Réplica a Julio Asterio Fernández

 

 

Miércoles, 5 de mayo de 2004

 

Sr. Director de LA NUEVA ESPAÑA

Oviedo

 

Señor Director:

Siempre que se ataca a Dios o a su Iglesia y que algún cristiano los defiende, aparece un eclesiástico defendiendo a los atacantes e injuriando al defensor.

El reverendo señor don Julio Asterio Fernández, párroco de Villalegre en Avilés y hasta hace poco responsable diocesano de pastoral juvenil (lo cual tal vez ayude a explicar el distanciamiento de la Iglesia por parte de muchos jóvenes asturianos) tiene ya práctica en el papel de Judas Iscariote. Uno recuerda con placer la lectura de LA NUEVA ESPAÑA cuando el difunto Jesús Evaristo Casariego, entre otros, ponía en ridículo los argumentos de don Julio Asterio, éste siempre en defensa de los enemigos de la Iglesia.

El reverendo señor vuelve a la carga. El día 5 de mayo (festividad de San Pío V, el papa que convocó a los cristianos a la cruzada, a la batalla de Lepanto, a la liberación de Inglaterra del yugo protestante, etc.) se permite un artículo titulado "Agredir en nombre de Dios". Tras una sombría introducción al gusto de la progresía, políticamente correcta e histórica y teológicamente disparatada, escribe: "Unos son capaces de colocar bombas y sembrar el terror para agradar a su Dios y otros suben a un escenario e intentan matar a los responsables de una obra teatral blasfema". Para don Julio Asterio Fernández es lo mismo, vaya. Los musulmanes ponen bombas en trenes de cercanías de Madrid y matan a doscientas personas. Dos jóvenes católicos, indignados por las blasfemias más soeces, interrumpen una obra de teatro. Lo mismito, oiga. A don Julio Asterio le gusta cargar las tintas: dice que intentaron matar. Recalca la calumnia en otros párrafos: "querer incendiar el decorado y dejar medio baldados a un actor y al autor de la obra", "es claramente un delito ante el cual la justicia no puede dejar de intervenir".

 

Pues no. El actor y el director de la obra sufrieron lesiones leves en el forcejeo con dos jóvenes que intentaron simplemente interrumpir la representación. Eso, en todo caso, es falta y no delito, según el ordenamiento penal español. Lo que sí puede constituir delito es la imputación pública de propósito homicida, que es lo que hace don Julio Asterio. Por mi parte me propongo enviar su artículo a los abogados defensores de los acusados, por si estiman conveniente actuar.

La soberbia de don Julio Asterio Fernández es ejemplar. "Si Dios quisiera que en su nombre nos dedicásemos a matar o a agredir, yo sería el primero en volverme ateo". Su simplificación es zafia y torpe, pero sirve para dejar claro que don Julio Asterio le pone condiciones a Dios. Amarás a Dios sobre todas las cosas es el primer mandamiento. La doctrina de la Iglesia es clara en cuanto a la legitimidad del uso de la fuerza. Frente a don Julio Asterio, pequeño y vocinglero falso profeta de una secta nueva, me quedo con San Juan Crisóstomo, con San Pelayo, San Rosendo, San Beato de Liébana, San Fernando, San Luis, Santo Domingo o San Vicente Ferrer. Me quedo con San Pío V, humilde religioso y magnífico animador de los guerreros cristianos. Y rezo porque Julio Asterio no termine como Judas Iscariote.

Luis Infante

 


La Santa Causa

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