Castellar de Santiago
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Historia de la tauromaquia Castellareña.
Por Elías Cobos Fuentes

Capitulo IV

La itinerancia de otras plazas

Antes de comenzar este capítulo debo hacer dos aclaraciones referentes a otros números anteriores sobre datos que di y no son correctos. El 1° se trata sobre la permanencia de festejos taurinos después de la contienda civil. Posteriormente a los números publicados he averiguado que sí hubo tardes de toros en la
plaza del pueblo después de la guerra civil, al menos hasta el año 44 ó 45; prueba evidente de que se realizaron festejos en esos años es que también se encerraban los toros en los corrales aledaños a las casas de la Familia Tendero y de D. Ángel Cobos (hoy Caja Rural).
Estos corrales se comunicaban con los de la Casa de los Frías, que da a la Calle Ermita y que actualmente vive Adrián Abarca. Los toriles estaban entre estas dos casas y al ganado se le daba suelta por la calle del Sol abajo donde llegaban a la plaza para después de su lidia darle suelta calle del Molino abajo. En uno de estos años de toros ocurrió un trágico hecho que sufrió Ramón López, que entró en el estrecho de toriles haciendo alardes de torería y una vaca que ya salía hacia la calle "empentó" con él ocasionándole una gran cantidad de magulladuras y rotura de huesos.
Otro dato significativo que está equivocado fue el año de la "famosa nube" que muchos no se ponen de acuerdo en la fecha. Está claro que no fue en 1945 pero surgen dudas de que fue en 1946-47, según hablo con algunos nacidos en aquellos años y toman su año de nacimiento como referencia del hecho acontecido en aquel 14 de Septiembre. Este dato confuso da con otros tantos donde ya dije en un principio que la base documental no estaba en textos ni archivos sino que este trabajo era fruto de una serie de encuestas con la gente de aquellos años.
Dicho esto seguiremos relatando en este número la itinerancia de las plazas de toros en Castellar de Santiago a lo largo de su fugaz historia.
Tras la plaza de los Pacomios, aquella del año de la nube siguieron otras como el cercado de Joaquín Saavedra, que hoy sigue siendo propiedad de sus herederos y que aún conserva un pozo en medio del corral y que se dejaba en medio del ruedo. Este pozo servía para que los mozos burlaran a la res.
La disposición de estas plazas era siempre la misma. Se disponía como ruedo del terreno del cercado y como plaza se hacía un entramado de carros y galeras, talanqueras y maromas atadas a los rollizos para configurar el ruedo. Se habilitaba un pequeño corralillo para las reses aprovechando alguno de tapiales o bien se hacían con carros y maderas. De esta plaza se cree que hubo toros entre los años 47 al 52. En el año 53 se cambia la plaza al cercado de Redigundo, que también su ruedo tenía otra particularidad natural pues aún existen dos grandes eucaliptos juntos que servían de burla de los mozos a los astados e incluso hubo ocasiones en que sirvieron para enmaromar a las reses. Este cercado aún existe en la calle Calvario.
Otra plaza aledaña a esta que compartió tardes de toros en el Cristo, fue la que estaba situada en lo que hoy conocemos como Estación de Autobuses y Corral de Comedias.
Estas dependencias anteriormente fueron centro escolar y en sus orígenes hace casi un siglo fueron un antiguo molino aceitero de la familia de Andres Abarca Ballesteros donde en su amplio corralón se alternaron tardes de toros junto con el cercado de Redigundo.
El molino de la familia Abarca, habilitado como plaza, poseía otra particularidad en medio de su ruedo, pues había dos grandes piedras cónicas de granito, vestigios de la molienda aceitunera que servían de "charrena" y burla de aficionados en las tardes de toros. También este coso que alternó con el de los Redigundos se caracterizó por su fugacidad.
Llegaría el año 1959 y Castellar conocería otra plaza, siempre fugaz como las demás, que tras dos o tres años compartía tardes de toros con un cercano aledaño. Se trataba del cercado y molino aceitero de Donata Parrilla, que actualmente es la Cooperativa olivarera de San José. Allí se desarrollaron tardes de toros y en alguno que otro año se alternó con una plaza de carros que se plantaba en un quiñón justo al lado del molino anteriormente citado. También tenemos datos que en estos años anteriores a los 60 se hicieron toros en el cercado de Encarnación Clemente, que luego adquiriera la Familia García-Rabadán. Se cree que fue por poco tiempo, un par de años lo más. En sí, fue tras la guerra civil un penoso trasiego de placitas pequeñas que solventaban las fiestas del Cristo y que hacían que Castellar no perdiera su gran afición a la fiesta taurina.
Al llegar la década de los 60, la historia taurina de Castellar tendría un hecho importantísimo: la construcción de una plaza de toros privada que duraría hasta el año 1975 y que suplió (normalmente ese penoso ir y venir de improvisadas plazas. Fue la gran afición de Emeterio Marcos Abarca, que años antes de la construcción de la plaza, fue adaptando su explotación agrícola y ganadera, para crear un hierro ganadero de reses bravas que probarían en su coso taurino y que con los años llegaría a convertirse en una de las ganaderías de más prestigio de la provincia. Con este epílogo dejamos trazado el tema para el próximo número.

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