 1714, contrajo
matrimonio en 1741 con Josepha Flor Delgado y Fernández, de
quien tenía tres hijas que contaban entre diez años y ocho
meses. En el Archivo Provincial figura indistintamente como
Montero del Río o del Río Montero; en el Parroquial, de esta
última manera. Labrador mediano, todas sus propiedades se
reducían a 25 cuerdas y ocho celemines de tierra de sembradura
(en la Solana de la Lóbrega, veinte) y 30 olivas en la Fuente de
Pradillo. Y un par de mulos para la lavor, uno de quatro
años y otro de doce. Percibía un pequeño alquiler
por otra casa de su propiedad en la calle Heras.
Pedro Marín era un gran terrateniente de este pueblo afincado
en Marmolejo.
Ana
Serrano, mayor de edad, doncella y huérfa-na de 18 años: así
figura en el libro 676 de Memoriales de Bienes Seculares del
Archivo Provincial; luego, está en el Libro de Calles, pero no
en el de Personal de nuestro pueblo. Se añade después: Tiene
a su cargo dos hermanas una de hedad de diez y seis y la otra de
cattorce. Casa: es de mi propia havitación. Y por no te-ner más
bienes que los espresados doy este que no fir-mo por no saber lo
hizo un testigo a mi ruego, Gabriel Pérez Serrano. Los
Serrano provenían, desde principios del siglo XVII, de Ana
Siérrez o de la Sierra, llamada la Serrana (y de Marcos Siérrez
o Serrano, y otros), que casó con Juan de Alarcón, procedente
(junto con su hermano Antonio, sacristán de la pa-rroquia) de la
provincia de Cuenca como alguacil del Santo Oficio; sus
descendientes adoptaron el apelli-do Serrano, y a través de
ellos llegamos a la propietaria de esta casa.
Felipe de Fuentes Liétor, de quien hablamos algo en el
número anterior, era soltero de 22 años y labrador. En el Libro
de Personal sólo figura con mitad de casa en calle Sol (la otra
mitad era de su primo hermano doble Juan Alberto de Liétor y
Fuentes que la habitaba), pero vivía en ésta de alquiler, y un
celemín de tierra de primera calidad en la Veguilla (confronta
al norte con la Veguilla); y dos vacas para la labor,
de 7 y 5 años, y un becerro. Cultivaba las fincas de sus padres,
Manuel de Fuentes y Pérez Ontanilla, ya fallecido, y Alfonsa de
Liétor y Torres Morcillo, que tenía su morada en otra calle y a
cuyo nombre estaban las propiedades. En fechas posteriores,
Felipe de Fuentes no consta como casado.
2.-
La calle del Sol (IV).
Andábamos
haciendo culebra de una acera a otra por no topar con casas de
deudores.
Fco. de
Quevedo. Vida del gran Tacaño (siglo
XVII), cap. 15.
La penúltima casa de
esta acera izquierda la ocupaba, con sus aperos de labranza,
ganados y demás, María García Ziria y Portillo, que residía
en otra vivienda situada justamente enfrente de esta misma calle;
era viuda de Pedro de Ramos Ferrón Medina. De sus ascendientes y
descendientes se hablará en el próximo número de esta revista,
al llegar a su casa de morada. Ahora toca
un breve resumen de los cuantiosos bienes de esta señora. La
casa tiene al Norte la calle de la hermitta y al Sur dha
calle del sol, además de los linderos que se indican.
Véanse las varas del fondo y se sabrá la proximidad de las dos
calles para situarla mejor.
Además de estas dos casas de calle Sol, tenía otra en la
calle Heras (pero estaba en el
Zacatín de Granada, que tenía cinco casas mirando a
poniente, y que en el Libro de calles se incluyen en la de
las Eras, aunque sus propietarios declaren calle del Zacatín: se
hablará de esta circunstancia oportunamente en la revista); la
habitaba un hijo suyo, casado, Manuel Ferrón García o García
Ferrón, según. María García contaba con un total de 144
cuerdas y 8 celemines de tierra de sembradura en los mejores
sitios del pueblo: Pozarrón, 7 cuerdas; Haza del Toro, 9;
Cañada de Brizuela, 10; Solana del Espartal (al sur la
Rambla), 13; Cruz de Varas, 7; Guijuelos,
6; etc. En otras 14 cuerdas y 5 celemines tenía 421 olivas (en
Matta de Avaxo, 4 cuerdas, sólo 11 olivas),
en sitios como Oya de Arrancapeñas, Oya
de Pilón, camino de Guaalén, etc. Dos heras,
una de 1.800 varas en el sitio de la Santta vera Cruz,
junto al camino que sale a el que va a las villas de la
Torre y Villamanrique, y otra de 708 varas en las
Heras de Avaxo. En cuanto a ganados: dos mulas
para la labor de 8 y 11 años, una yegua domada de 4 años para
la carga y uso doméstico, una Baca y un Becerro,
dos cerdas de Bientre y otras dos más, seis
colmenas y cuatro enjambres. Contra estos bienes tenía tres
censos al 3 %: 1.078 reales a la Pía Devoción del Santísimo
Sacramento, 400 reales a un patronato de Torrenueva y 800 reales
a un vecino del Viso. Por una misa rezada al año pagaba dos
reales.
(Hoya:
La concavidad
ù hondura profunda que hai en los campos, hecha naturalmente ù
de intento. Por qué se
declaraban los censos: El ministro
Iturralde promulgó un decreto en 1739 por el que estaban exentos
de pagar a Hacienda asentistas, arrendadores y otros, lo que
agravó la economía nacional. Para paliar esa pérdida, en 1740
se estableció el impuesto llamado de la décima, por el
que todos debían abonar la décima parte de sus rentas netas y
utilidades, además de los otros gravámenes. En los pueblos,
muchos vecinos se endeudaron y tuvieron que tomar dinero a censo,
que se rebajó al 3 % en lugar del 5 % anterior; y al mismo
tiempo el monarca, a la sazón Felipe V, decidió valerse
(el llamado valimiento) de la mitad de las rentas de
propios y arbitrios. Las declaraciones catastrales de 1752
recogían esos censos, si se adquirieron por aquella razón, como
deudas para desgravar. El asentista era el que hacía
asiento en alguna localidad y contrataba con el
gobierno o con particulares para proveer de víveres u otros
efectos a los ejércitos, la armada, presidios, plazas, etc.)
Pedro
Núñez de Moia, de 29 años, estaba casado desde 1744 con María
Lucas Paisano, de 28 años, viuda de Andrés de Molina, con quien
había contraído matrimonio y enviudado el año anterior de
1743. Tenían dos hijos, Antonia Mª, de siete años, y Antonio
Joseph, de tres; se ocupaba de ayudador en la labor de mulas de
Don Pedro Morales Crespo, el párroco. No figura en el libro de
Memoriales de Bienes Seculares del Archivo Provincial, sino sólo
el memorial (Memoriales: secular) que él hace
personalmente con esos pocos datos. Pedro Núñez de Moia era
hijo de Miguel Núñez y Ana de Moya.
La acera izquierda de esta calle llega hasta el Rasillo de la
Veracruz. Súmense las varas que van desde el callejón,
redúzcanse a metros y calcúlese dónde acababa. Tenía menos
longitud que hoy.
Pasemos
a la
acera derecha, y descendamos número a número de la revista
hasta la calle del Molino. Todas las casas lindan al norte con la
calle, y son a suelo cuadrado y sola teja, con patio y
corral.
Cuando
el habitante de esta vivienda hace su memorial, dice que su casa
linda con el Rasillo de la Veracruz y con el varranco de
las heras (Alfonso Salado, copropietario, escribe en su
memorial: mitad de casa proindivisa con mi hermana Rosa
Salada, linda a levante con Barranco de las heras de la Beracruz).
Rasillo es diminutivo de raso, campo libre de barrancos y
árboles. El Rasillo debía ser desde la pequeñísima loma al
final (no construida entonces), antes de hacer la calle ese
ligero giro descendente a la izquierda para confluir con la de la
Ermita, hasta enfrente del molino de aceite de don Pedro Molina y
la ermita de la Veracruz, hoy escuelas; el Barranco de la
Heras, lo que es hoy la calle del Molinillo hacia el sur.
Ahí tenía su mitad de casa Francisco
Silvestre Gormaz Gallego Pablo, nombrado indistin-tamente Fco.
Gallego Pablo, Fco. Pablo Gallego, Gallego Gormaz o Gormaz
Gallego. Nacido en 1728, era hijo de Pablo Gormaz Gallego o
Gallego Gormaz y de Ana de Almodóvar y Pérez Ontanilla; su
padre, de Lorenzo Gormaz Gallego y Polonia Sánchez. A fines del
siglo XVI ya vivían en el pueblo varios Gormaz, y de Juan de
Gormaz y María Carnicera (probable oficio y no apellido)
proceden los demás. Casi todos eran maestro
alphaharero (Estevan, Fernando y Lorenzo Gallego Gormaz
y Juan Gormaz Gallego); sin embargo, Francisco Gallego de Pablo
--el nombre del padre como apellido-- era ayudador en la labor de
Fco. del Zerro Tardío. Casado con Ángela Ximénez Núñez
(nombrada a menudo como Ángela García), tenía dos hijas,
Francisca Mª y María Antª, de tres y un año, respectivamente.
Poseía mitad de otra casa en calle Villaverde, hoy Valverde, con
su hermano Miguel Gallego y de Almodóvar
--el apellido de la madre--, alfarero comoo casi toda la familia
(alguno había labrador fuerte). Los numerosos Gormaz actuales
(tomaron después este apellido, salvo alguna mujer, Gallego),
muy ramificados, derivan de éstos. Se contaban más familias de
alfareros: por eso, Castellar de los Pucheros... En Torre de
Juan Abad / todos quieren ser alcaldes, / y en Castellar
alfareros, / porque otro oficio no saben, decía una copla
antigua.
Bartolomé Ximénez y de Torres, de 55
años, casado desde 1733 con María Juana de Pliego y Peralta, de
44 años, tenía dos hijas de trece y de seis años. Era hijo de
Juan Ximénez Fuentes y de María García Arroyo. En aquella
época había numerosos vecinos de este apellido, que provenían
de los primeros Bartolomé Ximénez documentados en el pueblo
desde 1582 y han llegado a nuestros días. Con los apellidos en
ez o García es casi imposible seguir el hilo
a través de los años de padres a hijos, sobre todo si, como
ocurría, los apellidos se ponían según diversos criterios: el
primero se cambiaba a veces y el segundo era arbitrario.
Bartolomé era jornalero, pero con unas pocas tierras para entretenerse si
no le avisaban, como ha pasado hasta hace poco. Según su
declaración personal, tenía 2 fanegas de monte bajo y chaparral
en los Guijuelos, pero en el Libro de lo
real: secular, del Archivo Provincial, esa finca figura como
una cuerda de tierra de sembradura; sus bienes se completaban con
dos cuerdas más en la Fuente del Campo y una pollina domada para
carga y servicio doméstico de 15 años.
2.-
La calle del Sol (V).
--Suélenles
dar respondió el cura-- algún beneficio, simple o curado, o alguna sacristanía, que
les vale mucho de renta rentada,
Vienen
a estas páginas cuatro moradas habitadas por sus propietarios,
tres viudos y una viuda que, co-sa rara en aquellos tiempos, no
contrajeron segundas nupcias.
En primer lugar, continuando con
la descripción de casas del número anterior, llegamos al
propietario de esta vivienda, Joseph Escamilla, que, aunque
nacido en 1706, manifiesta tener 40 años. Era hijo de Alfonso de
Escamilla y Ana Mª López Lucas, y viudo de Lucía García
Chacho, nacida en 1715, hija de Juan Gª Chacho e Isabel
González. Había contraído matrimonio en 1740 y tenía un hijo
de 10 años, de nombre Alfonso Joseph Luciano, y dos hijas, Ana
de Santiago y Tomasa Mª, de 6 y 5 años. Era jornalero, y como
propiedades declara un corral de media fanega cercado de
piedra para zebada en sembradura en Sierra Maestre, y
una pollina domada y zerrada de doce años
para servicio doméstico. Como cargas sobre su casa tenía un
censo de 434 reales al 3 % a favor de Pedro Rodríguez, de
Torrenueva.
Los
Escamilla, apellido muy abundante en nuestro pueblo en los
documentos de ese año y, en general, grandes propietarios,
provienen de los más antiguos habitantes, desde Cristóbal y
Alonso de Esca-milla en 1592; debían ser familias importantes,
pues en los documentos consultados figuran como padrinos o
apadrinados de los hidalgos de entonces, o testigos de sus
matrimonios. Siguiendo los descendientes de aquéllos, llegamos
al de esta casa, y así hasta hoy, si bien este apellido está en
vías de desaparición.
Francisco (Martínez) Silencio
había nacido en 1705, hijo de Francisco Martínez y de su
tercera esposa Ana Muñoz
(hija de Juan Sánchez Espinosa y Ana Muñoz). Dice ser maestro
albañil de 46 años. Lo de Silencio debía ser mote o apelativo
convertido en apellido: rara vez aparece en los documentos como
Martínez Silencio, y luego, a fines de ese siglo, un nieto suyo
es llamado, cuando contrae matrimonio, Pedro Regalado
Martínez (alias Si-lencio), hijo de Juan E. Martínez (alias
Silencio) . Viudo de Manuela de Liétor, nacida en
1703, hija de Fernando de Liétor y Antonia Fernández de Rueda,
Francisco Silencio tenía tres hijos: Fran-cisco, de 22 años,
jornalero , Juan Esteban, de 11 años, y
Phelipe, de 9 años, estos dos nacidos en Segura de la Sierra
(dato obtenido de sus partidas de matrimonio); y dos hijas,
Manuela, de 16 años, se ejerzita en el ejerzizio de la
casa , e Isabel Mª, de 6 años, nacidas ambas en
Castellar. Se deduce que por razones de su oficio vivió un
tiempo en esa localidad de Jaén. Sus descendientes, Martínez
solamente, se suceden desde entonces en Castellar, hasta nuestros
días, junto con otras varias ramas del mismo apellido.
Fco.
Silencio declara que su casa linda al sur (es decir, por las
bardas o bardales) con tierra del veneficio curado ,
además de los linderos que aparecen en el recuadro. Poseía 8
cuerdas de sembradura en Pozo Bordallo, 16 cuerdas en el
mismo sitio y 1 en el Cerro Largo, una pollina domada para carga
y servicio doméstico de siete años con un crianzo
(con una cría al pie , en el Libro de
Bienes), y un censo de 268 reales a favor de Alfonso López
Lebrancón, vecino de la ciudad de Córdoba.
(La
palabra crianzo, aplicada a la cría de un animal,
no está en el Diccionario de Autoridades publicado pocos
años antes ni en ningún otro. Se trataría sin duda del habla
propia de los lugareños de nuestra comarca).
María García Portillo, de quien dimos
cuenta en el número anterior de esta revista de sus numerosas
posesiones, nacida en Castellar en 1701, era hija de Manuel
García Ciria (natural de Santa Cruz de los Cáñamos,
partido de Montiel ) y de Dª Catalina Portillo y
Rubio, natural de Madrid (lo dice en la partida de velación de
esta parroquia, de 1700, fol. 51 del Libro 2 de Matrimonios, pues
se habían desposado en la capital de España) o de Lerma, Burgos
(según pone la partida de matrimonio de esta su hija, 1719,
folio 109 del mismo libro); nieta de Martín de Ciria (Ziria o
Çiria) y Clara García, y de Pedro Portillo y María Rubio,
ninguno natural de esta villa. Era llamada María García
Portillo en casi todos los documentos, pero también Mª Gª
Portillo y Rubio, o María Gª de Ziria o María Portillo. No hay
datos sobre profesiones de padres o abuelos. En cuanto a Pedro de
Ramos Ferrón Medina, llamado así o Pedro Ferrón Ramos (nunca
Pedro Ferrón Sánchez), era hijo de Pedro Ferrón y María
Sánchez Malagón y nieto de Pedro Ferrón y Ana Medina Cano, y
de Diego Sánchez Malagón y María Núñez. Los Ferrón
pro-ceden, desde 1595, de Juan Ferrón e Isabel de Haro, y de
Pedro Ferrón y Mariana Juárez en 1610, descendientes de un
Fernando Ferrón de los primeros vecinos de Castellar. Por la
carencia de documentos, el salto siguiente es al abuelo Pedro
Ferrón, casado en 1670 con Ana Medina Cano, hermana de la
segunda mujer, Bernardina, de Miguel del Río. Pedro de Ramos
Ferrón había nacido el domingo de Ramos (segundo nombre de
pila) de 1699.
El
matrimonio Ferrón García había tenido doce hijos entre 1720 y
1740. La viuda desde hacía un año, María Portillo, dice en su
declaración personal que tiene dos hijos de 22 y 18 años que
ambos me sirben en mi Labor de Mulas , Juan Antonio
Matilde y Luis Joachín, que casaron el mismo día en
1762, y dos hijas de 17 y 14 años, Felicia(na) Mª y Ana
Catalina, la primera casada con el viudo de 62 años Fco. del
Cerro Tardío días después que sus hermanos en 1762 (ver La
Espadaña nº 57). Mª García añade: Tengo
ocupado en el servizio de mi Labor de Mulas un criado nombrado
Diego Ferrón García ... el que me sirbe de Mayoral, y gana de
soldada por año, reduzido todo a una suma trescientos y treinta
Reales de Vellón. Sin embargo, Diego Ferrón era hijo
suyo, pues en su declaración personal dice: Mi estado
es manzebo, mi ejerzizio mozo sirviente de mayoral con María
García, mi edad 26 años..., y más adelante: Una
pieza de fanega y media en
el sitio de la Solana de los Cotos confronta a Levante con María García mi madre .
Efectivamente,
Diego había nacido en 1726, fol. 97 del Libro 1 triplicado de
Bautismos. ¿Por qué razón que
se nos escapa este último es considerado como criado y los otros
dos, más jóvenes, como hijos? No se especifica, y si añadimos
que Diego no se casó, podemos conjeturar... El hijo mayor, Pedro
Joseph, de 32 años, que vivía en casa propia de la calle del
Zacatín (calle Heras), labrador
--tachado en su declaración y sobre el borrrón, jornalero-- y
soltero, contrajo matrimonio ese mismo año de 1752; el segundo,
Manuel de Santiago, de 30 años, casado y labrador, también
vivía, según su declaración personal, en esa misma calle en
otra casa de su madre.
María
García explica en su memorial que tiene tres casas, las dos de
calle Sol, una que es de mi servo
y otra que es de mi propia avitazon ,
de la que indica los linderos del recuadro y al Sur
Viuda de Juan García Medina ; y la de calle Zacatín,
de la que dice solamente no es de mi propia avitazión .
Firma, detalle raro en mujer de ese tiempo, como María García
Portillo y después, en un añadido,
Portillo a secas.
Hablemos
ahora de la casa. En
1840 unas partes de la misma, pertenecientes
a la Hacienda Nacional, proindivisa estas partes con otras de los
erederos de Antonio Ferrón , salen a pública subasta
y las adquiere Juan de Dios del Río. Esas partes están
descritas en el protocolo de tasación: Cocina de suelo
qdro. avajo, quarto primero de suelo qdro., quarto segundo de
suelo qdro., Cámaras de Zaguán y Trastos, Cámara de cocina,
mitad de Escalera, Quadra y orno, Quadras que le siguen,
Servidumbres que corresponden en toda la casa a estas partes .
Todo fue tasado en 2.780 reales. ¿Quién era Antonio Ferrón?
Pues bisnieto de Pedro Ferrón y María Portillo, nieto de Pedro
Joseph Ferrón, hijo de Pedro Tomás Ferrón y de su primera
esposa, casado en 1807 con Margarita Ferrón, nieta de Juan
Antonio Matilde Ferrón. Su
padre, Pedro Tomás, viudo, se desposó de segundas en 1894 con
Dª Micaela Leoncia Abarca Novillo, la cual, viuda a su vez en
1805, contrajo nuevo matrimonio en 1806 de treinta años
poco más o menos con Juan Manuel del Río, de 25
años (clérigo de menores y sobrino del
teniente de cura Juan Antonio del Río), que son los padres de
Juan de Dios del Río. Cuando la desamortización de Mendizábal
en 1840, todos los bienes de Juan Manuel (esas partes de
casa también, sin duda de la legítima de su esposa
por el primer matrimonio de ésta) pasaron a la Hacienda Nacional
y, subastados, los adquirió en su integridad su hijo, que era
entonces secretario del Ayuntamiento. (Ver La Espadaña
nº 46).
Juan López Lucas era hijo de Alfonso
López Tórtola o López Lucas y de Catalina Novillo, y nieto por línea paterna de
Alonso López Ballesteros o López Tórtola y María Lucas. El
apellido Tórtola procede del matrimonio contraído en 1672 por
Joseph de Tórtola y Ana Cano, y después sólo continúa, hasta
desaparecer, en mujeres emparentadas con las familias más
influyentes de nuestra localidad, por-que los varones terminan
por hacerse llamar Cano Tórtola. Juan López Lucas, nacido en
1715, era viudo. Había casado en 1735 con Lucía
Xabiela Ximénez, nacida en 1723 (contaba 12 años:
los datos no son erróneos, pues están tomados del Archivo
Parroquial), hija de Juan de Ramos Ximénez y Sebastiana García
Molina. No tuvieron hijos. Su casa linda a Levante con
María Portillo Ferrón y al Sur con la viuda de Juan García
Medina en calle Duende, al Norte la calle . Esta viuda,
llamada Juana de Peralta, a la vuelta de la esquina en calle
Duende, dice que su casa linda al norte con Juan López Monedero
y a levante (es decir, por los bardales) con zercado del
veneficio curado .
Juan López
Lucas (López Monedero según su vecina), que se declara
labrador, tenía solamente 2 cuerdas de tierra de sembradura en
Aguachares, 16 en Reina de los Ángeles, 06 en
Chaparral de las Ánimas y 03 en Umbría del Cerro Pelado,
una era de 520 varas en Los Azafranales (Eras Altas), un caballo
y una pollina, ambos domados de
tres años y para carga y
servicio doméstico, y dos censos sobre su casa
de
700 reales a favor del Stmo. Cristo y de 166 reales a favor de
Juan González Escamilla.
(Beneficio curado: El derecho y título para percibir y cobrar las rentas eclesiásticas, con obligación y cura de almas. Curato --de ahí el adjetivo curado--:El empleo del Cura o Párrocho, y el territorio que le está señalado, y de cuyos frutos se compone su congrua. Congrua: Conjunto de merecimientos que, según los teólogos, pueden tener en sí las obras buenas y sobrenaturales; pero que, ejercitadas por sujeto que está en pecado mortal, suelen servir de congruencia, es decir, oprtunidad, para que Dios le conceda los auxilios con los que salir del estado en que se halla. Leemos en la Chronohistoria de la Compañía de Jesús, siglo XVII, del Padre Bartolomé Alcázar, tomo 2º: Con carga --encargo-- de fundar otra Casa o Coleggio en Navalcarnero, con tres Sacerdotes y tres Hermanos, que se sustentassen de las rentas del Curato . Del Memorial del Beneficio curado: La finca del veneficio curado a que hacen referencia los vecinos está descrita por el cura don Pedro Morales Crespo de la manera siguiente: Una pieza de dos celemines de cuerda tierra de sembradura secano y tercera calidad en el sitio de las Eras de la Vera Cruz inmediato a la Villa confronta a Levante el Camino --hoy debe ser la calle Molinillo-- a Poniente casas de Juana de Peralta, a el Norte tierra de Francisco Silencio y a el Sur tierra de herederos de Manuel Rubio cuya figura es la de el margen . La figura dibujada al margen es una especie de óvalo, más parecido a una concha de almeja).
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