El verso con métrica y rima

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    JUAN BALLESTER   

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 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

     

        SU OBRA 1  

     

    En esta página encontrarás las siguientes poesías:


          TE QUEDARÁ MI MANO

Cuando en el cielo veas que no quedan estrellas
y se sequen las gotas de agua en el oceano,
cuando por tu camino sólo pisen tus huellas,
aún tendrás mi mano.

Cuando todas las bocas enmudezcan de pronto
y las puertas se cierren, golpeándolas en vano,
y cuando ser feliz parezca ser un tonto
aún tendrás mi mano.

Cuando cada palabra se pudra entre los dientes
y no te quede a nadie a quien llamar hermano,
cuando no tengas ríos para cruzar los puentes
aún tendrás mi mano.

Aún tendrás mi mano, tendida, generosa,
igual que una gaviota surca el cielo lejano,
llenando de amistad, de sueños cada cosa,
aún tendrás mi mano.




          INSPECCIÓN TÉCNICA

Ahora que estoy a punto de cumplir los cuarenta
y me voy oxidando casi sin darme cuenta,
quiero darme un repaso, estudiarme con calma
y mirar en qué cosas debo ajustar el alma.
Voy a dejar a un lado aspectos materiales
y, como no soy joven, los sueños e ideales;
miraré solamente aquello que perdura
porque temo que tengo, como la piedra dura,
los oídos cerrados, la boca con arena,
la mente aletargada, y un tacto que me apena.
Cuántas veces fallé, y cuántas, cuántas veces
lo que antes era hermoso salpiqué con mis heces,
cuántas veces hablando se me escapó una ofensa
y me quedé ignorado, triste y sin recompensa.
Qué de tiempo perdido, sin nada de provecho
creyendo que bastaba vivir como el barbecho,
cuántas horas de ausencia, mirando hacia otra parte
sin quitarme la venda, sin jugar el descarte.
Cuánto absurdo egoísmo, cuánto daño inconsciente,
cuántas lamentaciones, cuánto hollín en mi mente,
cuántos trenes perdidos por cruzarme de brazos,
cuántos buenos proyectos fui haciendo pedazos,
cuántas noches de abuso que acabaron en lloros,
cuántos ídolos falsos confundí con tesoros.
Debo limpiar las juntas, revisar los tornillos
de mi alocada vida, hasta que salgan brillos
y cambiar el aceite y poner nuevas gomas
y vigilar los humos que hay en mis cromosomas,
debo engrasar los frenos, calibrar el volante,
inspeccionar las luces para ver por delante,
y reparar los golpes de la carrocería,
abollada de tanto descuido y tontería.
Ahora que estoy al borde de mi cuarto decenio
y que incurro en heridas, falsedad y mal genio
voy a poner a punto mi humildad y ternura
y a rociar mis sentidos de una nueva pintura
y así, de ese modo, bajo mi nuevo aspecto
ser un poco más justo y menos imperfecto
para que nadie pueda reprocharme que hoy
mis actos van dejando huellas de lo que soy.





         DETENTE, CAMINANTE

Detente, caminante, no vagues más sin tino,
has encontrado al fin tu auténtico sendero,
no sigas adelante, detente ya, viajero,
tus pies están cansados, no cambiará el camino.

La senda sinuosa se ve en la lejanía
cubierta de maleza en estas horas mudas;
las ramas de los árboles han quedado desnudas
alfombrando tus pasos al declinar el día.

El sendero te lleva, la vereda te acerca,
es inútil la prisa, en vano apresurarte,
tu firme deambular te llevará a otra parte
pues el correr es malo y la razón es terca.

Disfruta mientras puedas del hermoso paisaje
que un día, caprichosa, creó Naturaleza,
nunca más volverás a ver tanta belleza,
detente, caminante, interrumpe tu viaje.





           
AQUEL VERSO REBELDE

Aquel verso rebelde que no llegué a escribir
y que quedó perdido como una nebulosa
hoy vuelve a mi memoria, vuelve a hacerme sentir
el peso del silencio frío como una losa.

Aquel verso rebelde no salió de mi pluma,
permaneció enquistado durante meses y años
y hoy me llena la boca de sed, sangre y espuma
y amenaza llevarse la voz de mis rebaños.

Lucha, se convulsiona, cae sobre mi conciencia,
me recuerda los días de ansiedad y vacío,
cuando el dolor y el polvo eran, con diferencia,
el único caudal que vertía a mi río.

Aquel verso, aquel verso viene a darme tormento,
vuelve a martirizarme, a reclamar su cuota,
siento su extraña risa, su pestilente aliento
y, como arena hirviente, en mis manos explota.





              GOLONDRINA

Celeste vocación la de la golondrina
que dibuja su vuelo en el atardecer
jugando con la brisa detrás de cada esquina,
subiendo bruscamente para después caer.

Sublime vocación de flecha y de poeta
enhebrando en el aire el hilo de su vuelo,
escribiendo sus versos a ritmo de saeta
y ensayando acrobacias sin descender al suelo.

Sonora vocación de música en su alambre,
como armoniosas notas dentro de un pentagrama,
buscando el alimento con que acallar el hambre
de un polluelo indefenso que sustento reclama.

Hermosa vocación de trino y elegancia,
que decora el crepúsculo al llegar el estío,
incansable viajero que en el cielo, a distancia,
adorna su existencia con gracia y señorío.





          UNA PUERTA CERRADA

Tú no querrás ni verme el día que comprendas
cuáles son mis deseos, mis terribles antojos,
tú no querrás ni verme cuando pierdan tus ojos
sus cegadoras vendas.

Tú no querrás ni oírme cuando aflore el secreto
que en mi pecho se oculta como una hiriente daga,
tú no querrás ni oírme haga lo que yo haga,
sola en tu parapeto.

Tú no querrás ni hablarme cuando al fin te des cuenta
de que soy un peligro, un riesgo, una amenaza,
tú no querrás ni hablarme ni jugar otra baza
con esta Cenicienta.

Tú no querrás estar ni un segundo a mi lado
cuando mi amor descubras a tus pies, de rodillas,
tú no querrás estar llenando mis orillas
de amanecer dorado.

Tú no querrás saber nada más de mi vida,
ni si río o si lloro, ni si sufro o disfruto,
tú no querrás saber si mi árbol da fruto
o si cierra esta herida.

No, tú nunca querrás ni mis versos ni nada,
ni mi voz, ni mis manos, ni mi existencia triste
seré sólo un olvido, un rumor que no existe,
una puerta cerrada.





            LAS MANOS LLENAS

A veces se me llenan las manos de poemas
como si fueran pájaros cantándole a tu rostro,
quemando como brasas, brillando como gemas
y tu mirada es un altar donde me postro.

Se me llenan de versos que imitan tus colores,
que recuerdan los labios que besé tantas veces
y escucho conmovido sus gritos y estertores
por alcanzar tu boca y convertirse en peces.

Se me inundan de lluvia, se me llenan de rimas,
de frases doloridas que te acechan, calladas,
husmean tus cavernas, se acercan a tus cimas,
juegan con el silencio de tantas madrugadas.

A veces se me llenan las manos de tu ausencia
y me da por contarlo, por ensuciar renglones
y repito tu nombre, eco que me demencia,
y me hielo en tus ojos, deslumbrantes crespones.

A veces, ay, a veces, con palabras te evoco,
con sílabas te traigo, con sonidos te intento
y lloro como un niño y río como un loco,
mujer que cada noche te conviertes en viento.





   

      SENDEROS QUE SE ABREN

Dos senderos se abren en mi carne doliente.
El uno borrascoso, extenuante y baldío,
gastado ya de tanto pisarlo inútilmente;
el otro una locura que lleva al extravío.

Dos senderos se funden a mis pies como plomo,
desconsolado el uno, imposible el segundo.
Sólo puedo tomar el corriente, mas cómo
si entre nubes de angustia en el otro me hundo.

Dos caminos, dos rutas, con idéntica meta,
la soledad, la nada, la perdición, el llanto:
por aquél me aventuro como paloma inquieta,
por éste, que me tienta, me sucede otro tanto.

Dos estelas, dos bocas, dos perlas, dos sonrisas
negligente en un caso, en otro confiada;
por ambas se pelean mis manos indecisas,
por las dos se revuelve mi alma enamorada.

Dos trayectos inciertos se juntan en mi nave
náufraga de cariño, temerosa y sin puerto:
por el uno no hay cielo, por el otro no hay llave
y observo un panorama desconsolado y muerto.





      DONDE TODO SE OLVIDA

Hay una senda estrecha, misteriosa, fatal
donde van a parar las almas tras la vida;
allí estaremos todos como flores del mal
en la secreta senda donde todo se olvida.

Estaremos tú y yo, y el otro, y el de enfrente
y todos los que un día fuimos de carne y beso
en esa angosta senda tan negra y diferente
donde se olvida el hambre y el amor, hasta eso.

No me preguntes cómo, no me preguntes dónde,
está en cualquier lugar, quizá tras una esquina,
pero esa senda existe, llega y nos corresponde
lo mismo que a la rosa pertenece la espina.

Camino sin final, sin dolor, sin premura,
camino en que se igualan el pobre, el rico, el necio,
territorio sin dueño que se extiende y perdura
más allá de los actos, del poder y del precio.

Hay una senda estrecha donde se olvida todo,
donde el sino es flotar y la palabra sobra.
Aunque pases de largo no encontrarás el modo
de eludir su mandato, su calma y su zozobra.





           A UN PÁJARO MUERTO

Has cerrado los ojos en medio del asfalto
y te ha envuelto la sombra de una paz duradera.
Ya no habrá más peligros, ya no más sobresalto
en las tranquilas tardes de tu inmensa pradera.

Qué triste te contemplo con tus dos alas rotas
aplastado y sin vida como un trozo de tela,
pero sé que, muy lejos, en otros cielos, flotas
y entonas ese canto melódico que vuela.

Está huérfano el aire de pluma y de gorjeos,
y te añoran las migas que puse en la ventana;
los árboles parecen solitarios y feos
desde que te has marchado, desde hoy por la mañana.

Qué frágil tu existencia, qué breve fue tu vuelo,
qué precario el latido que anidaba en tu pecho,
qué pronto has terminado hecho barro, en el suelo
con el polvo por nido, con la nada por techo.

Pájaro que te has muerto, pájaro que no existes
hoy mi verso de luto te rinde este homenaje,
pájaro que has cambiado cielos grises y tristes
por un verdor perpetuo y un eterno paisaje.






       POEMA PARA UN ÁNGEL

Busqué en tu compañía el tacto de la rosa,
la suavidad del pétalo, el aroma perdido,
compartí esas espinas para llenar mi olvido
pero eras otra cosa.

Busqué con tu presencia la clave de mi abismo
y olvidé el precipicio que me conduce al miedo
y me quemó tu nombre, lo tuve en cada dedo,
pero no eras lo mismo.

Busqué junto a tus ojos la razón de mi mente,
el faro de mi noche, la voz de mi locura,
algo que me sacara de esta morada oscura
pero eras diferente.

Busqué en tu corazón alivio de mi mal,
luz para mi tiniebla, consuelo de mi llanto,
desesperadamente lo iba buscando tanto
pero no eras igual.

Busqué paz, armonía, belleza, primaveras,
colores, emociones, respuesta a mis preguntas
y al sentir el silencio de nuestras almas juntas
supe que tú lo eras.




 

POEMA DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

Pasear por las calles de una ciudad desierta
con tu rostro por norte y tu amor por abrigo,
pasear en silencio, ser el mudo testigo
de esa felicidad que ha llamado a mi puerta.

Los árboles te añoran y en sus troncos he puesto
tu nombre que se extiende más allá de un domingo;
en sus copas desnudas claramente distingo
tus facciones, tus manos, tu corazón enhiesto.

Los edificios tienen nostalgia de tu risa
de esa boca entreabierta que me besó, certera,
por eso la alegría preside cada acera
y se viste de fiesta, de luz cada cornisa.

Pasear por los parques que huelen a tu aroma,
que saben de tus ojos, que escucharon tu acento,
ser como un centinela armado y bien atento
en busca de un recuerdo tierno que se desploma.

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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