El verso con métrica y rima

directorio

Inicio
 
Por qué esta web
 
Antologías selectas
 
Listado general
 
Novedades
 
Enlaces
 
Más poesía
 
Reglas de la poesía
 

logotipo de AUTÉNTICA POESÍA

    MÁXIMO PÉREZ GONZALO   

p'a ir p'atrássubir un nivel

portada

 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

     

        SU OBRA 2  

             En esta página encontrarás las siguientes poesías:

        AVE SIN NOMBRE

He buscado tu nombre en el gorjeo
de una alondra sumisa, en el arado
que cultiva de rosas mi costado,
y en la palabra sabia en la que creo.

Como antorcha encendida en un deseo
de una paz que no encuentro, arrodillado,
me pregunto a mí mismo si hay un lado
de perfección en mí que nunca veo.

En tu amistad fundido,  no sé cómo
llegaste una mañana, nunca acierto
a comprender qué me otorgó la vida;

sin ti yo no soy nada, allí me asomo
donde tu rama se plantó en mi huerto,
ave sin nombre, que en mi casa anida.

 

     YO NO QUIERO ESE CIELO

En esta vida pobre, y sin sentido a veces
la costumbre nos viste su ajuar donde nacemos;
nada es ya razonable, y allí donde tú creces
lo que hicieron ya otros será lo que ahora haremos.

Somos tan naturales que a veces me da miedo,
las cosas razonadas se nos van de las manos;
de aquello que nos pasa formamos nuestro credo,
discutimos, y a veces parecemos hermanos.

Si atiendo a mis complejos me encuentro por la vida
que comparto inquietudes de mi afán y deseo,
yo que soy un creyente, jugando a la partida
con mi amigo de siempre que presume de ateo.

Hay una chica rubia, se llama Carolina,
su mirada es la copia del fulgor de una estrella,
cuando paso la encuentro colocada en la esquina,
me da un beso y me pide que suplique por ella.

Para contrastes sumo la afición   a un gitano
contertulio en los bares, lleva pipa y sombrero;
azuza la mirada si encuentra un  "caballero"
le limpia la cartera y hasta le da  la mano.

Yo que presumo a veces de educado y discreto,
si examino a mi gente siempre me llevo un susto;
mas cambiar de costumbres, nunca ha sido mi reto,
con aquellos, que elijo,  me encuentro muy a gusto.

Yo no sé si es que el Cielo tendrá  la puerta abierta
a los que allí lleguemos de jornal de mañana;
si entraremos por ella a cara descubierta
o pedirán que entremos con corbata o sotana.

Por  aquellos que quise siempre me comió el celo,
no servirá de nada mi fe como una encina;
si al llegar a esa puerta no están mi Carolina,
mi ateo y mi gitano, yo no quiero ese cielo.

 

     NO OLVIDARÉ TU VOZ

No olvidaré tu voz, mientras yo siga
camino de la mar, como lucero
brillarás en mi noche, sólo quiero
ceñir mi paso de tu ruta amiga.

Hoy soy todo recuerdo que mendiga
lo que ayer fui, te siento un pasajero,
que haces volver la vida a mi sendero
para que yo la palpe y la bendiga.

A mi lado te siento y te respiro
en todo lo que tengo, a tu mirada
se me enciende mi ser como una aurora,
 
y en tu dulce recuerdo sólo miro
 lo mucho que te debo, llamarada,
que alumbra mi camino y lo acalora.




       TERTULIA VERANIEGA

A  mis desgracias sumo el calor del verano;
hoy me he cortado el pelo, al filo de navaja,
después fui de tertulia, y un amigo gitano
colocó en mi cabeza su sombrero de paja.

La alegre camarera, que nos sirve cerveza
no reprime su gesto de ironía mezclado,
me coloca una jarra y mueve la cabeza
con su mueca de risa, mirando hacia otro lado.

Entre los contertulios conocí a una pintora,
pinta cuadros con huertas donde acuden los pájaros,
se me quedó mirando esa buena señora
y esbozó mi silueta para un espantapájaros.

Yo creí que el buen sino era mi fiel aliado,
mis estudios y el porte de mí mismo una mina...
me cortaron el pelo, ya no voy despeinado
y encima se me ríe de mí cualquier vecina.

Pero el instinto asume la luz y la armonía,
la sencillez de un mundo gentil y más humano
de aquellas cosas pobres, que son el cada día,
en la tertulia amiga de un hermoso verano.
 



          LA NORIA

También la noria supo amarga
para las tardes del otoño,
unos batieron su alegría
de ir dando vueltas por el corro;
otros lloraron su nostalgia
de intensa lumbre por los ojos.
Los cangilones de la noria
dieron el agua a sol y a coro,
y ellos, los hombres, lo supieron
y la mezclaron con el lodo;
para las tardes de verano
creció una hiedra no sé cómo,
y hasta Dios puso una paloma
que hizo el amor en cada pozo,
y hubo un concierto de suspiros
que fue muriendo poco a poco.
Alguien probó del agua clara
de un cangilón que estaba roto
y abrió cristales de esperanza
y aguda sed para nosotros,
suave beber en la agonía
llevando a Dios sobre los hombros.

 

 

             DANZA GITANA

En la ladera vivo de una montaña noble
de madera mi casa junto a un bosque sombrío,
por encima de un valle donde serpea un río,
y un olor penetrante a madera de roble.

Cuando llega la noche, abierta la ventana
una música escucho, que me embriaga y embruja,
en los dedos un arpa, en mi mente una bruja
con  cuerpo de azabache y el perfil de una Diana.

La luna se descubre reverente y ufana
a la plácida calma de la noche tranquila,
un sendero de estrellas, como diosas en fila
aplaudiendo la danza de una hermosa gitana.

Arde una hoguera al ritmo de esa diosa desnuda
despertando el instinto de los bosques dormidos;
a los pies de esa reina, como dioses caídos
deseos reprimidos de una vergüenza muda.

Una jauría humana por el bosque sagrado,
al ritmo del concierto con que impone la vida,
al final, si hubo suerte, se ganó la partida
aunque todo dependa cómo se ruede el dado.

Tal vez bailemos todos la danza de la suerte
en la gitana bruja que nos hierve por dentro,
como dardos lanzados en busca de ese centro
que huele a flor de vida, pero que sabe a muerte.

Con tu baile, gitana, descubro otro paisaje
de sonrisas de niños, de flores y armonías,
una lluvia de estrellas en medio del viaje,
para alumbrar las sombras de mis filosofías.

En la ladera vivo de una montaña noble
de madera mi casa junto a un bosque sombrío,
por encima de un valle donde serpea un río,
y un olor penetrante a madera de roble.




         EL JARDÍN DE LA VIDA

Tener un jardín quisiera
de nardos y crisantemos,
de violetas imperiales,
de naranjos y de almendros,
tener un jardín tranquilo
y al mismo tiempo violento.

De Enrique (poeta ambulante Gran Vía de Madrid)


Al lado de mi casa donde yo planté un huerto
me crecieron las rosas con las brisas de mayo,
un clavel en los dedos encendido en un rayo,
y en la mente un capullo de corazón abierto.

Cuando amanece miro junto a la fuente altiva
colores de arco iris de un lejano horizonte,
negras nubes se mecen en la quietud del monte
y una paloma cruza con su ramo de oliva.

En el jardín de casa y acoplado a su instinto
se conjugan las flores en perfecta armonía,
jardines entre humanos dan la nota sombría
perdiéndose en la araña brutal de un laberinto.

Yo soñaba una vida con jardines de oriente,
nimbados por los rayos celestes de la aurora,
una alegre fontana y un sol que lo acalora
dibujando un paisaje de quietud en mi mente.

Trepadoras de sueños, enredaderas mudas,
policromías firmes, alboradas azules...
ilusiones abiertas al vaivén de los tules
con que encoge mi huerto al olor de las dudas.

Entre las amapolas de mi nueva alborada
sembrados que en un tiempo labraron su cosecha,
ilustrándome el libro del sentido a la fecha,
juveniles deseos de luz, que quedó en nada.

No fue todo perdido en el afán del huerto
cultivando en las sombras el ardor del buen trigo
con raíces profundas en la paz de un amigo
sentí la melodía de otro hermoso concierto.

De lejanas vivencias y una gran sintonía
sin merecerlo apenas alguien llamó a mi puerta,
con su ramo de besos con que adornó mi huerta
encendido entusiasmo con el que arropo el día.

Flores de mis jardines a veces en la herida
de un corazón que vive de ilusiones cercanas,
al ritmo de los sueños perdido en las fontanas
de la inquietud que nace del jardín de la vida.




 
CUANDO LLEGA LA NOCHE

Cuando llega la noche en el suspiro
crepuscular me arropo; al fin del día
vuelvo a encontrarme en esa letanía
de la serena paz de mi retiro.

Cautivo en la jornada de trabajo
de experiencias febriles, ya en mi casa
mirando a las estrellas se me pasa
el mal humor que conseguí a destajo.

Como nota sombría entre vecinos
nada hay seguro que no acabe en cuento;
arropado en la noche lanzo al viento
el desconcierto al cruce de caminos.

Por la serenidad de otra jornada,
por la paz reprimida y por la apuesta
que enciende , en vida, la empinada cuesta
cualquiera discusión se queda en nada.

Amo la noche celestial y austera,
me controlo a mi mismo, soy mi dueño;
hadas azules velarán mi sueño
mientras forjo la vida a mi manera.

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

Hosted by www.Geocities.ws

1