El verso con métrica y rima

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    Mª ÁNGELES ASENSIO   

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 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

     

        SU OBRA 1  

     

    En esta página encontrarás las siguientes poesías:




       AMAPOLAS

Tiñendo el campo de rojo,
entre el verde del matojo
al comienzo del calor;
van los grupos de amapolas
dibujando ellas solas
con la fuerza del color.

Dan la imagen de un jardín
esas manchas de carmín
que en trigales han crecido,
porque humildes florecillas
al nacer, son tan sencillas,
que no necesitan cuido.

Cuatro pétalos de flor
son el pincel creador
de un manantial de alegría,
que diseña con su hechizo
una acuarela que hizo
del paisaje, poesía.

Y esta hermosa fantasía
que va mostrando su encanto
lo mismo que una sonrisa;
al mirarlas, yo diría...
que susurran como un canto
si se mecen con la brisa.




EL OTOÑO DE LA VIDA

En la luna que tiene un espejo,
se reflejan con hilos de plata
unas mechas que al pelo le dan
nuevo tono luciendo tan blancas.
Y al mirarte de nuevo he sentido
¡porque en eso también me acompañas!
que en tus sienes ya vienen cayendo
como copos de nieve, las canas.
He buscado en recuerdos de encaje,
y a través del dibujo traspasan
multitud de recuerdos vividos,
que almacenan historias pasadas.
¡Cuánto invierno sembrado de flores,
disfruté porque tú los limpiabas
del rocío que había caído,
en mis penas con frío de escarcha!
Las arrugas surcando tu frente
como emblema de piel ya cansada,
no me evitan sentir los latidos
que te da el corazón; si me abrazas.
Calendario de hojas cayendo
en otoños de vida que pasa,
hay errores que se han cometido,
con aciertos que dan esperanza.
Y este nuestro ha llegado sin frío,
porque estás junto a mí, como llama,
que calienta y me sirve de abrigo,
cuando llegue el invierno mañana.
Si tu coges mi mano y seguimos...
por caminos de hierba y de zarzas,
yo no temo sentir amor mío,
soledad, ni vacío ¡ni nada!




    LA MANCHA...

Unos molinos de viento
me salieron al camino.
Tierra de hidalgo y pollino,
donde narró aquel evento
el escritor más divino.

En el pueblo las campanas;
—y en el campanario un nido—
repicando en las mañanas
a las horas mas tempranas
doblando alegre el tañido.

Las aspas girando al viento
van formando remolino;
y en su lento movimiento
llegas al convencimiento
de ver gigante al molino.

Sol que traspasa el ambiente,
tono en blanco y amarillo:
sin nube que le haga frente
ni aire que desaliente
o niebla que quite brillo.

Con aspas y aves al viento,
es tierra de pan y vino
posada y alojamiento,
para el que emprende camino
en busca de un aposento.




            PANTEÍSMO

No te enojes Señor… ¡calma tu ira!
No destroces el mar contra la roca
levantando esa ola que provoca
un estruendo al romperse haciendo espira.

¿Por qué ignoras mi Dios que se te invoca,
cuando el viento formando remolino
va rugiendo lo mismo que un felino
y destroza cualquier cosa que toca?

Dime tú, qué le enfada a un Ser Divino
que al gusano convierte en mariposa,
y transforma el polen de una rosa
en rica miel, de color tan cristalino
como lágrima de ámbar en el pino.
Quizás sea que ya te desesperes;
¿mas no ves lo grandioso que tú eres
ante un simple mortal que desafía?
¡No te enoje Señor nuestra osadía!
no castigues mostrando tus poderes.




              OLIVARES

Hileras que en el campo son olivos,
dibujan con su verde el horizonte;
se pierden en la curva de algún monte
y escapan a mi vista fugitivos,
rozando el ancho cielo, ¡siendo altivos
en cada aparecer de su remonte!

Las casas irrumpiendo en el paisaje,
su blanco es un destello en la reserva,
la cal que en sus paredes se conserva
te rompen el verdor entre el ramaje,
y siento al disfrutar de este viaje
lo bello que es el campo si se observa.

A cada amanecer oigo varando
las ramas; ¡varios golpes por minuto!,
su oliva va cayendo de tributo,
a todo aquel peón, que trabajando,
consume cada día apaleando...
un árbol que le brinda tanto fruto.




          EN LA MONTAÑA

Qué serena es la noche en la montaña,
se escucha sinfonía en los sonidos
que emite cada ser, y extraños ruidos
se ocultan tras la densa oscuridad.
Saltando entre la roca, divertida,
el agua de un arroyo transparente
refleja de la luna solamente
la cara que te quiere a ti enseñar.

Recuerdo aquel invierno en la cabaña,
el fuego calentando en la cocina,
olor a buen puchero y a rutina
de un día como todos los demás.
Y en cada amanecer, el colorido
que tiene al clarear un nuevo día,
te da la sensación, ¡de esa alegría
al verte junto a mí y no soñar!

La nieve que se ve tras los cristales
blanquea al caer, todo el paisaje,
golpea la ventana hace el viraje,
y baja resbalando hasta el final.
El viento entre los pinos va soplando
rugiéndote al pasar ¡con tanto brío
que asusta, ¡y me da un escalofrío!
por eso me refugio donde estás.

Un día nos llegó la despedida;
y el beso que me diste, al marcharte,
le dijo... ¡a mis ansias de abrazarte!
que ya tu amor se empieza a terminar
¡Qué lento y que tedioso pasa el día! ,
¡qué tristes los silencios de mis noches
tan llenos de recuerdos sin reproches
escondo en mi memoria con afán!

Mi sauce se ha secado junto al río,
no salta alegre el agua en la corriente,
¡maldigo ya esta vida que no siente
las ganas de vivir en soledad!
Te fuiste de mi amor, que malherido,
no quiere recordar aquella dicha.
¡Es sólo el corazón que se encapricha
en verte regresar una vez más!




       EL PRÍNCIPE AZUL

Te soñé, al galope de un caballo;
en paisajes creados por mi mente,
cuando eras un sueño solamente
de los tiempos de príncipe y lacayo.

Y esperé que llegases como el rayo
¡tronando con tu luz!, o simplemente,
que al mirarme tus ojos dulcemente...
fulminasen de amor hasta el desmayo.

La figura de un príncipe ideal
que esta niña de pueblo imaginó,
cede el paso a tu amor, que es más real.

Y en la bruma del tiempo ya olvidó
esa historia de fábula irreal,
pero el don de soñar... no lo perdió.




CRISTO DE LOS FAROLES


Parecía que estaba allí olvidado,
con los brazos clavados en la cruz,
los faroles alumbran con su luz,
a este Cristo Jesús crucificado.

Y al mirarlo, sentí dentro... ¡muy dentro!
que sus ojos de mármol y de amores,
infundían sosiego a mis temores
con la paz y el silencio del encuentro.

Entre velas que estaban derretidas,
y vasitos con flores a sus pies,
no se cierran ni sangran sus heridas
ni es tan sólo una estatua lo que ves.

Que le cuentas las penas que has tenido
y escuchando demuestra su interés,
más tranquila; si luego ya te has ido...
no lo olvidas, estés tú donde estés.




              EL TREN

He visto abandonado en una vía
el viejo y oxidado antiguo tren,
y cómo su vagón desvencijado
—que nunca olvidaré—
mostraba destrozados los asientos
tan llenos de recuerdos del ayer.
Y evoca mi memoria aquellos días
que alegre viajé,
cargada de paquetes y maletas
atadas con cordel,
buscando descansar en la cantina
que olía a buen café,
y hablando con vecinos de otra mesa
de nada de interés.
Recuerdo al vendedor de los refrescos,
la gente que esperaba en el andén,
recuerdo aquel bullicio con las prisas
llevar un bocadillo de comer;
recuerdo la emoción en despedidas:
recuerdo los retrasos de mi tren.
 

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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