Castellar de Santiago
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Adquisiciones de tierras de labor por los vecinos de Castellar de Santiago desde primeros de siglo.

En el transcurso de nuestra historia, desde que este pueblo se independizara en 1.564, Castellar de Santiago sólo ha vivido de nuestra principal riqueza, la agricultura. Desde sus inicios hasta casi finales del siglo pasado, nuestras gentes han cultivado sus tierras en aquella "legua legal a término de 5.000 varas a medir en cuadra" según relatan los documentos de nuestra Carta de Independencia. Con este espacio que antes de 1.564 fuera tierras de Torre de Juan Abad, y con el uso de su Dehesa Boyal que se situaba al Sudoeste de nuestro término, podemos decir que nuestro pueblo empieza a resurgir como pueblo independiente y como pueblo agrícola.
Sería a finales del siglo pasado cuando Castellar florece agrícolamente a raíz de las nuevas plantaciones de viña, plantaciones éstas que surgen en toda la comarca influenciadas por el auge vitícola de Valdepeñas, pueblo que aprovecha este empuje cuando en el Sur de Francia devastara la filoxera grandes extensiones de viñedo. Como Valdepeñas, los pueblos de su comarca aprovechan también este resurgimiento de la vid, y Castellar, en su medida proporcional, hace surgir su sector vitícola. Como es lógico, las nuevas plantaciones empiezan a producir sus frutos y el vino resultante, al ser mayor que su consumo, es necesario dirigirlo a la exportación. Naturalmente, hacia el norte no se puede dirigir, puesto que es una zona de superproducción. Entonces, aquí entra en juego un sector que va a repercutir positivamente en su economía: los arrieros. Este personaje es el que se encarga de portar el vino hacia Andalucía, hacia las comarcas del Norte de Jaén, Segura, Beas, las Villas, Cazorla, etc. El trajinero merca con el vino y trae hacia aquí plantó de oliva, con lo cual contribuye a la plantación del olivar en nuestras tierras, que apenas se dedicaban 30 Has. en 1.846.
Con la proliferación del viñedo, la exportación de sus vinos hacia el sur, el cambio comercial de éste por otros productos (también se traían almendras, fruta. etc. ), pero básicamente planta de olivar, Castellar de Santiago a finales de siglo es un pueblo floreciente en su economía y agricultura, y eso repercute positivamente en la ampliación de su espacio de explotación.
Podemos decir que su termino municipal se le queda pequeño y desde entonces empieza a incrementar su espacio de cultivo. Es en 1.910 cuando se tienen los primeros datos de compras de tierras en fincas y parcelas consecutivas por varios vecinos de Castellar. En esta fecha se compra la finca de La Mata, situada en término de Villamanrique y Torre de Juan abad a 5 kms. de distancia. esta finca pasó a denominarse La Matilla y se adquirió al patrimonio de la familia Frías, en régimen de propiedad individual en grandes suertes de tierra.
La compra la hacen unas cuantas familias de agricultores, la de Cipriano Gormaz, familia Cavadas, Miguel Saavedra, Juan Manuel Ibáñez, Máximo Rubio, Remigio Núñez y otros agricultores que completaron su compra que contó con unas 500 fanegas de excelente tierra de labor donde actualmente se combinan tres cultivos: cereal, vid y olivar, pero que anteriormente se basó en la vid y el cereal. Esta finca posee una edificación, tipo quinteria, propiedad de varios labradores, levantada en un paraje llamado "Chozo del Alcalde", hoy conocido como Casa de la Matilla o de Facazo".
En 1.904 se produce un acuerdo en común arrendamiento de agricultores de Castellar con Pura Frias, propietaria de los Rubiales. Esta propietaria acuerda con algunos labradores un arrendamiento peculiar. Ella ofrece la tierra para la plantación de olivas y los agricultores se comprometen, durante lO años, a cuidarlas. Al fin de ese tiempo, la dueña elige la mitad de la tierra plantada y le ofrece la otra mitad al cuidador. Así disfrutan de esta finca numerosos agricultores, que constituye la segunda adquisición de tierras fuera del término.
Durante este tiempo, hasta casi los años 40, los agricultores de Castellar disfrutan de su florecimiento económico y van adquiriendo tierras bien en el término o en sus alrededores, salpicando sus nuevas propiedades entre las de otros propietarios de términos colindantes, pero nunca de una manera agrupada.
Sería otra vez en este siglo cuando una familia adquiere una gran extensión en los aledaños de nuestro término. La familia Marcos López adquiere a principios de los '40 la finca de Navalavaca, que no es íntegra, ya que al otro lado de la carretera de Torrenueva -Torre de Juan Abad queda el Jardín de Elola, que sigue siendo del propietario al cual se compra: D. Diego Elola.
Esta finca de Navalavaca es muy extensa pues posee 1.400 fanegas, pero se secciona un trozo de 100 fanegas para Marceliano del Río, mayordomo de la familia, que se queda en propiedad un trozo entre el Pozo de Hipólito y Escamilla. Esta finca disfruta de un preciado entorno natural, pues es de terreno apacible y ondulado, con predominio de monte y dehesas sobre las tierras de labor que se dedican en su mayoría a cereal y eriales de dehesa para pastos de reses bravas. Existen dos pantanos y un pago de olivas al sur y sudoeste de la finca y mojonera con Castellar de Santiago.
Trascurre el tiempo, y sería en el año 1.951 cuando se adquiere otra finca de labor en régimen de propiedad colectiva a modo de colonos. Esta finca se denomina el "Pozo Esteban", situada en el término de Torre de Juan Abad, y se adquirió a D. Alfredo Frías, hombre que residía en Beas de Segura. Esta finca se aparcela en lotes de 14 fanegas, subdivididas en tres suertes. En razón de este aparcelamiento participan en su compra numerosos colonos. Se dedican primordialmente a olivar y cereal, pero va predominando el primero. Esta finca posee un manantial que abastece de agua potable a nuestro pueblo. Junto a este manantial hay un gran grupo de cortijos, antigua casa de labor, que también fue seccionado para los colonos. La finca posee unas 1.400 fanegas.
Es en esta época cuando se produce otra adquisición de grandes extensiones, justo al lado opuesto de la anteriormente descrita, y las dos por mediación de D. .Narciso Perea Carrero, párroco de nuestro pueblo. Esta finca, ahora conocida como "Los Cotillos", es la síntesis de las anteriores Cañada del Águila, Cotillos y Balbuena, situadas en el ténnino de Torre de Juan Abad, y en dirección al Oeste. esta finca es fruto de una despropiación llevada por el IRYDA en aquellos años a la marquesa de Santa Cruz. (Igualmente, en esa época también se expropian cerca de ésta las fincas de Bazán y Mudela, con el mismo cometido. ) Esta finca posee una extensión de 1.200 fanegas y en su colonización se subdividen en parcelas de más de lO fanegas disfrutando de ellas 60 colonos y repartidas a las familias más necesitadas de la población. Esta finca, tradicionalmente cerealista, ha visto en los últimos años un alarmante incremento del cultivo olivarero, cultivo no solamente incrementado en este paraje, sino por otros de nuestro campo.
A esta prolífica década de adquisición tierras también corresponde otra compra, en 1.956, asimismo en régimen colectivo y parcelada y colonizada. Situada justo al sur de la anterior, se compra a D., Enrique Monteagut una segregación de la finca matriz Navalaputa, pero que D. Enrique por la malsonancia del nombre la bautizó con el de Dehesas de la Nava y Venezuela. Esta finca, de unas 1.000 fanegas de extensión, se aparcela en suertes de 4 fanegas y de 2 fanegas. Algunos reciben un lote de 30 ó 35 olivas y todos disfrutan de secciones de cortijo de las antiguas casas de los amos y quintería, para albergo de animales. Es básicamente cerealista, pero el olivar se está incrementando actualmente.
También en esta época y cerca de esta finca, a 2 kms. al sur, los vecinos de Castellar compran propiedades por una extensión de 250 fanegas a los mismos propietarios de la Nava, en , un sitio conocido por la Langosta y las Gachas. En esta misma época se adquieren igualmente tierras más allá de la anteriormente mencionada finca del Pozo Esteban, concretamente entre el Barranco Oscuro y las Tajoneras, término de Juan Abad. Allí se compran en parcelas consecutivas una extensión de 100 a 150 fanegas.
Desde la adquisición de estas tierras hasta los '80 se hacen compras en otros términos, pero muy individualizados, detalle éste importante, ya que Castellar ha sido dado básicamente a conseguir tierras en propiedad colectiva o de colonos. Un caso concreto de estas adquisiciones particulares es la compra de la finca conocida como Cerro Lobo, a Ramón Hidalgo, vecino de Santa Cruz de Mudela. Esta finca se sitúa al lado de dicho cerro y sus confines llegan a la Fuente del Espino, haciendo mojonera con la Juanvieja y propiedades de Andrés Ramírez, Valdeinfierno y los Cotillos. Es una finca básicamente cerealista, con una extensión de 80 fanegas, aunque actualmente predomina el olivar y monte bajo. "
Llegan los '80 y cuando muchos pensábamos que la compra de tierras en régimen colectivo estaba si no desfasado casi extinto, Castellar empieza a gestionar en el 83 la compra de parte de una finca que se sitúa al lado de Navalavaca, anteriormente comprada y que se denomina Quince Carrascas, situada entre los términos de Torrenueva y Torre de Juan Abad.
Fue propiedad de Doña Carolina Elola, de Valdepeñas, y se coloniza como las anteriores. Se subdivide en 44 colonos y parcelas de 21'5 esta finca, fanegas en distintas suertes y un lote de olivas.
Como las anteriores, ha ganado mucha tierra de labor; debido al trabajo de desmonte de sus propietarios, ya que casi todas estas fincas, al ser privadas, Solo sembraban las tierras más fértiles y fáciles de labrar. Esta finca Concretamente es la que más ha sufrido una progresiva transformación de cereal a olivar, de tierras de huerta a viñas en las "huelgas fértiles", y de secano a ser una finca con multitud de recursos de captación de agua para riego de inundación y goteo.
Tras la Compra de esta última finca, los castellareños siguen adquiriendo tierras en los sitios más lejanos e inverosímiles: Torrenueva, Santa Cruz, Valdepeñas... y ya ha habido intentos de Comprar otras en propiedad de aparcelamiento colectivo: fincas Como Guadianeja ( de dedicación exclusiva al viñedo) o Cañada del Águila (cereal) han sido punto de mira de agricultores que aunque nos vengan malos tiempos para el sector, son en sí una reafirmación de su dedicación histórica al cultivo del campo.
Para finalizar, dar una reseña importantísima para mí, pues Castellar posee en su término 15.000 fanegas de tierra, y en sólo siglo y medio ha adquirido correlativamente en los alrededores de su término, fincas que suman la fría cantidad de 11.000 fanegas de tierras de labor.
Pónganse a pensar si todo el dinero que comportan los Impuestos de Rústica recayera en nuestras arcas municipales. Pero... nuevos Doctores tiene la Iglesia.

Elías Cobos Fuentes.

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