I
Cordobesa es mi canción
sus alegrías y penas
van floreciendo en mis venas
naciendo en mi corazón.
Hay en mi cantar pasión;
hay alegría y dolor
y el perfume del amor
de mi tierra cordobesa
que en su aroma tiene presa
la sonrisa de una flor.
II
En la antigua universal
edad del mundo pagano,
va uncida al carro romano
en su carrera triunfal.
Como fragante rosal
que a un bello jardín se asoma,
del florido imperio toma
la luz de su sol ardiente
y así le da humildemente
hijos preclaros a Roma.
III
En ti vibran los clamores
de la vieja raza mora.
En tu suelo se atesora
savia de conquistadores.
Fueron tus hombres cantores
de un mundo bello triunfal.
Fuiste joya occidental
que brilló, bella y ufana,
siendo ferviente cristiana
en la corte califal.
IV
Canto a Córdoba la Llana,
canto a Córdoba la Bella
a quien regalo una estrella
¡Córdoba, mora y cristiana,
gloria del moro Almanzor,
que allá en Calatañazor,
más que por la guerra impía
vio que, vencido, moría
por su Córdoba de amor!
V
Eres sueño de conquista
para los reyes cristianos,
que sobre la Patria, ufanos,
luchan en la Reconquista.
Hace el moro que resista
su ardor a los que, sitiando
te van el cerco estrechando
hasta que, al fin, bien templada,
brilla al fuerte sol la espada
de nuestro Rey San Fernando.
VI
Mas queda para memoria
de los siglos venideros,
de aquellos moros guerreros
que escribieron nuestra historia,
una página de gloria
que el mundo del arte llena:
¡qué reposada y serena;
qué altiva y maravillosa,
la sombra majestuosa
de la Mezquita agarena!
VII
Roma y Arabia lucharon
por apagarte la luz
mirífica de la Cruz
que en tu corazón dejaron
los que te cristianizaron.
Y alzando al Cielo sus manos
mueren en circos romanos
los cordobeses con calma,
ganando estoicos la palma
de los mártires cristianos.
VIII
Tu palabra es Poesía.
Tu sentimiento profundo.
De Córdoba aprende el mundo
tu honda filosofía.
Toda la sabiduría
de la época se encierra
desde el valle hasta la sierra.
Y junto al Guadalquivir
Séneca enseña a vivir
al hombre sobre la tierra.
IX
Es madre de aquel titán
que un imperio le dio a España,
conquistando en tierra extraña
fama de Gran Capitán.
Osio es palabra y afán,
dogma en su Credo profundo.
Y hay un Góngora fecundo,
un Lucano, un Juan de Mena
y un Maimónides que suena
entre las glorias del mundo.
X
San Álvaro en los altares;
Mateo Inurria en la escultura;
Céspedes en la pintura...
Y así tras los avatares
de la vida en nuestros lares,
Córdoba es como un lucero
que en las manos de un platero
sus rayos de luz desata
¡y hace pinceles de plata
al Pintor Julio Romero!
XI
Pueblo que bebe ambrosía
de Montilla o de Moriles
porque guarda en sus barriles
todo el sol de Andalucía.
Cuna de la torería.
Tierra que al cantar hermana
la soleá y la serrana
y sabe lucir airosa,
su figura primorosa
sobre una yegua alazana.
XII
Siempre se ha de superar
por Córdoba cada hijo;
en un quiebro, Lagartijo
y Guerrita al lancear.
Machaquito al estoquear
y al morir aquel doncel
que con sangre de clavel,
bordó el suelo de Linares
para que las soleares
canten su nombre:¡Manuel!
XIII
Y es que esta tierra dichosa
le puede al héroe brindar
un hálito de azahar
en una boca de rosa.
La cordobesa amorosa
luce en el pelo una flor;
sabe matar sin dolor
su ardiente mirar que ata,
porque cuando mira mata
la cordobesa de amor.
XIV
¡Córdoba, te siento mía!
¡Córdoba de mis amores!
La Virgen de los Dolores
es tu norte y es tu guía.
Señora de Andalucía:
tu corona de laurel
y el fuego de tu vergel
ponlos piadosa hasta el fin,
en el bello camarín
del Arcángel Rafael.
XV
Y es que esta tierra dichosa
le puede al héroe brindar
un hálito de azahar
en una boca de rosa.
La cordobesa amorosa
luce en el pelo una flor;
sabe matar sin dolor
su ardiente mirar que ata,
porque cuando mira mata
la cordobesa de amor.
XVI
Sólo quiero que algún día
pueda en humilde rincón,
volverse mi corazón
tierra de la tierra mía.
No quiere más mi poesía.
No me queda más anhelo
que ver tras de mi desvelo,
a mis paisanos triunfales,
que cantarán inmortales,
¡las glorias de nuestro suelo!