Castellar de Santiago
(Sitio NO oficial del pueblo)

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A don Agustín Clemente Pliego.

Querido amigo:

 


Leído tu documentado e interesante trabajo “No todo lo que podemos saber del Cristo”, publicado en La Espadaña nº 57, recojo la sugerencia final del mismo, “que estas páginas sirvan para que algunos paisanos ... complementen con sus averiguaciones e indagaciones las lagunas...”, para añadir

un poco y rectificar algo (puesto que la búsqueda de datos sobre este tema ha sido una constante en mi vida y últimamente se ha intensificado), con el ánimo de precisar más y que ese “no todo...” del encabeza-miento se vaya aminorando con las aportaciones de unos cuantos espontáneos.

Siguiendo el orden, Agustín, en que está escrito tu esclarecedor artículo, la primera precisión, que no tiene más valor que el puramente anecdótico, es a la leyenda: “...unos arrieros que se dirigían a Aldeaquemada...”; no era posible, puesto que esta localidad aledaña a la nuestra fue mandada construir y poblar por Carlos III siglo y medio después. Los caminos, todos de herradura, que en aquel tiempo iban desde aquí a Andalucía, eran: el de Montizón, el de “San Esteban” del Puerto (hoy de los Tamujares o Camino de Andalucía) y el de Vilches (“linda al Sur con el camino de Vilches”, se lee en descripciones de fincas de 1752). Tal camino, cuando se fundó La Carolina en el último tercio del siglo XVIII, tomó el nombre de esta ciudad con que lo conocemos hoy. La carretera de Aldeaquemada obviamente no existía; era el “camino de la Dehesa Boyal”. Los arrieros que llevaban la imagen se debían dirigir a Andalucía, no a Aldeaquemada, por alguna de esas vías. Eso es leyenda... Pero ya sabemos que no pasaron por azar: el punto de destino era Castellar, indudablemente.

Por qué don Antonio José Vasco buscó y encontró la autoría de nuestra escultura es así. El artículo de Lanza a que haces referencia  publicado por don Julián Cobos del Río titulado “Castellar de Santiago tiene historia”, hacía alusión a la venida de la imagen al pueblo  en una carreta de bueyes y a la supuesta atribución de la artística talla a Juan Martínez Montañés o a uno de sus discípulos. Don Julián se basó en ese escrito en un artículo de su sobrino don Restituto Núñez Cobos aparecido en Lanza el año anterior, 13 de septiembre de 1969, pág. 6, titulado “El Cristo de la Misericordia, de Castellar de Santiago, ¿obra artística de Juan Martínez Montañés?, y subtitulado “Semejanza de la preciosa escultura con las obras de dicho imaginero y las de Juan de Mesa”. Ese artículo reproducía a la letra un reportaje  que se insertó en el programa local de ferias de 1964, que Resti escribió por encargo de su hermano don Ama-dor Núñez Cobos, que le instó a estudiar la obra de Juan Martínez Montañés, por si presentaba analogías con la talla de nuestro Cristo (desde siglos se tenía como “cosa cierta” que la imagen era obra de ese escultor alcalaíno). Resti, entonces un joven de 22 años, hizo un esfuerzo (pues sus estudios son, como tú sabes, Lengua y Literatura, y no Hª del Arte ni “otras historias”) y encontró semejanzas con la es-cuela de Montañés, especialmente de su discípulo Juan de Mesa. Y así conjeturó, como posible, la auto-ría de la talla para cualquiera de ellos o para algún otro de sus discípulos. Otras dos obras de Giraldo de Merlo habían sido atribuidas siglos atrás por eruditos y estudiosos al maestro Montañés. Cuando don Anto-nio José Vasco y Vasco, historiador e investigador de Valdepeñas, publicó el 6 de noviembre de 1970 el artículo que citas, indicando haber encontrado el ”documento del Archivo de Protocolos de Toledo” a que aludes, Resti le agradeció “su interés y preocupaciones” en otro escrito que apareció en la pág. 5 de Lanza el 11 de ese mismo mes y año. En él le rogaba, entre otras cosas, que “nos facilite el documento a que hace referencia para obtener nosotros una fotocopia; o bien la fotocopia misma...” El señor Vasco muy amablemente le remitió pocos días después las dos fotocopias que contenían el documento de compra. En el artículo del 11 de noviembre de 1970, Resti sugería a su tío  don Julián que “incluya al presbítero Pedro Abarca --hasta ahora desconocido para todos nosotros-- en su trabajo ‘Hijos ilustres de Castellar’ que tiene entre plumas y cuartillas”. Desgraciadamente, esas interesantes biografías no han visto la luz. Resti entregó fotocopias de esas fotocopias, para conservar un ejemplar, al párroco don José María Martínez Jaime por si alguien las quería consultar. Décadas después, un “his-toriador y arqueólogo de La Torre” (creo recordar, porque de su nombre he querido olvidarme), que era y es de nuestro pueblo y no del vecino, se atribuía para sí (fácil tuvo el darse ese robado “honor”) el descubrimiento (?) de la autoría de la talla del Cristo, basándose en el hallazgo de unas fotocopias, etc., que luego supe que se las había entregado don José María. Historiadores y arqueólogos así, pueden salir como las setas cuando llueve. Resti, por último, tiene a tu disposición, Agustín, artículos y fotocopias para el uso que quieras darles.

Casi todo el mérito es (“...y a Dios lo que es de Dios”), no cabe duda, de don Antonio José Vasco, y alguno también, aunque sea de rebote, de don Julián Cobos y sus sobrinos: del tío, por su constante afán de dar a conocer la historia castellarense; de don Amador, por animar y casi “obligar”, por la autoridad moral que sobre él tenía, a su hermano a realizar aquellos estudios comparados sobre la imagen; de éste, por no hurtar el esfuerzo...

Hablas luego de la casa de los Ortega, en la calle del Oro. He aquí unos datos complementarios: la casa pertenecía a Miguel de Ortega y Catalina Sánchez (o tal vez García), emparentados, deduzco, con los Abarca porque éstos eran padrinos de varios de sus hijos: “...compadres el padre Abarca y Mª Castellana” (1), o  “...comp. Fdo. Abarca y su mujer Mª Castellana” (2). Por eso la imagen del Cristo se depositó, supongo, en ese domicilio hasta darle un acomodo en la iglesia, no porque los bueyes, según la leyenda, no pudieran más o reventaran. La casa seguía perteneciendo a uno de los descendientes de esta familia en 1752, don “Pasqual Anttº de Ortega y Bordallo”, vecino a la sazón de “Villa Nueba de los Infantes” y uno de los mayores terratenientes de nuestra villa; ocupaban el edificio sus numerosos ga-nados, aperos y criados. En el siglo XIX, cuando las desamortizaciones, la mansión y los cuantiosos bienes de ese señor salieron a subasta y fueron adquiridos por diferentes vecinos de la localidad.

 

Lo puedes comprobar en el Archivo Parroquial, Libro 1 de Bautismos...

(1)...folio 294, 1614.- (2) ...folio 318, 1617.

 

Item más. El sitio del NO. del término de nuestro pueblo denominado Giraldo, nada tiene que ver, creo deducir con exactitud,  con el imaginero toledano o genovés. En 1581 (3), aparecen como padrinos “Pedro Giraldo y su mujer Catalina López”, en la partida  de bautismo de Juana Ruiz de Brizuela, hija de Pedro Ruiz de Brizuela y de María de Quevedo y  casada a principios de siglo XVII con Antón Abarca (4). En el libro aparecen dos hijas de Pedro Giraldo, Catalina y María Xiralda, una casada y otra madre soltera. Siglo y medio después, en la descripción de tierras de esa zona, se dice: “...linda ... con el camino que va a las zaurdas de Pedro Giraldo”. Este apellido desapareció pronto de nuestro pueblo.

 

-------------------(3)...folio 6.- (4) ...folio 212, 1604.

En cuanto al cura Pedro Abarca, he aquí los datos que poseo desde hace tiempo, que coinciden en algo con los tuyos, pero que también difieren. Dices que desconoces su segundo apellido. Los apellidos en aquella época no eran relevantes y no se correspondían necesariamente con el primero de la madre; solía ser un apellido familiar importante, pero no se ponía sino en casos excepcionales (o para dife-renciar), a no ser que fuera de relumbrón. El segundo apellido  del clérigo Pedro Abarca pudiera ser Cano (aunque así no figura nunca), como veremos después. Añades que era hijo de Francisco Abarca Mejía, alcalde de Castellar por el estado noble en 1581. (*) De acuerdo, pero ¿de cuál Francisco Abarca (sin Mejía): del “biexo”  o del “moço”?; es decir, ¿del padre o del hijo? Porque había dos. Sabido es que ésas eran las denominaciones de entonces, si coincidían nombre y apellido: el viejo para el padre y el mozo para el hijo, aunque éste fuera mayor y casado; un siglo después pasaron a ser “el mayor” y “el menor” (y “el mediano” si había tres); luego, padre e hijo. Por cierto, que los americanos, por una vez, nos han copiado burdamente con “senior” y “junior”. Pues bien, creo que se trataba de Fco. Abar-ca el mozo: “...fueron compadres (padrinos) Francis-co Abarca el moço y Teresa Mexía su muger” (5). Este matrimonio tuvo hijos desde 1582 a 1597. Mira este dato del nacido en 1582 (llamado Francisco, y cuyos padrinos de bautismo fueron Hernando Bordallo y Catalina Cana), en partida de 1611: “...compadres Francisco Abarca Bordallo y Teresa Mexía su madre” (6); sin duda Fco. Abarca Bordallo era el mayor, porque continúa el nombre de pila del padre y del abuelo. Ahora verás que es el tercer Fco. Abarca, para el que no hay denominación, por lo que se le llama con un segundo apellido familiar, no el de su madre, sino Bordallo. ¿Por qué? Es difícil de averiguar. Francisco Abarca el mozo es hermano de Martín, Juan, Antón, casados estos tres con las hermanas Ruiz de Brizuela (**), y Pedro el cura, como reflejaba yo en La Espadaña  nº 56. Todos ellos cinco, y Sebastían y Andrés, y alguno más (Fernando) como demostraré, eran hijos de Francisco Abarca el viejo: “...padrinos Francisco Abarca y Isabel Cana su muger” (7); “...padr. Francisco Abarca el biexo y Isabel Cana su muger” (8);  “...padr. Francisco Abarca el biejo y Mª Martínez bibda (viuda) y muger que fue de Pedro Martínez de Almodóvar“ (9); “...padr. Francisco Abarca y su muger Isabel Cana” (10). De Francisco Abarca el viejo e Isabel Cano en el Libro 1 de Bautismos, que arranca, como sabes, de 1580 y llega hasta 1617 (no tenemos documentos del pueblo más atrás de 1580) no hay hijos inscritos, pues ya eran mayores, sino sólo nietos. Había otro hijo, Fernando Abarca, éste sí seguro hermano del cura. Observa: “...padr. Gil Gª y Mª Castellana, hija de Pedro Pérez Castellano” (11); “...padr. Hernando de Abarca y Mª Castellana su muger” (12); “...padr. el padre Abarca y la Castellana su cuñada” (13); “...padr. hernando de Abarca y su muger la Castellana” (14).  Hay muchos más ejem-plos similares (***). Es decir, Fernando Abarca debió casar a principios de los noventa, y no hay hijos --no tuvieron probablemente-- de este matrimonio en el libro. ¿No te parece lógico que este Fernando fuera hijo, por la fecha en que aparece como casado, de Abarca el viejo? Luego también lo era “el clérigo Pedro Abarca”. Son reflexiones que  se hacen al leer muchos renglones, y no los primeros datos con que se topa uno, tras meses y meses sin encontrar más que repeticiones vanas; pero de pronto cuatro palabras distintas aclaran mucho, aunque no todo: nunca se está seguro por completo.

(*) Lo de Mejía como segundo apellido de un Abarca de entonces he creído haberlo visto escrito en algún sitio sólo para el padre Abarca, pero ahora no sé dónde; si lo encuentro, lo diré en alguna ocasión. (**) Los descendientes de los Abarca y Ruiz de Brizuela conservaron durante doscientos años como uno el apellido Abarca Brizuela; luego le añadían otro si era de la nobleza. (***) Antes de 1584, dice siempre Mª Catellana, hija de Pº Pérez Castellano; después, mujer de Fernando Abarca o cuñada del padre Abarca.

(5) ...folio 241, 1608, partida de Juan Gómez (hijo  de Juan  Gómez).- (6)...folio 266, part. de Xpl. (Cristóbal) de Ortega.- (7)...folio 4, 1580, part. de Fco. Serrano.- (8)...folio 37, 1583, part. de Juan Serrano.- (9)...folio 68, 1587, part. de Fco. de Vitoria.- (10) ...folio 103, 1592, part. de Fco. Vélez (hijo de Fdo. Vélez el viejo y de Catalina de Mançanares, la “mançanera biexa”, y padres de Fdo. Vélez el mozo, casado con Mª Cana).- (11) ...folio 47, 1585, part. de Miguel Gª Cchumillas.- (12) ...folio 132, 1595, part. de Juan Gómez (de Diego Gómez).- (13) ...folio 183, 1601, part. de Ana Gómez.- (14) ...folio 214, 1603, part. de Pedro Gómez.

 

 Más datos que confirman mis aseveraciones. El nacimiento no puede ser tan tarde como pones: no pudo ocurrir a “principios de los ochenta” porque era ya cura en 1598: “...padr. el padre Abarca y Mª Catellana mujer de Fdo Abarca” (15). Incluso la fecha de su muerte, 1637, y la de Juan Abarca Brizuela (éste vivía en 1673: aún firma partidas de matrimonio y bautismo ese año), más corresponden a tío y sobrino que a primos hermanos. En cuanto a las confirmaciones a que aludes en 1581 (¿te has fijado  en que en ese folio 10 del libro  pone casi por única vez el nombre de nuestro pueblo como Castellar de Santiago de la Mata?) los tres primeros confirmados son los que dices; el cuarto, mucho más allá, en el folio 10 vuelto, es Juan: no está escrito con letra ilegible sino abreviada: Juo, con la J manuscrita que parece una Z mayúscula; Juo y Jua (Juana) eran normales, como Do (Diego) y Po (Pedro), entre las incontables abreviaturas que a veces enrevesan los documentos. Eran, creo entender lógicamente, hijos que quedaban sin confirmar de una vez anterior, de Francisco Abarca el viejo, y hermanos más jóvenes del cura. Añade a estos datos el hecho de que Francisco el mozo, el mayor de los vástagos de Fco. el viejo, empezó a tener hijos en 1582; Martín, en 1591; Juan, en 1595, Antón, en 1604; de Sebastián, Andrés y Fernando no hay bautizados en el libro. Lógicamente eran hermanos y no tíos de quien ya era cura en 1598. Todavía le vivían cuatro hermanos cuando murió, pero ¿cuántos tuvo? Y aquí te remito al nº 53 de esta revista, pág. 14,  epígrafe 4. Juan Abarca Brizuela, nacido en 1595 (16), hijo de Juan Abarca y María Ruiz (de Brizuela), era teniente de cura en 1627 desde el principio del Libro 1 de Matrimonios, que está todo él lleno de sus firmas claras como Juan Avarca (una sola vez con b) Brizuela o Briçuela, hasta el final; la última partida, de María de Araque, la rellena y firma (se nota letra vacilante) como “lic. Joan Avarca Briçuela cura interino de la parroquial”, en el folio 30 del Libro número 1º Duplicado de Bautismos, el 24 de dic. de 1673. ¿Quién era ese Juan Abarca “licenciado y presbítero” que citas del testamento de Pedro Abarca, legajo al que no he tenido acceso? ¿Hijo de Antón (Antonio) y de Juana Ruiz (de Brizuela)? No es posible: sus hijos son, desde 1604 a 1615, Isabel, Antón, María y otro Antón. Uno posterior no podía ser cura en 1627. ¿Hijo de Pedro? No hay ningún Pedro Abarca con hijos. (Sí está Pedro, nacido en 1589, hijo de Fco. el mozo; y otros dos, nacidos en 1599 y 1601, hijos de Juan Abarca, los tres sobrinos del clérigo). Porque como Juan Abarca presbítero sólo figura uno... Reconozco mi confusión, sólo explicable si se tiene en cuanta, quizás, que en aquella época no se correspondían muchas veces los nombres de pila con los que eran conocidos; esta costumbre ha perdurado hasta nuestros días. Si era Juan Abarca Brizuela, se trataba del sobrino, según el testamento, no del primo.

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(15) ...folio159, 1598, part. de Pedro de Cañaveras.- (16) ...folio 123.

Más detalles. Los Mexía procedían de Jerónimo Mexía, que en 1575 (“Pasó ante mí, Gerónimo Megía, escribano del Concejo”), con otros cinco veci-nos de esta villa, firma la declaración del interro-gatorio de las Relaciones Topográficas mandadas hacer por Felipe II. En el libro aparecen casados Jerónimo, Martín, Teresa, María, Agustina y Ana Mexía (y al final Francisco, hijo de Jerónimo). Me parece ver --y aquí sí que hay lagunas-- que todos son hijos de Jerónimo Mejía el viejo. “...padr. Jerónimo Mejía (no dice el viejo) y Mª Martínez” (17), que no era su mujer. Pero en este caso se trata de una intuición mía. El apellido ha llegado hasta el siglo XX. Se ignora, como tantos pormenores del pueblo, de dónde procedía. Sería interesante, sin embargo, rastrear para ver si tiene relación con los sucesores del sevillano Pedro Mexía, erasmista y cronista oficial de Carlos V  y autor de Silva de varia lección, o con los de su hermano Cristóbal, pues se sabe que éstos extendieron su actividad como notarios, escribanos, alcabaleros y otras ocupaciones liberales por el norte de Andalucía durante el siglo XVI.

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(17) ...folio 31, 1583, part. de Ana López.

 

Los documentos del Archivo Parroquial que nos pueden servir son: Libro 1 de Bautismos, de 1580 a 1617. Libro 1º Duplicado de Bautismos (“Este libro traxo de Madrid D. Sancho Abarca Coronado maiordomo de Sa Sta Anna y me lo entregó...”), de 1668 a 1716; hay, pues, un intervalo de más de 50 años en bautismos; desde ese volumen hasta nuestros días están anotados todos  los nacimientos en sucesivos tomos. Esa laguna se puede suplir en parte con el Libro 1º de Matrimonios que va desde 1627 a 1688 (luego, uno tras otro, están todos los desposados hasta hoy); pero de 1617 a 1627 --disrupción casi insalvable-- hay que calcular con mucho tiento, y aun así no es fácil... Al principio de este último libro (de 1628 a 1632) nos serán útiles  para nuestras conclusiones estos nombres, que aparecen como matrimonio o como padrinos o como testigos  de otros: Sebastián Abarca y su mujer Cat. García; Fco. Abarca (¿Bordallo?) y su mujer Cat. Çabala; Andrés Abarca y su mujer Cat. Bordallo; testigo Jacinto de Abarca (18), hijo de Juan Abarca  y su segunda mujer Magdalena Coronado; etc.

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(18) ... folio 313, 1616.

       Un afectuoso saludo.

El autor de “Historia local. Te voy a decir una cosa...”.


 

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