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La iglesia de Santa Ana (corregido y ampliado)

Descripción del templo (1ª parte)
Agustín Clemente Pliego

 En el año 2006 apareció en el programa de festejos del Cristo un artículo firmado por mi persona donde hablaba sobre el origen y las transformaciones que ha sufrido nuestra iglesia en el discurrir del tiempo. Ahora, después de dos años, ofrezco este reportaje sobre el tema donde se ha ampliado su contenido teniendo como fuente el libro que la doctora Pilar Molina Chamizo publicó hace dos años sobre las iglesias de la Orden de Santiago en nuestra provincia[1]. Dado el interés del tema y la extensión considerable del texto, su contenido irá distribuido en varias entregas.

 

La arquitectura actual y definitiva del templo es el resultado de distintas remodelaciones de un edificio construido en el siglo XVII sobre las bases de otro más antiguo que se remonta al siglo XVI.

Pero antes de entrar en la historia de la iglesia es interesante presentar una descripción que realizaba la mencionada Pilar Molina a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando preparaba un libro sobre las iglesias del Campo de Montiel, publicado más tarde en 1994[2]. En el mismo no incluyó nuestro templo porque se salía de los parámetros temporales que limitaban su estudio (1243-1515); no obstante, dejó una copia de sus investigaciones de la iglesia castellareña en el archivo parroquial[3].

Pilar Molina sostiene que “exteriormente su planta se asienta sobre un terreno irregular, necesitando elevar la altura de sus pies sobre un montículo de piedra artificial para equilibrar el alzado”.

Tiene planta de cruz latina: una sola nave central con brazos del crucero[4] poco desarrollados y está rematada con una espadaña.

Los materiales con que se construyó el edificio, aunque con síntomas evidentes de reformas posteriores de importancia, son pobres y “corresponde a la tipología de iglesias manchegas y toledanas de tradición mudéjar”. Se emplearon paramentos de mampostería[5] mezclados con verdugadas[6] de ladrillo, el cual sustituye a la piedra en las esquinas y dovelaje de vanos[7], pero se combina con ella en los estribos[8]. La piedra de sillería[9] de arenisca roja está reservada para la portada principal, los restos de la portada del lado norte y el postigo cegado de los pies (lado oeste).

La decoración exterior es casi inexistente, como corresponde a las iglesias renacentistas españolas. La austeridad es debida a la influencia de las ideas contrarreformistas, que influyeron también en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Ocupando el centro del tramo central del lado sur se abre la portada principal, de gran monumentalidad. Está construida con piedra arenisca - “piedra rosada, moliz”- la llama Pilar Molina, que la describe así: “El arco sobre el que se articula todo el conjunto es de medio punto, ligeramente peraltado[10]. Las jambas[11] son rectas, a modo de simples pilastras. Esta sencilla estructura interior se engloba dentro de un marco clasicista, a modo de arco triunfal. A los lados poderosas jambas, construidas sobre núcleos apilastrados cruciformes, con tres semicolumnas toscanas adosadas[12]. Sobre las jambas se dispone un doble entablamento[13]. Su friso[14] no se decora, prevaleciendo la pureza de su austera decoración. El segundo cuerpo se compone de una hornacina[15] bajo cúpula semiesférica, englobada por un rectángulo, y en su clave[16] una inscripción nos revela la fecha de su término (1680). Por encima de la portada encontramos restos de una cornisa de ladrillo, demostrando la presencia de una intervención posterior”. La hornacina, cubierta por un frontón triangular, posiblemente albergara una escultura de Santa Ana o bien se quedó vacía por falta de fondos; aunque esa ausencia no es extraña si volvemos a tomar como ejemplo el monasterio de El Escorial, edificio que tuvo una tremenda influencia en la arquitectura hispana durante años.

 

 

Fachada de la iglesia de Santa Ana (década de los sesenta del siglo XX).

 

En el tercer y último tramo del lado sur se alza, majestuosa, la espadaña[17], “realizada en forma de arco triunfal, rematada en frontón triangular coronado por su cruz y veleta de hierro. Se trata, sin duda, de un añadido posterior”.

“El hastial[18] del lado oeste presenta una puerta, hoy cegada (se refiere a finales de los ochenta, como ya hemos dicho) realizada en piedra moliz. De estructura adintelada[19], sobre dos pilastras cajeadas, habiéndose modificado su altura original”.

 

 “Interiormente la iglesia parroquial de Santa Ana desarrolla planta de una sola nave, con presbiterio poligonal de cinco lados, con brazos del crucero apenas esbozados, como es habitual en el modelo de templos difundidos en la segunda mitad del siglo XVII en la zona manchega, por influencia de los planteamientos de Juan de Herrera”.

“El presbiterio[20], semiesférico, adorna su liso paramento mediante cuatro altas pilastras toscanas en ángulo. Sus capiteles resaltan sobre el entablamento, que a modo de franja decorativa recorre toda la línea de impostas[21], prolongándose ininterrumpidamente por los brazos del crucero hasta el cuerpo de la nave”.

“El retablo, moderno sustituto del primigenio destruido en la Guerra civil, en forma de arco tripartito, cobija en su parte central la magnífica talla del Cristo de la Misericordia. Es una imagen procesional de tamaño natural que representa a Cristo en el momento de la expiración. Con un perfecto tratamiento de la anatomía humana, su rostro refleja una gran serenidad.

“Sobre el crucero una falsa cúpula sostenida por cuatro pechinas[22]. El cuerpo principal se divide en tres crujías separadas por pilastras toscanas, dispuestas sobre zócalo corrido, sin basas. La bóveda, de cañón, sin lunetos[23], queda dividida en cuatro elementos mediante sencillos arcos fajones de medio punto, apoyándose sólo tres de ellos en sus correspondientes pilastras, mientras que el correspondiente a la zona de la portada carece de apoyo”.

“Los brazos del crucero son poco profundos, sustentados sobre cuatro pilastras toscanas con sus correspondientes capiteles y entablamento. Se cubren con bóvedas de cañón, sencillas. En el muro de unión entre los brazos y el presbiterio se abren pequeñas capillas-hornacinas, protegidas con verjas de hierro. En el lado de la epístola se abre un nicho, sobre grada, frente a la que se dispone la pila bautismal, con taza gallonada, sobre pedestal”.

“En el tramo central del lado del evangelio, frontera a la puerta principal, se abre una pequeña capilla moderna, ocupando el espacio de la antigua puerta del norte. El arco de ingreso es carpanel[24], con intradós[25] abocinado para dar mayor amplitud. El interior, semiesférico, se cubre con sencilla bóveda de cañón. Un retablo donde se veneran las imágenes de Santa Ana y la Virgen Niña, nos recuerda los tristes sucesos ocurridos en el interior de esta iglesia en los peores momentos de la Guerra civil”. Se trata de la capilla de los Caídos, donde reposan los restos de los asesinados por un grupo de desalmados del Frente Popular; sus nombres figuran en dos placas.

 

[1] PILAR MOLINA CHAMIZO: De la fortaleza al templo: arquitectura religiosa de la Orden de Santiago en la provincia de C. Real (siglos XV-XVIII). C. Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 2006, pp. 148 y 149.

[2] PILAR MOLINA CHAMIZO: Iglesias parroquiales del Campo de Montiel. 1243-1515. Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 1994.

[3] ANTHROPOS, en  la Carta arqueológica de Castellar de Santiago,  recoge una reproducción de la misma en pp. 10-12, a la cual me remito.

[4] Crucero: Espacio en que se cruzan la nave principal y la nave menor. La nave crucero es la menor, que se cruza transversalmente a la nave principal.

[5]  Mampostería: Fábrica de piedra sin labrar o con labra tosca  que se apareja o dispone de modo irregular.

[6] Verdugada: Hilada horizontal de ladrillos.

[7] Dovelaje de los vanos: Son los ladrillos que rodean los huecos o ventanas.

[8] Estribos: Contrafuertes. Obra maciza de albañilería, a modo de pilastra, adosada al muro y que sirve para reforzarlo en los puntos en que éste soporta mayores empujes.

[9] Piedra de sillería: Piedra labrada.

[10] Arco de medio punto: Arco semicircular de flecha igual a la semiluz. Si está peraltado es que porque su flecha es mayor que la semiluz.

[11] Jambas: Elemento vertical, que no es una columna, que sostiene un dintel de una ventana o puerta, especialmente si está trabajada.

[12] Toscanas: Se trata del estilo dórico romano o toscano.

[13] Entablamento: Conjunto de elementos horizontales sostenidos por columnas o pilares.

[14] Friso: Faja decorativa de desarrollo horizontal,  y específicamente la parte entre el arquitrabe y la cornisa.

[15] Hornacina: Hueco coronado por un cuarto de esfera, generalmente practicado en un muro y destinado a recibir una estatua.

[16] Clave: Pieza central de una bóveda.

[17] Espadaña: Pared elevada sobre la fachada que sirve de campanario.

[18] Hastial: Fachada.

[19] Adintelada: Con forma de dintel. El dintel es el elemento horizontal que soporta una carga apoyando sus extremos en las jambas o pies derechos de un vano.

[20] Presbiterio: Espacio que circunda al altar mayor y que está separado de la nave con gradas.

[21] Imposta: Hilada algo voladiza sobre la que se asienta un arco o una bóveda.

[22] Pechina: Cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos sobre los que se sustenta una cúpula.

[23] Luneto: Bovedilla en forma de media luna abierta en la bóveda para darle luz.

[24] Carpanel: Arco de varios centros y en especial de tres.

[25] Intradós: Superficie inferior de un arco.

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La iglesia de Santa Ana

 (Artículo publicado en el programa de festejos del Cristo de 2006

por Agustín Clemente Pliego)

 En estas páginas del programa de festejos quiero ofreceros un recorrido sobre el origen y las transformaciones que ha sufrido nuestra iglesia, el único edificio artístico más antiguo y emblemático de nuestro pueblo, que alberga la imagen del Santísimo Cristo cuyas fiestas ahora celebramos.

Su construcción se remonta al siglo XVI, a la época de fundación de nuestro pueblo, y su advocación era ya entonces la de “Señora Santa Ana”.

Una descripción de la misma la realizó Pilar Molina Chamizo a finales de la década de los ochenta (estando de párroco don José María), cuando preparaba un libro sobre las iglesias del Campo de Montiel[1]. En el susodicho libro, publicado en 1994, no incluyó la de Castellar porque se salía de los parámetros temporales que limitaban su estudio (1243-1515); no obstante dejó una copia del estudio de la iglesia castellareña en el archivo parroquial[2].

Pilar Chamizo sostiene que “exteriormente su planta se asienta sobre un terreno irregular, necesitando elevar la altura de sus pies sobre un montículo de piedra artificial para equilibrar el alzado”.

La iglesia tiene planta de cruz latina. Consta de una sola nave central con brazos del crucero[3] poco desarrollados y está rematada con una espadaña.

Los materiales con que se construyó, aunque con síntomas evidentes de reformas posteriores de cierta importancia, son pobres y “corresponde a la tipología de iglesias manchegas y toledanas de tradición mudéjar”. Se emplearon paramentos de mampostería[4] mezclados con verdugadas[5] de ladrillo, el cual sustituye a la piedra en las esquinas y en el dovelaje de los vanos[6], pero se combina con ella en los estribos[7]. La piedra de sillería[8] de arenisca roja está reservada para la portada principal, los restos de la portada del lado norte y el postigo cegado de los pies (lado oeste).

La decoración exterior es casi inexistente, como corresponde a las iglesias renacentistas españolas. La austeridad es debida a la influencia de las ideas contrarreformistas del Concilio de Trento, que influyeron también en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Ocupando el centro del tramo central del lado sur se abre la portada principal, de gran monumentalidad. Está construida con piedra arenisca - “piedra rosada, moliz”- la llama Pilar Chamizo, y la describe así: “El arco sobre el que se articula todo el conjunto es de medio punto, ligeramente peraltado[9]. Las jambas[10] son rectas, a modo de simples pilastras. Esta sencilla estructura interior se engloba dentro de un marco clasicista, a modo de arco triunfal. A los lados poderosas jambas, construidas sobre núcleos apilastrados cruciformes, con tres semicolumnas adosadas toscanas[11]. Sobre las jambas se dispone un doble entablamento[12]. Su friso[13] no se decora, prevaleciendo la pureza de su austera decoración. El segundo cuerpo se compone de una hornacina[14] bajo cúpula semiesférica, englobada por un rectángulo, y en su clave[15] una inscripción nos revela la fecha de su término (año 1680). Por encima de la portada encontramos restos de una cornisa de ladrillo, demostrando la presencia de una intervención posterior”. La hornacina, cubierta por un frontón triangular, posiblemente albergara una escultura de Santa Ana o bien se quedó vacía por falta de fondos; aunque esa ausencia no es extraña si volvemos a tomar como ejemplo el monasterio de El Escorial, edificio que tuvo una tremenda influencia en la arquitectura hispana durante años.


 

[1] PILAR MOLINA CHAMIZO: Iglesias parroquiales del Campo de Montiel. 1243-1515. Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 1994.

[2] ANTHROPOS, en  la Carta arqueológica de Castellar de Santiago,  recoge una reproducción del mismo en (pp. 10-12), al cual me remito.

[3] Crucero: Espacio en que se cruzan la nave principal y la nave menor. La nave crucero es la menor, que se cruza transversalmente con la nave principal.

[4]  Mampostería: Fábrica de piedra sin labrar o con labra tosca  que se apareja o dispone de modo irregular.

[5] Verdugada: Hilada horizontal de ladrillos.

[6] Dovelaje de los vanos: Son los ladrillos que rodean las ventanas.

[7] Estribos: Contrafuertes. Obra maciza de albañilería, a modo de pilastra, adosada al muro y que sirve para reforzarlo en los puntos en que éste soporta mayores empujes.

[8] Piedra de sillería: Piedra labrada.

[9] Arco de medio punto: Arco semicircular de flecha igual a la semiluz. Si está peraltado es que porque su flecha es mayor que la semiluz.

[10] Jambas: Elemento vertical, que no es una columna, y que sostiene un dintel de una ventana o puerta, especialmente si está trabajada.

[11] Toscanas: Se trata del estilo dórico romano o toscano.

[12] Entablamento: Conjunto de elementos horizontales sostenidos por columnas o pilares.

[13] Friso: Faja decorativa de desarrollo horizontal,  y específicamente la parte entre el arquitrabe y la cornisa.

[14] Hornacina: Hueco coronado por un cuarto de esfera, generalmente practicado en un muro y destinado a recibir una estatua.

[15] Clave: Pieza central de una bóveda.

 

 

En el tercer y último tramo del lado sur se alza, majestuosa, la espadaña[1], “realizada en forma de arco triunfal, rematada en frontón triangular coronado por su cruz y veleta de hierro. Se trata, sin duda, de un añadido posterior”.

 “El hastial[2] del lado oeste presenta una puerta, hoy cegada (se refiere a finales de los ochenta) realizada en piedra moliz. De estructura adintelada[3], sobre dos pilastras cajeadas, habiéndose modificado su altura original”.

“Interiormente la iglesia parroquial de Santa Ana desarrolla planta de una sola nave, con presbiterio poligonal de cinco lados, con brazos del crucero apenas esbozados, como es habitual en el modelo de templos difundidos en la segunda mitad del siglo XVII en la zona manchega, por influencia de los planteamientos de Juan de Herrera, arquitecto de El Escorial”.

“El presbiterio[4], semiesférico, adorna su liso paramento mediante cuatro altas pilastras toscanas en ángulo. Sus capiteles resaltan sobre el entablamento, que a modo de franja decorativa recorre toda la línea de impostas[5], prolongándose ininterrumpidamente por los brazos del crucero hasta el cuerpo de la nave”.

“El retablo, moderno sustituto del primigenio destruido en la Guerra Civil, en forma de arco tripartito, cobija en su parte central la magnífica talla del Cristo de la Misericordia. Es una imagen procesional de tamaño natural que representa a Cristo en el momento de la expiración. Con un perfecto tratamiento de la anatomía humana, su rostro refleja una gran serenidad”.

“Sobre el crucero una falsa cúpula sostenida por cuatro pechinas[6]. El cuerpo principal se divide en tres crujías separadas por pilastras toscanas, dispuestas sobre zócalo corrido, sin basas. La bóveda, de cañón, sin lunetos[7], queda dividida en cuatro elementos mediante sencillos arcos fajones de medio punto, apoyándose sólo tres de ellos en sus correspondientes pilastras, mientras que el correspondiente a la zona de la portada carece de apoyo”.

“Los brazos del crucero son poco profundos, sustentados sobre cuatro pilastras toscanas con sus correspondientes capiteles y entablamento. Se cubren con bóvedas de cañón, sencillas. En el muro de unión entre los brazos y el presbiterio se abren pequeñas capillas-hornacinas, protegidas con verjas de hierro. En el lado de la epístola se abre un nicho, sobre grada, frente a la que se dispone la pila bautismal, con taza gallonada, sobre pedestal”.

“En el tramo central del lado del evangelio, frontera a la puerta principal, se abre una pequeña capilla moderna, ocupando el espacio de la antigua puerta del norte. El arco de ingreso es carpanel[8], con intradós[9] abocinado para dar mayor amplitud. El interior, semiesférico, se cubre con sencilla bóveda de cañón. Un retablo donde se veneran las imágenes de Santa Ana y la Virgen Niña, nos recuerda los tristes sucesos ocurridos en el interior de esta iglesia en los peores momentos de la Guerra Civil”. Se trata de la capilla de los Caídos.

Sobre la fecha de construcción Pilar Chamizo sostiene que “esta parroquia es un ejemplo de construcción tardía, situada ya en los años finales del siglo XVII, cuya tipología nos demuestra cómo ya, en esas fechas, habían triunfado plenamente los modelos de edificios religiosos difundidos por la escuela purista herreriana. Paralelamente mantiene elementos cuya construcción se produjo en el siglo XVI, aunque adaptándolos al nuevo estilo; siendo su mejor ejemplo la construcción de su antigua tribuna, la sillería y las tribunillas laterales”.

Los arqueólogos del grupo “Anthropos” defienden la misma teoría: “El estudio detallado de algunos paramentos[10] de este inmueble podría conducir a la certeza de que el edificio que hoy vemos  se levantó sobre otro preexistente, más pequeño[11]”.

Por todo lo cual y apoyándonos en el primer libro de bautismos, fechado en 1580, sostengo que la  iglesia se debió de levantar a raíz de la fundación del pueblo y que los últimos remates corresponderían al año 1581, momento en el que el obispo, Julio de la Calzada, sufragáneo y diputado por el arzobispo de Toledo, Gaspar de Quiroga, “consagró en la iglesia parroquial tres canpanas: la una mayor al honor de Nuestra Señora Santa María y la otra al onor de Señora Santa Bárbara y otra más pequeña al onor de Señora Santa Catalina” . Aprovechó su estancia en nuestra iglesia para administrar el sacramento de la confirmación a “quinientos sesenta y siete castellareños[12]” y de paso bendijo la ermita de la Santa Veracruz. Esto sucedía, repito, en el año 1581.

Según nuestro paisano, Restituto Núñez, ese primer templo parroquial era más pequeño que el actualmente podemos contemplar. Tenía forma rectangular y carecía de crucero y de ábside[13]. Parece ser que era demasiado pequeño para acoger a la feligresía cuyo número iba en aumento. Por ello un siglo más tarde se amplió el recinto añadiéndole el crucero y el ábside. Las obras de esta primera remodelación empezaron en 1677 y terminaron en 1684. Por entonces se hizo con piedras de sillería la portada principal, en la que hoy se puede leer la fecha de 1680, año de su finalización. De la misma fecha son la portada del oeste y del norte.

Este edificio remodelado es el que responde a las características puristas de la escuela herreriana que ya se habían impuesto a lo largo del siglo XVII. Pilar Chamizo dice que “Santa Ana supone el triunfo de los presupuestos puristas: la sencillez de las líneas; la austeridad decorativa; el empleo de elementos arquitectónicos con un matiz ornamental; la iluminación matizada determinada por los escasos vanos, localizados con preferencia en el crucero; la economía de materiales, con gran preferencia del ladrillo, reservando la piedra para las portadas y lugares de refuerzo; la medida proporción son algunas de sus características más señaladas”.

Con el discurrir del tiempo el edificio se ha visto obligado a sufrir toda una serie de reparaciones y transformaciones.

Los primeros datos conservados se refieren a la ampliación y remodelación  realizadas, como hemos visto,  entre 1677 y 1684, cuando se añadieron el crucero, el ábside y las portadas. Seguramente también se construyó  el coro, debajo del cual estaba en un lateral la capilla de Ntra. Sra. del Rosario.

Hasta el siglo XIX no tenemos noticia escrita de ninguna reparación, que sin lugar a dudas la hubo. Sabemos por Inocente Hervás que en 1862 el templo fue denunciado por ruinoso. La torre que albergaba las campanas y gran parte de los muros, a excepción del ábside, estaban prácticamente derruidos. Entonces el obispo-prior de Ciudad Real, don José María Rancés, dispuso su reedificación, la que corrió a cargo del maestro de obras José Joaquín García. El 25 de noviembre de 1893 la iglesia  sería bendecida y abierta al culto por el citado obispo. La torre que existía anteriormente no fue reedificada y en su lugar se construyó la célebre espadaña para albergar las campanas. La existencia de una puerta exterior, actualmente cegada, daría acceso al interior de la torre. La parte central del coro quedó convertida en baptisterio y en almacén para guardar las andas, los reclinatorios... Se taparon entonces las puertas de occidente y del norte y sólo quedó la puerta que mira al sur como única de acceso al templo. La puerta de occidente sería abierta de nuevo a principios del siglo XXI. Durante los treinta años que duraron estas obras fue habilitado el pósito[14] para las funciones del culto[15].

En el siglo XX el templo fue sometido a nuevas reparaciones y  algunas transformaciones significativas. Una de ellas se llevó a cabo tras la Guerra Civil al construir en 1940 la capilla de los Caídos, donde están enterrados las víctimas de la derecha nacionalista asesinadas durante la contienda. En la fachada exterior se colocó una Cruz, el símbolo de Falange y dos placas con los nombres de los asesinados. Este aditamento, que rememoraba un acontecimiento histórico, sería eliminado en el año 2004 por mandato del gobierno socialista del municipio.

Según una nota que dejó escrita el párroco, don Narciso Perea Carrero, en el Libro de Bautismos del año 1945, cuando tomó  posesión de la parroquia en septiembre del mismo año, hubo de afrontar las obras de reconstrucción ya que la mitad de la iglesia amenazaba con derrumbarse, sobre todo por la bóveda de cañizo de la zona del presbiterio. Una Junta que se constituyó para recaudar fondos y el propio sacerdote recogieron 22.983 pesetas con las aportaciones en metálico de los vecinos y con el trigo que algunos labradores aportaron. Con ello se pudieron pagar los gastos de la obra.

En la misma nota don Narciso afirmaba que durante la Guerra Civil habían sido destruidos casi todos los santos y también el retablo: “Tenía tan sólo la parroquia la capilla de los Caídos, el retablo de San Antonio Abad,  la mesa de altar y el tabernáculo del Altar mayor[16]”.


 

[1] Espadaña: Pared elevada sobre la fachada que sirve de campanario.

[2] Hastial: Fachada.

[3] Adintelada: Con forma de dintel. El dintel es el elemento horizontal que soporta una carga apoyando sus extremos en las jambas o pies derechos de un vano.

[4] Presbiterio: Espacio que circunda al altar mayor y que está separado de la nave con gradas.

[5] Imposta: Hilada algo voladiza sobre la que se asienta un arco o una bóveda.

[6] Pechina: Cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos sobre los que se sustenta una cúpula.

[7] Luneto: Bovedilla en forma de media luna abierta en la bóveda para darle luz.

[8] Carpanel: Arco de varios centros y en especial de tres.

[9] Intradós: Superficie inferior de un arco.

[10] Paramento: Aspecto y disposición de los elementos de un muro.

[11] ANTHROPOS, p. 12.

[12] Archivo parroquial. Libro I de bautismos. Folios 10 al 14. En ellos consta la relación de las personas confirmadas y el nombre de los padrinos, Francisco Abarca y Martín de Catalaya, alcaldes del estado noble y del llano de la villa de Castellar.

[13] Ábside: Parte de la iglesia situada en la cabecera, que generalmente tiene planta semicircular.

[14] Pósito: Lugar donde se guardaba el trigo para los años de escasez. Estaba situado en los actuales terrenos de la Universidad Popular.

[15] INOCENTE HERVÁS Y BUENDÍA: Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real. Ciudad Real, Talleres Tipográficos de Mendoza, 1918. Tomo I, p. 298.

[16] Esta nota de don  Narciso Perea fue publicada en un artículo titulado “Hace cincuenta años: 15 de octubre 1954 – 15 de octubre 2004”. La Espadaña 69 (2004).

 

 

Altar mayor y retablo

 

La Hermandad del Santísimo Cristo y don Narciso se encargaron de recoger dinero y trigo con un burro, saliendo a pedir casa por casa las vísperas de la fiesta del Cristo para comprar un nuevo retablo para el Altar mayor, que costó 3.000 pesetas y fue construido por Santiago Lara. El retablo sería bendecido por el obispo de Ciudad Real, don Emeterio Echevarría, en el año 1954. Este retablo está presidido por la imagen del Cristo (también dañado durante la contienda) a cuyo camarín podemos acceder por unas escalinatas mandadas hacer por don Narciso a fin de que todos los viernes los devotos pudiesen besar los pies de nuestro patrón. En la parte superior del retablo asoma el Espíritu Santo sobre un cuadro de Santa Ana con la Virgen niña que reproduce el original que pintara Murillo. El Cristo está flanqueado por las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María.

También durante este periodo “se instalaron las dos ménsulas[1] laterales del Altar mayor para albergar dos imágenes que se compraron: la de Santiago Apóstol y la de la Virgen Milagrosa”. Al mismo tiempo fueron compradas nuevas imágenes para reponer las destruidas durante la Contienda. Además de las citadas se compraron la de Nuestra Señora de Fátima,  la Virgen del Pilar, la Anunciación, San Isidro, San Juan Evangelista y los ángeles del altar mayor. La Hermandad de las Hijas de María aportó el retablo de la Inmaculada y lo mismo hicieron la Hermandad de la Virgen del Carmen y la de San José al adquirir sus respectivos retablos.

 Años más tarde, en 1972, el nuevo párroco, don José María Martínez Jaime[2], inició otras obras en el templo como la sustitución de las bóvedas de cañizo por las de doble varilla; la demolición del coro alto y del baptisterio, que estaban en estado ruinoso; la construcción de un nuevo presbiterio de mármol en el crucero de la iglesia y  de dos capillas laterales para albergar al Santísimo y a la Virgen de Fátima. Se colocó un coro bajo con sillería en el antiguo presbiterio y la parte inferior del retablo fue tapada con madera de tipo castellano que recubría todo el presbiterio y unas cortinas rojas encima, por lo que hubo de trasladar las dos ménsulas laterales. Un nuevo baptisterio se levantó en el lado derecho del crucero y se puso pavimentación nueva completa a todo el solar. También se llevó a cabo la instalación de una calefacción de aire. El jardín de la entrada fue recuperado. Estas obras se inauguraron el 23 de mayo de 1972 por don Juan Hervás Benet, obispo de la diócesis[3].

Don José María se ocupó de satisfacer la demanda de servicios religiosos de  feligreses que vivían en el extremo opuesto a la iglesia o que por problemas de desplazamiento o de enfermedad no podían asistir al culto en la iglesia, construyendo la Capilla del Carmen sobre unos terrenos, situados más en el centro del casco urbano, y que serían donados por Justo Pliego Cavadas y su hermana sor Aurelia. Todo esto sucedía en 1976.

Años más tarde, en 1994, un nuevo sacerdote, don Damián Díaz Ortiz, inició otra reforma  en la iglesia arreglando los tejados y la techumbre (fueron reparadas las maderas inyectándoles un producto químico antipolillas). Quiso recuperar el antiguo diseño de la iglesia que había sido alterado por don José María, por lo que el presbiterio del crucero fue demolido y pasó a cumplir sus funciones el antiguo, al que se trasladó el altar.


 

[1] Ménsula: Elemento en saledizo que sirve para sostener alguna cosa.

[2] Los curas que han ejercido el ministerio sacerdotal en nuestra parroquia durante el siglo XX son: don Félix Manuel Chacón Chacón  (1900-1905), don Martín Abel Noguera (1905-1914), don Daniel García Adrián (1914-1920), don Eduardo Pérez de Bustos (1920-1923), don Juan Lorente Gómez (1923-1929), don Antonio Moreno Maroto (1929-1941), don Pedro Inarejos Ruiz (1941-1945), don Narciso Perea Carrero (1945-1967), don José María Martínez Jaime (1967-1992), don Damián Díaz Ortiz (1992-1996) y don Juan Carlos Camacho Jiménez (1996).

[3] Archivo parroquial. Libro de bautismos, XXIV. Fol. 201.

 

 

Iglesia de Santa Ana tras el arreglo de 1994.

 La parte inferior del retablo volvió a ser reformada eliminando las maderas de estilo castellano. Las cortinas rojas de los laterales del retablo fueron suprimidas. Reparó la espadaña y derribó el nido de cigüeñas para prevenir posibles accidentes. La fachada también se vio mejorada con una nueva reparación e iluminación moderna. Finalmente  el parterre o jardín exterior fue empedrado.

Con el fin de ver ensanchada la travesía de la carretera Almuradiel-Torre de Juan Abad realizó todas las gestiones con el alcalde, don Antonio Parrilla Polo, para  eliminar la sacristía y trasladarla a la margen izquierda del ábside. También tenía en proyecto derribar la casa parroquial y levantarla en el solar de la antigua Casita. 

Estos proyectos serían  llevados a cabo en 1998 por el actual párroco, don Juan Carlos Camacho Jiménez. Con él además se abrió la puerta del poniente de la iglesia, que había estado tapiada a finales del siglo XIX; el sagrario volvió a su sede original (parte inferior central del retablo); se reparó la fachada de la iglesia y se colocaron tres vidrieras en el ventanal superior. Las ménsulas, que habían sido desplazadas a otro lugar por don José María, fueron reubicadas en su antiguo emplazamiento, flanqueando el retablo del Altar mayor y sustentando las imágenes de Santiago Apóstol y la Virgen Milagrosa.

 

  

Desde 2005 hemos podido contemplar en la hornacina de la portada principal una imagen de Santa Ana, de mármol blanco  y de 1’10 m. de altura[1].

                                                                                               

 

         Madrid, julio de 2006


 

[1] Fue encargada a la empresa de mármoles y granitos de Valdepeñas de Manuel López Ruiz y costó 3.365 euros.

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