“Una de las tareas que más disfruté mientras me desempeñé como jueza (y que nunca había realizado como abogada) fue la celebración de matrimonios, donde -de acuerdo a la ley- declaré unidas legalmente a tantas parejas. Mientras lo hacía, repitiendo los artículos del Código Civil, mi mente me preguntaba si la ley podía unir lo que no estuviese unido antes y en todo caso quién era yo para declararlo. En realidad, fui testigo innumerables veces de que más que por la ley estaba autorizada por esos dos seres, esa pareja, que esperaba que desde el exterior y frente a todos, alguien que simbolizaba al Estado (con una bandera uruguaya) constatara y expresara públicamente esa unión. Hoy, ya no como jueza, sino como abogada de Carlos y Julio, pero de alguna forma representando simbólicamente a mucha gente, agradezco otra vez a mi profesión y a ellos personalmente, que me hayan elegido para este especial momento de celebración de su UNION.

 

UNIÓN: una hermosa palabra, quizás aun más bonita y significativa que matrimonio o casamiento.

‘Conformidad o concordia de ánimos o voluntades’ dice el diccionario.

Del latín: ‘con-formis’ (con forma) ‘con-cordis’ (con corazón) y de ‘animus’ o alma. Algo así como ‘desde la forma y desde el sentimiento, las almas juntas’.

UNIÓN: de unidad, esa propiedad de todo ser por la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere.

UNIÓN: palabra que transporta al todo, a lo universal, a lo que no tiene límites, a lo que forma el todo, a lo que incluye y no excluye, a lo que no separa ni puede separarse.

EI día que se dictaba sentencia para Julio y Carlos, llegaba de un congreso en la Universidad de La Paz, donde un conferencista hablaba en honor a Pierre Weil, psicólogo y maestro cristiano, candidato a Premio Nobel de la Paz y propulsor de lo holístico (que falleciera hace unos días). Decía que una gran tragedia contemporánea es la visión disociada y minimizada que planta semillas de desunión, que todo divide y separa y que es un modelo alienado.

Auguraba un futuro más saludable, una evolución a lo inclusivo, a lo que no divide lo que la propia vida une: cuerpo, psiquis y espíritu.

Gracias a Dios, como dice Benedetti, ‘aunque parezca extraño, a los fantasmas les hace mal la noche’ y nada puede desunir lo que con la forma y el corazón ha juntado las almas.

 

Hace más de veinte años, Carlos y Julio hacen honor a la palabra.

Unión de corazón y sentimientos y unión de forma, una forma que hasta hace muy poquito tiempo la ley no declaraba.

No precisaron de la autorización legal para quererse ni para estar juntos, pero buscaron igual que lo superficial mostrara lo profundo.

Participaron de todo el proceso parlamentario y lograron junto a tantos otros y otras que nuestro país tenga hoy la ley de Unión Concubinaria.

Y una vez vigente, resolvieron ampararse a ella y así se presentaron al Poder Judicial afirmando que cumplían con todos los requerimientos legales necesarios.

Expresaron:

- Que mantenían una relación afectiva, de índole sexual, de carácter exclusivo, singular, estable y permanente desde hace mucho más que cinco años.

- Que no existía entre ellos impedimento alguno: son solteros, mayores de edad, no tienen lazos de parentesco y no había personas que pudiesen verse afectadas en sus derechos por el reconocimiento.

- Agregaron también que tenían interés y derecho a dar nacimiento a una sociedad de bienes sujeta a las normas que rigen la sociedad conyugal.

Así, previos los trámites legales pertinentes, en expediente número 18.758 del año en curso, en audiencia, el día 13 de octubre de 2008, la Sra. Jueza Letrada de Primera Instancia de Familia de 26° Turno, por sentencia número 124 de esa fecha, FALLÓ: Declárase reconocida la UNION CONCUBINARIA entre Carlos Guillermo LIMA y Julio Alfredo SOUTTO nacida el 15 de mayo de 1987”.

 

Dra. Claudia Guibernau

POEMA DE LOS DONES - JORGE LUIS BORGES

 

Gracias quiero dar al divino

Laberinto de los efectos y de las causas

Por la diversidad de las criaturas

Que forman este singular universo.

 

Por la razón, que no cesará de soñar

Con un plano del laberinto,

Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,

Por el amor, que nos deja ver a los otros

Como los ve la divinidad.

 

Por el fulgor del fuego

Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,

Por la caoba, el cedro y el sándalo,

Por el pan y la sal,

Por el misterio de la rosa

Que prodiga color y que no lo ve.

 

Por la mañana en Montevideo,

Por el arte de la amistad,

Por el último día de Sócrates,

Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron

De una cruz a otra cruz.

Por aquel sueño del Islam que abarcó

Mil noches y una noche.

 

Por los ríos secretos e inmemoriales

Que convergen en mí.

Por el mar, que es un desierto resplandeciente

Y una cifra de cosas que no sabemos.

 

Por el oro, que relumbra en los versos,

Por el épico invierno,

Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,

Por las rayas del tigre.

 

Por el olor medicinal de los eucaliptos,

Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,

Por el olvido, que anula o modifica el pasado,

Por la costumbre,

Que nos repite y nos confirma como un espejo.

 

Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,

Por la noche, su tiniebla y su astronomía.

Por el valor y la felicidad de los otros,

Por la patria, sentida en los jazmines

O en una vieja espada

 

Por Whitman y Francisco de Asís,

que ya escribieron el poema,

Por el hecho de que el poema es inagotable

Y se confunde con la suma de las criaturas

Y no llegará jamás al último verso

Y varía según los hombres.

 

Por los minutos que preceden al sueño,

Por el sueño y la muerte,

Esos dos tesoros ocultos,

Por los íntimos dones que no enumero,

Por la música, misteriosa forma del tiempo.

 

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