Nº 29 (15/04/07): HUGO CHAVEZ Y EL PLAN TINOCO DE EMPRESAS MIXTAS

1.- Si algo se ha constituido en un freno esencial para el proceso de cambios que toda Venezuela, y en especial la izquierda criolla, venía proponiendo durante décadas, es el escaso contacto real de Hugo Chávez con la historia y en especial la historia económica de los últimos cincuenta años. Por eso el régimen se muestra desorientado en su visión de corto y mediano plazo, y por supuesto sin objetivos de horizontes mas lejanos, en materia de estructura económica. Los arquetipos burocrático-estatistas de los viejos comunistas que recuerdan la URSS como si todavía estuviera el politburó soviético, lógicamente resultan insuficientes para un diseño económico adaptado a la realidad venezolana, y ante la ignorancia de un verdadero programa de carácter socialista, el régimen se ha venido guiando por las formulas de los economistas tradicionales para dar solución  a los problemas puntuales de una sociedad capitalista tercermundista, como lo es Venezuela.

2.- En medio de tantas improvisaciones, Hugo Chávez ha dado con una idea que en los primeros momentos debe haberle resultado luminosa y nueva –como todo lo que viene aprendiendo- que es la del desarrollo de un sistema de empresas mixtas, a partir de las empresas mixtas petroleras, como "avance demoledor" del socialismo del siglo XXI. La mala noticia, sin embargo, está aquí: El sistema que le han llevado a Hugo Chávez para su purificación en la llama sagrada de los nocturnales soliloquios del Big Brother, es nada menos que el Plan Tinoco, aquel proyecto de Ley del Sistema Nacional de Empresas del Estado que el banquero Pedro Tinoco, menos filosófico, había redactado -como salida a la creciente acumulación del Estado- desde la presidencia de una Comisión de Reforma Integral de la Administración Pública designada por CAP en 1974 o 75.  

 3.- La revista “Proceso Político”, publicación de alta calidad académica que se especializó en el diagnostico de la evolución del Estado durante un tiempo que corre aproximadamente entre los gobiernos de CAP I y Herrera Campins, denunció con mucha fuerza el Plan Tinoco, el primer intento de asalto al poder por parte de una burguesía emergente a cuya cabeza se colocaba Pedro Tinoco. La revista, dirigida por Carlos Blanco, Edgardo Lander y Judith Valencia (UCV), y José Manuel Hermoso(UC), en su Nº 2 (septiembre-octubre de 1976), hizo su primer certero análisis en este tema, dando a conocer el Plan Tinoco; un proyecto de ley que transformaría la administración pública creando un Consejo Nacional de Empresas del Estado, presidido por un superministro de Estado e integrado por funcionarios designados por el Presidente de la República. Lo esencial del proyecto se desarrollaría a través de un proceso de mixtura económica con grupos privados nacionales y transnacionales, en una multiplicidad de actividades económicas y de servicios. Como puede suponerse, la visión de Tinoco se imprimía en el proyecto de ley como una filosofía de rentabilidad empresarial que en el proyecto del socialismo del siglo XXI se llamará autosustentabilidad,   y como el establecimiento de un modelo de exacción capitalista del excedente del trabajador, que en el modelo chavista se llamará seguramente solidaridad socialista y rentabilidad social, que se apropiará de la plusvalía de los trabajadores en nombre del pueblo. El proyecto del régimen no pasará ni de cerca por la propiedad de los trabajadores de sus producciones, porque todo Estado –llámese socialista, fascista, capitalista- padece del mismo horror al poder de las masas; y la propiedad de los trabajadores es poder. Para Hugo Chávez el poder popular no pasa de comités que reciban las migajas que caen de la suculenta mesa de la dirigencia estatal, las cuáles deberán mendigar comulgando con el enriquecimiento ilícito de los altos funcionarios pseudosocialistas.  

4.- Mucho tiempo en las gavetas ha esperado este viejo proyecto, que no pudo realizarse en aquel ambiente de contradicción democrática y lucha de partidos políticos, universidades, sindicatos y gremios profesionales, que impidieron ese asalto planificado y definitivo de las riquezas nacionales. El ambiente ahora está dado, sometida la fuerza de trabajo a un -al menos aparente- control político del gobierno, y con organizaciones sociales debilitadas o desarticuladas. Ya se ha iniciado el proceso con la conformación de empresas mixtas en el área de hidrocarburos, donde se concederá a empresas transnacionales condición de socios propietarios en negocios donde hasta ahora las transnacionales eran solamente prestadores de servicios o participantes en alianzas estratégicas sin personalidad jurídica. Seguirán empresas de segundo orden en el mismo rubro de hidrocarburos, y luego en áreas de otras industrias donde el Estado colocará a sus amigos y activistas. Es la visión corporativista del Estado, base programática del Fascismo italiano.

 

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