Nuestra mision
Nuestra mision como Oblatos es llevar el evangelio a quienes no lo conocen: los m�s abandonados. Aquellos a los que la vida ha excluido de la sociedad del bienestrar
Nuestro apostolado
Ense�ar a los hombres qui�n es Jesucristo.
Nuestro Carisma
Estando cercanos a la gente, compartir con ellos sus preocupaciones, sus angustias. y mostrarles el camino de la Vida, de la Verdad, de la Vida: Jesucristo.
Estamos presentes en m�s de 70 pa�ses. Trabajamos en diferentes ministerios. Luchamos por la justicia.
Nuestro Personal
En la Actualidad contamos con varias franjas de edades.
- Los Mayores o ancianos: los que pasan de 70 a�os
- La franja de los adultos: los que pasan de los 60 a�os
- Los que se encuentran en la franja intermedia: los que tienen entre 40 y 60 a�os
- Los que tienen en la actualidad menos de 40 a�os
En qu� mundo. Con qu� medios
Nuestras fuerzas por as� decirlo, se encuentran en los miembros de la provincia que siguen al pie del ca�on. Algunos padres ya son mayores. Esto implica una modificacion en el modo de evangelizar hoy en dia. Para el Oblato , evangelizar a los pobres en el mundo de hoy se ha vuelto m�s dif�cil que en el pasado. �Por qu�?.
Ante todo el mundo que evangelizamos ha cambiado mucho. Esto es verdad en todos los pa�ses pr�cticamente, aun en aquellos que podr�an parecernos fuera del alcance de los cambios. La "revoluci�n" social , econ�micas y pol�tica ha penetrado en todas partes e influye en todo.
Antes nuestra actividad podr�a efectuarse en forma tranquila, bastante aut�noma, sin otra preocupaci�n que la de brindar la ayuda material, y espiritual en cada sitio a las poblaciones confiadas a nusetro cuidado inmediato. Las dimensiones m�s universales de justicia social, de liberaci�n de las estructuras de opresion entraban muy poco o nada en nuestras perspectivas ordinarias. Est�bamos lejos de la actitud ecum�nica y del deseo de di�logo con el Islam o el Budismo. Y adem�s , los pueblos sol�an acogernos con agrado.
Hoy ya resulta imposible ignorar estas dimensiones nuevas en nuestra actividad apost�lica, sobre todo para nosotros que somos misioneros de los pobres y que queremos estar all� donde se decide el porvenir del mundo de los pobres. Los pobres ya no nos piden tanto que trabajemos por ellos como que trabajemos con ellos , para ayudarles a cambiar las condiciones en que viven. Adem�s , se nos desea menos. En muchos pa�ses como la India, Bangladesh y Africa del Sur, sin hablar de los pa�ses comunistas, los visados misioneros o se reh�san o se obtienen con mucha dificultad. Por no decir que hay ciertos pa�ses donde se le prohibe la entrada firmemente al misionero.
La actividad misionera ha adquirido, pues , dimensiones que antes no ten�a. Nuestro primer fin consiste en la evangelizaaci�n de los pobres, que debe conducir al anuncio explicito de Jesucristo y a la celebraci�n de los sacramentos, pero este fin debemos alcanzarlo en un mundo nuevo, a veces ateo o indeiferente. Muy secularizado , que tiene una sensibilidad , un lenguaje, unos medios de expresi�n y unas exigencias que ya no son los de hace veinte o treinta a�os.
Adem�s en lo que ata�e a la misma iglesia, han cambiado mucho su teolog�a, su liturgia, su pastoral. Era por tanto necesario para poder responder a las necesidades del momento actual.
Somos Apostoles
Cooperadores de los apostoles
Testigos
Testigos de la presencia de Dios en medio de los hombres. Testigos de las bienaventuranzas
Los pobres: nuestros preferidos
Hemos de ir a los pobres para ayudarles, como a hermanos nuestros, con respeto y amistad. Les encontraremos bajo numerosos aspectos. Solo tendremos que mirar bien.
Frente al mundo con sus riquezas humanas y ambiguedades, ella ha pasado de una actitud de desconfianza y de huida a una actitud de apertura y de amor. "Dios am� tanto al mundo que envi� a su Hijo �nico para salvarlo" (Jn 3,16s). Ella sigue condenando el pecado, pero exhorta m�s a ir hacia los hombres, a encarnarse en el mundo para salvarlo. Su concepto de evangelizaci�n se ha ampliado, incluye la promoci�n humana, el desarrollo y la liberaci�n integral del hombre. En este mundo nuevo, en este mundo del siglo XIX que esta naciendo, es donde nosotros debemos ser, como fue anta�o el fundador: Evangelizadores de los pobres.
Se capaz de escuchar las llamadas hoy
El Fundador vivi� vivamente y comprometidamente las llamadas, las urgencias de su tiempo. Estuvo atento al clamor de los pobres. Este es, para nosotros tambien el punto de partida. Seguir con ojos bien abiertos las necesidades de los hombres, sus problemas, sus b�squedas, percibir a fondo las tendencias de hoy y los reclamos del mundo moderno. (ET 51 s)
Estas exigencias pueden coincidir con las del pasado., pero se expresan de otra forma y en un contexto del todo diferente. El artesano de antes es el obrero de hoy. Miembro de un sindicato y a menudo muy de izquierdas. Muy cr�tico con la sociedad capitalista y tambien con la Iglesia. El m�s pobre de hoy, el m�s angustiado , es el refugiado, el emigrado, perdido con su familia en un mundo extranjero, donde con mucha frecuencia es explotado, sin escr�lo y as� hay millones en el mundo actual. El m�s abandonado, el m�s despreciado hoy, es el drogadicto o el joven que ha caido en la delincuencia que no llega a situarse en la vida, porque se le cierran todos los caminos.
El mas alejado es quiz� el ateo o el indiferente bien instalado en su increencia, o el creyente sin religion y sin iglesia, tipos que se multiplican cada vez mas en los pa�ses ricos de Occidente. De todos estos, como de los no cristianos en el mundo, �se escucha todav�a el llamamiento? Es un llamamiento a la justicia, al compartir, un llamamiento a una vida m�s plenamente humana y menos sofocante, un llamamiento a una vida de superaci�n, un llamamiento al amor, a la salvaci�n a la plenitud de vida en Jesucristo. "Yo he venido para que tengan vida en abundancia (Jn 10,10).
Responder a esas llamadas siendo aut�nticos testigos de Jesucristo entre los pobres.
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