Nº 17 (21/11/06): LAS DOS VERTIENTES NEOLIBERALES.

Hugo Chávez dio a las transnacionales lo que éstas habian previsto esperar de lo que hoy es la oposición reformista; y así como ésta perdió transitoriamente las banderas populistas arrebatadas por Hugo Chávez en 1998, también perdió transitoriamente la opción ofrecida al imperialismo a cambio de su apoyo en el desplazamiento del régimen bonapartista. Los signos neoliberales de la variante populista-bonapartista están desnudos, a la vista de todos. En primer lugar, el neoliberalismo general establece como premisa la separación analìtica entre la esfera de lo social-polìtico y la esfera de lo económico. Marx habia desfetichizado la economía política, desenmascarando el carácter positivista del fenómeno económico, revelando que la mercancía podia en efecto ser el dato económico mas concreto con que nos encontrábamos, pero que este dato opacaba tras de si las relaciones esenciales que debian ser evidenciadas mediante el análisis económico-social. Todos sus esfuerzos han estado encaminados a incrementar el sistema polìtico predominado por el Estado y minimizar la capacidad de decisiones económicas de las mayorías. La vertiente reformista-tecnocrática interpreta esta premisa bajo la óptica de las actividades económicas, logrando como se sabe una lucha cotidiana entre grupos sociales que se disputan a cuchillo las posiciones en los mercados de productos, trabajo y dinero, hasta llegar a prácticas despóticas al detal en nichos económicos o sectoriales. La vertiente neoliberal del populismo hace lo suyo pero lo hace en consonancia con su modelo de separación de lo económico y lo político, promoviendo la lucha por la riqueza en el escenario del Estado, logrando que los grupos sociales se disputen a cuchillo los beneficios, privilegios y prebendas del Estado, sometiendo de paso por este medio a la disidencia polìtica, tal como sucede bajo el régimen de Hugo Chávez. La sociedad polìtica para el neoliberalismo es una instancia difusa casi sin sentido que opera subsidiariamente al Estado, dadas las relaciones económicas fundamentales necesarias y suficientes para la realización del modelo. La vertiente reformista-tecnocrática interpreta esta premisa como la exigencia de adaptabilidad de los grupos sociales a un modelo de producción y distribución que juzgan único y óptimo, capaz de extinguir inevitablemente cualesquiera de otras formas coexistentes. En cuarto orden, el neoliberalismo general postula la desarticulación del Estado tradicional que habia venido creciendo en sus variables económicas desde la postguerra de la II Guerra Mundial. Otra forma mas original aún de desarticulaciòn del Estado, experimentada bajo el régimen de Hugo Chávez, es la ruptura de la unidad del Tesoro Público en detrimento de la estructura fiscal-presupuestaria,por medio de la generación de un sistema de asignación de recursos públicos no sometido a control fiscal, dependiente directamente de la cúpula del Poder Ejecutivo. Esto induce a que la propuesta privatizadora de la variante reformista-tecnocrática devenga, bajo la vertiente populista, en un fenómeno de quiebra o desahucio de las actividades organizadas del Estado, tales como Institutos Autónomos, Empresas, Corporaciones, Gobernaciones y Municipalidades, reorganizándose bajo formas de contigencia sin personeria jurídica, tales como fondos temporales de transferencias directas, misiones, y asignaciones extraordinarias eventuales a los presupuestos regionales y locales a través de la poderosa empresa Petróleos de Venezuela, a la manera del modelo postsoviético donde pocas empresas, como la Gazprom, pasaron a dominar por su poder económico el resto de las decisiones del Estado. En quinto orden y no menos importante, el neoliberalismo sostiene unas premisas definitorias de libertad económica que de poderse realizar no implican precisamente un régimen de políticas públicas, sino al contrario, un régimen de ausencia de políticas públicas. De manera que como en otros ordenes, la vertiente populista del neoliberalismo promociona solo la libertad de acción económica arbitraria de una cúpula, en este caso del Poder Ejecutivo, sin percibirse una noción coherente de algún tipo de desarrollo económico apoyado medio de los mecanismos del Estado pro determinado por la sociedad. Solo bajo sutiles y engañosas prácticas podría obtenerse ese resultado. Las candidaturas de Hugo Chávez y de Manuel Rosales expresan en cierta forma las dos tendencias del neoliberalismo, pero adjudicamos una reserva acerca de la ineficacia de los grupos privatizadores mas recalcitrantes dentro del proyecto de Manuel Rosales, debido a la heterodoxia de sus componentes; y en todo caso lo importante para los sectores progresistas y revolucionarios es recobrar un entorno polìtico de pluralismo que permita profundizar este debate centrado en los intereses económicos sin el sojuzgamiento polìtico por parte del Estado semiautoritario alienante que Hugo Chàvez ha usado para someter la fuerza de trabajo a nuevas condiciones de entrega a las transnacionales.
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