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Fuente: Hemeroteca Virtual  

Religión predominante : Católica Apostólica y Romana

Iglesia matriz: Iglesia San Juan Bautista Iglesia San Juan Bautista

  • San Juan Bautista

Parroco:

  • José H. Quintero

Capilla San Isidro La población de Betijoque cuenta con una Iglesia Matriz, denominada con el nombre de San Juan Bautista, fundada el 14 de Abril de 1777, y llevada a Parroquia Civil y Eclesiástica el 14 de Abril de 1904. se ubica frente a la Plaza Bolívar de la localidad. Iglesia Santísima Trinidad, ubicada diagonal a la Plaza Rafael Rangel de la localidad. El Párroco responde al nombre de José H. Quintero y es el encargado de impartir misas en ambos recintos religiosos.
También existen dentro de la población de Betijoque 4 capillas: Capilla Santisima Trinidad
  • El Perpetuo Socorro ubicada en la Urbanización Rafael Álvarez
  • La Milagrosa ubicada en el Sector del mismo nombre.
  • San Rafael Arcángel ubicada en el Sector El Jobo.
  • San Isidro ubicada en la Urbanización Luis Mario Madrid.
Capilla San Benito Además existen 12 iglesias de otras doctrinas en diferentes sectores de la población, siendo la de mayor concentración correspondiente a la Religión Cristianos Evangélicos.

Fuente: Fernando Ruiz Torres  

Iglesia San Juan Bautista

Iglesia La iglesia de Betijoque era de una sola nave, techo de palma y paredes de bahareque, en la cual fue recibido en abril de 1777 el obispo Mariano Martí. Esta primitiva iglesia fue demolida y se le colocaron pilares de veros, traídos de la Zona Baja, con puerta y ventanas de madera, iluminación con lámparas de aceite de El Caraño, permaneció así hasta 1843, una de las benefactoras de la construcción de la capilla fue doña Magdalena de Segovia. Esta Iglesia o Capilla es bajo la invocación de San Juan Bautista, de bajareque, cubierta de palma. No hay cementerio y los que se mueren se entierran dentro de esta Iglesia o Capilla, su sacristía detrás del altar... Al parecer Monseñor Valverde bendijo un sitio para cementerio que se ubicaba a un lado, sitio donde estaba la Capilla, al fondo de la casa de lo que hoy es de la maestra Carmen Vázquez de Viloria.
Monseñor Mariano Martí Estandella llega a Betijoque el día 13 de abril de 1777 y, a solicitud de la población betijoqueña, el día 6 de septiembre de 1781 el Prelado Martí instruye un expediente para solicitar al Capitán General la elevación a Parroquia Eclesiástica al pueblo de Betijoque; el dictamen a favor se logró en el año 1784, era Obispo de Mérida Monseñor Fray Juan Ramos de Lora de cuya autoridad dependía Trujillo; y es hasta 1864 cuando Betijoque es elevado a capital del Distrito del mismo nombre.

Clérigos que visitaron o vivían en Betijoque:

  • Monseñor José Felix Valverde, bendijo un terreno al lado de la Capilla de Betijoque para que sirviera de cementerio.
  • Presbítero Martín Xuárez, trabajó en Escuque desde 1741 hasta 1772 y venía los días de San Juan Bautista y La Candelaria.
  • Sacerdote don Nicolás Joseph Montilla recibió al obispo Mariano Martí, el 15 de abril de 1777.
  • Obispo y Doctor Mariano Martí, quien en abril de 1777 dio confirmación a 151 creyentes.
  • El Padre Pedro Sánchez, vivía enfermo en Betijoque y fue Vicario de Maracaibo, 1777.
  • Sacerdote de Escuque don José Gabriel Duran, 1787.
Los vecinos de Betijoque cumplían con los preceptos católicos en Escuque: bautizos, matrimonios, confesión y comunión y también a ser enterrados. Fray Ignacio Alvarez comienza a ejercer el curato de Betijoque, ... este hijo de Escuque(1), quien trabaja en dos períodos como levita en la tierra del fundador de Betijoque, don Juan Pérez de Espinoza. Se dice que fue un gran patriota.
Monseñor Lazo de la Vega nombra cura de Betijoque, al Pbro. Juan de los Angeles Valera en 1818.
Benito Salillas a quien como un homenaje, el alcalde Assad Karame construyó en diciembre de 1994 el paseo frente a la iglesia que lleva su nombre y, así mismo, al padre Pedro María Izarra a quien el pueblo le dedicó un pequeño parque, hasta donde llegaba el Santo Sepulcro, hace varias décadas atrás.

Sociedades Religiosas de Betijoque:
  • Sociedad de las Hijas de María.
    Fundada el 3 de noviembre de 1895, 48 socias. Presidenta Ramona Barazarte.
  • Sociedad de El Sagrado Corazón de Jesús.
    Fundada el 24 de abril de 1899, 70 socios. Presidente Demetrio Quintero.
  • Sociedad de San Benito.
  • Sociedad del Santo Sepulcro
  • Sociedad de San Juan Bautista
  • Sociedad de Nuestra Señora de la Candelaria
  • Sociedad de Santa Rosalía de Palermo
    Reinstalada en 1919, 37 socias. Presidenta Josefa María León.

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Fuente: Hemeroteca Virtual 

Iglesia San Juan Bautista

En 1839 visita a Betijoque el obispo Jose Vicente de Unda, en 1842 visita la ciudad el Obispo Hilario Boset durante su primera visita en el año 1842 la antigua Iglesia decretada por el obispo Valverde amenaza a la ruina y por lo tanto fue clausurada por los alcaldes de Escuque y la Señora Elena Pimentel de Bracho que era la mas rica terrateniente de Betijoque que solicitó del Obispo permiso para la construcción de un nuevo templo.
Esta construcción duró hasta el año 1846 y es la actual iglesia que tenemos con las modificaciones que se le hicierón en 1937 y 1966, el reloj que tiene la torre de la iglesia fue inaugurado en 1910 con motivo del centenario de la Independencia .


Fuente: Fernando Ruiz Torres; El Culto a San Benito  

San Benito en Betijoque El 25 de diciembre de cada año suenan los tambores de los veteranos del cuero, vestidos con coroza y saya: Alberto Bastidas, , Ismael Pérez, Teofilo García, Angel Matheus, Ramón Díaz, Elímenes Graterol, Pepe Mogollón, Dr. Pedro Fernández, Eduardo Vera, Rafael Escalona, Manzanilla el suegro de Cabito, el Negro Mocó (papá del Negro Arrieta), el vasallo Angel Peña, abanderada Ana (La Goda) Delgado, güarürero Arturo Díaz y Ramón Graterol, el hombre que perdió su fuerza frente al poder del Indio Marailo. Unos están vivos y otros quedan en el recuerdo de un pueblo que por tradición ha bailado al compás del tambor por varios decenios: “San Benito nació en Sanfratello y falleció en Palermo el 4 de abril de 1589. Negro y humilde, no aprendió a leer y llegó a ser guardián de su convento. Profeta y taumaturgo, este era venerado en toda la isla de Sicilia y su imagen fue divulgada antes de la canonización regular".

San Benito era de la orden de los Franciscanos Observantes y por este motivo es probable que su imagen llegara a costas venezolanas a finales del siglo XVII; pues es para este tiempo “... cuando se establecen las primeras misiones de franciscanos en el golfo de Urabá en 1648”; posiblemente en el área donde fue fundada la población de Santa María la Antigua del Darién en la actual Colombia: “...por el año de 1694 se establecen las misiones franciscanas en Santa Marta (donde murió El Libertador), Río de la Hacha (donde nació el almirante Padilla) y Maracaibo. Bajo la orden del rey Carlos II”. Pero también es probable que la adoración a San Benito haya sido introducida mucho antes por viajeros italianos o portugueses, como por ejemplo Américo Vespuccio; para aquellos primeros años los conquistadores, comerciantes (venecianos) y vendedores de esclavos (flamencos) de la actual Italia, los cuales tenían muchos nexos comerciales con España y Portugal. Varios estudiosos del folclor latinoamericano coinciden con señalar que la llegada del Santo Negro ocurrió por los lados de Maracaibo, cuyo culto procedía de las costas de Colombia y se arraigó en la zona lacustre oriental, en Gibraltar y Bobures del actual estado Zulia. De estos lugares pasó su imagen a los pueblos de la Cordillera de los Andes Merideños, Lara y Táchira. Lo cierto es que, cuando visité por primera vez a Betijoque, el día 25 de diciembre llegaba San Benito por Las Trincheras; al ritmo del tambor y una gran romería que, desde Sabana Grande y Granados, le entregaban a los betijoqueños el Santo Negro; luego el 26 recorría las principales calles del pueblo y regresaba por Las Trincheras a Sabana Grande y luego a Granados.

San Benito en Betijoque La mezcla folclórica - religiosa y la falta de respeto de varios ciudadanos en estado de ebriedad, pusieron en peligro las fiestas colectivas de los betijoqueños y los pueblos de la Zona Baja, pues los sacerdotes para aquella época alegaban que dentro de la iglesia de Betijoque no se podía ingerir licor y la estatuilla se estaba deteriorando, cosa que no le gustó a la gente de Granados y Sabana Grande; para salvar la tradición se debió recurrir a la Sociedad de San Benito de Bobures y las de la Costa Oriental del Lago, quienes aceptaron traer su santo cada uno, los cuales eran doce veces más grandes que el de Sabana Grande. La romería de San Benito de Betijoque presidida por Juan Vicente Molina y las autoridades eclesiásticas, para acabar de una vez por todas con este problema, hizo su propio santo y mandaron a fabricar tambores, pero esto desunió a los pueblos que por muchos años fueron como verdaderos hermanos, bendecidos por el Santo Negro.

La nueva generación debe rescatar las fiestas del Santo del Milagro, donde se despliegue una verdadera actividad religiosa, musical y deportiva; de exposiciones de artesanía, comidas y pintura, etc.; y, así será un atractivo turístico que pueda generar empleo y alegría en los días decembrinos. Aquí, en la tierra de Santos y Sabios, se unieron la saya y la coroza cuica, los espejos de la Madre Patria, el tambor mandinga de Africa, la flauta dulce y el sanjonero con el anís de mis montañas.

¡Hasta el próximo año, chimbangueleros!.

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Fuente: Rafael Argüello G.  

Memoria de Betijoque: La fiesta de las candelas

El culto a la Virgen de la Candelaria en nuestra ciudad, se origina con la construcción de la primera capilla pública levantada en el sitio de "de Vetijoc", según lo ordenado por el Obispo de Venezuela, Monseñor Fray Juan José Valverde, a su fugaz paso por el lugar en el año de mil setecientos treinta y nueve, como un acto de consolidación a la población que comenzaba a gestarse, en el entorno de lo que en épocas venideras construiría el centro urbano de la población.

Uno de los pocos españoles que se habían asentado en el lugar -ya que la gran mayoría de habitantes eran familias indígenas- lo era el canario de apellido Salagure, quien mantenía en su casa de habitación una imagen de la Virgen de la Candelaria, que era la patrona de las islas Canarias. Salagure aprovechó la oportunidad de la decisión del obispo, lo que le permitió obtener el permiso necesario para que al lado del altar donde se veneraría el patrono San Juan Bautista, se colocase también la imagen de esta Virgen.

De esta manera, Betijoque desde sus inicios, contó con la protección celestial, además del patrono, de una vicepatrona, la Virgen de la Candelaria. Hecho que treinta y ocho años más tarde, confirmaría otro prelado, llamado Monseñor Mariano Martí, cuando en el 13 de abril del año de mil setecientos setenta y siete, visitó esta capilla u oratorio, dejando constancia en su relación escrita, de que en esta capilla existían, desde su construcción ordenada por Valverde, dos altares donde se veneraban las imágenes del patrono del lugar San Juan Bautista y de la Madre de Dios, la Virgen de la Candelaria; agregando que el cura de Escuque, venía todos los años a celebrar las correspondientes festividades religiosas -esta Capilla y su territorio pertenecían a la parroquia o curato del Dulce Nombre del Niño Jesús de Escuque-.

La primera imagen de la Candelaria, se mantuvo en su correspondiente sitio del altar mayor, hasta comienzos del siglo XX, cuando en el año de 1902, fue sustituida por una imagen de las llamadas popularmente de "bulto" -que no son otra cosa que esculturas. Traída de España, esta escultura acompañó a otras tantas que se conservan en la Iglesia parroquial y que fueron producto de los talleres de la escuela de la ciudad de Sevilla. Fueron traídas directamente de España, por la Sociedad benefactora en todos los órdenes sociales y religiosos de la población, tomando el nombre de Sociedad "Caridad", fue siempre presidida por la noble matrona Doña Auxiliadora de Guijarro. Lamentablemente, estas imágenes religiosas, han ido perdiendo a la par que su valor artístico, su valor o presencia estética; porque todas sin excepción han caído en manos de seudo-restauradores y de personas aficionadas a la pintura en general, que han alterado en forma irremediable los delicados matices originales y que solamente pueden restaurar daños o mutilaciones a verdaderos restauradores de escuela, que por su delicado y profesional trabajo cobran altos honorarios. Con las continuas labores del repintado de estas imágenes, se va agudizando este problema, tengo conocimiento que este año le tocó la repintada a la imagen original de la Candelaria, que a no dudar habrá perdido los delicados matices de su rostro.

Con la adquisición de la nueva imagen, los betijoqueños que conformaban aquella clase social alta y poderosa y representativa, formada por sesenta y ocho familias, todas en su totalidad de origen marabino al detentar todos los poderes en el orden civil y eclesiástico. Pronto se olvidaron de festejar su santo patrono y en las primeras décadas del pasado siglo XX; impusieron, y se dedicaron a celebrar con todo entusiasmo el culto a la virgen de la Candelaria; se conformaron y establecieron aquellas grandes festividades, tanto en el aspecto religioso, con solemnes ritos consistentes en novenarios de misas, que se prolongaban por todo el mes de febrero; ofrendas de numerosas familias, de procesiones; de la competencia y trabajo de honorables hogares betijoqueños con apellidos tradicionales como: Matheus, Jugo Amador, Méndez, Cardozo, Balestrini Guerrero Fuenmayor y Guijarro; en el Arenal las familias Díaz, Cubillán y Aguaida; las que con gran afán y exquisito gusto artístico se encargaban de adornar el templo parroquial, la confección del trono donde era colocada la imagen en las procesiones, la motivación a los vecinos para la elaboración de arcos en las calles y demás adornos a las viviendas particulares.

En el aspecto de las fiestas de calle; la ciudad engalanada con sus bambalinas de papel de seda, arcos y leyendas con las que se saludaba a la vicepatrona, se complacía en ofrecer a propios y extraños venidos de las principales ciudades y pueblos vecinos; su máxima atracción: las corridas de toros. Para este fin, los barrios de La Pueblita, El Arenal y El Cedro, se armaban las barreras que eran acondicionadas con baras y horcones que se clavaban en el empedrado de la calle; estas instalaciones abarcaban varias cuadras del barrio y unos de sus callejones servía de encierro para los toros.

Todos los hombres que acudían a los toros, fuesen mozos, niños o viejos, se armaban de un garrote, bastón o algún trozo de madera, utilizado como defensa o para molestar al animal que iba a ser lidiado. En los primeros tiempos, acudían a estas fiestas patronales, toreros bufos, venidos de otras regiones, que con sus suertes y piruetas hacían la delicia de grandes y chicos. Posteriormente un torero criollo, entusiasmó con su labor ante los astados, al colectivo betijoqueño; se trataba del famoso torero Naranjo o Naranjito en la juerga popular, con su traje de luces -un poco maltratado por el uso y las inclemencias del tiempo- este torero nativo de Escuque, acudía puntualmente todos los años, a enfrentarse a los toros en la fiesta de la Candelaria. Demás está decir que la suerte y lances en los que exponía su vida; levantaban de entusiasmo o temor, principalmente, entre las damas.

Pero, donde se desbordaba el entusiasmo y alegría de los asistentes, ocurría cuando el pobre animal aturdido y asustado ante las amenazas, gritos, estallido de la pólvora y la música, optaba por fugarse del encierro, buscando un punto débil en las barreras, cuando el público se retiraba momentáneamente de las mismas. Al escaparse se producía una feroz persecución del pobre astado; que por lo regular, según fuese el sitio de la corrida, terminaba en las Sabanas del Cementerio, de los Cuatro Vientos o las barrancas de La Vichú. Acorralado en ese lugar, el popular Numa -ducho en el manejo del ganado- ponía en acción su lazo para que el animal retornase a su encierro. A esta manifestación popular, se unían otras expresiones como; los palos y cochinos encebados, las piñatas en ollas de barro y las famosas cucañas, las retretas de la plaza Bolívar acompañadas de fuegos artificiales y los paseos musicales por principales calles de la ciudad. Las fiestas patronales de Betijoque forman parte de un pasado que no volverá; fueron otros tiempos, otras gentes que amaban y defendían la identidad del pueblo. Irónicamente, el progreso que adquirió Betijoque en las tres últimas décadas del pasado siglo XX, acabó con esta expresión folklórica; cumpliéndose así la sentencia de una conocida folklorista que afirmó que donde llegaba el progreso se acababa el folklor. Y como homenaje recordatorio de aquella bella época; evoco un bello soneto en honor a la Candelaria en su día, escrito por el doctor Fernando Guerrero Fuenmayor, en el año de 1911, titulado Luz y Pureza 11:



En la Candela, Oh! Virgen! Se revela
De tu pureza un símil, sin segundo,
Y por eso en tu honor celebra el mundo
La fiesta ovacional de la Candela.

Dicen que de tu nombre, cada vela
Tiene una chispa de amor profundo,
Y por eso tu vela el moribundo
Ver encendida al expirar anhela.

Oh! Candelaria De tu luz divina
Un destello concédeme; ilumina
El rumbo incierto de mi vida oscura.

Oh! Vaso Excelso de tu pura esencia
Brinda una sola gota a mi existencia
Y convierte mi acíbar en dulzura.
F.G.F.

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Fuente: Rafael Argüello G.  

Memoria de Betijoque: El reloj público de los betijoqueños

Este reloj público ubicado en la torre sur de la iglesia de San Juan Bautista de Betijoque, fue inaugurado y puesto en servicio el día diecinueve de Abril del año de mil novecientos diez (19-4-1910) y constituyó uno de los actos oficiales de la programación que organizó el cabildo betijoqueño, para celebrar la efemérides de la fecha centenaria del movimiento precursor de la independencia. figuró como orador de orden en este acto, el general Melpómenes Méndez -cuyo hijo, de igual nombre- fue muchos años más tarde Gobernador del Estado Trujillo. En su actuación este meritorio betijoqueño, hizo una brillante exposición en frases alegóricas a la fiesta nacional que se celebraba y recalcando la importancia que tenía para la ciudad, el contar con un medio que señalase las horas de la comunidad.

En este tiempo la iglesia parroquial, era muy diferente, en lo que se refiere a su frontis mucho más sencillo que el actual, contaba con una sola puerta mayor que daba acceso a una especie de altozano que cala sobre el terreno donde años más tarde se construiría la plaza Bolívar, lucía una sola torre, la misma donde se encuentra el reloj, con la salvedad que solamente había sido construida con mampostería hasta cierta altura -donde hoy se encuentra instalado el reloj y su remate era de láminas metálicas terminadas en forma angular.

Este mecanismo relojero fue encargado a Alemania, a través de la casa importadora de Maracaibo denominada Breur Moller & Cia, y fue remitido a esta ciudad a través del Ferrocarril de La Ceiba hasta la estación de Sabana de Mendoza y de allí al lomo de las bestias de los arreros de Isnotú.

Instalado por un relojero alemán, empleado de la casa importadora, y cuyo nombre se perdió, lamentablemente en el olvido, tuvo un ligero tropiezo en su funcionamiento, cuando el relojero advirtió que la campana que daba las horas había llegado rajada y tuvo que ser enviada a la casa de Alamenia, para ser repuesta, de esta forma el reloj por algunos meses solamente cantaba los cuartos y las medias horas. Igualmente se encargó de su mantenimiento, aceitarlo y darle cuerda, el inolvidable bachiller Emiro Fuenmayor, que también dominaba el arte de la relojería . Así, era frecuente para los vecinos de la plaza ver al bachiller Emiro salir presuroso de su despacho secretarial del Concejo Municipal, para ir a subir las empinadas escaleras de la torre en labores de mantenimiento. Las campanas de este reloj tenían una sonoridad y alcance extraordinario, los viajeros que llegaban a la estación de Sabana de Mendoza y los que circulaban por el camino de Piedecuesta y La Trinchera, comentaban que los aires llevaban el sonido hasta ellos a lo que contribuía, indudablemente la paz y tranquilidad, que en aquella época reinaba en el ambiente.

Por largos años su mecanismo se mantuvo en perfectas condiciones, al bachiller Emiro le sucedieron varios relojeros que se encargaban de su funcionamiento y uno de sus últimos, lo fue el apreciado y recordado músico Rafael Rodríguez, por su parte la municipalidad mantenía todos los años en su presupuesto una partida para este fin, incluyendo alguna ayuda monetaria para el relojero. Pero a partir de los años de 1980, parece ser que a los señores concejales se les olvidó que había un reloj público que mantener, y a ello se agregó que el amigo Rodríguez a causa de su edad le hacía difícil subir por las inseguras y empinadas escaleras y lentamente, este reloj comenzó a derivar y finalmente a causa de la rotura de algunos de sus engranajes se paró definitivamente y así inmóvil, se mantuvo por varios años.

Pero en el año de 2002, apareció como un milagro de supervivencia y de amor al terruño, en la mano y acción de mi gran amigo y compañero de luchas por el gentilicio, me refiero al señor Luis Colmenares Lancher, quien de su peculio personal, sin escatimar gastos, emprendió en compañía del también meritorio relojero David García, la consecuente y difícil tarea de rescatar este reloj tengo conocimiento de la gran perseverancia que mantuvieron ellos para poner a funcionar este reloj, el amigo luis hasta la vecina república de Colombia hubo de trasladarse en procura de restaurar alguna parte del mecanismo, así como los inconvenientes que tuvieron que superar estos dos amigos para reponer uno de los grandes cristales que protegen las esferas, en este caso la que da sobre la calle San Juan ya que hasta su transporte fue dificultoso, a causa de su gran tamaño.

Para el amigo Luis Colmenares Lancher, compañero de mis luchas por nuestra ciudad y por la iglesia parroquial, a la cual servimos con desinterés y amor a Dios, mi profundo sentimiento de reconocimiento y gratitud por este pueblo que nos vio nacer, saludo que extiendo también al amigo David, que en cierta forma debe sentirse muy satisfecho, por haber trabajado activamente para recuperar uno de los símbolos de aquel Betijoque que figuró en el pasado siglo como uno de los primeros pueblos del Estado. Y a tu persona Luis, no olvides las leyes kármicas de la compensación.


Fuente: Rafael Argüello G.  

Memoria de Betijoque: Historia del pesebre o Belén

Pesebre En las fuentes de la historia y de las tradiciones de los pueblos cristianos; nos encontramos esta estampa navideña, cuyos orígenes primarios se remontan al imperio romano como un simbolismo precedente en el aspecto doméstico de su religión idólatra, que se representa en los pequeños altares de las viviendas y palacios, donde se le rendía culto a los dioses lares, protectores del hogar y de la familia e identificados por figurillas llamadas penates.

Con el predominio de la religión cristiana y en sus primeros siglos de existencia y durante la época romántica, aparece en los capiteles y muros de sus edificaciones religiosas; alegorías representando la Natividad del Señor.

Pero el verdadero iniciador del pesebre, que ha sido llamado también Belén, por los españoles, fue el monje San Francisco de Asís; fundador de la orden religiosa que lleva su nombre en el año de 1208; San Francisco, dio inicio a esta escena de la Natividad, cuando en época navideña ofició una misa de medianoche, en un establo o pesebrera de su ciudad natal, Asís, conmemorando así el nacimiento de Jesucristo.

Pesebre En los primeros siglos de su existencia, el Belén o Pesebre estuvo confinado en los recintos de las grandes catedrales e iglesias de Europa, durante todo el medioevo. Cuando se inició la era del Renacimiento, el pesebre se extendió desde los recintos sagrados, a los grandes salones de los palacios de los reyes y de la nobleza. Contribuyó a su expansión e importancia el aporte que artistas le dieron en todos los aspectos de las bellas artes: pintores escultores y talladores produjeron exquisitas y preciosas obras de nacimientos, ángeles, pastores y animales representados en escenas bíblicas. Estos aportes se produjeron en países como España, Alemania, Portugal e Italia.

Ya en la época contemporánea el pesebre sigue en expansión, abarcando todas las capas sociales de los pueblos. En nuestro país lo heredamos de los colonizadores españoles y su exposición se limitó durante todo este período a la clase española-americana.

Desde los inicios del período republicano, el pesebre venezolano adquirió una cierta identidad propia , al lado de las figuras de porcelana, traídas de Europa aparecen motivos criollos procedentes de la flora y la fauna, de escenas criollas relacionadas del folclor religioso. En materia de decoración, se utiliza telas como el coleto y driles, pinturas como la anilina y cal. Los musgos, parásitas y la bonilla son los principales elementos de adorno. La imaginación criolla crean ríos, cascadas y pozos con papel celofán. Los talladores del anime natural de nuestros páramos andinos, crean ángeles y serafines cuyas alas desplegadas las cubren de rutilante papel de hojilla y caras ingenuas copiadas de nuestras campesinas, de sus manos creadoras surgen rebaños de ovejas con sus vellones de blanco algodón y sus patas de palillos de fósforos quemados que simulan también sus cascos, figuras de campesinos que simulan ser pastores, algunos en faenas de labranza.

El pesebre venezolano nació y creció bajo el amparo de las grandes salas de las casonas coloniales, era una faena que incluía toda la familia que se preparaba con medidas anticipadas, como las acopiar los materiales necesarios para el armado de los grandes cerros y demás aspectos geográficos; así troncos, ramas sin hojas, cajas de cartón de todos tipos y tamaños eran indispensables. La ubicación era muy importante y la sala o corredor destinado a este fin se pintaba previamente con una lechada de cal y su piso se lavaba cuidadosamente; era indispensable que el pesebre tuviese cielo raso de tela o al menos uno en forma triangular, ocupando todo el rincón del local, teniendo dos fines primordiales, uno el de proteger al nacimiento y otro de servir de sostén a innumerables figuras de ángeles que pendían de él por casi invisibles hilos, simulando volar sobre las figuras del nacimiento. No se olvidaba tampoco sembrar maíz y otras legumbres, con un mes de anticipación, en latas de sardinas u otros envases contribuyendo a la decoración.

Abrir el pesebre representaba todo un acontecimiento para la familia, acto en el que se invitaba a familiares y amistades muy allegadas, luego se brindaba con algunas copitas de vino y dulces propios de la Navidad, la fecha de abrir el pesebre era el 24 de Diciembre y hasta el siete de Enero, se iniciaba una serie de visitas nocturnas para admirarlo, obsequiando a los visitantes los dulces de rigor.

La época de los juguetes de cuerda también se hizo presente en esta exposición, y los dueños de casa orgullosamente los ponían en el pesebre y a las visitas se les hacía la atención de ponerlos a funcionar fuera, para que pudiesen admirar el funcionamiento de estos ingeniosos artefactos.

Con el advenimiento de la era del petróleo, el pesebre casi desapareció de los hogares; sustituyéndolo el árbol de Navidad, con sus adornos y brillantes luces, además de ocupar poco espacio y ser más fácil de instalar. Sobrevivieron aquellos grandes pesebres con una larga y rica tradición familiar.

Luego de varias décadas esta expresión navideña ha vuelto a imponerse y hoy en día en la mayoría de los hogares vemos que al lado de un pequeño pesebre aparece siempre el árbol de Navidad.


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