Carta Política Nº 9:  UN VERDADERO NACIONALISMO

A solo año y medio de haber tomado posesión, el 8 de noviembre de 1960, el gobierno de Rómulo Betancourt había decretado el control de las divisas, debido a las maniobras monetarias intentadas desde los EE.UU. y la República Dominicana por grupos de extrema derecha. Se habia retomado la polìtica de NO MAS CONCESIONES PETROLERAS NI MINERAS, y en septiembre de 1960 se había acordado en Bagdad la fundación de la OPEP, y su primera reunión se realizaría en Caracas a principios de 1961. Las compañías petroleras juzgaban en peligro sus intereses, así como lo juzgaban las empresas ferromineras y mineras en general, a quienes se les había clausurado el otorgamiento de concesiones. A la empresa que mantenía el monopolio del hierro (Orinoco Mining Co.) se le había formulado un reparo fiscal que revisaba los derechos de concesión remontándose hasta 1951, lográndose que de 11,5% que representaba la proporción ya recibida por el Estado en relación a los ingresos declarados de la empresa, aumentara al 25,5% de los mismos ingresos obtenidos en el largo período. Se recuperaron para la Nación las minas de manganeso en el estado Bolívar y de níquel en Aragua - Miranda. El 5 de febrero de 1960 se había dictado un Decreto Presidencial que declaraba todo el territorio nacional zona reservada para el níquel, el aluminio y el manganeso. El 17 de junio de 1960 se había dictado otro Decreto Presidencial que reservaba para exploración y explotación exclusiva del Estado un área de 2.700 kilómetros cuadrados en el Estado Bolívar, así como se había reservado el cuadrilátero ferrífico de San Isidro, donde se localizaban enormes reservas del mineral.

Esto lo hizo Betancourt en solo dos años sin una sola estridencia contra los EE.UU, sin la parafernalia antimperialista de Fidel Castro, y menos con el hueco parloteo que ha practicado Hugo Chávez. Esto habia sido un verdadero nacionalismo ejecutado desde el Ministerio de Minas e Hidrocarburos por Juan Pablo Pérez Alfonzo, y que permaneció durante varios lustros hasta el segundo gobierno del ya anciano Rafael Caldera, cuando la mano del Sr. Giusty abre de nuevo el grifo de las concesiones petroleras y mineras, haciendo saltar de indignación incluso a un conspicuo calderista como Hugo Perez La Salvia. A partir de 1998 se esperaba que un gobierno autollamado revolucionario intentara continuar la tradición nacionalista, pero por el contrario, en los últimos ocho años Hugo Chávez ha reinsertado las transnacionales angloamericanas y demás socios españoles, franceses, brasileros y argentinos, en el negocio de los mejores yacimientos de petróleo del paìs, ha entregado la orimulsiòn a los chinos, y el gas lo ha repartido a medias entre la Chevron-Texaco y la empresa de la Mafia Rusa. La izquierda chavistas no lo quiere oir, porque les duele admitir su equivocación y son orgullosos pequeño-burgueses incapaces de rectificar.

 

 

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