La Hacienda de la Estancia de
San Juan Bautista.
 
 
 
 
Una de las áreas más antiguas de la región de Monclova y parte de su municipio, es la Estancia de San Juan Bautista, cuyas tierras se remontan a los primeros dias de la entrada de los militares- pobladores  que establecieron  la provincia de Coahuila.

Documentación referente a la estancia de arriba, como tambien se le conoce, por desgracia no existe en abundancia, pues desde su primera mención fue una propiedad particular, siendo hasta  la época de la consumación de la independencia mexicana, cuando encontramos ya, una incipiente población en lo que por muchos anos se conoció tambien con el nombre de Estancia de los Flores, como se vera mas delante.

En 1883, Don Ramón Muzquiz Castañeda, hijo del antiguo jefe político de Bejar y vicegobernador de Coahuila y Texas Don Ramón Muzquiz González, era uno de los más importantes accionistas de las tierras y agua en la Estancia, por lo que en el año referido y por cuestiones legales, a nombre del resto de los accionistas, solicitó al juez de letras del ramo civil  Lic. Francisco E. Reyes, ordenara la protocolización de los títulos primordiales de la hacienda de San Juan Bautista según decía “por hallarse casi inutilizados por la mala clase del papel en que se extendieron así como por los muchos años que han transcurrido desde que se expidieron”, ante tal solicitud se acudió ante Don Melchor Sánchez, escribano público de Monclova quien dio fe y transcribió el documento, representando un documento de considerable importancia y de un gran valor para nuestra historia regional, tal documento se localiza en la caja numero 1, volumen II, del  Fondo Protocolos, del Archivo Municipal de Monclova.

Por el año de 1692, el virrey Don Gaspar de Sandoval Cerda Silva y Mendoza, conde de Galve, confirmó una merced de tierras otorgada al alférez Antonio Guerra, originario del Nuevo Reino de León, soldado “del presidio de Coahuila, que ha servido a su majestad tiempo de doce años en las plazas de soldado, cabo de escuadra, sargento hasta el referido de alférez, que obtiene en cuyos puestos lo han ocupado los capitanes de aquel presidio en atención a sus meritos y los de sus antepasados por ser  de los primeros conquistadores y pobladores de todos aquellos contornos”, por lo que años antes el capitán Don Joseph de Bracamonte, le hizo merced de: cinco caballerías de tierra y cinco sitios, tres  para ganado mayor y dos para menor “con toda el agua que necesitare y fuere menester para el cultivo de dichas tierras en el río de Coahuila”, pero en atención a que cuando entro a la provincia como su primer gobernador Don Alonso de León González, trayendo orden de entregar tierras a los “indios chichimecos del pueblo de San Francisco”, estos últimos pidieron y se les otorgo las que estaban contiguas a las que ya habitaban  y eran las del capitán Guerra, “quedando por esta razón imposibilitado y destruido por haber gastado su poco caudal en poblarlas y haber comprado otras tierras a Simón de San Miguel y Vicente Guerra, inmediatas a las que antes poseía, con todas sus aguas, pastos y abrevaderos”, por tanto el virrey conde de Galve mando “que el dicho alférez Antonio Guerra sea amparado en las tierras y aguas que refiere”.

En febrero de 1693, el capitán de caballos corazas Don Gregorio Salinas Varona, gobernador de la provincia, recibió el anterior mandato dando constancia de ello ante los testigos, José Antonio de Eca y Muzquiz y Blas de Iruegas.

En el expediente que menciona el curso que siguieron las propiedades que desembocaron en la merced de la Estancia de San Juan Bautista, se incluye en orden cronológico, un documento de 1684, en el que el capitán Fernando Ramos de Arreola “minero del real de minas del Pedregoso y al presente residente en esta nueva provincia de Coahuila”, manifiesta que: “En virtud de los informes que corren de esta dicha provincia, de ser tierra mineral, he venido a ella y solicitado dichas minas, he hallado una cata en el cerro de Mercado cavada y tiene un estado poco más o menos corre la veta de levante a poniente, mira la boca donde sale el sol, la cual tiene los metales que hago demostración y la registro para labrarla, concediéndome U. la licencia y de en beneficio, sacarle oro, plata, cobre y aquello que Dios nuestro señor fuere servido darme”, pidiendo además para realizar su empresa “necesito de los fundamentos de hacienda de fundición, lavaderos, asiento de cuadrilla y en que pastar las bestias y lo necesario al uso de la minería”, ante todo ello y sustentándose en disposiciones reales que permitían denuncios de tierra ya mercedadas a cuatro meses de haberlas despoblado, señala: “que en tiempo de cuatro años que despobló el capitán Ambrosio de Cepeda difunto, la hacienda que se le había hecho merced, cuyo derecho prescribió, por cuya razón denuncio dicha hacienda y a Vuestra Merced pido la haga por denunciada, con los lavaderos y asiento de cuadrilla”.

Para resolver la petición “Don José Antonio de Bracamonte Dávila, alcalde mayor y capitán a guerra de la provincia”, da  por denunciada la mina y la hacienda de Ambrosio de Cepeda, las que otorga por merced, tal y como se pidieron.

El 16 de febrero de 1687, se presentaron ante “el capitán Diego de Vizcaíno, alcalde mayor y capitán a guerra de dicha provincia por su majestad”, el alférez Antonio Guerra y el capitán Fernando Ramos de Arreola, quienes convinieron ante la autoridad vender el segundo al primero “la hacienda de mina con su molino y lavaderos, asiento de cuadrilla y casa de vivienda de una cata que tiene registrada en el cerro de Mercado, como así mismo de doce barras que tiene en la mina de Antonio González, vecino de dicha provincia”, la operación reporto el precio de “cien pesos en reales”, fueron testigos los vecinos: Sargento Francisco Menchaca, Lorenzo García y José de Menchaca, Juan de Menchaca y José Antonio de Eca y Muzquiz.

Siendo gobernador de la provincia de Coahuila el general Alonso de León, el dia 2 de noviembre de 1690, se presentaron ante la primera autoridad  Simón de San Miguel y el alférez Antonio Guerra, recibiendo en venta este ultimo de “tres caballerías y tres cuartos de caballería de tierra de pan llevar con la porción de agua que le corresponde con la cuarta parte  que este otorgante heredero de Miguel de San Miguel ya difunto su padre, las cuales caballerías susodichas vende, como dicho es por precio y cuantía de cincuenta pesos de oro común”, las tierras en mención estaban: “a lindes de las tierras de los indios Chichimecas, río abajo de la parte del poniente”,  fueron testigos de la compra: Francisco de Barbarigo y José Flores. Con ello el alférez Guerra, aumentaba sus posesiones en la naciente provincia, en la que un coterráneo suyo era el gobernador.

La adquisición de predios de este primitivo poblador de Monclova, prosiguió con la nueva tenencia de tierra que pertenecía a su hermano Vicente Guerra, quien junto con Antonio, se apersonaron ante el alcalde ordinario de la villa y concertaron la venta de “seis caballerías de tierra de pan llevar y seis sitios de ganado menor y dos de ganado mayor”, ubicados “a lindes de las tierras de los herederos de Miguel de San Miguel ya finado, río abajo de la parte del poniente”, la venta importo “doscientos pesos de oro común”, los cuales recibió ante los testigos: Félix de Arraitia, Don José Antonio de Eca y Muzquiz y el alcalde Pedro del Bosque.

El alférez Antonio Guerra, obtuvo del general Alonso de León, una merced y certificación de sus servicios a la corona, fundamentalmente por ser persona conocida del referido primer gobernador de la provincia, lo cual confirmo el dia  16 de agosto de 1689, cuatro días despues de la fundación formal de la villa de Santiago de la Monclova, afirma que “a tiempo de siete años que esta en servicio de su majestad en esta provincia….saliendo en cuantas operaciones de guerra se han ofrecido contra los indios rebelados a la real corona” y como su paisano declara le: “constaba que antes de entrar a esta dicha provincia, estuvo muchos años en el Nuevo Reino de León sirviendo a su majestad, asimismo en algunas jornadas que se ofrecieron contra indios alzados y señaladamente milito con los capitanes Diego González, Juan Bautista Ruiz y Nicolás de Medina”, menciona desde luego al padre del alférez: “…y que Vicente Guerra su padre ha servido en el Nuevo Reino de León en su conquista, en tiempos del gobernador Don Martín de Zavala”, refiriéndose al momento en que se encontraba dice: “al presente y de muchos años a esta parte esta sustentando una hermana suya viuda y su familia”, por lo que añade no le alcanza su sueldo para tal compromiso, por lo que en nombre de la autoridad que el conde de la Monclova le había conferido le merceda: “tres sitios de ganado mayor, dos de menor y seis caballerías de tierra con saca de agua, que dichas caballerías han de ser a la otra banda de este río de Coahuila, hacia el oriente mas abajo de donde empieza a salir el agua del dicho río”, los testigos en esta ocasión, que nos recuerda una de las salidas a Texas del gobernador de León, despues de fundar Monclova, lo fueron: Juan Bautista Chapa y Don José Antonio de Eca y Muzquiz.

La relación directa de estas noticias sobre la adquisición de tierras por el alférez Antonio Guerra, llega atener conexión directa con el área actual de la estancia de San Juan Bautista, en tiempos del gobernador  Don Gregorio Salinas Varona, cuan ante el Antonio Guerra describe el motivo principal de hallarse sin tierras y solicitar la ejecución  de la ratificación de una merced obtenida del conde de Galve, para lo cual con fecha de 8 de febrero de 1695, seis anos despues de la merced que le otorgo Alonso de León y ya con el grado de teniente de gobernador de la provincia, expone y pide: “se me ampare en una saca de agua y tierras que me hizo merced el capitán Don José de Bracamonte, alcalde mayor y capitán que fue de este presidio”, consistiendo la merced en: “cinco caballerías de tierra de pan llevar y de cinco sitios de ganado, los dos de mayor y los tres de menor”, pero sucediendo que en las medidas que realizo el general Alonso de León, para dejar en claro la posesión de los indios del pueblo de San Francisco de Coahuila, “parece ser dichos indios pidieron dichas tierras por estar cerca de las suyas y se les dieron por ser preferidos los indios, por estar asentados ya de pueblo” y en referencia a un terreno que cobraría vida y tradición en la naciente villa: Los Propios, agrega: “hice a mi costa desmontes y acequias en una labor de propios que se le adjudico a la villa de Santiago de la Monclova”, de su altruismo  para con una temporada muy difícil para la región declara: “socorrí en las mayores necesidades a dichos indios de este pueblo de San Francisco de Coahuila con semillas para sus sembrados”, para corroborar todo lo referido presento varios testigos, que apuntaron en lo general la misma idea, pero ofreciéndonos algunos datos interesantes, sobre este alférez, su obra y posesiones:

Felipe Jiménez, de cincuenta y seis años: “…que en remuneración de ellos (sus servicios) y de las tierras que le había quitado el dicho general Alonso de León, le hizo merced en nombre de su majestad que Dios guarde de seis caballerías de tierra de pan llevar, con su saca de agua, con seis sitios de ganado menor y mayor, de la parte del levante, por bajo de las lomitas del camino que va a Baluartes”.

Alférez Francisco de Menchaca, de sesenta y seis años: “Que Don José de Bracamonte, siendo alcalde mayor de esta provincia de San Francisco de Coahuila y Nueva Extremadura y capitán del presidio que por cuenta de su majestad esta puesto en dicha provincia, le hizo merced al dicho alférez Antonio Guerra de cinco caballerías de tierra de pan llevar y cinco sitios de ganado mayor y menor de la otra banda del río que pasa por esta villa a la parte del levante, por bajo del camino de la hacienda de San José, asimismo sabe que el general Alonso de León  gobernador de esta provincia, en virtud que tuvo del excelentísimo señor conde de la Monclova, siendo virrey de esta Nueva España, para repartir tierras a los pueblos de San Francisco de Coahuila, dichas caballerías y sitios entraron dentro de las medidas de dicho pueblo, quedándose el dicho alférez sin ellas, por habérselas adjudicado a dichos indios, asimismo sabe este declarante que el dicho alférez estaba poseyendo una labor que hoy sirve de propios a esta dicha villa de Santiago de la Monclova, la cual le costo mucho dinero el sacar las acequias y el desmonte de dichas tierras y ser un monte espeso,  las cuales le quito el general León y las adjudico para propios de esta dicha villa y así mismo dice este declarante que en los años pasados a estado dicho alférez socorriendo muchas necesidades a los moradores de esta provincia, así españoles como indios”, este testigo ubica la merced otorgada por Alonso de León, en remuneración de lo quitado, consistente en  las seis caballerías y los seis sitios: “de la parte del levante, por bajo de las lomitas del camino que va a Baluartes”.

Agustín Ponce de cuarenta años:  sitúa la merced que dio Bracamonte a Guerra en: “la otra banda del río que pasa por esta villa, de la otra banda por bajo del camino que va para San José” y la concedida por de León, por la afectación de la merced original en: “la parte del levante, por bajo de las lomitas del camino que va a Baluartes”, este testigo agrega que Antonio Guerra: “ha gastado mucho ganado y hacienda sin haber podido conseguir la saca de agua para regadío de dichas tierras y en atención de que no podía conseguirla le hizo representación al dicho general Alonso de León por ser el único que sembraba en esta provincia en aquel tiempo le concediese la saca del agua  de la merced que le hizo Don José de Bracamonte, por yerma y despoblada de Ambrosio de Cepeda, a quien se la hizo Don Antonio Balcárcel Rivadeneira y Sotomayor, quien no la pobló”.
 
Un año despues de haber levantado con testigos la información antes mencionada, el teniente de gobernador Antonio Guerra, solicitó al gobernador Salinas Varona, se le midiesen las tierras que poseía y las que le fueron mercedadas, en el sitio que el denomina: “San Cayetano de las Lomitas” y transferir los tres sitios de ganado mayor que originalmente fueron de Vicente Guerra a “la parte de Baluartes de la misión vieja en el ojo de agua”, para lo cual da poder a su hijo Juan Guerra “para que en mi nombre y representando mi persona, tome y aprehenda la posesión de lo referido”, llamando para tales actos al cabildo de los indios Chichimecos “por ser linderos a estas tierras”, nombrándose para tal efecto al alférez Rodrigo Flores de Valdés, como juez, José de Maldonado y Juan Rodríguez, medidores y Juan Martín Treviño como fiscal.

Se procedió desde luego a la medición de lo que pedía Guerra, comenzando en la hacienda que Vicente Guerra vendió a su hermano “ como media legua distante de la villa de Santiago de la Monclova’ en siete dias del mes de abril de 1696, para lo cual se preparo un cordel de “ixtle, de cincuenta y cinco varas y una sesma corta” con la que se partió desde “la mojonera y limite de San Francisco de Coahuila que esta a la parte del poniente del rió que pasa de esta villa de Santiago de la Monclova y hubo de largo entre dichas tierras y las que tiene los herederos de Miguel de San Miguel que son y posee dicho Antonio Guerra por escritura de venta, treinta y dos cordeladas hasta la mojonera que esta de dichos indios en medio del llano que estas tierras hacen a la parte del poniente y luego midió desde la mojonera el ancho de dichas tierras hasta el lindero de dichos herederos y tuvo seis cordeladas”, pero como debió de acontecer en medición de grandes extensiones de terreno, “por ser tarde” y  tener que darle posesión de dichas caballerías se le señalo por tierras de labor la parte  “de debajo de dicha mojonera de los indios’, enseguida se le tomo de las manos y se hicieron las ceremonias acostumbradas para considerarlo su legitimo dueño, quedando enseguida dueño de “un cuadro rió abajo” de seis sitios de ganado mayor y menor.

De igual forma y para cumplir lo mandado por el gobernador, estando en el sitio denominado “San Cayetano de las Lomitas”, se le entrego la saca de agua que tenia comenzada “en dicho río a la parte del levante” y para abrevadero de sus ganados a la “ciénega que llaman de Mata”, mencionando “el ojo de agua que tiene dicha ciénega”.

A fines de ese año en octubre, el teniente de gobernador Antonio Guerra, pidió al gobernador Salinas Varona  “permutarme tres sitios de ganado mayor y menor con mas dos caballerías de tierra de pan llevar, que dejare realenga en la venta que me hizo Vicente Guerra”, con esto renunciaba a terrenos que había comprado entregándolos a la corona y solicitando se le aumentasen en la reciente medición de la merced que le dio Alonso de León, señalando el lugar como: “en el ojo de agua de la misión vieja que llaman de Baluartes”, procediéndose a ponerle en posesión de su pedimento, acto que no pudo realizar el juez nombrado anteriormente “en atención de tener noticia de que el teniente Rodrigo Flores de Valdés se halla achacoso y no puede ir a dar la posesión”, por lo que se mando a Juan Martín Treviño, quien se traslado el 24 de octubre a “la misión vieja que llaman de los Baluartes en la saca de agua antigua”, para dar posesión  de dos caballerías de tierra de pan llevar y tres sitios de ganado mayor “que permuta el capitán Antonio Guerra por otros tantos que tiene de los que compro a Vicente Guerra”, ubicados según reitera “a la parte del poniente del puerto de arriba que llaman de los Baluartes, donde esta un ojito de agua” , fueron de ello testigos  Santiago de Hoyos, Juan de Dios García  y Lorenzo García.

En abril de 1698, las medidas que quedaron pendientes, fueron completadas por el juez alférez Rodrigo Flores de Valdés y el fiscal Don José Antonio de Eca y Muzquiz, midiendo ochenta y ocho cordeladas de poniente a noroeste “son las que le pertenecen de largo a seis caballerías de tierra” y cincuenta y cuatro cordeladas de cabezada que con las seis ya medidas, hacen las sesenta que le pertenecen a seis caballerías de tierra”.

El proceso de cambio y transformación de todo lo que llevamos mencionado, hubo de sufrir cambio de propietario en las décadas siguientes, teniéndose noticia hasta 1755, en que  ante el alcalde ordinario de Monclova Don Manuel Andrés de Moral y Cevallos, Don Francisco Flores de Abrego, solicita un ‘testimonio autentico” de la venta que Dona Manuela de Cárdenas y pinilla, viuda de Don Alfonso Barrera, hace a Don José Flores de Abrego “cura vicario y juez eclesiástico de esta villa y su jurisdicción” de  “la hacienda de labor y agostadero que se compone de doce caballerías  de tierra de pan llevar, con su saca de agua y una paredes de casa arruinada y diez sitios de ganado mayor y menor, que hubo por compra del alférez Antonio Guerra”, significando la enajenación en cuatrocientos pesos y la ubica “como una legua de esta villa de este lado del río, lindando con  tierras de los indios del pueblo de San Miguel de Aguayo y con la hacienda de dicho bachiller río abajo y la saca de agua se halla por  bajo de la lomita que llaman de los indios”, verificándose tal compraventa ante “sus dos hijos y herederos mayores”: José Barrera y Melchor Barrera, por testigos: Lázaro Flores, Domingo de Hoyos y José Cortinas.

El expediente finaliza mencionando el proceso de inventario de bienes del difunto bachiller Flores, en el que su principal acreedor Don Manuel Antonio de Bustillos y Cevallos, no quedo conforme y solicito que se rematasen dichos bienes al mejor postor que lo fue Don Gregorio Sánchez Navarro, quedando con ello satisfecho el acreedor y al tiempo su heredero Don Francisco García Rodríguez, no así los herederos del cura Flores, posiblemente sobrinos nietos: Don Francisco, Dona Maria Zapopan, Don Juan y Don Miguel, quines en “la ultima desdicha por no haberles quedado con que poder subsistir dicho Don Gregorio Sánchez, movido a compasión  hizo donación gratuita a dichos cuatro hermanos de la hacienda nombrada de los Flores, para que dichos cuatro hermanos disfruten de ella cada uno seis dias de agua con las tierras correspondientes”, la donación no era de ninguna manera gratuita, se aseguraba  Gregorio Sánchez Navarro “de que ninguno de los dichos donatarios pueda vender ni arrendar a persona extraña, sino que si la necesidad les urge puedan unos a los otros venderme y arrendarme”, este se firmo el 16 de diciembre de 1816, en la ciudad de Monclova ante el alcalde ordinario de segundo voto Don José Maria Uranga y aunque la adjudicación original se le hizo a Gregorio Sánchez Navarro, esto ultimo lo firma el canónigo Don José Miguel Sánchez Navarro “prebendado jubilado de la santa iglesia del Nuevo Reino de León”, firmando de asistencia Juan Nepomuceno Larralde y Ramón Hernández.

Para 1820, en que podemos recabar un censo de habitantes de las haciendas de la jurisdicción de Monclova encontramos como vecinos del lugar en mención a quines le dieron a partir de los dias coahuiltejanos una fisonomía de pueblo, siempre en su historia como una comunidad encabezada por su juez de paz o auxiliar, que dependía del ayuntamiento de Monclova, las familias Villastrigo, descendientes de antiguos soldados de la compañía presidial de Monclova, los Uranga, igualmente militares y quienes dieron al celebra José Maria Uranga, diputado y alcalde de la ciudad en los dias de Coahuila y Texas, decidido impulsor del traslado de la capital a Monclova, padre, abuelo y bisabuelo de maestros, Suárez, Pena, Martínez, de los Santos, Zertuche y de la Fuente, fueron entre otros los apellidos que le dieron vida a las dos estancias, que en su primitiva época, fue tierra otorgada a un soldado Del Nuevo Reino de León, de los que precedieron la entrada del general Alonso de León González, en el documento presentado destacamos encontrar la mención hasta hoy inédita de la antigua misión de Baluartes, muy cercana a Monclova y el nombre completo de uno de los primeros alcaldes mayores de Coahuila,  Don José Antonio de Bracamonte Dávila, de quien poco se conoce.
 

Agradecimiento a Lucas Martínez Sánchez , por su apoyo en la
realización de este escrito.
 

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