Mister Trueman

por Toto Siccardi, Alberto Artiguet & Beto Angelinetti.

Mister Trueman era un inglés jefe de Ferrocarriles en la década del 50. Alberto Artiguet lo iba a buscar a la Estación, y lo traía al Centro de Empleados de Comercio - donde funcionaba el Círculo - y ahí nos turnábamos para jugar con él durante toda la tarde. Artiguet, Beto Angelinetti, Siccardi y otros, jugábamos partida tras partida, alguno se iba a tomar la leche y se quedaba un suplente. Como tenía la costumbre de agachar la cabeza y mirar sus propias piezas, cuando levantaba la vista su adversario había realizado diez jugadas seguidas y tenía todas las piezas apuntándole al enroque. Y ahí saltaba :

_¿Cuántash hazesh? ¡Hazes dosh, hazesh tresh! ¿Cuántash hazesh?

_No, Mister Trueman; Ud. jugó acá, yo jugué acá, Ud. acá, yo acá, Ud. acá, yo acá...

Era habitual que al iniciar las partidas pusiéramos los dos alfiles en 1CD y 1AD y los dos caballos en 1AR y 1CR, entonces al desarrollarlos quedaban ambos alfiles atacando el enroque corto y los caballos bien cerca al acecho. En otras oportunidades, nos ubicábamos tapando con el brazo la primera horizontal, por lo cual nuestras primeras jugadas eran siempre P5R o P5D, quedando el adversario sumamente restringido. En algunas oportunidades se daba cuenta y nos increpaba :

_¿Hazeh trampash?

A medida que transcurrían las partidas, los adversarios de Mr. Trueman reingresaban las piezas comidas con el codo; y a veces le hacían el `enfoque puto`, con dos o tres alfiles corriendo por el mismo color, los que sacrificaban simultáneamente contra el enroque adversario; entonces venía :

_¿Cuántash hazesh? ¡Hazes dosh, hazesh tresh! ¿Cuántash hazesh?

Y ahí le cantábamos :

_Haces dos, dos, dos; haces dos, dos, dos...

Indudablemente que nos permitía hacerle cualquier cosa ya que ello le divertía. Una vez el inglés andaba iluminado y Beto Angelinetti comentaba que le había comido dos juegos completos de piezas...

¿A quién le ganaste?

Santos "Sopapo" Guerbi, además de haber sido muchas veces campeón de Dolores y un muy fuerte jugador, tenía una forma de tratar a sus adversarios en forma irónica y burlona. En ocasión de una visita del maestro Héctor Decio Rossetto para ofrecer simultáneas, Guerbi le espetó :

_¿Así que vos sos Rossetto? ¿y a quién le ganaste, Rossetto?

_.....

Ciego pero no bobo

Por Roberto Hagen

Una vez cayó a Dolores un maestro de la Capital que era ciego pero se las ingeniaba muy bien para jugar a pesar de su incapacidad, por lo cual fue invitado a dar unas simultáneas de cuatro o cinco partidas contra algunos de los mejores jugadores locales. Las partidas se desarrollaban con normalidad y el maestro demostraba su calidad y su habilidad para sostener una lucha de ésas características, dictando sus movimientos a un moderador quien los transcribía en cada tablero. En cierto momento el maestro dicta su jugada en la disputa contra Eduardo N. Giotta, un fuerte jugador :

_En la partida Nº 3, juego : P4TR...

Y, entonces, el moderador, no sin sorpresa, le advierte :

_... allí no se puede realizar ésa jugada, maestro; ya que Ud. no tiene ningún peón en ésa columna...

No hubo tiempo ni siquiera para corregir la jugada ni para preguntar nada más, ya que el maestro ciego saltó e instantáneamente tiró una furibunda trompada por sobre el tablero, que barrió con las piezas, sin llegar al destino de la cara de su adversario quien había sido condenado sin juicio previo por comerse un peón en 0 jugadas...

El maestro había pasado por varias de ésas picarescas en sus giras por la provincia, era ciego pero no bobo, y tampoco tenía muchas pulgas...

( Nota del editor : ¿No se trataría de José Gaitán, varias veces campeón de Necochea, que era ciego?. En 1940 jugó una partida a ciegas contra Federico Latuf y resultó tablas )

La sonrisa de Bobby

En ocasión de la visita de Robert James Fischer a la Argentina en 1971 para disputar con Tigran Petrosian el derecho a disputar el cetro mundial, se dedicó a brindar simultáneas en una gira por buena parte del país. En casa lugar había que reservar una plaza ya que todo aficionado quería tener la satisfacción de golpearse con "Bobby". Nuestro campéon, Osvaldo César Suárez, lo logró y partió raudo rumbo a Mar del Plata ( ¿ o General Madariaga ? ) para medirse con el norteamericano.-

Comenzó la sesión, y Bobby jugó 1.P4R en casi todos los tableros, con su consabida cara de póker y ninguna palabra, en su afán de ganar todo, hasta un match de bolitas.-

En la jugada 17, Osvaldito estaba totalmente perdido, y recibiría su merecido en pocas movidas; entonces allí se tiró uno de aquellos "lances" monumentales en los cuales solía atrapar a algún coterráneo en partidas ping-pong, con lo cual si el pobre Fischer, cansado de pensar y caminar, "picaba", Suárez recogía sus redes con un tiburón enganchado.-

Llegó el maestro a la mesa de Osvaldo, miró apenas la mesa, y de repente, en forma absolutamente inesperada, desplegó una de sus escasísimas sonrisas, rehusando la "carnada" y mirando a su adversario, quien respondió también sonriendo un poquito menos, manifestándole con su acento tordillense :

_Bueno querido, zi no coméz, entonces abandono.

Un análisis con altura

El match por el cetro entre "Bobby" Fischer y Boris Spassky en 1972 concitó la atención de todo el mundo ajedrecístico, siguiéndose al minuto en teatros o cines, con tableros murales y comentaristas en vivo, tanto en las heladas tierras de Reikjavik, como en las calcinadas de Quito.

En Dolores, durante la disputa de las partidas, los aficionados Jorge Imparato, Héctor Lencinas y Carlos Drake solían reunirse en la sede del Aero Club local a los fines de escuchar por Radio Rivadavia el encuentro transmitido jugada a jugada por Antonio Carrizo en su programa "La vida y el canto". Como cada encuentro duraba varias horas, uno se quedaba tomando nota de las posiciones surgentes mientras los restantes, con Jorge Tomás Imparato Wilson al timón, buscaban inspiración  para preparar sus análisis "magistrales" realizando vuelos por sobre la ciudad y la zona en el viejo Piper de la entidad anfitriona. Estilos de vida, que le dicen...

El triángulo de las Bermudas

En noviembre de 1980 se jugaba en Dolores un Torneo por equipos con intervención de representaciones del Club Atlético River Plate de Capital, La Plata, Mar del Plata, Tandil y el equipo local; en éste último jugaba "el campeón" Osvaldo César Suárez, también conocido como "Suarito".-

En la fecha en que Dolores enfrentaba al fuerte equipo de River Plate, Suarito enfrentaba en el 4º tablero al jugador capitalino Alberto Fuentes. En cierto momento, mientras Suarito se paseaba mirando las distintas mesas, Fuentes empieza a pensar demasiado una jugada, piensa y repiensa, hasta que -pasada media hora- se levanta y habla con el capitán de su equipo, cruzan palabras y gestos, y , finalmente, se acerca a Suarito y le pregunta :

_¿Discúlpeme Suárez, pero yo no tenía un peón en la casilla tres torre rey?

Y la respuesta fue :

_No zé querido, ze abrá caído, zi voz decíz ponelo. ¿Cómo voy a cuidar tuz piezitas zi apenaz puedo cuidar las míaz?..

Ante semejante desaparición, desde entonces, el tablero donde jugaba Suarito era denominado "El triángulo de las Bermudas".

Y, aunque parezca mentira -o no tanto- fue precedida por una anécdotta similar unos años antes en un Abierto Internacional de Mar del Plata, aunque en éste caso, el peón que faltaba era de las huestes de Suarito, y su ausencia le "abría la puerta" a la torre contra el enroque adversario...

Sugiero...

Cuando teníamos 13 años y recién empezábamos a trenzarnos en vibrantes pingpones con los mejores jugadores dolorenses, nos comían con facilidad todas las piezas; no obstante ello, mirábamos el reloj y seguíamos, muchas veces con el rey sólo, esperando que la caída de la aguja nos diera el dudoso honor de ganar una partida.

Osvaldo Suárez, cuando la ventaja ya era abismal sólo decía :

_Zugiero...

R1T...

Un comentario :

_Pobrezito, no puede mover; eze caballito eztá tullidito...

R1C...

_Zugiero, Carlitos...

R1T...

Otro comentario :

_No te hagáz golpear, querido; no te quiero malograr...

R1C

_Zugiero...

Hasta que por fin nos rendíamos.

En cambio el Dr. Cambet, quien era un caballero dentro y fuera del tablero, tratándonos de Ud. a nosotros -que éramos mocosos- , sin burlarse nunca, y con todo respeto, cuando nos había dejado el Rey "pelado", y él tenía varias piezas y peones; en lugar de buscar el mate, nos corría nuestro rey con una torre contra la banda lateral, y luego jugaba P5A, P6, P7, y luego P5D, P6, P7 y luego P4C, P5, P6, P7, y así quedaba la posición, como para promover una masa de peones y llenar de cinco damas el tablero. Ahí nos dábamos cuenta y nos levantábamos para que siga la ronda.

A los únicos que Cambet tuteaba era a amigos de la juventud, como Julio Quenard, Toto Cazeaux o José Tur. A éste último sí le decía :

_Abandoná, Tur...¡no seas audaz!

¡Calláte!

Jorge Baduel sólo en oportunidades aisladas aceptaba jugar algunos pingpones, cuando no estaban los "mejores", y generalmente con algunos de los chicos que recién apuntábamos...

Como de costumbre, dos jugaban y una bandada de "patos", miraba y silbaba jugadas para uno y otro bando. Jorge aceptaba los dictados para él, pero cuando alguien osaba sugerir una jugada a su adversario, saltaba :

_¡Calláte!, ¡no ves que él es más fuerte!

Otro ritmo

Cuando la costumbre en el Club Social era reunirse a jugar pingpones, en una o dos mesas, para cinco o seis personas, era habitual que una de ellas tuviera un reloj preparado para la "guerra", y la otra no. Al grito de :

_¡Jaque, audaces!

...o, cuando sacrificaban una pieza :

_¡Sangre!

... y como en un torbellino, volaban los pedazos de piezas de una mesa para la otra.

_¡Gritá, pataleá y llorá!

...siempre la mofa graciosa para con el adversario.

Si le tocaba sentarse a Miguel Brunengo, lo hacía en la mesa sin reloj, y su adversario de turno, que estaba habituado al alocado ritmo de las partidas a cinco minutos, se adormecía, llenándose de telas de arañas esperando que "Cachito" jugara. Este era parsimonioso, prendía su cigarro, cambiaba de pose, como si fuera una partida de torneo, y por ahí, muy de vez en cuando, realizaba alguna jugada. Ganaba siempre, pero por cansancio. Unos años después siguió su escuela el ingeniero Vicente Torres. Muchos los sufrimos, y hasta perdíamos a propósito para poder irnos a tomar la leche...

Piezas perdidas

Salíamos de la escuela, y corríamos al Club para encontrar al Dr. Cambet leyendo "La Razón", con su puchito en la mano. Trenzado en la lucha ajedrecística, iba renovando los cigarrillos, que prendía con un fósforo que agitaba, pero no terminaba de apagarse nunca; que volvía a agitar y no se apagaba, hasta que se quemaba el dedo. No sé si no era una táctica para desconcentrarnos...

Siempre regaba el tablero de cenizas, soplando para retirarlas. Recuerdo que alguna vez dejó la ceniza del cigarrillo, inadvertidamente pero con absoluta maestría, en la parte superior de una torre.

Resultaba habitual que el Dr. Cambet apareciera un día trayendo en el bolsillo del saco una pieza comida el día anterior, que, inopinadamente se había ido a pasear por allí...

Llamadas

Al Dr. Cambet, que era Juez en lo Penal, y luego Camarista, venían a consultarlo o directamente a buscarlo, algún empleado judicial o personal policial, por lo que un suplente tenía que tratar de componer de algún modo sus partidas de desarrollo "optimista".

A Osvaldito, licenciado en cueros, cuando tenía la fábrica de calzados "Facundo", lo requería constantemente su administrador, horrorizado porque había comprado una máquina para pegar tacos, con capacidad para atender 1000 zapatos por hora, mientras que la empresa fabricaba unos 20 por día...

En otras ocasiones, los contertulios eran requeridos por diferentes personas las que, no encontrándolos nunca en sus viviendas, pretendían cobrar sus cuentas atrasadas en la sede del Club. El "pasaje Galdos" era la vía adecuada para obviar la visita inoportuna.

El teléfono no dejaba de sonar y de interrumpir partidas. Y hasta algún jugador era urgido en el tubo por una novia, todo ello sin conocimiento de su propia esposa....

El reloj dopado

Se hallaban jugando una partida muy disputada "el campeón" Osvaldo César Suárez contra Esteban Siccardi quien solo muy de vez en cuando se inscribía a jugar un certamen.

En este caso el poco entrenado Siccardi llevaba ventaja y permanecía sumamente concentrado en su juego. "Suarito", apremiado, observó el reloj y dijo :

_Querido, vamoz a cambiar el reloj por uno mejor porque me pareze que ézte anda mal...

_...Bueno, si le parece, Osvaldo, metalé.

Puesto el nuevo reloj en hora, corren los minutos y las jugadas hasta que un "pato" le hace señas a Esteban, y allí este puede constatar que el reloj de Suárez funcionaba bien, pero el suyo cuando jugaba, lo apretaba y debía pensar el adversario, ¡también seguía funcionando!, es decir que todo lo que pensaba "Suarito" también se acumulaba en el reloj de Siccardi.

El escándalo llegó tarde ya que, una vez cambiado nuevamente el reloj, el tiempo consumido y los nervios llevaron a Esteban a perder la ventaja y caer derrotado, ante el siempre inimitable "campeón".

Un romántico verdulero

Jorge Tomás Imparato Wilson comenzó a jugar al ajedrez en el Club Social allá por 1971 y se destacó por su estilo romántico de disputar sus encuentros, tal como lo hacían los maestros del siglo XVIII y XIX, con partidas activas, abiertas, de ataque y con variados sacrificios.

Muchas veces sus visiones resultaban erróneas y entonces, luego de contar sus propias piezas sacrificadas -las que estaban fuera del tablero- , se llevantaba y decía :

_Abandono. Se me acabó la fruta...

Bordereaux

Esa costumbre de contar las piezas "ingeridas", propias y extrañas, es una costumbre en los pingpones de Augusto Martín Sosa; luego de un furibundo ir y venir de trebejos, caídas al piso, y golpes en el reloj, Augusto se detenía, contaba los "muertos", aclarando :

_Borderó...

Remedando la costumbre de los teatros al hacer la caja o taquilla de las entradas vendidas.

El explicativo

Héctor Enrique Oroz era muy estudioso de los maestros antiguos, pero a veces no les hacía mucho caso, por lo cual, en el "post mortem" se veía obligado a explicar :

_Mi error estuvo en la jugada dos...

_....

_Ya lo dijo el Dr. Lásker...

Mi abuelo

Siempre el juego y el tablero a la hora de la merienda. Los libros y las revistas bien cerca para que un espíritu curioso se acercara al juego ciencia. Cuento en francés, partida universal. Pollas para acertar las posiciones finales de algún Torneo Internacional de Mar del Plata. Clase magistral algún día de lluvia en San Bernardo; sorpresa cuando el nieto aplica la lucha por el centro, la comunicación de las torres... Match abuelo - nieto contra los Vitez padre - hijo. Primer torneo como público en Mar del Plata, enero de 1967. Cuaderno de amistosas contra Urbano y Ramón, ¿te volveré a encontrar algún día?. Maderna y Tahl, preferencias de ésos tiempos. Recuerdos de Najdorf tomando mate, de Gromer en la Olimpíada 1939. LADAC F-61 y el juego por correspondencia. Primeras derrotas voluntarias cerca del adiós. Herencia de juegos, tableros, libros, revistas, partidas, todos los recuerdos y toda la nostalgia.

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