Castellar
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Historia de la
tauromaquia Castellareña.
Por Elías Cobos Fuentes
Capitulo VI
La nueva plaza
La amplia trayectoria ganadera en el mundo del bravo hizo que D.
Emeterio Marcos se animará allá por la década de los 60 en
hacer una nueva plaza de toros. Según cuentan los más
allegados, fue en 1959 cuando se empieza a hacer las tapias de
los alrededores y sería en el 60-61 cuando
se queda prácticamente hecha.
Constituyó la plaza de D. Emeterio un vivo reflejo de la
arquitectura manchega con un carácter muy popular. Esta nueva.
plaza se enclavó en un paraje propiedad de la familia, aledaño
a los terreros, que también fueron terrenos rústicos privados
vendiéndose posteriormente al Ayuntamiento de Castellar para
suplir la demanda de tierra de greda y cal, apta para el
enjalbiego de las casas, constante muy típica al cabo de los
afios en este pueblo
Este corralón inmenso era de forma triangular! todo él,
constituido de tapiería con machones de piedra, separando los
lienzos de tapia con nervios de ladrillo. Mirando al sol aún se
sitúa la puerta de acceso y en el interior y confrontando con
ella la puerta del paseíllo y a la vez puerta de arrastre. A la
derecha de ésta se solía construir un palco a base de rollizos
y ensogados donde se situaba la presidencia y banda de música.
También desde aquí D.Emeterio presenciaba muchas tardes de
toros en días del. Cristo. Siendo el sentido contrario a las
agujas del reloj, tras los palcos habia un pequefio entramado de
carros y galeras que
hacían de tendido por un corto espacio hasta llegar a los
corrales y toriles que justamente daban a la tapia de fuera.
Estos toriles estaban hechos de ladrillo sencillo, con dos
corrales donde Alfonso Sierra, mayoral de la casa, se manejaba
con la garrocha diestramente por los tapiales.
Según esta modesta, pero entrañable plaza con un entramado de
carros, remolques y galeras que constituían todo el tendido de
sol y sombra hasta la misma puerta de arrastre. Allá por los
afios 60 (a finales) gran parte del tendido de sol fue
reemplazado por un tendido de vigasde tren dispuestas de tal
forma que hacían un tendido de forma de escalera de unas 6
alturas, aunque delante se dejaba un vano para callejón, así
como en toda la plaza.
Constituyó la barrera un recio círculo de tapial con 4
burladeros de madera. Aún quiero recordar mis tardes de toros
vistas por un niño donde el color rojizo del tapial de la
barrera siempre le llamó la atención así como aquellas
memorables faenas en los días cristeños; termina esta
descripción de la plaza diciendo que parte
de los corrales los utilizaba esta familia para tinadas y
dependencias de ganado cabrío y lanar , así como para
agricultura.
Una de las grandes ideas de D. Emeterio a la hora de construir
esta plaza fue completar ese enorme vacío que poseía Castellar
en tener una plaza de toros permanente que durante tantos años
deambuló la afición hasta la llegada de esta plaza. Por otra
parte D. Emeterio vería en esta plaza las reacciones y la
evolución de su hierro ganadero, que con los años se iba
consolidando como uno de los mejores de la provincia y por
último decir que tampoco significó que el hecho de que fueran
los dueños de la plaza implicara un férreo monopolio sobre
esta. Prueba evidente es que durante años la plaza se traspasaba
a otros empresarios que la
regentaron: Leandro del Rey, Luis Pérez Felguera, etc. así como
no lidiar reses de su ganadería siendo por eje. en 1971 un
apartado de reses para el día 14 de Septiembre de D. Esteban
Gonzá1ez García y para el día 15 de Dña. Manuela y D. Tomás
Frías García. Estos últimos detalles demuestran que la familia
Marcos
López intentó dar un amplio abanico de posibilidades a la plaza
ya sus intenciones de gestión. La plaza cerraría sus puertas
lamentablemente en 1975, abriéndose otra penosa etapa de plazas
portátiles que ha deambulado durante dos décadas hasta la
confección, afortunadamente, de una flamante plaza de toros
Municipal, con carácter permanente.
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