La congregaciónCuadro de texto: Cercanos a la Gente con la que trabajan

"Siempre cerca de la gente con la que trabajan, los oblatos prestarán constantemente atención a las aspiraciones de la misma y a los valores que posee..." (Const. 8). Cercanos, es la palabra que la gente emplea a menudo cuando habla de nosotros. No somos complicados. Se ve en nuestra forma de recibir a nuestros huéspedes. El P. de Mazenod tenía un corazón grande, gran capacidad de afecto; algo nos ha quedado probablemente. El P. Gérard, al que citamos ahora, escribía en uno de sus retiros: "... el secreto con los basutos es amarlos, amarlos siempre, amarlos a pesar de todo." ¡Había conocido al Fundador de joven! Esta cercanía nos ha movido a aprender las lenguas de los pueblos y a ser uno más entre ellos; nos ha llevado a hacer nuestra la causa de los trabajadores en América latina o en Francia, acompañar a los inmigrantes, construir escuelas, hospitales o emisoras de radio; nos ha preservado del riesgo de convertirnos en funcionarios; hace que la gente nos quiera y sienta que nos vayamos..
"El que quiera ser de los nuestros, deberá arder en deseos de la propia perfección, estar inflamado en amor a nuestro Señor Jesucristo y a su Iglesia, y en celo ardiente por la salvación de las almas..." (Regla de 1853).
"Escogidos para anunciar el Evangelio de Dios, los oblatos lo dejan todo para seguir a Jesucristo..." (Constitución 2).
"La comunidad de los Apóstoles con Jesús es el modelo de su vida..." (Const. 3).
"Predicar como el Apóstol 'a Jesucristo, y éste crucificado, no con el prestigio de la palabra...', es decir, mostrando que hemos meditado en nuestro corazón las palabras que anunciamos, y que hemos comenzado por practicar antes de ponernos a enseñar" (Regla de 1826).
"Nuestra misión nos lleva en todas partes principalmente hacia aquellos cuya condición está pidiendo a gritos una esperanza y una salvación que sólo Cristo puede ofrecer con plenitud" (Const. 5). La fidelidad en lo cotidiano, fidelidad generosa, heroica muchas veces, es el camino que recorrieron hermanos nuestros cuya santidad ha reconocido la Iglesia: san Eugenio de Mazenod, los beatos José Gérard, apóstol de los basutos, y José Cebula muerto en Mauthausen en 1943, y tantos otros cuya santidad anónima se lee en el corazón de Dios.