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La estancia Wasserman

Los fantasmas de la opulencia y de un pasado esplendoroso recorren cansinamente el casco de la antigua estancia Wasserman. En los ochocientos metros cuadrados de la majestuosa casona se encierra el destino de una fortuna inmensa.

El origen de la atractiva finca se remite a Eduardo Mulhall, un inglés que fue corresponsal del diario londinense "The Times" durante la Guerra del Paraguay, miembro fundador del Jockey Club y creador del diario "The Standard".

El del inglés Eduardo Mulhall un nombre importante para San Blas.

Según contaban antiguamente los moradores de la bahía Mullhal, junto a Eduardo Buckland y Gerónimo Peirano, llegaron a la zona atraídos por una legendaria historia que contaba sobre el tesoro que unos corsarios habían escondido en algún lugar de San Blas.

Hilando los datos que fue arrojando la historia, Peirano habría encontrado el tesoro y quebró el pacto inicial de repartirlo junto a sus dos compañeros de búsqueda. Aunque nunca reconoció el hecho, su inexplicable y repentina opulencia lo desenmascaró.

Los registros indican que en 1881 Eduardo Mulhall compra las tierras donde hoy se yergue San Blas. También se estableció que veintisiete años más tarde otro integrante del 'clan', Julio Mulhall, solicita autorización a la provincia de Buenos Aires para formar un pueblo en la isla.

Intento en el rubro ferroviario: Por esa época, los Mulhall habían conseguido la concesión para construir y manejar el ramal del ferrocarril de Bahía San Blas a Patagones y Choele Choel, pero los fracasos económicos de la familia hicieron que desistieran de la idea.

A mediados de la década del 20 Eduardo Mulhall editaba el periódico "La Argentina"; los números daban en rojo y llegó el momento en que el pasivo tuvo que saldarse como fuera.

Fue de esa manera como Bruno Wasserman, un judío acaudalado importador de papel, recibió todas las tierras que conforman la isla y la estancia de manos de los Mulhall, en parte de pago de una deuda.

Los ingleses perdieron primero el sueño del ferrocarril, y con el tiempo la preciosa estancia. De esta manera los Wasserman los sucedieron en el señorío del lugar.

Don Bruno terminó de construir la inmensa casona, levantó la capilla del pueblo y construyó además el puente que une la isla con el continente, una obra que nunca dejaron de agradecer los lugareños.

En 1932 murió su mujer Berta, y pocos años después Bruno se casó con su enfermera la alemana Rya Hess, quien recibió en herencia la estancia, que los hijos de Wasserman, Erwin, Kurt y Mario, le compraron inmediatamente.

Con el deceso de Don Bruno las cosas comenzaron a cambiar para la familia.

Erwin, el hijo mayor de sobrenombre 'Bubby', era abogado pero no quería ejercer la profesión y se dice que se acercaba más a un Isidoro Cañones que a un hombre de negocios.

Con el tiempo Bubby se alejó de los trenes y viajaba en su avión particular, trayendo consigo sus historias sobre Nueva York y su amistad con celebridades como Tyrone Power o Errol Flynn.

Murió en 1966, luego de haber terminado la fortuna familiar. La estancia y su casa solitaria son el recuerdo y la metáfora de un tiempo de lujos y fastuosidad que ya se ha perdido en el tiempo.

Fuente: Diario Río Negro


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