La Naturaleza de la Intuición

                                                                                                                             Eric Berne

                                 Tomado del libro "Ego States and Intuition". New York: Grove Press

                                                                                                    Traducción libre de Yiray Gil

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Bajo condiciones favorables la mayor parte de, si no  todos, los seres humanos, particularmente los  especialistas en ciencia y  comercio, hacen juicios sobre  asuntos rutinarios en sus campos a  través de procesos que  ordinariamente no pueden explicar. Ellos formulan  sus juicios de realidad, probablemente, integrando  una  serie de procesos cognitivos (cf. Bergson, 1944). Con propósitos de investigación, uno puede separar esta serie  posiblemente continua en segmentos artificiales. Las circunstancias parecen determinar qué segmento de la serie  contribuye más a la percepción verbalizada.

       En primer lugar, los juicios pueden hacerse a través  de la   lógica y ser activamente dirigidos, percepción  verbalizada: v.g.,   el diagnóstico clínico de esquizofrenia   hecho por un grupo de estudiantes de medicina. Este es un proceso  consciente.

        En segundo lugar, tales juicios pueden hacerse a  través de procesos no verbalizados y observaciones basadas  en conocimiento previamente formulado que ha llegado a ser  integrado con la personalidad a través de un largo uso, y  que por lo tanto funciona debajo del nivel de consciencia:   muchas cosas como el acto de amarrar un cordón de zapato  deben ser aprendidas por pasos pensados conscientemente,  pero posteriormente se realizan "automáticamente" porque la  imagen kinestésica ha llegado a ser integrada con la  personalidad a tal grado que el conocimiento consciente de  cómo se hace ya no es necesario. Esto puede denominarse un   proceso "secundariamente subconsciente" (Cf. "la propia  represión" o "post-expulsión" -Freud). El diagnóstico de  esquizofrenia hecho por un especialista puede estar basado  en tales procesos e indicios sensoriales, que, habiendo  sido verbalizados en algún momento, son percibidos e  integrados en un período posterior bajo el umbral de la  consciencia  (subconscientemente*).     El   puede  hacer  el  diagnóstico al ojo y quizá sólo posteriormente verbalizar  sus procesos mentales para sus estudiantes. El grupo de  estudiantes hace el diagnóstico por un proceso sintético  consciente, mientras el especialista puede hacerlo por un  proceso intuitivo que él es capaz de analizar después.

        En tercer lugar, los juicios pueden hacerse con la  ayuda de los indicios cuya formulación todavía no ha  llegado a ser o puede que nunca llegue a ser consciente,  pero que no obstante están basados en impresiones  sensoriales, incluido el olfato (Cf. "represión primaria"   -Freud). Esto puede llamarse un proceso "subconsciente  primario". El adivinador de peso profesional hace uso  continuo de este proceso intuitivo. Sus conjeturas misteriosamente  certeras se basan en datos sensoriales que   él no puede analizar o verbalizar adecuadamente, tal como el   pintor puede transmitir misteriosamente la edad y  vicisitudes de su sujeto a través de su medio no verbal. El  presente estudio está relacionado principalmente con ese tipo de intuición, y las observaciones del autor muestran  que tales intuiciones son sintetizadas a partir de  elementos sensoriales discretos ("percepciones  subliminales"), cuyas percepción y síntesis tienen lugar  por debajo del umbral de la consciencia. Análogas  percepciones son mencionadas por Freud como formando parte  del "residuo del día" en los sueños.

        En cuarto lugar, los juicios pueden hacerse de  maneras que son del todo inexplicables con lo que sabemos  al presente en relación con las percepciones sensoriales.

        El primer método es evidentemente una función del  sistema perceptivo consciente. El segundo y tercer métodos  son probablemente funciones de los sistemas preconscientes,   puesto que ellos pueden ser traídos al análisis consciente  con relativa facilidad, y a causa de su analogía con el uso  de material preconsciente en los sueños. Los indicios son  que el cuarto método es una función de los sistemas  inconscientes (cf. Eisenbud, 1946).

        Es probable que los juicios sobre otra gente de  algún modo sean, en la mayoría de los casos, si no en  todos, una función de la totalidad de las series  epistemológicas y rara vez, si acaso nunca, el resultado de  sólo uno de sus segmentos artificiales. Puesto que esta  discusión está relacionada principalmente con el tercer  método, a pesar de que ha sido denominada "primariamente   subconsciente", debe notarse que varios autores han  expresado opiniones valiosas que pueden ayudar a  diferenciar el uso de tales procesos en la elaboración de  juicios sobre la gente.

        Existe una clase de "presentimientos" en la vida  diaria y de juicios en la práctica clínica que aparentan  carecer de una base específica en la experiencia consciente   o preconsciente, y que probablemente concierne aquí. Tales  son las experiencias de "escuchar con el tercer oído"  descrito por T. Reik (1948). Puesto que podemos arrojar muy  poca luz sobre sus mecanismos, serán denominadas  simplemente "presentimientos". E. J. Kempf (1921, p. 23),   un poco como Darwin, habló de comprender los estados  emocionales en otros por "imitación refleja a través de  tensiones musculares breves similares", y aseveró que por  esta señal "en un cierto sentido pensamos con nuestros   músculos". Este método de juicio puede denominarse  "intuición a través de experiencia subjetiva"  (propiocepción). Un método similar puede ser  clínicamente  útil en la interpretación de los test de caligrafía, el Gestalt-Bender, y algún material en los tests de Rorschach.  Esto es un poco diferente del tipo de juicio intuitivo que  se basa en experiencia clínica extensiva, tal como ha sido  citado en el caso de los adivinadores de peso y que será  ampliado aquí en material clínico posterior. En la  terminología de Jung, (1946, pp. 567-569) las intuiciones  del último tipo son "objetivas" y "concretas". Tales  intuiciones pueden denominarse "intuiciones a través de la  experiencia objetiva".

        Muchos autores han descrito otros tipos de  "intuición" bajo ese nombre (Poincaré, 1948) o algo  similar, tal como "inspiración" (Kris, 1939), "insight"   (Hutchinson, 1939), etc. Por otra parte, muchos de los magníficos constructos de filósofos, como Kant,  Descartes, y Locke, usan el concepto de intuición como uno  de sus ladrillos de construcción. Si nosotros aspiramos   aquí sólo a considerar lo que es comúnmente llamado  "intuición clínica", evitamos los riesgos corridos por  aquellos que trataron de escalar los muros de la filosofía.  Los aspectos filosóficos han sido discutidos por K. W. Wild   (1938).

        Para el propósito presente sólo es necesario definir la intuición de modo suficiente para separarla de sus vecinos más cercanos. Una definición pragmática, basada en la experiencia clínica, puede establecerse como sigue:

        Intuición es conocimiento basado en la experiencia y adquirido a través de contacto sensorial con el sujeto, sin que el "intuidor" sea capaz de formularse a sí mismo o a otros exactamente cómo llegó a sus conclusiones. O, en terminología psicológica, es conocimiento basado en la experiencia y adquirido por medio de funciones preverbales inconscientes o preconscientes, a través de contacto sensorial con el sujeto. Esto se aproxima a la definición de Jung (ibid.), quien dice que intuición "es aquella función psicológica que transmite percepciones de un modo inconsciente". Esta es casi la definición del diccionario "la percepción rápida de la verdad sin atención consciente o razonamiento". (Funk y Wagnalls).

        Este concepto de intuición clínica implica que el individuo puede saber algo sin saber cómo lo sabe. ("Aquella vaca distante está enferma"). Si él puede formular correctamente los fundamentos para sus conclusiones, decimos que ellas están basadas en pensamiento lógico ("Esta vaca está enferma porque ...") y en observación activamente dirigida (Ésta es obviamente la enferma"). Si su conclusión parece estar basada en algo distinto del contacto sensorial directo o indirecto con el sujeto ("En algún lugar una vaca está enferma"), entonces no podemos sino recordar lo que J. B. Rhine denomina "percepción extra-sensorial" (1937).

        Después de consideración cuidadosa, se encontrará que debe agregarse un corolario interesante a esta definición. No sólo es el desconocimiento del individuo de cómo él sabe algo; puede ni siquiera saber qué es lo que sabe, pero procede o reacciona de una manera específica como si (als ob) sus acciones o reacciones estuvieran basadas en algo que él sabía.

        El problema de la intuición está relacionado con la pregunta general que podemos formular así:

        ¿A partir de qué datos los seres humanos forman sus juicios de la realidad?.

       (Por juicio se entiende una imagen de la realidad que afecta el comportamiento y sentimientos hacia la realidad. Una imagen se forma integrando impresiones sensoriales y de otro tipo, unas con otras y con tensiones interiores basadas en necesidades presentes y experiencias pasadas. Por realidad entendemos las potencialidades para la interacción de todos los sistemas energéticos en el universo; esto implica el pasado).

        Considerando el asunto especial del que nos ocupamos aquí, el material "primariamante subconsciente" que forma las bases para los juicios sobre la realidad externa, Reik (ibid.) ha hecho algunas formulaciones con las cuales están de acuerdo las presentes conclusiones, basadas en material experimental clínico. Esto es tremendamente impresionante ya que a tales conclusiones se llegó independientemente después que se hicieron  observaciones pertinentes, durante: 1) Pruebas para intuir una clase específica de característica o atributo en varios miles de casos. 2) Pruebas para intuir cuanto sea posible en casos únicos.

        Cosa curiosa, entre los filósofos, el hombre cuyas ideas llegan más cerca de estas conclusiones es uno de los más antiguos. Fué Aristóteles quien describió lo que se ha llamado "inducción intuitiva" como la que se basa en la habilidad del organismo, primero para experimentar percepciones sensoriales; en un nivel más alto de organización, para conservar percepciones sensoriales; y a un nivel todavía mayor, para sistematizar tales recuerdos. "Concluimos que esos estados de conocimiento no son ni innatos de una forma determinante, ni desarrollados a partir de otros estados mayores de conocimiento, sino a partir de la percepción de las sensaciones. Esto es como detener una desbandada en batalla, primero por un hombre que se para y resiste y luego otro y otro, hasta que la formación original ha sido restaurada" (de Cohen y Nagel, 1934). También es evidente cuán cercanamente están relacionadas las observaciones de Aristóteles con las similitudes entre los fenómenos neurofisiológicos y el funcionamiento de máquinas calculadoras que es parte del objeto de la cibernética, de acuerdo con N. Wiener (1948a).

        El material clínico tiene especial relación con un aspecto de este asunto: a saber, a partir de qué datos distintos de las conclusiones racionales e impresiones sensoriales percibidas conscientemente los seres humanos forman juicios acerca de la realidad exterior?. ("Impresiones sensoriales percibidas conscientemente" son aquellas que pueden ser fácilmente verbalizadas, en contraste con las "percepciones subconscientes" (Hinsie y Shatzky, 1945) y las "claves subliminales" de la psicología moderna).

 

        Material Clínico.

        Estas observaciones fueron hechas en un centro de selección del ejército en la última parte de 1945. Una parte del procesamiento consistió en un examen médico llevado a cabo en el estilo de línea de ensamblaje. Cada soldado recorrió una línea de cubículos, y en cada cubículo se examinó ciertos sistemas de órganos y los resultados fueron marcados en los lugares apropiados de una planilla impresa. El autor estaba en un cubículo al final de la línea. El tiempo disponible para el "examen psiquiátrico" varió en diferentes días de 40 a 90 segundos. Cerca de 25000 soldados recorrieron la línea en menos de cuatro meses. Durante este período se hicieron diferentes estudios, y cerca de 10000 casos estaban disponibles para el estudio del proceso intuitivo.

        El estudio no fue formulado premeditadamente. El autor llegó a interesarse gradualmente en la naturaleza del proceso que, con práctica, lo capacitó para detectar y distinguir cuidadosamente algunas categorías de seres humanos después de 10 a 20 segundos de inspección.

        Los hombres vestían todos las mismas ropas, una bata de baño castaña y un par de pantuflas de paño. El examinador se sentaba detrás de un escritorio, dando frente a la puerta del cubículo. Después que un soldado era "examinado", se llenaba la casilla apropiada en la planilla, y se convocaba al siguiente candidato llamando "Siguiente!". Cuando un soldado salía, el siguiente pasaba, y sin instrucción alguna, caminaba hacia una silla al lado del escritorio a la derecha del examinador y tomaba asiento. Algunos soldados conservaban sus papeles en sus manos y algunos los entregaban al examinador. Esas planillas eran examinadas después de que la entrevista había terminado. No era necesario conocer los nombres de los soldados.

        El "examen" consistía en dos preguntas rutinarias que se hacían después de unos pocos momentos de inspección: "Está Ud. nervioso?" y "¿Alguna vez ha ido a un psiquiatra?". En principio, eso era todo, a menos que hubiera indicaciones especiales. Durante este período preliminar, se hizo un ensayo para predecir a partir de  observación silenciosa del soldado cómo respondería cada hombre las dos preguntas rutinarias en esa situación particular. Se encontró que esto puede hacerse con sorprendente exactitud. Entonces surgió la cuestión de cómo fueron hechas esas predicciones, puesto que esto no era inmediatamente evidente. Después de estudio cuidadoso la pregunta: "¿Cómo se hacen tales juicios intuitivos, y sobre qué se basan?" fue parcialmente respondida por los factores relacionados.

        Parecía evidente, sin embargo, que la formulación no fue completamente exitosa, pues el porcentaje de tales predicciones correctas se mantuvo más alto cuando se permitió que el proceso intuitivo funcionara sin interferencia consciente, que cuando los juicios fueron intentados sobre la base del uso deliberado de los criterios que habían sido verbalizados. La conclusión inferida fue que no habían sido formulados todos los criterios usados en el proceso intuitivo. Pero aquí no se emprenderá una discusión acerca de la naturaleza de esos criterios particulares y sus implicaciones psicodinámicas y psiquiátricas.

                       Cuando se encontró de este modo casi por accidente que el proceso intuitivo podía ser estudiado en aquella situación particular, se emprendió un experimento más formal. Se hizo un intento para conjeturar, observando al soldado por unos pocos segundos, cuál había sido la ocupación de cada hombre en la vida civil, y después formular los datos sobre los que estaban basadas las conjeturas. Durante este experimento, las intuiciones relativas a las respuestas rutinarias sobre nerviosismo también fueron realizadas prácticamente sin esfuerzo adicional, y continuaron siendo útiles para detectar respuestas falsas negativas. Esto significa que dos campos de intuición fueron activados al mismo tiempo. Afortunadamente, entonces, el experimento no interfirió con la obligación de hacer la mejor evaluación psiquiátrica posible de cada hombre en el tiempo disponible; y, fui informado posteriormente, ello agregó interés y espíritu a la experiencia rutinizada del examen de cada hombre. Puesto que el centro no fue establecido para la psicología experimental, no fue posible ningún otro control de los resultados que por los soldados individuales que pasaron a través de la experiencia; excepto ocasionalmente durante un período flojo, cuando algún oficial médico de un cubículo vecino entraba al pasar.

        Durante el examen, los soldados estaban bajo tensión emocional relacionada a un objetivo uniforme; a saber, evadirse del ejército tan pronto como fuera posible, pues ellos creían que los doctores podrían frustrar ese deseo. Esta tensión fue particularmente alta cuando ellos entraron al cubículo de psiquiatría, a causa de la naturaleza particularmente imponderable (en sus mentes) de su función. La entrevista fue una crisis "de examen" emocionalmente cargada, y no una situación artificial de laboratorio. Esto fue enfatizado en ese medio ambiente por el hecho de que los soldados estaban desvestidos y eran hombres reclutados, mientras el examinador estaba completamente vestido y era un oficial. Acerca de su participación en esta situación, cada uno fue confrontado con una mirada neutral pero inmutable, y con "observación" silenciosa y obvia, de manera que sólo unos pocos, si acaso alguno de ellos, podría haberla experimentado antes. Así, para la mayoría de ellos ésta fue una situación imponderable, cargada de ansiedad y nueva.

        Puesto que la escritura de los protocolos no se mantuvo regularmente, los datos numéricos están disponibles sólo para una pequeña muestra del estudio. Durante 17 días diferentes, las conjeturas o su ausencia fueron registradas para segmentos "no escogidos" de la agrupación, comprendiendo en total, 391 casos. En 84 de esos casos, no se intentó conjeturar la ocupación, ya que no se obtuvo impresión clara por inspección. En el resto de los 307 casos, las conjeturas fueron hechas y registradas. De ese total, 168, o 55 por ciento, fue correcto, y 139, o 45 por ciento fue incorrecto. Durante otros días, cuando estaban operando distracciones intrínsecas (como opuestas a estímulos externos), como en el día que el centro de selección fue desactivado, sólo se hizo cerca de un cuarto de las conjeturas correctas respecto a los días en los que la intuición estaba operando, libre de interferencias emocionales relevantes: v.g., 14 por ciento de conjeturas correctas comparadas con 55 por ciento. Usualmente ocurría una caída similar en la exactitud cuando se instalaba la fatiga, si se intentaban más de 50 conjeturas en sucesión. Se notó que existía un "período de aprendizaje" de cerca de dos semanas cuando comenzó el estudio, durante el cual se incrementó gradualmente la confiabilidad del proceso intuitivo, después del cual no fue demostrable incremento posterior significativo.

        Se extendieron registros acerca de esta materia sobre un período de 47 días, intercalados con otros estudios. Lo que sigue es la primera mitad de un registro estadísticamente típico presentado verbalmente. (Las notas especiales, incluyendo aquellas referentes a "la señal del ojo", se discutirán más tarde).

        A través del estudio, como está ejemplificado, se hicieron intentos continuos de verbalizar las bases para los juicios. Siempre que se verbalizó satisfactoriamente un criterio, éste fue probado en varios cientos de casos. Se halló de nuevo, como en el caso de diagnóstico de "comportamiento neurótico" en el período preliminar, que la confiabilidad en tales criterios formulados produjo resultados menos dignos de confianza que la intuición. Cada vez que se agregaba un nuevo criterio a la formulación el porcentaje de aciertos subía, pero nunca alcanzó el nivel logrado a través del uso de la intuición durante "períodos intuitivos".

        Las ocupaciones que fueron más estrechamente estudiadas fueron "granjeros" y "mecánicos". Esos fueron los dos grupos con los que el examinador llegó a ser más perito en el diagnóstico. De las series de 307 conjeturas que fueron registradas, 58 de entre 79 conjeturas de "granjero", o 74 por ciento, fueron correctas, mientras 14 granjeros existentes, o 20 por ciento de su total, fueron incorrectamente asignados; y 17 de entre 32 conjeturas de "mecánico", o 53 por ciento, fueron correctas, con 10 mecánicos existentes, o 37 por ciento de su total, incorrectamente asignados. Durante el curso completo del experimento, registrado y no registrado, que incluyó un estimado de 2000 casos, alrededor de 50 casos por día por cerca de seis semanas, los porcentajes de granjeros y mecánicos correctamente reconocidos fueron altos. El estudio de intuición en relación con esos dos grupos ocupacionales reveló algunas de las propiedades del proceso. Gradualmente emergieron las siguientes formulaciones, a medida que las bases de cada jucio separado fueron estudiadas.

 

 

                                           PROTOCOLO No. 1

  

7 de Noviembre de 1945

 

   

       Conjetura

     Indagación

    Notas

 

1. Camión o fábrica

Venta o fábrica

(Bajo, alerta, fornido)

 

2.Abogado o pequeño almacenista

Abogado

 

 

3. Granjero

Granjero

(presente señal del ojo)

 

4. Maquinista o camionero

Camionero

 

 

5. Granjero

Lechero

(Tenía la complexión pero no la señal del ojo, y yo dudé)

 

6. No se hizo conjetura

Hombre de hacienda y establo de ganado

 

 

7. No se hizo conjetura

Latonería, soldadura, etc.

 

 

8. Algo que ver con automóviles

Camionero

 

 

9. Camionero

Camionero

(Algo relacionado con la boca y la manera en que eran apoyadas las manos; o las muñecas?)

 

10. Granjero

Granjero

(Señal del ojo)

 

11. Mecánico

Mecánico y carpintero

(Esto es, "usa las manos")

 

12. Ventas u oficina

Granja o fábrica

(voz indecisa suave; estado de ansiedad, moderado)

 

13. Contratista

Maestro de escuela

(Dirige, es decir, manda a la gente)

 

14. No se hizo conjetura

Taller de acero

 

 

15. Campos petroleros

Granjero

(Reexaminada la señal del ojo y fue positiva)

 

16. Crió en granja, trabajó en fábrica posteriormente

Crió en granja, trabajó en fábrica posteriormente

(Señal del ojo modificada)

 

17. Crió en granja, trabajó en una gran ciudad

Crió en granja, trabajó en una gran ciudad como plomero y mecánico

 

 

18. Camionero

Camionero en el ejército, en su vida civil fue sepulturero en el cementerio

 

 

19. Yo no sé, probablemente un mecánico

Talador. Camionero en el ejército

 

 

20. Ninguna conjetura

Camionero

 

 

21. Granjero

Camionero, pueblo pequeño

(Señal del ojo demasiado rápida)

 

 

 

 

 

 

        1. Ciertos hombres, cuando contactaban la contemplación neutral del examinador, desviaban sus ojos a la izquierda y fijaban la mirada más allá de la ventana. El examinador llegó a llamar a esto mentalmente la "señal del ojo del granjero". Sin embargo, se percibió que ésta no era la historia completa y que algo estaba siendo ignorado; que los resultados intuitivos estaban basados sobre algo más que estaba siendo observado y que no fue incluido en esta verbalización.

        2. Esta difícil sensación fue confirmada por el hecho de que cuando la intuición fue suspendida y este criterio de "señal del ojo" fue conscientemente aplicada, hubo muchos más errores en la determinación. Un estudio de esos errores condujo a un refinamiento y reformulación del criterio. Se encontró que la "señal del ojo del granjero" verdadera, que fue, con pocas excepciones, peculiar de los granjeros en la situación dada: 1) ocurría sólo en individuos cuyos rostros se congelaron después unos pocos segundos dentro de una expresión impasible; y 2) consistía en un tipo especial de desvío de la mirada a la izquierda, a decir, uno lento y carente de expresión. Un desvío rápido o una expresión de alerta durante el desvío no se vio con frecuencia en miembros de este grupo ocupacional.

        Esto se nota en el Caso 21, donde se hizo la conjetura errada de "granjero". El hombre dijo que su ocupación regular era conductor de camión, y entonces fue anotado: "Señal del ojo demasiado rápida para ser granjero". En el Caso 15, "campos petroleros" fue la conjetura, pero el hombre dijo que era un granjero. Entonces él fue reexaminado en busca de la señal del ojo del granjero y ésta se encontró positiva. En el siguiente caso, No. 16, la conjetura fue "crió en granja, trabajó en fábrica posteriormente"; y se anotó que la señal del ojo del granjero estaba presente de una forma modificada. La naturaleza de este tipo de modificación frecuentemente presente no fue verbalizada exitosamente.

        3. Puesto que el refinamiento en la observación activa de la señal del ojo del granjero todavía resultaba en un nivel más bajo de aciertos que los obtenidos con el uso de la "intuición", se investigó otros factores objetivamente definibles. El examinador comenzó a tomar nota consciente de la complexión, lo que no se había hecho antes. Esto demostró no ser confiable por sí mismo, pero correlacionado reflexivamente con la señal del ojo, ayudó en una buena cantidad de casos, y disminuyó los errores negativos (esto es, conjeturar alguna otra cosa para un granjero); pero no disminuyó los errores positivos (esto es, conjeturar "granjero" en el caso de otras ocupaciones, como en el caso 5). (Este resultado tiene implicaciones que no son suficientemente importantes o bien fundamentadas con la evidencia en mano para garantizar la discusión). Puesto que el examinador no dirigió conscientemente su atención a las manos a menos que él estuviera de otro modo  desconcertado, como en el Caso 9, la extensión de su influencia diagnóstica en esta situación es desconocida (Cf. F. Ronchese, 1945).

        En el caso de mecánicos, la verbalización que gradualmente tomó forma fue como sigue:

        Ciertos hombres, cuando contactaban la mirada del examinador, miraban directo a sus ojos con una expresión de curiosidad vivaz, pero sin desafío. (A causa del "desafío", la conjetura por la señal del ojo no fue exitosa con oficiales, y la señal se encontró aplicable sólo a hombres reclutados en esta situación particular*). Este grupo generalmente demostró ser de mecánicos. Donde estuvo presente una "señal del ojo de mecánico" positiva pero el hombre dijo que no era mecánico, él pertenecía en muchos casos a un ramo relacionado, tal como técnico en radios. Esta observación tiene su propia significación, que puede ser discutida posteriormente.

        Hombres de otros grupos ocupacionales manifestaron una variedad de movimientos de ojo que no parecieron estar específicamente correlacionados con sus ocupaciones.

        El diagnóstico de "camionero" fue correcto en 22 de los 36 casos registrados, o 61 por ciento. Esto fue pasado por alto 11 veces en los 307 casos registrados. Se hizo intentos para verbalizar en relación con esta ocupación (como en el caso 9), pero éstos no tuvieron éxito. Lo mismo se aplica a los trabajadores de la construcción, quienes eran frecuentemente escogidos con éxito. Se notó que esos eran con frecuencia de físico mesomórfico, o atlético-pícnico combinado, pero no se pudo verbalizar más indicios.                      Algunas de las conjeturas individuales fueron interesantes, por cuanto en unos pocos casos, se intuyó otros factores diferentes a la ocupación. Se mantuvo una actitud pasiva de la mente, orientada hacia "ocupación", pero ocurrió ocasionalmente que un hombre tenía una impresión tan fuerte en relación con algún otro factor que la "ocupación" fue considerablemente eclipsada. Esto ocurrió frecuentemente en el caso de neoyorquinos , quienes, silenciosos en sus batas de baño, algunas veces tenían una impresión tan fuerte de ser, sobre todo, neoyorquinos, que otras intuiciones parecían ser puestas a la sombra. Hubo un jugador profesional entre los 25000 hombres, y éste fue escogido con éxito. Los vendedores fueron escogidos con considerable regularidad, pero sólo después que ellos habían hablado, y las notas en tales casos son reveladoras; por ejemplo: "Voz profunda, buena animación-un conversador". "Buen conversador-además ellos dicen más que los otros, en lugar de 'si' o 'no' simplemente". El criterio verbalizado en el caso de los vendedores fue: "Si él parece 'amar' su voz, es mas probable que sea un vendedor. Su voz es importante para él como un instrumento para habérselas con la realidad". Esta verbalización tiene implicaciones psicodinámicas interesantes.

        Esta observación en el caso del vendedor, y la consideración adicional de la presencia de "señales del ojo" en granjeros y mecánicos, condujo gradualmente a una nueva y aún sobrecogedora línea de pensamiento que fue útil en el intento de comprender los procesos intuitivos. Eventualmente se encontró que en efecto no eran en absoluto las ocupaciones las que estaban siendo juzgadas, sino las actitudes hacia los problemas de la realidad. Pareció que la señal del ojo del granjero positiva no significaba "granjero", tanto como "alguien que espera estólidamente ante una situación imponderable"; mientras la señal del ojo del mecánico positiva no significaba "mecánico", sino "alguien que es curioso para conocer que pasará a continuación y qué cosas se llevarán a cabo". Esto daba cuenta de la naturaleza de alguno de los errores, como en la conjetura "mecánico" en el caso de un técnico de radio. La cuestión de qué herencia, cuáles experiencias, y qué constelaciones instintivas condicionaban esas señales del ojo, está más allá del presente alcance.

        Ahora uno puede cambiar de las intuiciones basadas en la manera en que el individuo encara una situación de realidad presente novedosa y cargada de ansiedad hacia aquellas que tenían otra base y trataban con otros aspectos de la personalidad individual. A partir de un conjunto de casos, puede seleccionarse unos pocos que son particularmente pertinentes a la discusión presente. Estos revelan con qué extensión el sujeto puede comunicar información que relacione elementos con los que el intuidor no tiene contacto directo.

 

                                PROTOCOLO No. 2

 

        Durante los recorridos de servicio nocturno en varios hospitales del ejército, el autor adoptó la costumbre de pasar tiempo con los pacientes en las salas siempre que se ofrecía la oportunidad. Una tarde al entrar en una sala poco familiar, encontré un paciente que me era desconocido sentado en la oficina. Sabiendo que él no debería haber estado allí, salió disculpándose; pero yo sentí que era un individuo interesante e inteligente y le sugerí que se quedara. Después de este breve intercambio de cortesías y unos pocos momentos de contemplación me aventuré a conjeturar, correctamente, la ciudad donde nació y la edad en la que él había dejado el hogar. Entonces la conversación prosiguió de la siguiente manera:

 

        Caso 1.

        Q. Yo creo que su madre lo "decepcionó".

        A. Oh no, señor, yo amo mucho a mi madre.

        Q. ¿Dónde está ella ahora?.

        A. Ella está en casa. Ella no está bien.

        Q. ¿Cuánto tiempo ha estado ella enferma?

        A. La mayor parte de su vida. Yo he estado cuidando de ella desde que era un chico.

        Q. ¿Cuál era su problema?

        A. Ella   siempre  ha   sido  nerviosa.    Una semi-inválida.

       Q. Entonces en ese sentido, ella lo "decepcionó", ¿no cree Ud.? Ella ha tomado apoyo emocional de Ud. en lugar de dárselo, desde sus primeros años.

        A. Sí, señor, eso es correcto, sin duda.

 

        En este punto entró en la oficina otro hombre que me era extraño, y fue invitado a tomar asiento. El se sentó sobre el piso con su espalda contra la pared y no dijo nada, pero escuchaba con gran interés.

        Q. (Al primer hombre). Ud. me da la impresión de que su padre fue ineficaz desde el momento en que Ud. tenía alrededor de los nueve años.

        A. El fue un borracho. Yo creo que cuando yo tenía alrededor de nueve o 10 años él comenzó a beber más fuertemente.

 

        Caso 2.

        Después de oír un poco más tales intercambios, el segundo hombre solicitó que se le dijera algo sobre sí mismo.

        Q. Bien,   yo creo que su  padre  fue muy  estricto  con  Ud.

Ud. tenía que ayudarlo en la granja. Ud. nunca fue a pescar o cazar con él. Ud. tuvo que surgir por sí mismo, con un montón de compañeros rufianes.

        A. Eso es cierto.

        Q. El comenzó a amedrentarlo de mala manera cuando Ud. tenía cerca de siete años de edad.

        A. Bueno, mi mamá murió cuando yo tenía seis, si eso tiene algo que ver con esto.

        Q. ¿Era Ud. muy apegado a ella?

        A. Lo era.

        Q. ¿Así, ella murió dejándole a Ud. más o menos a merced de su padre?

        A. Supongo que así fue.

        Q. Ud. hace enojar a su esposa.

        A. Supongo que lo hacía. Estamos divorciados.

        Esto me tomó por sorpresa. Después de un momento proseguimos:

        Q. Ella tenía alrededor de dieciséis y medio cuando Ud. se casó con ella.

        A. Eso es cierto.

        Q. Y Ud. tenía alrededor de diecinueve y medio cuando se casó con ella.

        A. Eso es cierto.

        Q. ¿Esto es cierto dentro de un rango de seis meses?

        A. (Pausa). Ambos son ciertos dentro de un rango de dos meses.

        Q. Bien, jóvenes, hasta aquí puedo llegar.

        A. ¿Podría Ud. tratar de adivinar mi edad?

        Q. No creo, {no estoy de humor} para adivinar edades esta noche. Creo que he terminado.

        A. Bien, trate señor.

        Q. No creo que lo logre, pero trataré. Ud. nació un 24 de Septiembre.

        A. Yo nací un 30 de Octubre.

        Q. Bien, eso es todo.

 

        Como una semana más tarde, esos hombres, con su consentimiento, aparecieron en un estudio clínico concebido para demostrar cómo las aventuras emocionales tempranas del individuo dejaba sus huellas no sólo en su personalidad posterior, sino también en su conjunto muscular, particularmente sobre su rostro. En esa ocasión tuve una oportunidad de aprender sus nombres y leer sus historias de casos. Algún tiempo después encontré a uno de los hombres en la vida civil, con cuyo encuentro fueron reconfirmadas algunas de las deducciones intuitivas. Más allá de las situaciones artificiales de la vida en el ejército, aún somos buenos amigos.

 

                                  PROTOCOLO No. 3.

 

        Caso 1.

        A petición de dos colegas psiquiatras en el ejército, yo entrevisté en su presencia a un recién llegado a su división para averiguar si los delicados procesos intuitivos podrían funcionar bajo condiciones de observación controlada. Yo encontré que después de preguntar al sujeto unas pocas cuestiones "irrelevantes" para obtener una impresión de las dinámicas de su voz y músculos faciales, era posible hacer algunas conjeturas sobre sus relaciones tempranas con sus padres, su historia de trabajo, el destino de sus relaciones posteriores, y otros factores. Se presumió correctamente, por ejemplo, que él cambió de trabajos frecuentemente a causa de malos entendidos con sus jefes, pero que se hubo establecido finalmente en un trabajo donde no tenía a nadie supervisándolo y había procurado retener este trabajo mucho más tiempo que cualquiera de los otros. El punto importante, sin embargo, no es ese de que algunas de las conjeturas fueran correctas, sino que ninguna de ellas fue incorrecta. Este incidente da una clara impresión de que la intuición es capaz de funcionar algunas veces cuando es "puesta a prueba".

 

        Caso 2.

        Los tres estábamos interesados en investigar la cuestión más a fondo, y se presentó por sí misma una oportunidad con la llegada de un nuevo paciente para consulta psiquiátrica desde otro servicio. El psiquiatra mayor hizo algunas de las preguntas anamnésicas usuales para un soltero de 27 años, y entonces solicitó mis comentarios. Yo me aventure a decir que en mi opinión un importante factor precipitante en el caso fue algún shock que el hombre había recibido a la edad de 18 años. (Su adolescencia no había sido investigada durante el interrogatorio previo). El hombre afirmó que nada serio le había pasado durante ese período de su vida. A pesar de su aseveración, yo indiqué que la intensidad de mi intuición persistía.

        Después de más interrogatorio, el psiquiatra mayor le preguntó porqué no se había casado aún, con lo cual el paciente rompió en llanto, y dijo:

        "Yo tenía que haberme casado una vez, nosotros habíamos preparando una gran boda, y todo el mundo estaba en la iglesia esperando y ella nunca se presentó. Eso fue cuando yo tenía 18 años, como dijo el capitán. Yo no quise contarles sobre eso".

        Cuando la disposición intuitiva es fuerte, trae consigo un sentimiento de certeza que es difícil de sacudir. Al igual que el hombre en el caso 1, Protocolo No. 2, negó que su madre lo había "decepcionado", así este hombre afirmó que nada serio le había pasado a la edad de 18; sin embargo, el interrogatorio posterior en ambos casos confirmó la impresión intuitiva.

 

 

                                  PROTOCOLO No. 4.

 

        Hace muchos años, después de alguna conversación "irrelevante" con una joven mujer de cuya existencia no tenía razón para sospechar previamente, yo hice la siguiente observación.

        Q. Tengo la sospecha de que Ud. es la cuarta o la séptima de 11 hijos.

        A. Soy la cuarta de 11 hijos y tengo siete hermanos varones.

        Esta confirmación fue aparentemente más increíble para mí de lo que fue mi observación para el individuo en cuestión. Otras fuentes corroboraron posteriormente su afirmación. Mi observación fue precedida por una sospecha que podría ser groseramente traducida como sigue: "Si yo miro esta persona de cerca por unos pocos momentos se me podría ocurrir algo".

 

 

                                  PROTOCOLO No. 5.

 

        Durante la guerra, mientras hablaba a una joven mujer que era previamente desconocida para mí, yo adelanté la hipótesis de que ella tenía 28 dientes. Esta hipótesis estaba basada en una súbita "inspiración" que me llegó en ese momento sin premeditación alguna. Ella no había mostrado sus dientes, y mi observación, incluyendo el número 28, era irrelevante a cualquier cosa que hubiéramos discutido, excepto posiblemente sus tendencias sadistas. Tampoco tenía yo el hábito de enumerar los dientes de la gente. Ella misma no pensó que mi comentario fuese correcto, pero revisamos la situación y encontramos que lo era.

 

                                                                            _____________

 

        Uno algunas veces se asombra de la exactitud de la intuición como se ejemplificó en los dos últimos protocolos y otros como éstos. Uno esperaría que si conjeturase "cantidad" en una larga serie de casos, acertara en una cierta proporción; es otra cosa completamente acertar casi todo el tiempo dentro de cierta estructura mental. Yo he observado que cuando la intuición parece suficientemente fuerte para aventurar una conjetura de "cantidad", la conjetura es casi siempre exacta. Cuando no está presente la "disposición intuitiva", o cuando la intuición es "puesta a prueba", es más probable que las conjeturas de cantidades sean erróneas, como en el Caso 2, Protocolo No. 2. En este caso, mientras la intuición estaba funcionando espontáneamente era posible conjeturar correctamente la edad de la esposa nunca vista de un hombre cuando él se casó con ella. Cuando la disposición cesó, y ante un reto, había un craso error al conjeturar la edad del hombre que estaba allí en persona.

        Es cierto que a menos que uno cultive activamente la intuición a ratos, tales incidentes ocurren sólo unas pocas veces al año. Uno debe controlar su actitud hacia tales asuntos. La intuición debería ser usada en la práctica para hacer una estimación de la personalidad del paciente, una estimación que llegaría a ser obscurecida al ser sobrepuesta con material clínico; usualmente uno encontraría al final, sin embargo, cuando este período "obscuro" había sido atravesado, que la primera intuición era confiable. Sin embargo, posiblemente es perjudicial tanto registrar las intuiciones propias en la práctica ordinaria como comunicarlas al paciente. Tal exteriorización tiende a limitar la fluidez de imágenes que es deseable para los mejores resultados terapéuticos. Si uno hace una comunicación restringida y cuidadosamente meditada en esta consideración de dos o más pacientes para propósitos experimentales, uno fácilmente llega a convencerse de que tales comentarios no son tomados a la ligera y pueden tener un efecto de mucho alcance sobre la situación terapéutica. Por otra parte, con desconocidos es necesario establecer primero el rapport apropiado si uno desea ejercitar tales privilegios; de otro modo puede sin dudas surgir dificultades.

 

 

        Cualidades de la Función Intuitiva.

 

        Una cierta actitud mental, la "disposición intuitiva", es más favorable para la función intuitiva. El autor aprendió poco sobre el "ambiente psíquico" que era más conductivo para tal disposición. Estímulos extraños no tienen necesariamente que ser excluidos. Los soldados en el centro de selección fueron examinados en un frío cubículo abierto en una atmósfera ruidosa de apresuramiento y excitación, y el examinador fue capaz de entretenerse en conversación con colegas entre los cortos períodos de concentración cada uno de los cuales tomaba unos pocos segundos. Notas sobre los protocolos tales como: "Habitación muy fría hoy", no fueron seguidas por disminución alguna en la exactitud. Tampoco lo fueron notas tales como: "Levantado una buena parte de la noche, la noche pasada", de manera que la relevancia de estímulos internos (extraños) conocidos es una cuestión que necesita mayor estudio. Por otra parte, la anotación: "Centro de selección desactivado hoy", fue seguida por una severa pérdida de eficiencia intuitiva.

        Conocimiento de las condiciones necesarias para inducir la disposición intuitiva sería de gran valor, pero desafortunadamente aún nadie ha sido capaz de verbalizar esas condiciones. Tal disposición no se parece al estado de retiro de la realidad que son capaces de lograr los estudiantes avanzados de Yoga y otros, puesto que es posible mantener relaciones normales durante períodos intuitivos con psiquiatras y otros individuos. Quizá se necesita un contacto estrecho y concentrado con la realidad externa. El requisito principal parece ser un estado de alerta y receptividad, necesitando, sin embargo, concentración más intensa y atención más externamente dirigida que el estado pasivamente alerta que es familiar a los psicoterapeutas.

            La participación dirigida del ego perceptivo interfirió con la intuición. Cuando se buscó deliberadamente indicios sensoriales previamente verbalizados, el proceso intuitivo fue deteriorado, aunque podía ser resucitado inmediatamente. Esto puede tener alguna conexión psicodinámica con mi experiencia de que la intuición clínica trabaja pobremente con conocidos del “intuidor” y funciona mejor con personas completamente extrañas. Deutsch (1944, p. 136) advirtió que la intuición “dependerá naturalmente de la propia simpatía y amor por, y afinidad espiritual con la otra persona”, pero yo he encontrado que en general un conocimiento previo del sujeto es un obstáculo a ser vencido y no una ventaja. En casos especiales, sin embargo, donde el “período obscurecido” referido anteriormente ha sido atravesado exitosamente tanto en una relación profesional como personal, su afirmación acepta sus verdaderas connotaciones. El problema de la resistencia todavía está por ser clarificada en esta conexión.*(Cf. Pederson-Krag, 1947). Factores similares probablemente tienden a estorbar la intuición cuando el intuidor es “puesto a prueba”. Él necesita un mecanismo para tratar con cualquier ansiedad suscitada por una situación, o es probable que su intuición falle, aún si el sujeto mismo es un extraño.

            Con la práctica, el estado de ánimo intuitivo puede lograrse más fácilmente. A menos que uno esté en buena forma, es difícil llegar a ser intuitivo a voluntad. Muchos psiquiatras y psicoanalistas usan exitosamente la intuición día a día cuando están en práctica activa, pero algunas veces después de un período de vacaciones encuentran su intuición “oxidada”. Los especialistas en otras profesiones que trabajan parcialmente por intuición generalmente encuentran después de un día feriado que mientras ellos pueden regresar con mente y punto de vista frescos, su intuición no es tan efectiva como antes hasta que ellos regresan al libre curso de su práctica usual otra vez. Un ejemplo similar es el regular funcionamiento diario de la intuición en el centro de selección, y la ocurrencia esporádica del estado de ánimo intuitivo cuando éste no estaba en uso diariamente.

            La función intuitiva es fatigable[1]; v.g., después de cerca de 50 conjeturas sucesivas en el centro de selección, el porcentaje de conjeturas correctas disminuyó marcadamente. Y a pesar de la inactividad subjetivamente observada de algunas de las funciones del ego, la intuición es fatigante. El tipo de fatiga puede compararse con aquella sentida después de cualquier esfuerzo mental difícil, tal como un arduo juego de ajedrez.

            Hubo considerable evidencia de que la exactitud de las impresiones mejoraba con la experiencia acumulada en cada campo, pero la posibilidad de un efecto meseta una vez que ella alcanzaba un cierto nivel no pudo ser eliminada. El caso de la mujer con 28 dientes, así como otros casos, hizo surgir la cuestión de si la experiencia previa extensiva en un campo dado es siempre un  prerrequisito para la exactitud intuitiva. Fue interesante notar que la exactitud no disminuyó cuando los juicios fueron vistos en dos campos diferentes al mismo tiempo (v.g., “grado de neurotismo” y “grupo ocupacional”), de modo que las intuiciones no parecen interferir unas con otras.

            Algunas de esas condiciones son reminiscencias de aquellas mencionadas por Rhine para lo que él llama la función “percepción extrasensorial”. Las condiciones reseñadas aquí pueden ser resumidas como sigue:

            La disposición intuitiva es acrecentada por una actitud de alerta y receptividad sin participación activamente dirigida del ego perceptivo. Esto se logra más fácilmente con la práctica; ella es fatigable y fatigante. Las intuiciones en diferentes campos no parecen interferir unas con otras. Las intuiciones no son completamente dependientes de la extensiva experiencia pasada en el campo dado. Un estímulo físico extraño, tanto externo como interno, parece ser irrelevante.

            Algunas auto-observaciones durante el proceso intuitivo produjeron una clase de fórmula introspectiva que puede ser enunciada como sigue:

            Las cosas están siendo “automáticamente” arregladas justo debajo del nivel de consciencia; factores “subconscientes percibidos” están siendo ordenados, caen “automáticamente” en su lugar, y son integradas dentro de la impresión final, que es al fin verbalizada con alguna incertidumbre.

            De nuevo uno recuerda las recientes formulaciones cibernéticas.

            Mientras más prolongada la contemplación, mayor la cantidad de material que parece registrar el proceso, y mayor el número de las impresiones que pudieron ser verbalizadas. Cuando no se dirigió el ego perceptivo, se pudo “sentir” la actividad de alguna otra función, y pudo percibirse la fatiga de esta última función al hacer un intento para continuar por mucho tiempo.

 

            ¿Qué se intuye?

            Tenemos evidencia de que una intuición consiste en dos procesos: una “percepción subconsciente”, y una verbalización consciente. En el centro de selección, las verbalizaciones conscientes fueron al principio ingenuamente aceptadas como formulaciones de las intuiciones propiamente dichas. Se pensó que la función intuitiva era efectivamente percibir “grupo ocupacional”. Posteriormente se hizo aparente que lo que la función intuitiva realmente percibió fue “actitud hacia una imponderable situación de la realidad”. El ego del intuidor entonces tradujo esas percepciones en un juicio en relación a grupo ocupacional .

            Con los hombres en la sala (Protocolo No. 2) tuvo lugar un proceso similar. Por ejemplo, una verbalización consistió en: “Ella tenía alrededor de dieciséis y medio cuando Ud. se casó con ella”, y se pensó que esto era lo intuido. Realmente, en retrospectiva, se sintió que el material preconsciente había fluido como sigue: “Este es un hombre que careció de influencia femenina en su niñez tardía y quiso huir de su padre. Tal hombre como lo veo frente a mi se casó joven en forma impulsiva, escogiendo una esposa sobre la base de ciertas necesidades y ansiedades del momento. En este tipo de caso ella debería ser unos pocos años más joven que él y tan “desorientada” como él. (Ergo, él desposó una chica que estaba dispuesta a contraer matrimonio a la edad de dieciséis años y medio)”.

            Más tarde, el corolario  a esto fue formulado sobre la base de la intuición, “La situación llegó a una crisis en la adolescencia tardía”, y fue verbalizada como sigue: “El se casó cuando tenía diecinueve años y medio”. (En este caso las edades reales han sido ligeramente cambiadas por razones de discreción).

            Estamos inclinados  a creer que existe al menos dos tipos de factores que pueden ser intuidos: actitudes hacia la realidad, y vicisitudes instintivas; o más sucintamente, actitudes del ego y actitudes del id. Estas pueden ser verbalizadas en conjeturas, por ejemplo, de grupo ocupacional y escogencia de objetos, respectivamente.

            Parece que existen indicios específicos relacionados con cada uno de esos factores. La actitud del sujeto hacia una imponderable situación de la realidad fue generalmente medida en primer lugar a partir de indicios suministrados por los ojos y los músculos perioculares. Yo creo que las impresiones relacionadas con los instintos y sus vicisitudes se basaron grandemente en “observación subconsciente” de los músculos de la parte inferior de la cara, especialmente en aquellas alrededor de la boca. La postura de la cabeza y los amaneramientos basados en la tonicidad de los músculos del cuello también pueden ser indicadores a este respecto. Uno pudiera decir que en esas situaciones los ojos fueron principalmente instrumentos del ego, mientras la boca y el cuello fueron más expresivos de las funciones del id.

 

            Discusión.

            El material aquí presentado ha ofrecido una oportunidad para discutir, sustentadas por una cantidad de ejemplos clínicos, ideas que han sido el objeto de especulación por muchas centurias. Al intentar colocar esos hallazgos en un marco de referencia más amplio uno llega a puntos de vista similares a aquellos de Bergson (ibid.) y Reik (ibid.): Situándose sobre la pequeña isla del intelecto, muchos están tratando de comprender el mar de la vida; a lo sumo nosotros podemos comprender sólo los pecios y echazones, la flora y fauna que son arrojados sobre las playas. Aplicar un microscopio verbal o mecánico al estudio de lo que encontramos ayudará pero poco a conocer lo que yace más allá del horizonte o en las profundidades. Para esto debemos nadar o sumergirnos aún si la perspectiva nos desalienta al principio.

            Para comprender la intuición, parece necesario evitar la creencia de que para saber algo el individuo debe ser capaz de expresar en palabras lo que él sabe y cómo lo sabe. Esta creencia, todavía común desde Freud, es el resultado de lo que parece ser un desarrollo excesivo del chequeo de realidad, que incita a quien está interesado en psicología a pensar demasiado alejado de la naturaleza y del mundo de los sucesos naturales. Los perros saben cosas, y también las abejas  (von Frisch, Lubbock), y aún el estentor (Jennings). El verdadero conocimiento es saber cómo actuar más que saber palabras. Si un cierto hombre mira hacia fuera de la ventana de un cierto modo, nosotros podemos saber cómo conducirnos con él y qué esperar de él. Si otro hombre nos examina con viva curiosidad, nosotros podemos saber cómo comportarnos con él y qué esperar de él. Expresar lo que sabemos sobre esos hombres en palabras es completamente otra cuestión. La relación de tales cuestiones con las reacciones intra-grupales (i.e., a través de qué medios diferentes a las palabras las personas se provocan y comunican unas con otras) y con la “función no dirigida” del sistema nervioso central (Federn, 1938) queda por ser aclarada.

            Al intentar “aislar” operaciones, particularmente operaciones de la mente humana, se hace presente que el concepto “aislamiento de una operación”, es en sí misma una creación de la mente humana. Puesto que la mente en tales casos está intentando pensar sobre sí misma con ella misma como un instrumento, surge una dificultad relacionada con la clase de dificultad que es tipificada en lógica por Epiménides (Cf. discusión de B. Russell sobre las “paradojas”). Precisamente así como algunas afirmaciones sobre proposiciones deben ser analizadas de forma diferente desde otras clases de proposiciones, así la mentalización acerca de fenómenos mentales debe ser considerada de forma diferente a la mentalización sobre otros fenómenos naturales. El futuro de la psicología debe descansar en las paradojas más que en el cuerpo de la lógica (Cf. los enfoques metodológicos modernos de Einstein, H. Weyl, Korzybski, N. Wiener, y otros).

            En una publicación previa (1947, pp. 279-286), donde se menciona brevemente algo del material estudiado en este artículo, yo resumí el problema en el siguiente sentido: Al subyugar las fuerzas del id, el hombre aprisiona frecuentemente mucho de lo que podría ser útil y beneficioso al individuo. Mucha gente podría cultivar facultades intuitivas sin poner en peligro el resto de su personalidad y su necesario chequeo de la realidad*.

            Freud sintió suficiente confianza para implicar que no existe necesidad de estar alarmados por proposiciones de esta naturaleza (1933, p. 80). Uno debería ir aún tan lejos como agradecer que en la vida diaria aprendamos más, y con más precisión, a través de la intuición de lo que lo hacemos a través de observación verbalizada y la lógica. Estamos inclinados a estar orgullosos de las verbalizaciones, pero es posible que en muchos de nuestros juicios más importantes la pequeña y frágil voz de la intuición sea una guía más confiable.

            Wittels ha esbozado las debilidades de la intuición (1945): “1) uno tiene que estar dotado de ella, 2) ella puede conducirnos por mal camino, 3) pronto se alcanza un límite definido más allá del cual no hay más progreso sin el método científico. Yo nunca he conocido a un hombre que pudiera igualar a Freud en intuición, i.e., de inexplicable insight psicológico inmediato. Pero él también tenía auto-control científico con lo que  -con unas pocas excepciones- no se fió de sus visiones no demostradas”. A lo que un hombre optimista podría contestar: 1) que él cree que todo el mundo está dotado de intuición y sólo necesita procurarla; 2) que ella no nos conducirá por mal camino si podemos liberarla de la implicación destructiva con constelaciones neuróticas y ansiedades; y 3) (Poncaré, ibid.) que hay un momento para el método científico y un momento para la intuición -la una trae consigo más certeza, la otra ofrece más posibilidades; las dos juntas son la única base del pensamiento creativo.

 

            Conclusiones.

 

            1. Existe una función intuitiva en la mente humana.

            2. Bajo condiciones apropiadas, esta función puede ser estudiada empíricamente.

            3. La función intuitiva es parte de una serie de procesos perceptivos que trabajan por encima y debajo del nivel de consciencia de una forma aparentemente integrada, con énfasis mudable de acuerdo con condiciones especiales.

            4. En la mayoría de los casos se encontró que las intuiciones clínicas estudiadas se basaban al menos parcialmente en observaciones del sujeto preconscientes y sensoriales.

            5. Lo que se intuye es diferente de lo que el “intuidor” verbaliza como su intuición.

            6. Las dinámicas de los ojos y de los músculos perioculares expresa actitudes hacia la realidad. Las dinámicas de los músculos faciales inferiores y del cuello son más indicativos de vicisitudes instintivas.

            7. Las facultades intuitivas pueden ser más importantes de lo que frecuentemente es admitido en la influencia de juicios acerca de la realidad en la vida diaria.

            8. La función intuitiva es útil y digna de ser cultivada.

                                 

 

* Este es un uso legítimo de una palabra que mucha gente prefiere evitar. Aquí es adecuado puesto que incluye preconsciente e inconsciente.

* Pasó tiempo antes de que se me ocurriera que el "desafío" mismo constituía una "señal del ojo del oficial"en la situación dada.

* Hubo resistencia y contratransferencia que me ocultó al principio el hecho de que el “desafío” era una señal de diagnóstico para oficiales en la situación dada, y me hizo sentir en cambio que era un obstáculo. Análisis detallado de este interesante insight está fuera del presente alcance

* Por el contrario, mi fracaso inicial para reconocer ·desafío” como una señal de diagnóstico para oficiales fué evidencia de implicación con mis propias ansiedades cuestionables del momento; el reconocimiento subsecuente del valor intuitivo de este fenómeno representó libertad e insight y mejoró el chequeo de realidad.

[1]Me permito usar esta palabra aunque no está en el diccionario, porque refleja la intención del texto: la capacidad intuitiva puede disminuir (Nota de traducción)

                        

      

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