Orígenes del pueblo cántabro moderno.

El País Cántabro actual es el resultado de la convergencia de dos fenómenos históricos. Por un lado, coincide grosso modo (aunque no exactamente) con el solar del antiguo pueblo cántabro. Por otra lado, el otro punto de partida del pueblo cántabro moderno lo constituye la Reconquista iniciada en el siglo VIII y la posterior división política resultante de la misma.

De este modo, territorios con un mismo origen, tales como el oriente de Asturias, pasaron a formar parte de una realidad administrativa diferente, la cual cristalizó tempranamente en el Reino de León. En nuestro caso, paralelamente, los territorios que darán lugar a a ambas Cantabrias pasaron a entrar en la órbita política del Reino de Castilla. Esta división del antiguo solar cántabro en diferentes estados ha sido decisiva para generar una separación palpable ya en la Edad Media, en que la adscripción a diferentes reinos se aprecia claramente en el sentir general de la población.

Pero así como la inclusión de la mayor parte del antiguo territorio cántabro en el Reino de Castilla implicó en cierto modo una pérdida de la antigua identidad, el hecho de que los territorios ocuparan un lugar marginal en la geografía del Reino generó a su vez una nueva identidad: la de montañés. El nuevo pueblo, cuya base fundamental se encuentra en el antiguo pueblo cántabro, ocupa ya tierras que no correspondían estrictamente al antiguo pueblo. Esencialmente ocupa el territorio que comprende desde el río Ebro hasta el mar. Por otra parte, esas nuevas tierras han sido colonizadas principalmente por cántabros procedentes de las tierras bajas, y durante más de un siglo la Reconquista permanece estancada en el País Cántabro.

Nuevos territorios son conquistados con posterioridad, pero estas nuevas conquistas cuentan con otros protagonistas, especialmente vascones y mozárabes que vienen huyendo del invasor establecido más al sur. Hasta llegar al Duero, la población es muy escasa y no tiene estructuración política. De este modo surgen dos nuevos estados en cuyo seno se asientan los antiguos cántabros; por una parte, el Reino de León, que acogerá a los antiguos cántabros del occidente, fundamentalmente el oriente de la moderna provincia de Asturias, y por otra parte, el Reino de Castilla, que acogerá a los antiguos cántabros del centro y del oriente.

Obviamente, estos nuevos estados miran hacia el sur, hacia nuevos territorios por conquistar. Con ello, el dividido solar de los antiguos cántabros pasa a formar la periferia de ambos reinos, una periferia pobre y sustancialmente diferente al núcleo de ambos estados. Diferente desde muchos puntos de vista. En particular, el País Cántabro, en ambas vertientes, forma parte de lo que se ha venido en llamar pueblos del Norte. Ello corresponde a una realidad etnográfica básicamente distinta de lo que se puede hallar en la vertiente del Duero. Esta realidad se plasma desde antiguo en el lenguaje. El habla recogida en los códices de lugares situados al sur del país, tales como Aguilar de Campoo y Oña, indican desde antiguo un manifiesto arcaicismo en el lenguaje. Este arcaicismo no se encuentra ya en Burgos, capital del Reino, donde el idioma se ha visto expuesto a otro tipo de influencias. No sólo eso, sino que en importantes porciones del reino, la lengua de uso común no será el romance, sino el euskera, a causa de la repoblación mayoritariamente vascona de numerosos distritos.

No es éste el caso de la Cantabria Histórica, donde la base de la población está compuesta mayoritariamente por descendientes de antiguos cántabros o pueblos afines, de raigambre celta, tales como los autrigones, asimilados a los cántabros antes de la invasión árabe.


[La página de la Cantabria Histórica]


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